Ciencia
La agricultura biotecnológica: ni sostenible, ni eficiente
La agricultura biotecnológica no mejora la productividad con respecto a la convencional. Es inútil al bien común. No soluciona los problemas de acceso a alimentos ni mejora las redes de distribución. El glifosato, asociado a este tipo de agricultura, produce grandes daños ambientales en el medio acuático, terrestre y sobre la macrofauna.

Un blog sobre ciencia y poder.
El pasado 11 de agosto, El País publicaba un artículo titulado “Los científicos se rebelan contra la ley europea de transgénicos”. Más allá de la generalización de ese titular, nos ha llamado la atención que en el texto no se hace absolutamente ningún balance ni crítica al uso de los organismos modificados genéticamente (OGM) en las últimas décadas. El artículo parece tendencioso al hablar solamente de las supuestas bondades de esta tecnología, repitiendo el mantra de que puede crear plantas resistentes a la sequía o tomates con sabor a tomate. La nueva técnica de edición génica de moda, el CRISPR, se nos presenta como la panacea que nos hará conseguir aquello que ya se prometió pero que nunca llegó: comida para todo el mundo. Pero no fueron, y no son, más que fantasías de los departamentos de márketing de grandes empresas, interesadas en sacar algo más de rendimiento a sus capitales. De hecho, es irresponsable plantear una desregulación de una tecnología que, de momento, es poco segura.
Desde esta tribuna queremos hacer un resumen de la eficacia mostrada por la agricultura biotecnológica hasta la fecha, por un lado analizando la evolución de la productividad de cultivos clave, y por otro mostrando las consecuencias de esta forma de producción agrícola. Estos cultivos “toleran” al famoso glifosato, que se usa masivamente en este tipo de agricultura. El glifosato se vende como un herbicida específico porque en teoría inhibe una enzima presente solo en bacterias y plantas. Como veremos, esto no es del todo cierto.
UTILIDAD DE LA AGRICULTURA BIOTECNOLÓGICA
Sucintamente podemos distinguir entre una agricultura menos dependiente de los derivados del petróleo (agricultura tradicional y agricultura orgánica o ecológica) y una agricultura muy dependiente de éstos (agricultura convencional-intensiva y la agricultura biotecnológica). Si analizamos la producción agrícola de los tres cultivos más sembrados en EE.UU.: maíz, algodón y soja, podemos observar un incremento más o menos constante desde principios del siglo pasado en su productividad. Baste un ejemplo: entre el periodo 1965 - 1975 la producción de soja ascendió en promedio 10,4 Kg/ha y en el periodo 2005-2015 fue de 10.7Kg/ha. Y todo ello pese al cambio tecnológico que se produjo en la década de los noventa de agricultura convencional a la biotecnológica: en 1996 el 60% de la soja provenía de organismos modificados genéticamente para resistir la aplicación de herbicidas (glifosato) y/o insectos. En 2005 era ya del 90%.
Desde 1996 hasta la actualidad la productividad de la soja transgénica tiene los mismos incrementos productivos que la soja cultivada de forma convencional en el pasado. Otra forma de verlo es comparar los incrementos de producción de este cultivo transformado en un 90% a biotecnológico, con uno que no ha sido transformado, como el trigo (ver gráfica). Vemos como, también en este caso, los aumentos son constantes. No hay una tendencia que se desvíe del cero del eje de las ordenadas que, matemáticamente, significa que no hay una tendencia a aumentar el crecimiento de la producción. La nueva tecnología no parece haber mejorado la agricultura convencional. No existen aumentos de la productividad dependientes de una u otra forma de producir.
La tecnología de desarrollo, producción y distribución de OMG es extremadamente compleja y difícil de comprender. Es una tecnología en la cual es necesaria la intervención de múltiples equipos científicos, técnicos, juristas (los productos se patentan y se obtiene el monopolio de la explotación de la tecnología), especialistas en lobbying político, etc. El objetivo de este procedimiento no es saber más, sino producir algo con objetivos diversos que podemos resumir bajo la siguiente frase: engordar las cuentas de los accionistas de la o las empresas que intervengan en su producción. También se busca cambiar la estructura productiva, ser más eficientes, etc. Todo esto que hemos descrito, junto con la persecución de un objetivo distinto del tradicionalmente asociado a la ciencia (el saber) es lo que el filósofo de la ciencia Javier Echeverría denomina tecnociencia.
En el caso concreto del uso de OMGs, ligados o no al uso del glifosato como sustancia que eliminaría a los potenciales competidores herbáceos en el campo de cultivo, vemos que el objetivo de un mayor aumento de la producción (una medida como otra de eficiencia) no se cumplen. Esto también invalidaría a esta tecnología como una mejor forma de aprovechar el campo (recurso finito) que sus predecesoras. En otras palabras: no cumple el objetivo de mejorar la vida de las personas. Solamente nos quedan los objetivos económicos.
Henk Hobbelink de la ONG Grain, que apoya a pequeños agricultores y ganaderos en sus luchas, afirma que “El 90% de los cultivos transgénicos mundiales se dedica a la colza, el maíz, la soja y el algodón. Y su destino es el textil industrial y alimentar al ganado. Pero no llega a las personas”.
En una revisión del año 2012, que calcula los beneficios obtenidos por este tipo de cultivos desde 1996 hasta 2012 en varios países, podemos leer que los OMGs han generado 116.600 millones de dólares de beneficio, 37.000 de ellos se imputan a la soja transgénica y, en este caso concreto, el 62% del beneficio se debió a la reducción de costes, no al mayor aumento de la producción. En otras palabras, además de no existir aumentos de productividad (como hemos demostrado), la nueva tecnología permite un aumento del beneficio privado por la vía de la destrucción del tejido social en el medio rural: reducción de trabajadores, endeudamiento para adquirir semillas anualmente, desaparición de la competencia y aparición de monopolios agroindustriales y la depresión de los precios de lo producido, uso intensivo del suelo que se saliniza rápido, etc. ¿Consecuencias? Se “envían” mayores beneficios hacia los grandes inversores, pero no se incrementa la producción más de lo que lo hacía la agricultura tradicional, y las condiciones sociales y medioambientales son peores.
Los OMG son un ejemplo de Paradoja de Jevons: una nueva tecnología que reduce costes y, al hacerlo, se usa masivamente, reduciendo el impacto por unidad de uso (hectárea o kilogramo de producto producido), pero incrementado el impacto absoluto. En este caso, no parece haber un aumento mayor de la productividad con respecto a la tecnología precedente y además en términos absolutos, se utilizan más fertilizantes sintéticos. Se utiliza más petróleo directa e indirectamente. La calidad del suelo disminuye más rápidamente, no dejando tiempos de barbecho o realizando cultivos de regeneración. En definitiva, se agotan más rápidamente los recursos del planeta.
Como se aprecia, los OMG y el uso del glifosato van estrechamente de la mano. Esto ha convertido a este herbicida en el más usado del mundo. Pese a los tiempos relativamente cortos de degradación ambiental, tanto del glifosato como sus productos de degradación, son detectables en la mayor parte de muestras tomadas de suelo, agua (ríos, agua subterránea, lagos, etc.) y viento (concretamente, partículas de suelo que son levantadas por el aíre y transportadas centenares de kilómetros).
Ante la renovación de la licencia para la venta y aplicación del herbicida glifosato y sus preparados comerciales en la UE, y las recientes noticias provenientes de Francia y Austria sobre la restricción o prohibición de su uso, nosotros nos preguntamos ¿es útil y seguro este herbicida?
PRESENCIA DEL GLIFOSATO EN EL MEDIO AMBIENTE
Tras preguntarnos si los OMG son útiles en un sentido productivista nos preguntamos qué ocurre con el glifosato. ¿Qué daños medioambientales provoca?, ¿qué impactos produce una agricultura fuertemente dependiente de este herbicida? Para conocerlos primero debemos preguntarnos, ¿en qué concentraciones se halla el glifosato, y sus productos de degradación (el AMPA o Ácido aminometilfosfónico, fundamentalmente), en la naturaleza?
Según el trabajo realizado por Vera Silva y sus colegas del grupo de física de suelos y manejo de la tierra, de la Universidad de Wageninge (Países Bajos), el glifosato y/o el AMPA están presentes en casi la mitad (45%) de los suelos de Europa (el 18% contiene ambos compuestos a la vez). El sur de Europa es la región con mayores concentraciones en los suelos. Las concentraciones mínimas detectadas son de 50 µg/Kg de suelo y la mayoría de muestras en las cuales se detectaron estos compuestos mostraron niveles entre los 100 y 500 µg/Kg.
El viento, según este mismo estudio, también es un factor a tener en cuenta porque es capaz de transportar partículas respirables y con una concentración elevada de glifosato y AMPA (de 0,6 μg y 15 μg por gramo de partículas estudiado). Según otros trabajos citados por estos autores, el 50% de las muestras de aire en zonas agrícolas de EE.UU tenían glifosato y/o AMPA. Esta fuente no informa acerca de la distancia a la que son transportados, pero sí que las cantidades transportadas por hectárea se acercan a los 5-6 g/ha y año y que esto supondría el 0.13% de la aplicación anual máxima recomendada.
En el agua las cosas no son demasiado distintas. Un estudio encabezado por W.A. Battaglin, del servicio geológico de Colorado (EE.UU), estudió las concentraciones de glifosato y AMPA, entre el año 2001 y 2010 en 38 Estados de EE.UU. Llegaron a la conclusión de que I) la detección es frecuente, II) las medias observadas son muy variables y III) se detectan picos muy elevados que pueden alcanzar los 1000 µg/L (1mg/L).
En las aguas subterráneas o en la lluvia los niveles son mucho más bajos (2,03-4,88 µg/L). Los compuestos AMPA seguían el mismo patrón que el glifosato pero con mayores concentraciones. Un estudio similar, esta vez en Europa, realizado por Helene Horth y Karen Blackmore, de la consultora científica WRcplc, detectando concentraciones de glifosato en las masas superficiales de agua que oscilaban entre 1,3 y 370 µg/L, siempre con muchas muestras con bajas concentraciones.
Ahora que ya sabemos su distribución y concentraciones en la naturaleza podemos preguntarnos, ¿se han documentado efectos negativos sobre organismos a estas concentraciones presentes en la naturaleza? A continuación un pequeño breviario:
EFECTOS DEL GLIFOSATO SOBRE EL AMBIENTE ACUÁTICO
En los últimos tiempos se habla mucho de los efectos del glifosato en humanos, pero ¿qué ocurre en el medio? Sofia G. Guilherme y su equipo del departamento de biología de la Universidad de Aveiro (Portugal) estudiaron la genotoxicidad del AMPA en la anguila europea (Anguilla anguilla), especie catalogada por la IUCN como en peligro crítico de extinción y vieron que éste era genotóxico a concentraciones de 11.8 y 23.6 μg/L.
Los pequeños crustáceos que pueblan nuestros lagos, ríos y, en general, cualquier masa de agua dulce, no toleran bien el glifosato. Ulises Reno y sus colegas de la Facultad de Humanidades y Ciencias de Santa Fe, han demostrado que no podrían soportar concentraciones de glifosato entre 250 y 3500 µg/L. Afecta a la mortalidad, al comportamiento depredador y a la fertilidad, de forma incompatible con el mantenimiento de poblaciones viables. Un estudio liderado por Elise Smedbol de la Universidad de Quebec (Canadá) halló perturbaciones en las comunidades fitoplanctónicas de los ríos en todas las concentraciones de glifosato comercial que probaron, desde 5 µg/L hasta 1000 µg/L. Y como hemos visto, se han detectado todas estas cantidades en el agua.
En conclusión, el glifosato que drena a las cuencas hidrográficas, a los lagos, lagunas temporales y, finalmente, derrama en las desembocaduras de los ríos, está afectando a la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos.
EFECTOS DEL GLIFOSATO EN EL AMBIENTE TERRESTRE
El conjunto de animales que viven entre los granos del suelo se denomina edafofauna. Es muy importante para el correcto flujo de materia en el suelo. Podemos incluir aquí a pequeños artrópodos y a las importantes lombrices de tierra en una definición algo más laxa. También son importantes las comunidades de microorganismos que allí viven, tanto para el ciclo de la materia, como para que las plantas no se vean invadidas por hongos y bacterias patógenas.
Mailin Gaupp-Berghausen y sus colaboradores de la Universidad de recursos naturales y ciencias de la vida de Viena (Austria) estudiaron qué ocurre cuando dos especies de lombrices de tierra se ven afectadas por concentraciones de glifosato comercial recomendadas por los fabricantes (y a dosis la mitad de las recomendadas). Observaron que la cantidad de suelo removido y procesado disminuía más de la mitad y el éxito reproductivo se veía gravemente afectado. No tenían suficientes descendientes.
Magdalena Druille y sus colegas de la facultad de agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Argentina) descubrieron que, a la concentración a la que se aplica el glifosato en los campos, éste disminuye enormemente la capacidad de los hongos simbióticos de plantas de formar nuevas simbiosis. Es decir, tras la primera cosecha en la que se ha aplicado el tratamiento herbicida, las simbiosis fúngicas caen. Esto podría estar explicando directamente el nulo incremento de la productividad de la agricultura biotecnológica con respecto a la convencional.
Múltiples bacterias, como por ejemplo Pseudomona, fomentan estas simbiosis entre hongos beneficiosos y plantas en el suelo de un campo de cultivo. Además, evitan que las poblaciones de hongos patógenos de plantas se descontrolen. Pues bien, Ludmilla Aristilde, de la facultad de agricultura y ciencias e la vida de la Universidad de Cornell (EE.UU), dirigió un trabajo que demostraba cómo bajas concentraciones de glifosato son capaces de perturbar el crecimiento de estas bacterias. Además, citan otros estudios en los cuales se observan efectos negativos sobre otros géneros de bacterias que habitan el suelo y que son importantes en el mantenimiento de la biodiversidad.
La autora y sus colegas de investigación llegan a afirmar que este hecho, a saber, la respuesta diferencial de las especies al glifosato, “lleva al cambio observado en la estructura de la comunidad microbiana en los suelos modificados por el glifosato”. Parece evidente que la diversidad microbiana también se está viendo afectada.
EFECTOS DEL GLIFOSATO SOBRE LA MACROFAUNA Y OTROS ANIMALES
Los animales más conocidos por todos también se ven afectados por este modelo de cultivo basado en el herbicida glifosato y sus preparaciones comerciales. El efecto, en estos casos, se produce a través del daño que produce el herbicida sobre la microbiota intestinal. La mayor parte de seres vivos con varios tipos de tejidos y órganos presenta microorganismos que viven en simbiosis con él. Como hemos visto, el glifosato a bajas dosis afecta les afecta y es capaz de cambiar la composición de comunidades bacterianas.
¿Qué ocurriría si el glifosato, a bajas concentraciones, fuera pernicioso para estas bacterias beneficiosas del intestino u otros órganos y no lo fuera para bacterias infecciosas?, ¿qué ocurriría, entonces, durante exposiciones prolongadas a bajas concentraciones? Awad A. Shehata, y sus colegas de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Leipzig (Alemania), han demostrado que las bacterias intestinales beneficiosas típicas de aves son mucho más sensibles que las bacterias patógenas. Las primeras ven inhibido su crecimiento a concentraciones de 0.15-0.6 µg/L mientras que las segundas resisten del orden de 5 µg/L.
Qixing Mao y sus colaboradores del Ramazzini Institute de Bolonia (Italia) dieron a ratas de laboratorio el equivalente a la Ingesta Diaria Aceptable de glifosato establecida en EE.UU. durante un periodo de 13 semanas. Los resultados sobre la microbiota intestinal fueron evidentes: mostraban una simplificación de la misma.
Erick V. S. Motta y sus colegas del departamento de biología integrativa de la Universidad de Texas (EE.UU.) han investigado los efectos del glifosato sobre la microbiota de la abeja melífera. Los resultados que han obtenido son preocupantes: “La exposición de las abejas al glifosato puede perturbar su microbiota intestinal beneficiosa, afectando potencialmente la salud de las abejas y su eficacia como polinizadores”. Las concentraciones del experimento son compatibles con la exposición de las abejas en el campo.
Por otro lado, ¿es posible encontrar estas concentraciones en el organismo de los animales? Monika Krüger, también de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Leipzig, estudió la excreción de glifosato en orina de vaca, en la orina de conejos, en los tejidos animales enviados al consumo humano y en la orina humana de habitantes de la ciudad (no del campo). En orina de vacas oscilaba entre 20-40 μg/L, la concentración en los tejidos de los animales variaba entre 16-30 μg el gramo de tejido, la orina de los conejos contenía entre 20-70 μg/L. En la orina humana urbana se encontraron entre 0.5-2 μg/L.
Las conclusiones se extraen solas. A las concentraciones a las que la fauna (humanos también) se ve expuesta al glifosato, éste les afecta.
EFECTOS DEL GLIFOSATO SOBRE LA BIODIVERSIDAD VEGETAL
El glifosato es un herbicida. Por la propia naturaleza de la molécula, salvo resistencias particulares en algunas especies, éstas van a verse afectadas directamente. Además, la perturbación de la microbiota del suelo, como hemos visto, puede traer problemas adicionales para los vegetales. Por ejemplo, hace ya más de veinte años que se sabe que el glifosato, a concentraciones de uso agrícola, reduce el crecimiento y perjudica a los bosques cercanos a los campos de cultivo tratados. El glifosato, a concentraciones de uso agrícola, también acaba con las poblaciones de uno de los organismos más curiosos de la tierra: los líquenes.
CONCLUSIÓN
La agricultura biotecnológica no mejora las prestaciones de la agricultura convencional. Ha quedado acreditado que los incrementos de producción son iguales antes y después de la introducción de la agricultura con transgénicos y que el uso masivo de glifosato puede estar contribuyendo al descenso masivo de la biodiversidad que sufre nuestro planeta. También la agricultura convencional utiliza compuestos igualmente peligrosos para la biodiversidad y la salud humana. El cambio necesario en el modelo productivo agrícola se torna imperioso ante los datos de contaminación y daño ecosistémico.
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