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Pueblo gitano
Sobre Eleazar García: antigitanismo e impunidad
8 de septiembre de 2019. Eleazar García, de 33 años, acude junto a su padre y un amigo al estadio del Molinón para presenciar el partido de la selección española contra las islas Feroe. Ha sido en su centro educativo dónde le han regalado una entrada para el fútbol. El joven, con parálisis cerebral y una discpacidad psíquica del 75% sale momentáneamente del recinto para comprar algo para tomar, pero no vuelve. Algo más de una hora después morirá de un ataque el corazón.
Eleazar intentó regresar a las gradas pero se topó con los empleados de seguridad del estadio. No se había llevado la entrada. Enseguida se vio inmovilizado y golpeado. Ocho guardias y cinco policías estarían implicados en el caso. En algún momento el joven se desvaneció y se lo llevaron a un centro de salud. Fue allí dónde falleció de un paro cardíaco.“Era un día de felicidad y se ha convertido en una tragedia. Ahí estamos luchando”, hace balance Diego García, tío de Eleazar y portavoz de la familia, que desde entonces lleva movilizada para que se haga justicia con el joven. Una gesta que ha recibido un varapalo reciente, el pasado 27 de marzo la Audiencia Provincial de Oviedo archivó el caso. Un sobreseimiento que confronta con el auto de la jueza de Gijón que durante más de un año ha investigado los hechos y apreciaba indicios de delito, pero la sentencia fue recurrida por la defensa. La familia de Eleazar no está sola en consternación, desde el 27 se han sucedido las convocatorias que piden justicia para este joven. Hoy, 8 de abril, día internacional del Pueblo Gitano, las citas se multiplican en ciudades como Gijón, Oviedo, Siero y Madrid.
#JUSTICAPARAELEAZAR CONCENTRACIONES EN GIJON DÍA #8DEABRIL A LAS 18H----MADRID #8DEABRIL A LAS 18H----VALENCIA #9DEABRIL 12H-----.DIFUSIÓN POR FAVOR. pic.twitter.com/t8DJDL825H
— Rromani Pativ (@rromanipativ) April 6, 2021
García considera de justicia recordar el nombre de la jueza que instruyó el caso, Belén García Iglesias, a la que califica de “ejemplar” y el trabajo acometido durante estos meses, que se ha topado con el carpetazo de la audiencia provincial: “Ha habido 17 declaraciones, pruebas periciales. Hay una frase palmaria de ella, que está en el auto: dice que la defensa quiere segregar los hechos acontecidos del final luctuoso de la muerte de mi sobrino”.
En el auto, la jueza estima “que las diligencias practicadas corroboran tanto la existencia de unos hechos que, en términos de probabilidad razonable, constituyen delito de homicidio imprudente, detención ilegal, contra la integridad moral y lesiones en la modalidad atenuada de delito leve, como también los datos reportados permitan atisbar la responsabilidad de los investigados”.
Frente a lo determinado por la magistrada, disociar lo que Eleazar vivió antes de su muerte, de su muerte en sí: sería el argumento de la defensa y la tesis asumida por la Audiencia Provincial
Frente a lo determinado por la magistrada, disociar lo que Eleazar vivió antes de su muerte, de su muerte en sí: sería el argumento de la defensa y la tesis asumida por la Audiencia Provincial. De un lado verse rodeado, reducido y golpeado, con una incapacidad del 75% y sin entender la situación y de otro lado, como un hecho inconexo, morirse de un infarto poco después sin padecer ningún problema cardiaco previo. Una desafortunada y casual muerte por causas naturales.
Durante el juicio, de hecho, tampoco la fiscalía parecía muy interesada en cuestionar esta idea, un desinterés criticado por la magistrada, recuerda Díaz: “En el mismo auto la jueza afea la actitud de la fiscalía, el silenciamiento y la falta de proactividad en el caso”. El familiar de Eleazar coincide con esta crítica, “la fiscal ningún día ha estado ahí en la sala cuando se han hecho las declaraciones de 17 investigados que ha habido”.
La familia también niega que Eleazar mostrase una actitud agresiva, como argumentaba la defensa. “Entre 12 y 15 personas se echaron sobre él, le cogían por el cuello, le daban patadas que se oían entre 12 y 15 metros las patadas que le daban y él no hizo ademán de defenderse para nada, y eso está declarado delante de una jueza”, afirma su tío.
“Lo que nos hemos encontrado desde un principio es que han querido abusar de nuestra condición de gente humilde y gitana, se nos ha querido con mucha condescendencia decir ‘ aquí no pasó nada, ustedes no se preocupen’”
No se preocupen
Cuenta García que él se resistía inicialmente a ver racismo en la tragedia sobrevenida sobre su familia, pero que enseguida tuvo que rendirse a la evidencia: “Lo que nos hemos encontrado desde un principio es que han querido abusar de nuestra condición de gente humilde y gitana, se nos ha querido con mucha condescendencia decir ‘aquí no pasó nada, ustedes no se preocupen’”.
Desde el jefe de inspección de crímenes de violencia de la Comisaría de Gijón, que le dijo “esta es una muerte tonta”, al policía que al llegar a la comisaría el primer día les soltó “váyanse para sus casas porque esto ha sido un ataque al corazón”, pasando por los cuatro agentes que impidieron a su hermano, padre de Eleazar, ver a su hijo, ya sin vida en el centro de salud, hasta aquel policía que le recomendó que no hablase mucho con periodistas, García señala cómo se han ido topando con el racismo institucional. Estamos sintiéndonos vejados y estamos sintiendo antigitanismo, sí, pero todo ello se agrava porque él era una persona discapacitada”, concluye Díaz.
Por ser su sobrino una persona discapacitada, García escribió múltiples mails a la Unidad coordinadora de personas con discapacidad y mayores de la Fiscalía General del Estado. Después de insistir recibió una carta, en la que se le explicaba que no tenían competencias para interceder en el caso pero “me dicen que el caso de mi sobrino ha sido motivo de estudio para que no vuelvan a repetirse los hechos que condujeron a la desgracia y me agradecen la información”, la carta habla de introducir nuevos protocolos, en lo que él considera una evidencia reveladora: si admiten que lo que le ocurrió a Eleazar es algo que no debería repetirse es porque no se actuó de manera correcta, y por tanto hay que dirimir responsabilidades.
“No puede ser que una Audiencia Provincial se junte en menos de un mes entre jueces y digan que no ha pasado nada. ¿Por qué un niño de estas características no está al lado de su padre, las personas que deberían de velar por su seguridad, en lugar de protegerle, acaba muerto en sus manos? Una muerte natural, sí claro, naturalmente que todo el mundo se muere”, se enciende.
La familia lamenta que la muerte de Eleazar no despertó ninguna reacción por parte ni de la Selección Española, ni del Molinón, dependiente del Ayuntamiento Gijón, ni del Sporting, titular del estadio, después de que la primera nota de prensa hablase de Eleazar como “un hombre violento y borracho”. A estas alturas, dice, da igual, pero en su momento hubiesen agradecido una muestra de empatía: su hermano perdió un hijo aquella tarde de fútbol, un dolor, recuerda García, para el que no existen palabras: “Es antinatural que los padres entierren a sus hijos”. Dice que los gitanos enfrentan el estigma de ser vengativos, “no se trata de venganza, lo que queremos es justicia”. La familia va a recurrir el caso ante el Tribunal Superior de Asturias, y lo irá escalando hasta donde haga falta, anuncia.
Un pueblo interpelado
“Eleazar murió de miedo, de antigitanismo, de incomprensión, de prejuicios y de falta de políticas reales de reparación para el Pueblo Gitano, que quizá hubiesen evitado que algo así sucediese”, apunta Celia Montoya activista y actriz, que esta tarde acudirá a la convocatoria en Madrid a las 18 horas en la Calle del Marqués de Ensenada (personaje histórico señalado como genocida del pueblo gitano, también en la convocatoria). Esta activista se atreve a hacer una valoración más personal “si Eleazar hubiese sido rubio y no hubiese tenido aspecto gitano quizás no le hubieran tratado así: eran ocho seguratas y cinco policías, cuando lees cosas del caso, de lo que han dicho los testigos, la gente que lo vio... Estaba perdido y lo que encontró fue la muerte”, se emociona.
Montoya se pregunta por qué las circunstancias del caso no han interpelado más a asociaciones y colectivos de familias de personas discapacitadas. No es la única ausencia que lamenta “es verdad que se están haciendo acercamientos a los movimientos antirracistas porque tanto el antirracismo como el feminismo son interseccionales o deberían serlo. Pero el antigitanismo es tan fuerte, que estamos muy solas”.
Susana, del colectivo de mujeres @Shukaripen, ha pasado unos cuantos días intentando organizar una convocatoria en Granada para clamar por justicia para Eleazar. Como Montoya, va difundiendo todos los actos que se preparan en apoyo a la familia. “Este no es tema de conversación entre la sociedad mayoritaria, te puedo decir que entre los alrededor de 50 asistentes al acto que se convocó en Madrid el día 27, cuando se conoce el sobreseimiento, acuden solo dos personas blancas; un matrimonio, Kenny y Marta, a los cuales estamos enormemente agradecidos por su apoyo”. Para esta activista, es claro que hay una relación entre la soledad que sienten y el “imaginario colectivo de que el gitano es salvaje, que siempre está en problemas”, un imaginario que queda reflejado en las redes sociales en forma de cuestionamiento de las víctimas o discursos abiertamente racistas.
“Eleazar murió de miedo, de antigitanismo, de incomprensión, de prejuicios y de falta de políticas reales de reparación para el Pueblo Gitano, que quizá hubiesen evitado que algo así sucediese”
Al desconocimiento de los casos de Eleazar o Daniel Jiménez, se le suma el modo en el que se representa a las víctimas gitanas en la televisión “si se habla de Manuel de Rociana fíjate como se trata el tema, se le retrata como un delincuente que poco más que está mejor muerto, se deshumaniza, no se le llama por su nombre, mientras que se presenta al asesino como un tierno jubilado con nombres y apellidos muy querido por los vecinos. Todo esto en un programa de máxima audiencia de boca de una señora que tiene una revista con su cara en la portada todos los números”, explica Susana en referencia al caso del hombre gitano asesinado a tiros en Huelva.
Ayer miércoles, Ana Rosa fue a declarar al juzgado de Madrid por el tratamiento racista que dio en su programa sobre el asesinato racista de Manuel de rociana. Sólo el diario de Huelva se ha hecho eco de la noticia https://t.co/hBwzXRlM7D pic.twitter.com/IVB6dfpRpb
— Tendencias Gitanas (@tendenciasgitan) February 25, 2021
La activista señala las transmisión entre el antigitanismo del sistema y la opinión pública. “Fijate el caso al que asistimos en Jaén: una niña gitana de once años fue abusada durante varios años por un hombre blanco y cuando se celebró el juicio la defensa del hombre adujo para que le rebajaran la condena que las secuelas psicológicas en la víctima eran menores porque al ser esta de etnia gitana iba a tener relaciones a corta edad. Si esto se permite en un juzgado cómo vamos a tener apoyo de la sociedad de a pie”.
Para Montoya, que coordina el programa Rromani Pativ sobre medios y antigitanismo, la lucha para transformar esta situación es una lucha de David contra Goliaths, en plural, entre los cuales, los medios de comunicación son “un Goliath” fundamental. Piensa que estaría bien empezar por que los periodistas siguieran los códigos deontológicos de los medios y fueran rigurosos. Que las televisiones públicas diesen espacio a contenidos hechos por gitanos, o que las cosas cambiasen en las escuelas. Por otro lado, están los esfuerzos de colectivos y activistas para oponer contranarrativas a los discursos antigitanos. “La contranarrativa gitana es fundamental pero desde luego los cambios deben ser estructurales y políticos”.
Caso paradigmático
Ismael Cortés combate el antigitanismo en todas las arenas que puede. Diputado de Podemos en el Congreso, e investigador, ha publicado recientemente Sueños y sombras sobre los gitanos. La actualidad de un racismo histórico (Bellaterra, 2021). Un obra en la que rastrea los imaginarios respecto a su pueblo desde el origen de las leyes contra los gitanos en España, en el s. XV a las narrativas actuales.
Para Cortés, el estigma de la peligrosidad permanece en la representación de lo gitano: “un gitano cuando va a entrar a un bar, cuando va por la calle es percibido como un elemento peligroso, por lo tanto los niveles de hostilidad que se disparan de manera inconsciente van a estar siempre ahí”. En su opinión el caso de Eleazar es paradigmático: “un chaval con 75% de minusvalía, parálisis cerebral, que sale del estadio mientras está viendo un partido de futbol para comprar unos refrescos y un snack regresa, no tiene la entrada en el bolsillo y a partir de ahí, en lugar de preguntarle qué ocurre, o dónde están sus padres… no sé lo que acabaron por pensar para abalanzarse contra él y darle tal paliza que acabó con su muerte”.
Cortés recuerda que el Ministerio de Interior apunta en su último informe que el antigitanismo se habría doblado. Para el parlamentario hay una conexión evidente entre esta hostilidad y la impunidad cuando las víctimas son gitanas. “Hay un rechazo social tan fuerte que cuando se aplica algún tipo de castigo sobre las personas gitanas, incluso un castigo tan fuerte como acabar con una vida, el nivel de compromiso moral con las personas gitanas es nulo, no hay ningún tipo de empatía”.
Como Diego, Celia o Susana, Cortés entiende que de no haber sido gitano Eleazar, hubiese habido una respuesta mayor por parte de organismos de derechos humanos, colectivos antirracistas u organizaciones relacionados con los derechos de las personas discapacitadas ante hechos que deberían ser “un escándalo”. ¿Cómo se construye ese rechazo social en la actualidad? Frente a la consideración del pueblo gitano como un pueblo extranjero con costumbres radicalmente distintas, como el nomadismo, propio de la época de las pragmáticas, “el gran prejuicio que hay ahora es el de la falta de voluntad por la integración. No es tanto que se considera al pueblo gitano como un pueblo extranjero sino como un pueblo nacional que no quiere integrarse, así juega el rol de la oveja negra. Es igual a nosotros, pero se resiste a ser como nosotros”.
“Con el antigitanismo parece que cuanto más burro eres en lo que dices y cuanto más hieres a alguien, y más usas la violencia verbal y simbólica contra un colectivo, más auténtico eres”
Cortés capta un cambio entre el antigitanismo de Albiol —que analiza en su libro— durante las elecciones en las que se hizo célebre el slogan “limpiando Baladona” con el marco de fondo de una derecha europea en un “discurso concertado” a favor de la deportación de gitanos del este y que sembraba radicalidad— a una nueva fase. “Ya no estamos solo con los discursos de la radicalidad sino con algo más que es el discurso de la autenticidad, lo que atraía de Trump es que decía lo que el ciudadano medio pensaba en términos racistas y con el antigitanismo sucede eso sobretodo con el uso incontrolado de las redes sociales, parece que cuanto más burro eres en lo que dices y cuanto más hieres a alguien, y más usas la violencia verbal y simbólica contra un colectivo, más auténtico eres”.
Y si bien esta estrategia ultraderechista de “superar cualquier corrección política”, está al origen de abrir “la caja de los truenos”, Cortés recuerda que el antigitanismo, como el machismo, es un fenómeno transversal instalado en las personas independientemente de su tendencia ideológica. Un tipo de racismo “inducido desde las instituciones, empezando por la producción de ignorancia sobre el pueblo gitano, que se origina en las escuelas, en la universidad o en los medios de comunicación”. Para el diputado es reseñable que las personas se puedan titular en estudios de humanidades, por ejemplo, sin haber escuchado jamás hablar sobre el pueblo gitano.
La falta de atención sobre la cuestión gitana afecta a todos los ámbitos, desd la vida política, a la angenda mediática o la discusión en las universidades. “Los debates. ¿qué los provoca?, o bien el interés social, o bien intereses que los mueven determinadas elites. En el caso de los gitanos, la cuestión de la minorización juega mucho en nuestra contra: no somos parte de una mayoría social por lo tanto este discurso populista de una política de mayorías para las mayorías a los gitanos no les vale”, el hecho de que en el Estado español no se recononozca a las minorías, tampoco a la gitana, dificulta —estima Cortés— otras estrategias para revertir la invisibilidad de quienes han de enfrentar siglos de racismo específico.
Así, el diputado considera que hay caminos por explorar aún: desde incluir la cuestión de las minorías, como se hizo en Europa tras la segunda guerra mundial a, en relación con este reconocimiento, garantizar la representación de estas en todos los ámbitos, como sucede en los modelos estadounidense o inglés. “Lo que se requiere es una participación sostenida y sostenible de diferentes actores en diferentes espacios de poder. En los diferentes ámbitos que conforman el sistema social, cultural y político en el que vivimos”, concluye. Un largo camino para ir poco a poco transformando el substrato histórico y social que alimenta la impunidad y el antigitanismo, que el caso de Eleazar una vez más representa.
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Es una pena que en artículos cómo éste, en el que se abordan temas del pueblo calé, SÓLO se publiquen aquellos comentarios suscriban al 100% la línea argumental del artículo en cuestión.
¿Que pasa, que te pica? El racismo no es una opinión, es un hecho y en este articulo se constata. En este caso el antigitanismo.
Querida maleducada: El racismo tiene muchas caras, muchas idas y vueltas. No sólo va en una dirección. Además, también se puede matizar, como todo en la vida. En cualquier caso, este artículo va sólo de antigitanismo, no de antipayismo, por ejemplo, que también lo hay. Saludos
Excelente artículo. La resolución judicial no hay por donde cogerla. Además del racismo intrínseco y la justificación de una muerte injustificable, en muchas Audiencias Provinciales existe la práctica de intercambios de homenajes y medallas con las distintas policías.