Pueblo gitano
La transformación de la tradición de Ederlezi, la fiesta de los gitanos de Macedonia

La actual crisis sanitaria no evita que los gitanos celebren la fiesta que identifica a su nación en los Balcanes. Sin embargo, desde hace una década ha dejado de ser una reunión multitudinaria: la comunidad romaní celebra Ederlezi en familia.
Ederlezi, fiesta de los gitanos
En la fiesta de Ederlezi, a los más jóvenes se les marca la frente con la sangre del animal sacrificado: traerá salud. Miguel Fernández Ibáñez
Shutka (Skopje)
21 jun 2020 06:00

El 2 de mayo apareció en Shutka el “campeón de los corderos”, el romaní que encabeza la caravana bovina que cada año recorre las calles de la municipalidad de mayoría gitana más conocida de los Balcanes, acompañado de músicos con tapanes y zurlas. Se le conoce como “campeón” porque ha traído el mejor cordero, uno de inmensas proporciones pese a su juventud. Su llegada marca el comienzo de Ederlezi en Shutka y Topaana, el distrito administrado por la población rom en Skopje, la capital de Macedonia.

Ederlezi es una fiesta que coincide con otras celebraciones religiosas y paganas que dan la bienvenida a la primavera. Para los gitanos representa ese cambio de estación y también es una fecha en la que reivindicarse como nación. Su celebración comparte ritos con otras creencias y varía según la región. En España pasa desapercibido. En Turquía, como reflejan los estudios de Elena Marushiakova y Vesselin Popov, no se sacrifica un animal: la influencia turca y de los ritos zoroástricos han alterado o preservado los trazos originales. En los Balcanes, en cambio, Ederlezi pivota en torno al sacrificio.

A diferencia de otras localidades de Macedonia del Norte y de los Balcanes, Ederlezi se celebra en Shutka entre los días 2 y 9 de mayo. Para las personas habituadas a las bacanales gitanas representadas en las películas de Emir Kusturica puede ser toda una decepción: desde hace más de una década se ha convertido en una fiesta familiar. Continúan los lamentos de ovejas y corderos que reconocen su cercano final, pero son tímidos y no es solo por culpa del covid-19.


Es 5 de mayo, y Daniel Petrovski acude a la iglesia ortodoxa de San Juan Bautista, en el barrio pudiente de Kozle, a las 11 de la mañana. Compra unas velas votivas. Entra en el templo. Toca cuadros con imágenes. En uno de ellos aparece san Jorge aniquilando al dragón que atemoriza a la sociedad y secuestra la primavera. Petrovski deposita en un cuadro dos monedas que deben ayudar a traer prosperidad económica a su familia. Reza y sale del templo para encender las velas. Luego se dirige a lavarse las manos y mojarse la cara y el cuerpo con el agua que cae de una pequeña cascada que carga con décadas de tradición. Bebe un trago. “El agua proviene de la montaña Vodno”, dice.

“Los romaníes son politeístas, aunque en Shutka el 90% es musulmán. Pero ellos no entienden que Ederlezi no es religiosa ni pagana, es identitaria”, defiende Daniel Petrovski

Petrovski ha purificado su cuerpo, como requiere Ederlezi, la fiesta más importante para el pueblo gitano de los Balcanes. Sin embargo, se entristece por la situación actual: en los años 70, un millar de romaníes acudía a la iglesia de San Juan Bautista sin importar su credo. La tradición étnica entonces se imponía. Hoy, entre las 11 de la mañana y las dos de la tarde, solo acuden dos gitanas y parte de la familia de Petrovski: sus hijos y sus padres. Para confirmar el cambio, muestra unos fragmentos del documental Sa O Roma, dirigido por él mismo y que narra la evolución de Ederlezi en Shutka y Topaana en los últimos 50 años utilizando las imágenes recopiladas por Elsie Ivancich Dunin, etnóloga y profesora emérita de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).

“Antes, todo el mundo venía aquí. La gente ha comenzado a ser más musulmana desde el año 2000. Un teólogo romaní que fue a La Meca, Ali Berat, se ha convertido en el líder religioso de la comunidad, y ha introducido un islam más conservador. Además, Hamdi Bajram —el político gitano más famoso de Macedonia— ordenó la construcción de mezquitas y los romaníes fueron a escuchar a Ali Berat, que hablaba de fiestas religiosas y códigos de conducta”, recuerda Petrovski, de 33 años, periodista, estudiante de un posgrado en antropología y autor de una obra de teatro en lengua romaní. “Los romaníes son politeístas, aunque en Shutka el 90% es musulmán. Pero ellos no entienden que esta tradición no es religiosa ni pagana, es identitaria. Si no celebramos Ederlezi, ni vestimos nuestra ropa tradicional ni hablamos romaní, ¿qué nos identifica como pueblo?”, añade este ortodoxo casado con una musulmana.

“Los días entre el 2 y el 9 de mayo estaban destinados a eventos familiares que continuaban con la fiesta social del día 9 de mayo. A principios de los 90, tras la independencia de Macedonia, los cristianos evangelistas ‘invadieron’ la comunidad romaní con ayuda humanitaria e insistieron en que la antigua tradición de san Jorge [coincide en fecha con Ederlezi] era una fiesta pagana, dividiendo a las familias entre quienes seguían la Biblia y quienes mantenían la tradición”, explica Elsie I. Dunin, profesora especializada en etnocoreología. “El islam fue el siguiente freno a esta festividad: [los clérigos] desalentaron los encuentros que no eran islámicos y, mintiendo, aseguraron que san Jorge era una fiesta cristiana”, añade. “En resumen, la decaída de esta festividad comenzó hace una década, con el cristianismo y el islam institucional imponiendo sus propias agendas. Sin embargo, incluso bajo la influencia del Ramadán y el estado de emergencia disipando las reuniones públicas, algunas familias siguen insistiendo en celebrar sus tradiciones”.

La gran fiesta social del 9 de mayo se celebraba hasta 2007 en la explanada del barrio de Topaana en la que hoy se erige la Embajada de Estados Unidos. Les arrebataron, a los gitanos, su punto de encuentro, condicionado ya desde los años 80 por una feria de atracciones (Luna Park) que anualmente acudía a Shutka. Fue entonces cuando la unión entre romaníes de diferentes castas comenzó a resquebrajarse. Este año, si no hubiera sido por las restricciones impuestas por el covid-19, los niños y las niñas romaníes habrían disfrutado cada día del Luna Park. El 9, pese a no ser como el de hace medio siglo, habría sido el colofón. Su nuevo colofón.

Sacrifico en Shutka

El asentamiento de Shutka comenzó a elevarse en 1963, cuando un terremoto derribó el 80% de los edificios de Skopje. Muchos gitanos, que entonces habitaban también el barrio de Topaana, comenzaron a establecerse en Shutka, que en 1996 obtuvo el grado de municipalidad bajo el nombre de Shuto Orizari. De acuerdo con el censo de 2002, el 60% de sus casi 20.000 habitantes son de etnia gitana. El alcalde, también. Como en todos los barrios, aquí hay personas pobres y ricas, personas modernas y personas conservadoras, peluqueros y, en particular, trabajadores de la construcción, basureros y comerciantes del famoso bazar de ropa. Un barrio muy corriente. Incluso hay organizaciones sociales y religiosas, incluidos los Testigos de Jehová. Habrá al menos un centenar de sus seguidores, aunque en Shutka el 90% de la población es musulmana, pero a su manera: nadie mira mal por celebrar una fiesta que incluye alcohol en pleno Ramadán.

En las calles de Shutka no parece que sea Ederlezi. Tampoco que sea Ramadán. No parece casi ni que exista el covid-19: puede que un 10% de sus habitantes utilice la mascarilla de protección que recomiendan las autoridades. El día es nublado, y a partir de la dos de la tarde empieza a llover. Al adentrarse en la municipalidad, aparecen chalés de dos plantas que están siendo rematados. Los dueños de esas casas, mucho de ellos instalados en Europa, vuelven unos meses al año, sobre todo en julio y agosto, cuando comienza la época de los enlaces matrimoniales. Hace siglos, o tal vez décadas, hacían el camino contrario, viajar en verano y regresar al hogar en invierno. Tradiciones que se transforman.

Durante los días 2, 3, 4 y 5 de mayo, relata Petrovski, algunas familias comienzan a despedazar el animal sacrificado para Ederlezi, aunque generalmente se hace en la mañana del día 6, fecha en la que comienza el verano para esta comunidad que solo conoce dos estaciones: invierno, para hibernar, y verano, para migrar. También se recogen ramas de árboles con las que decorar la casa —antes se elegían las mejores de los árboles cercanos a la iglesia de San Juan Bautista—, se limpian las viviendas y se estrenan prendas de vestir.

Son las 8 de la mañana del 6 de mayo y Zoran Petrovski, el tío de Daniel, sacrifica los corderos. En los años 70 estuvo trabajando en Alemania. Como muchos otros, es un antiguo gastarbeiter, uno de los “trabajadores hospedados” por Alemania desde 1960. Es 2020, y el término sigue vigente no solo para la nueva generación de romaníes, sino para cada persona de origen balcánico que busca un futuro mejor fuera de la región.

En contraste con los años 70 y 80, cuando Ederlezi era la gran fiesta de los gitanos, la mayoría vive este día como uno más

Mientras Zoran despedaza el primer cordero, la familia Petrovski toma café y come un tentempié de salchichas, lechuga, huevos cocidos y queso. Hay refrescos, cerveza y rakija, el licor por excelencia en los Balcanes. En el suelo, el color rojo de la sangre del cordero se mezcla con el verde del pasto que se derrama al limpiar el estómago del animal. Luego, Vaska, la madre de Daniel, cocina la casquería. Primero hace unos hígados guisados que Vaska, su nieta, y Mersina, su nuera, llevan a los vecinos que, por un pequeño bocado, depositan 10 dinares. Es algo simbólico, parte de la tradición: dar y recibir.

El segundo cordero va a ser sacrificado. Antes, un ritual con una vela votiva en el que se fuerza al cordero a lamer sal de un plato. Instantes después, es sacrificado. Brota la sangre. Branislav, el padre de Daniel y director de la organización cultural Romano Ilo, moja su dedo y luego lo estampa en la frente de los pequeños de la familia. Traerá salud.

Una vez terminado el sacrificio, es el momento de sentarse a comer. Comienza la fiesta de la carne: primero se comen las entrañas, para la noche se guardan las costillas y las piernas y, al día siguiente, se cocina una sopa. Así hasta que se acabe la carne que no se congele. Un exceso.

Fuera, en la calle, normalidad. La familia Petrovski es una de las pocas que celebra Ederlezi, y apenas se ven ríos de sangre por las calles ni se escucha el último aliento de los animales. Además, nadie viste las ropas tradicionales. Ni siquiera los Petrovski. En contraste con los años 70 y 80, cuando Ederlezi era la gran fiesta de los gitanos, la mayoría vive este día como uno más, sobre todo en este año que coincide con el Ramadán, cuya tradición es la opuesta: ayunar hasta que caiga el sol.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Opinión
Opinión Violencia estructural y capitalismo financiero: la marginalidad oculta en las Tres Mil Viviendas
El dinero generado en contextos de precariedad extrema es absorbido y blanqueado mediante sofisticados mecanismos financieros, diseñados para mover el dinero desde las economías sumergidas hasta los paraísos fiscales.
Pueblo gitano
Opinión La gran fiesta de Paco León: caricatura al Pueblo Gitano
El actor, que ha festejado su 50 cumpleaños junto a las bodas de oro de sus padres, montó una enorme fiesta llena de famosos representando tópicos antigitanos
Sphera
Sphera Disputando las narrativas sobre el pueblo gitano: resistencias al antigitanismo en Hungría
Tras siglos de persecución, el pueblo Roma en Hungría ha construido una cultura de la resistencia que, en los últimos años debe enfrentar su último desafío: el gobierno de Viktor Orbán y su capitalización política del antigitanismo.
Literatura
Gustavo Faverón Patriau “Quizá la novela sea ahora mismo más relevante que nunca”
El escritor peruano Gustavo Faverón Patriau quería narrar en su nueva novela la historia de un boxeador que no sabía boxear pero tumbaba a sus rivales recitándoles al oído versos de César Vallejo. ‘Minimosca’ acabó siendo un cuentacuentos inagotable.
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.
Galicia
Memoria histórica Así fue como el Patronato de Protección a la Mujer transformó Galicia en un convento de clausura
Las mujeres que cayeron en las redes del Patronato iniciaron un periplo de encierro, humillaciones, abusos y explotación que es desconocido para la mayor parte de la población. Queda hoy en la impunidad de un silencio que tenemos el deber de romper.
Pensamiento
Sarah Jaffe “En realidad tenemos que hacer menos. E impedir que algunas cosas sucedan”
La escritora y periodista Sarah Jaffe aborda el desengaño cotidiano al que nos aboca el mundo laboral e investiga cómo, a pesar de todo, las personas se organizan colectivamente en sus empleos para que “trabajar apeste menos”.

Últimas

Palestina
Eyad Yousef “No cuentes lo que queremos ser, cuenta lo que nunca hemos dejado de ser: un pueblo que quiere la paz"
Eyad Yousef es profesor en la Universidad de Birzeit, Cisjordania, y comparte su experiencia en una universidad que “representa el pluralismo y la libertad que tanto anhela la sociedad palestina”
Opinión
Tribuna Todas las razones para decir ‘Altri non’
Aquí van unos cuantos motivos para juntarnos este domingo en Compostela y dejar clara nuestra postura frente a un expolio que nos están tratando de imponer disfrazado de progreso, pero que sólo trae beneficio económico a unos cuantos indeseables.
Análisis
Análisis El independentismo se reorganiza, pero ¿sigue siendo independentista?
Los partidos independentistas han sufrido la crisis del procés y el posprocés, y todavía no la han resuelto, sino, a lo sumo, la han aplazado. El PSC aparece como el ganador de una carrera con corredores agotados.
Opinión
Opinión Sobrevivir pagando en el Álvaro Cunqueiro
Una de las victorias ideológicas del PP de Feijóo en Galicia ha sido hacernos creer que pagar por servicios esenciales en los hospitales durante el cuidado de nuestros enfermos es lo natural, que no hay otra manera de abordarlo, pero es mentira.
Más noticias
Siria
Oriente Próximo Israel impone hechos consumados sobre Siria para condicionar la transición según sus intereses
“Está escrito que el futuro de Jerusalén es expandirse hasta Damasco”, dijo este octubre el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, uno de los exponentes ultras del Ejecutivo.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Un tercio de los asesinatos de periodistas en 2024 fueron obra del ejército de Israel
Reporteros Sin Fronteras documenta la muerte de 18 periodistas en Palestina y Líbano este año “asesinados deliberadamente por hacer su trabajo” y habla de una “masacre sin precedentes” de profesionales del periodismo.
Crisis energética
Análisis Los aerogeneradores no son molinos, son gigantes
El megaproyecto eólico del Clúster Maestrazgo, punta de lanza del capitalismo verde, destruirá un área natural de alrededor de 1325 campos de fútbol.

Recomendadas

Ocupación israelí
Palestina Vivir en alerta: la resistencia palestina frente la ocupación israelí
La cruda realidad de las feministas palestinas que, ante la represión y las detenciones arbitrarias, continúan su lucha por la libertad, la justicia y los derechos humanos.
Madrid
Ciudades Fake Madrid, un paseo por los hitos del simulacro
Un recorrido por los grandes éxitos de la conversión de Madrid en una ciudad irreal.
Fronteras
Túnez Túnez endurece la represión contra las ONG de ayuda a las personas migrantes
Mientras el presidente Kaïs Saied se prodiga en discursos racistas, el estado persigue a las entidades solidarias con quienes llegan al país, bajo el silencio cómplice de la Unión Europea.