Opinión
Feijóo confía en que Borja Sémper dé una imagen moderada de un PP extremista

Borja Sémper se ha convertido, queriendo, en la persona designada por Feijóo para barnizar de moderación la imagen de un PP que se ha ido al córner de la derecha.
Borja Semper
Cuca Gamarra, Alberto Núñez Feijóo y Borja Sémper. Foto: PP

La política, y más desde que la imagen se abre camino a codazos por encima de la realidad, se basa más en el parecer que en el ser. Se vota más en función del continente que del contenido y ahí es donde un buen comunicador sustituye, esconde las carencias, a una mala propuesta política. Dan el cambiazo. Los medios de comunicación afines hacen el resto. Núñez Feijóo con su último movimiento ha intentado pixelar la foto de derecha extrema del actual PP colocando delante un filtro moderado. Ese filtro moderado se llama Borja Sémper.

Feijóo ha hecho lo más fácil y, posiblemente, lo único que podía hacer tal y como está la situación interna del PP y el dominio ideológico que en él tiene el sector más derechista, liderado en imagen por Díaz Ayuso. Lo más difícil y, seguramente lo mejor por aquello de la transparencia en la política, hubiese sido girar el partido hacia el centro derecha y cambiar el extremismo por la moderación, pero una jugada de ese alcance hubiese sido el final de su carrera como presidente del PP. En política es importante leer el tiempo y hay una máxima que dice que no empieces una guerra que sabes de antemano que vas a perder.

Borja Sémper, quien en su larga trayectoria política las ha visto de todos los colores y ha sabido navegar por aguas turbulentas, se ha convertido, queriendo, en la persona designada por Feijóo para barnizar de moderación la imagen de un PP que se ha ido al córner de la derecha. El político guipuzcoano será el encargado en este 2023 marcado por las citas electorales de convencer a los electores de que el PP es un partido moderado. Fácil no lo va a tener, aunque grandes medios de comunicación le echarán una mano. Ya han empezado.

España es un país polarizado donde la derecha parece bastante más movilizada electoralmente que la izquierda —que todavía anda con las alianzas a vueltas— y donde el centro político está huérfano. Al PSOE le interesa, pero menos, porque confía en que la izquierda se movilizará cuando el relato de la situación económica se imponga al relato de la España en peligro; sin embargo, al PP, le va la vida en ocupar ese espacio, porque lo que no sume Vox lo tiene que sumarlo él. Es su gran oscuro objeto de deseo. El centro, otrora El disputado voto del señor Cayo — recuperando el título de la película de 1986 dirigida por Antonio Giménez-Rico— ahora es un orfanato, lleno de huérfanos centristas sin papeleta que introducir en la urna. Sémper viene a convencerles de que dos y dos son cinco.

Sémper abandonó un PP, el de Casado, por la deriva hacia Vox que se empezaba a vislumbrar y vuelve a un PP, el de Núñez Feijóo, que ya está gobernando con la extrema derecha en ayuntamientos y comunidades autónomas

Durante la campaña a la alcaldía de Donostia de 2019, siendo también líder de los populares en Gipuzkoa, no sólo denunció la deriva derechista de Pablo Casado y sus acuerdos con Vox, sino que renegó de la marca PP. Lanzó una campaña personalista y centrada en vender la ciudad sin ninguna mención a su partido. Su lema de campaña fue: “No es política, es San Sebastián”. En el vídeo de candidatura no aparecían por ningún lado las siglas del PP ni siquiera mención a su partido. Entre imágenes idílicas de Donostia, un beso lésbico, que resultaba llamativo en la campaña de un partido que se opuso al matrimonio igualitario y que incluso lo recurrió ante el Tribunal Constitucional.

Sémper abandonó un PP, el de Casado, por la deriva hacia Vox que se empezaba a vislumbrar y vuelve a un PP, el de Núñez Feijóo, que ya está gobernando con la extrema derecha en ayuntamientos y comunidades autónomas. Es más, un par de horas antes de la rueda de prensa en la que anunciaba su fichaje retorno, el propio presidente popular se había mostrado a favor de apoyarse en Vox para llegar a La Moncloa. Se alejó de la política para no identificarse con el PP y ahora vuelve para ayudar a ese mismo PP del que huyó.

Muchos pensábamos que este político guipuzcoano que se formó, junto con Arantxa Quiroga, a la sombra de María San Gil iba a volver algún día a la política activa porque lo lleva en el ADN, pero no tan pronto y asumiendo como buena la ideología y la estrategia política que motivaron su marcha. Unas razones que el mismo expresaba públicamente antes decir agur: “Estoy a una lejanía oceánica de Vox”; “Vox ha venido a romper grandes consensos constitucionales que giran en torno a la concordia”; “Si el populismo reaccionario nos arrastra a los demás, yo no pinto nada en política”; “Vox es un partido diametralmente opuesto a lo que representa el PP”.

Hasta hace unos meses mantenía una cierta nostalgia de la política como actividad transformadora de la realidad. “Pero te das cuenta de que el mundo privado hoy día es más transformador que la política, o al menos igual. Desde la empresa privada ganas serenidad y no te hace falta interpretar una dialéctica política en la que yo no logro encontrar utilidad. Eso, unido a un fin de ciclo vital y personal, hace que tampoco quiera volver a la política”. Ha cambiado.

Opiniones como que “El futuro de Euskadi también se tiene que hacer con Bildu” dicha en 2013 son una muestra de la fama de verso libre que se ha ido labrando a pulso

El pasado año público un libro junto al ex dirigente del PSOE Eduardo Madina titulado ‘Todos los futuros perdidos', donde ambos abrían una especie de tercera vía para terminar con la polarización política y abrir vías de diálogo entre PP y PSOE: “Nos dábamos, pero nos escuchábamos” recordaban con nostalgia.

Borja Sémper siempre ha sido un gran comunicador, cercano y una suerte de encantador de serpientes de la derecha española en Euskal Herria. Opiniones como que “El futuro de Euskadi también se tiene que hacer con Bildu” dicha en 2013 son una muestra de la fama de verso libre que se ha ido labrando a pulso, más si lo comparamos con Javier Maroto, el otro político vasco que forma parte del núcleo duro del PP. Otro botón: se jacta de mantener una “relación personal a prueba de bombas” con Santiago Abascal. Siempre verso libre.

Este giro de 180 grados que ha dado en poco tiempo, cuando no existen razones objetivas que lo avalen, aunque sí pueden existir personales o de otro tipo, va a lastrar su función de portavoz electoral. Le va a restar credibilidad. Con ser importante este hándicap, el mayor problema con el que se va a encontrar es cuando tenga que explicar el inexistente giro moderado del PP. Entonces se va a dar de bruces contra la pared de la realidad. Pero eso ya lo sabe. Sólo es imagen.

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