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Medio rural
El despertar de la lana
Los oficios vinculados a la lana son prácticamente reminiscencias del pasado. La infraestructura actual, orientada a producir grandes cantidades, ha terminado por enterrar a los proyectos pequeños y artesanos y, con ellos, se ha sepultado el conocimiento tradicional asociado a la producción de lana.
Hoy por hoy, España es fundamentalmente exportadora de lana sin procesar. Además, gran parte de la que se obtiene anualmente tras la esquila, la más áspera, es desechada y termina en vertederos o quemada. Para los ganaderos y ganaderas tirarla es la única salida.
Pero en este contexto hostil, germinan iniciativas que mantienen viva la llama de la historia de esta fibra natural. Desde productores de razas autóctonas en peligro de extinción como la merina negra, a pequeños artesanos que persisten en conservar los conocimientos de lavado, cardado o hilado, pasando por la reconstrucción de canales de comercialización para facilitar el acceso a la lana auténtica. ¿Nos encontramos ante el despertar de la lana?
Persiguiendo un sueño
DehesaLana forma parte de la cooperativa integral Actyva en Extremadura, la cuna de la oveja merina, una raza con una lana de una fibra excepcional que durante siglos fue el principal motor económico del país.
Detrás de DehesaLana hay muchas personas y proyectos con un férreo empeño en devolverle el papel protagonista como eje vertebrador del territorio. Almudena Sánchez es una de sus caras visibles. Una extremeña apasionada por la lana desde su infancia que ha tomado la determinación de luchar contra décadas de abandono de todos los procesos de producción, creación y artesanía textil.
“Hemos perdido mucho. Y claro que con esfuerzo y dedicación hay procesos reversibles pero, sin duda, teníamos que haber parado antes”, señala Almudena Sánchez
Aprendió a tejer con su madre pero su inquietud la llevó a tirar del hilo y bucear en las etapas de creación del preciado ovillo: lavar, escarmenar, cardar, hilar, teñir. Almudena ha ido recomponiendo esta cadena de conocimientos con paciencia y pasión, rescatando la sabiduría tradicional y realizando formaciones en Francia y Portugal.
“Me asombraba cómo podía ser tan difícil encontrar lana local para trabajar viviendo donde vivía: la cuna del merino”, comenta la cacereña. “En mi camino me topé con los que hoy son compañeros de viaje en DehesaLana y lo que empezó con la idea de obtener nuestras propias madejas acabó siendo una gran aventura: devolver la lana también a hogares, talleres textiles y a la comunidad”, resalta.
En busca del eslabón perdido
“Trabajar con una materia prima que ha perdido valor, que está en desuso y en ocasiones es tratada como un residuo no es fácil. Y menos aún en los inicios”, confiesa Almudena.
Y es que no se ha dejado solo de lado el uso de la lana como fibra, sino que en el camino se han desprendido todos los procesos asociados, infraestructuras e incluso el saber hacer. Para recuperar los eslabones perdidos, la cooperativa integral Actyva ha realizado un exhaustivo trabajo que ha forjado una red de iniciativas en todo el territorio.
“Hemos avanzado en formas de mejorar y facilitar nuestra producción gracias a la implicación de iniciativas como Textil Manuel Rodrigues Tavares en Portugal”, cuenta. “Afortunadamente parece que estamos en un resurgir de la lana y hay diversos proyectos locales que apuestan por su transformación y utilización desde el origen hasta el diseño”, apunta Sánchez.
El 9 de abril, primer Día Europeo de la Lana, más de 15 países de toda Europa abren la puerta a una nueva etapa para repensar la lana como motor del desarrollo local
Tienen claro que no solo buscan buena calidad con el producto final, sino en todas las etapas del proceso, incluyendo el cuidado de las ovejas. “Trabajamos con ganaderías extensivas como Merineando, integrada también en Actyva, la ganadería de la Familia Cabello Bravo en Siruela y la ganadería trashumante de la Asociación Trashumancia y Naturaleza”, explica. La ganadería extensiva es la pieza inicial de un puzle que busca el equilibrio entre lo social, lo económico y lo ambiental.
Cuando llamamos lana a todo pero nada es lana
Por desconocimiento, la mayoría llamamos lana a todo lo que vemos en ovillo o madeja aunque no lleve ni un solo gramo de ella. Sin embargo, las diferencias entre una y otra son abismales. “No tienen nada que ver. Las fibras sintéticas derivan del petróleo y tienen un impacto negativo en nuestra salud y la del medio ambiente”, comenta Almudena. Por otra parte, la lana es una fibra natural, renovable, biodegradable, que no contamina durante los procesos de producción ni como residuo final.
Además, sus características la convierten en una materia idónea para la innovación industrial. Es transpirable, hipoalergénica, termorreguladora, aislante, higroscópica, ignífuga y, según su manejo, podemos obtener alta resistencia e impermeabilidad. Una versatilidad difícil de igualar. “Sin duda ninguna fibra sintética ha sido capaz de imitar las propiedades únicas que tiene la lana”, asegura Almudena.
Urdiendo el tejido social
Los beneficios de la lana no solo favorecen al medioambiente. Según la impulsora de DehesaLana, no podemos olvidar el valor social, educativo, terapéutico, promotor de la salud e integrador que aporta.
“El trabajo de la lana siempre ha sido una actividad comunitaria y que se transformaba de manera colectiva. Poner en valor de nuevo todas las técnicas artesanales y saberes acerca de ella nos brinda oportunidades de dinamización social, reforzar la vida comunitaria y cohesión grupal, fortaleciendo los lazos sociales”, asegura. Y es que la lana está en la memoria colectiva. Hacer que vuelva junto a todas las etapas de la cadena lanera abre la puerta al desarrollo sostenible y a la revitalización del mundo rural.
“Creo que está habiendo un cambio, aunque lento, a muchos niveles”, confiesa. “Y también veo que para ello es indispensable concienciarnos como sociedad de sus beneficios y la unión de todas las partes o colectivos implicados”.
La lana está de vuelta aunque sigue haciendo falta más implicación y facilidades para que pueda ser una realidad. “Hemos perdido mucho. Y claro que con esfuerzo y dedicación hay procesos reversibles pero, sin duda, teníamos que haber parado antes”. El momento es crítico y urgente.
El 9 de abril, primer Día Europeo de la Lana, más de 15 países de toda Europa abren la puerta a una nueva etapa para repensar la lana como motor del desarrollo local. Iniciativas como DehesaLana esperan que esta fecha potencie la conciencia crítica de ciudadanía, administraciones públicas y sector privado.
La lana despierta.
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Así es. Es mucho mejor para el planeta fabricar tejidos derivados del petróleo. Tejidos cuyo proceso de fabricación contamina aguas y organismos como ningún otro, y cuyo fin es el vertedero....
Si no quieres usar fibras sintéticas (las hay hechas a partir de materiales reciclados), tienes un sinfín de alternativas naturales, puedes informarte de la cantidad de tejidos naturales de origen vegetal (algodón, lino, cáñamo, fibras de piña, manzana, uva, cactus...). Si te preocupa la contaminación, debes saber la industria ganadera es una de las principales fuentes de contaminación del planeta así que consumir lana no sólo supone explotación y sufrimiento animal sino que no es sostenible. Hay que dejar de romantizar la industria de la lana como si fuera algo inocuo para las ovejas o el planeta. Podéis encontrar alternativas éticas y sostenibles. No hay excusa.