Acre Israel
Unos niños juegan a lanzarse al mar desde las murallas de Acre, ciudad costera al norte de Israel. Álvaro Minguito

Palestina
Mis amigos

Intento entender cuál es el mensaje que los medios israelíes u occidentales intentan transmitir a los palestinos. Ahora mismo, frente a ustedes, hay toda una generación de niños sangrando en Gaza, ¿cuál es su mensaje para ellos?

Músico palestino, miembro del grupo de hip hop DAM.

13 dic 2023 13:55

Llevo un mes escribiendo este artículo. Primero decidí no publicarlo porque nosotros, los ciudadanos palestinos de Israel (así como los judíos que no se han sumado al delirio), estamos en peligro. Se ha arrestado a personas por publicaciones online, por compartir y por dar me gusta. Pero el dolor es demasiado intenso para soportarlo solo.

Si nuestros pequeños ojos pueden ver el enorme alcance de la atrocidad, ¿pueden nuestros grandes corazones contener dos dolores a la vez?

Como rapero y músico palestino que vive en Israel, he sido un activista y una voz destacada por la igualdad de derechos desde el comienzo de mi carrera. A lo largo de los años, he ayudado a desarrollar y formar parte de una pequeña comunidad de artistas judíos y palestinos que trabajan juntos, adoptando un concepto de “co-resistencia”, creyendo que debemos oponernos a los males juntos, como condición previa para una vida compartida y futuros compartidos. Con el tiempo, simplemente nos hicimos buenos amigos.

Sin embargo, la dinámica de nuestro grupo cambió abruptamente el 7 de octubre, volviéndose menos clara. Todos quedamos impactados por los vídeos del ataque de Hamas que se filtraron a internet, pero algo en la energía se sintió diferente, extinguido. Algo en nuestros mensajes no llegó al otro lado, por mucho que expresaran tristeza, conmoción y angustia por las escenas de civiles desarmados que huían para salvar sus vidas y eran asesinados. Todavía había algún bloqueo entre nosotros. Cualquiera que diga que ver lo que pasó ese día no le revolvió el estómago está mintiendo, pero esta no era la primera vez que asistíamos a atrocidades. Lamentablemente, ya hemos visto suficientes de estas en esta tierra maldita.

Tardé unos días en darme cuenta de que estábamos lidiando con algo nuevo.

De hecho, nuestros pequeños ojos habían visto grandes horrores y aprendimos juntos cómo unir nuestras voces y protestar, pero en todos esos casos se trataba de una tragedia palestina causada por el gobierno, el ejército o los colonos de Israel. Por eso, el 7 de octubre reaccioné desde mis entrañas. Pero esta vez, las cosas fueron diferentes para los hermanos y hermanas judíos de mi grupo, y me llevó tiempo comprender que esta vez eran ellos los que se sentían débiles, con su identidad amenazada, y realmente no sabía cómo contener eso. Llamé a una de mis hermanas judías y le compartí mis sentimientos honestamente. “Querida, veo tu vulnerabilidad, te veo temblar y paralizada, te veo con miedo de salir de tu casa, te veo huyendo de la oscuridad de afuera, acurrucándote en tu propia oscuridad interior, y lo único que quiero hacer es abrazarte”.

No me cuesta expresar empatía hacia cualquiera que haya sido herido; el problema son las declaraciones políticas, ya que para abrazar este terrible dolor uno tiene que alinearse detrás de los líderes occidentales y los medios de comunicación globales, que abrazan a Israel emocional y políticamente

No me cuesta expresar empatía hacia cualquiera que haya sido herido; el problema son las declaraciones políticas, ya que para abrazar este terrible dolor uno tiene que alinearse detrás de los líderes occidentales y los medios de comunicación globales, que abrazan a Israel emocional y políticamente, además de patrocinar a su ejército. Son los mismos organismos que ignoran nuestro dolor y que siempre han financiado nuestra eliminación.

Odio la violencia. Crecí y todavía vivo en la ciudad de Lod, una de las ciudades más violentas de Oriente Medio. No odio la violencia en un sentido teórico, la he experimentado a mi alrededor todos los días de mi vida. Nunca he empuñado un arma, nunca he servido en ningún ejército y las cosas más pesadas que sostengo son mi bolígrafo y mi micrófono.

Cuando me enfrento a los medios israelíes u occidentales, siempre me parece más un interrogatorio que una entrevista. “¿Condenas a Hamas?”, me preguntan. No hay una respuesta correcta para una pregunta incorrecta

Cuando me enfrento a los medios israelíes u occidentales, siempre me parece más un interrogatorio que una entrevista. “¿Condenas a Hamas?”, me preguntan. No hay una respuesta correcta para una pregunta incorrecta. Condeno cualquier violencia contra personas inocentes, punto. Toda mi vida he luchado contra la discriminación de los vivos, ¿por qué debería empezar a discriminar entre los muertos?

Intento entender cuál es el mensaje que los medios israelíes u occidentales intentan transmitir a los palestinos. Ahora mismo, frente a ustedes, hay toda una generación de niños sangrando en Gaza; ¿cuál es su mensaje para ellos, más allá de decirles que condenen a Hamas o preguntar “¿por qué la generación anterior votó por Hamas?” o “estáis siendo utilizados como escudos humanos”.

Respira hondo y disociate por un segundo de las palabras de todo dirigente o loro mediático; si estamos de acuerdo con ellos o no no es la cuestión principal ahora. Si son ciertas, no desaparecerán, así que no te preocupes por dejarlas de lado temporalmente.

Basta mirar a los ojos de un niño de Gaza y describirle su lugar en el mundo. “Si usas armas, eres un terrorista, y tomaremos barcos, aviones y tanques de Estados Unidos y usaremos armas legales e ilegales, según la ONU, ¡y armaremos al ejército que borrará Gaza! Si recurres al tribunal de La Haya y le pides que investigue lo que hemos hecho, tenemos aliados que le vetarán; si decides resistir de manera no violenta y pedir el boicot de nuestros productos, nos ocuparemos de que el mundo apruebe una nueva ley que conducirá a tu arresto como antisemita”.

“Si cooperas con nosotros como lo hace la Autoridad Palestina, igualmente expropiaremos tu tierra y te encarcelaremos sin ninguna acusación. tus negocios y olivos serán incendiados por colonos respaldados por el ejército y el Estado; tus periodistas serán asesinados frente a las cámaras”.

“Diremos que no fuimos nosotros quienes disparamos; después de un año admitiremos que así fue, y ¿adivinas qué? ¡No encontraremos al culpable porque no lo buscaremos!”.

Llevo un mes escribiendo este artículo. Algunos días pasa por diez rondas de edición. Algunos días simplemente permanece en mi ordenador. A veces una hermana judía me dice que es demasiado, a veces un hermano palestino me dice que es muy poco. A veces un abogado me dice que no sabemos por qué arrestan a la gente estos días, y a veces le respondo que no es la detención lo que me disuade, sino lo que viene después: incitación online contra cualquier opinión diferente o perspectiva más amplia o compleja, incitación que fácilmente puede convertirse en violencia (todos vimos qué le sucedió al periodista Israel Frey). Vivo en Lod, donde hay armas legales en manos de judíos y armas ilegales en manos de árabes. Hoy en día, no faltan enemigos para todos. Lo que falta son amigos, y vivimos en una tierra que se traga a los amigos.

Todos necesitamos amigos más que nunca. Todos hemos perdido algunos amigos. Mi abuela perdió a familiares y amigos en 1948, cuando toda la sociedad palestina quedó destrozada y dispersada por la región y por todo el mundo. Mis padres perdieron amigos durante la intifada y yo perdí amigos a causa del crimen en mi ciudad, así como a cinco miembros de mi familia en Gaza el mes pasado. Mis amigos perdieron amigos en el festival de música de Re'im, y otros amigos fueron asesinados o secuestrados por Hamas. Hemos perdido amigos que nos pusieron en posiciones injustas, amigos que exigieron que explicáramos las acciones de líderes por los que nunca votamos. Hemos perdido amigos que vieron las atrocidades pero cuyos corazones no pudieron contener ambos dolores. Pero más allá del dolor de las víctimas civiles de ambos bandos, no puedo dejar de gritar por un alto el fuego permanente cuando veo la segunda Nakba o, para ser más precisos, la escalada de la actual Nakba mientras mis hermanos y hermanas en Gaza son masacrados y expulsados ​​de sus hogares demolidos. Es difícil describir la impotencia de presenciar eso. No encuentro las palabras adecuadas y si logro encontrarlas, me arrestarán por ello.

Mis amigos en la lucha nunca me pedirán que condene el camino que han elegido, sino que estaremos ahí unos para otros para contener el dolor, para tratar la herida abierta hasta convertirla en una cicatriz, más honorable que cualquier citación militar. Elegir amigos es una de las cosas más desafiantes en nuestro viaje en la vida, y tengo suerte de tener todavía amigos que son fuertes pero suaves, valientes pero vulnerables al mismo tiempo. Los mantendré cerca, tenemos mucho que arreglar en este lugar.

Y aquellos que abandonaron este círculo de amigos o fueron expulsados, sepan que siempre tendrán derecho a volver a él.

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