Opinión
Del 25 de abril al 1 de mayo: ¡no hay antifascismo sin anticapitalismo!

Hemos entrado en un sistema en el que el concepto de «trabajo» ya no está ligado a un proyecto de vida, a una identidad profesional, mientras la existencia social de la humanidad se reduce cada vez más al mero consumo.
Manifestación antifascista en Roma - 2
Manifestación antifascista en Roma. María Girón
14 may 2024 04:18

Todavía no se han apagado los ecos de las grandes manifestaciones del 25 de abril, aniversario de la liberación de Italia del nazi-fascismo y fiesta nacional de la República italiana, y ya se ha precipitado la fecha simbólica de la liberación obrera, de la autonomía de clase, del sentido de la dignidad del trabajo, esto es, el 1 de mayo. Y se trata de una proximidad feliz, porque por fin las reflexiones que surgen espontáneamente son las que versan sobre las grandes cuestiones. No sólo de Italia, sino de la era digital.

En el sitio www.ilpost.it, al día siguiente de la gran manifestación de Milán con motivo del 25 de abril, el escritor Giacomo Papi observaba que entre las miles de voces que se alzaron en el desfile de 200.000 personas, muy pocas, por no decir ninguna, eran voces que se expresaban sobre la explotación del trabajo y la miserable condición del empleo juvenil en Italia. Añadió que las banderas palestinas eran el «único verdadero pegamento simbólico e identitario de la protesta juvenil». Nosotros, operaisti empedernidos, pensamos inmediatamente: pero, ¿cómo pueden afirmar estos jóvenes que luchan por los derechos de los demás mientras se olvidan o no quieren saber nada de luchar por sus propios derechos? Entonces alguien nos sugiere que la cosa es más compleja. Estos jóvenes se sienten identificados con el pueblo palestino, sienten que comparten con él un similar destino. ¿Y cuál es ese destino? No poder esperar un futuro.

Comunismo
Orígenes y herencias del operaismo italiano. Entrevista con Mario Tronti
Mario Tronti explica los orígenes y el desarrollo posterior del operaismo, una corriente de pensamiento que rejuveneció la teoría marxista en Italia y tuvo ecos en todo el continente.


Es cierto que la catástrofe climática ha contribuido a reavivar la vieja obsesión del no future, pero sería un error subestimar el peso que la cuestión del «trabajo» puede haber tenido en la producción de esta desesperación. Porque también estamos en este aspecto más allá de la precariedad, de la gig economy, del trabajo pésimo, dado que hemos entrado en un sistema en el que el concepto de «trabajo» ya no está ligado a un proyecto de vida, a una identidad profesional, mientras la existencia social de la humanidad se reduce cada vez más al mero consumo. Pero entonces alguien nos tira de la chaqueta y nos dice: «Inútil repetir estas cosas, miremos a nuestro alrededor. El trabajo estaba allí en la plaza ¡y de qué manera!, estaba allí detrás de la pancarta de Filcams CGIL, repleta de mujeres y hombres empleados en el comercio, la restauración, el turismo, ocupando el lugar que en la década de 1970 ocupaban los monos blancos de la Pirelli o los monos azules de la Breda».

¿Cómo no pensar en Giorgio Armani vendiendo bolsos de 5.000 euros fabricados por fuerza de trabajo china retribuida con unos pocos euros la hora?

Absolutamente cierto, esta es la fuerza de trabajo del Milán de hoy, el Milán de las cocinas de los restaurantes, de los repartos a domicilio, de los eventos (acaba de cerrar un Fuorisalone cada vez más escuálido), el Milán de los que en un año no consiguen ni cinco días de trabajo cotizados. Es el Milán de los estudios profesionales, incluso de arquitectos de nombre, donde te mantienen en prácticas y te hacen firmar planos con datos falsificados para obtener permisos de obras. De los empleados municipales, de las empresa municipalizadas, que con un sueldo bruto mensual de 1.800 euros no llegan a final de mes. Este es el Milán de las grandes marcas de distribución, Auchan, Carrefour, Coin, Decathlon, Despar, Esselunga, Ikea, Leroy Merlin, Metro, OVS, Pam, Panorama, Rinascente, Zara, ¡que esperaron hasta el 22 de abril para firmar un convenio colectivo que había expirado en diciembre de 2019! Y que mientras duró la pandemia hicieron trabajar a la gente bajo convenios caducados y si los trabajadores y trabajadoras accedían a volver a sus puestos de trabajo les prometían una miseria, algo así como 70 euros, para aguantar un año más sin firmar el convenio....

Contempladas de cerca, estas historias nos dan una imagen tan miserable del empresariado y de la gestión empresarial que rigen este capitalismo que la palabra «antifascismo», que en estos momentos está calentando los ánimos, parece casi de cómic, porque, ¿cómo pronunciarla y luego no pensar en las tres muertes diarias en el puesto de trabajo (datos del Istituto Nazionale per l'Assicurazione contro gli Infortuni sul Lavoro (INAIL) presentados en el Día Mundial de la Seguridad en el Trabajo)? ¿Cómo no pensar en Stellantis, en la familia Elkann, que está despojando a Italia de todo un sector estratégico como es el sector del automóvil? ¿Cómo no pensar en Giorgio Armani vendiendo bolsos de 5.000 euros fabricados por fuerza de trabajo china retribuida con unos pocos euros la hora? ¿Cómo no pensar en los grandes nombres de la logística internacional (Geodis, DHL, La Poste), que subcontratan a pseudocooperativas y sociedades de responsabilidad limitada, que no pagan ni IVA ni cotizaciones al Istituto Nazionale della Previdenza Sociale? La evasión fiscal en Italia depende más del trabajo irregular que de los ingresos no declarados.

Así que, volviendo al discurso inicial, sólo podemos concluir diciendo: la bandera palestina ha producido antagonismo, deseo de rebelión. Es necesario, es urgente, transformar esta cólera en lucha por las condiciones de trabajo. Porque una vez más, como en 1945, se trata de salvar al país, a nosotros mismos, de la destrucción civil y económica. Y tal vez así esos jóvenes tendrán un futuro.

Officina Primo Maggio
Texto publicado originalmente en Officina Primo Maggio y publicado con permiso expreso de su autor.

Archivado en: Opinión
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Opinión
Opinión Sobrevivir pagando no Álvaro Cunqueiro
Unha das vitorias ideolóxicas do PP de Feijóo en Galiza foi facernos crer que pagar por servizos esenciais nos hospitais durante o coidado dos nosos enfermos é o natural, que non hai outra maneira de abordalo, pero é mentira.
Opinión
Opinión Sobrevivir pagando en el Álvaro Cunqueiro
Una de las victorias ideológicas del PP de Feijóo en Galicia ha sido hacernos creer que pagar por servicios esenciales en los hospitales durante el cuidado de nuestros enfermos es lo natural, que no hay otra manera de abordarlo, pero es mentira.
Opinión
Opinión Lo raro es estar viva
¿De qué sirve agobiarse por ciertas pequeñeces si somos un punto mínimo, una huella desdibujada, un puntito sobre un folio en blanco con un boli bic que casi no pinta?
Pensamiento
Sarah Jaffe “En realidad tenemos que hacer menos. E impedir que algunas cosas sucedan”
La escritora y periodista Sarah Jaffe aborda el desengaño cotidiano al que nos aboca el mundo laboral e investiga cómo, a pesar de todo, las personas se organizan colectivamente en sus empleos para que “trabajar apeste menos”.
Ocupación israelí
Palestina Vivir en alerta: la resistencia palestina frente la ocupación israelí
La cruda realidad de las feministas palestinas que, ante la represión y las detenciones arbitrarias, continúan su lucha por la libertad, la justicia y los derechos humanos.
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.
Análisis
Análisis El independentismo se reorganiza, pero ¿sigue siendo independentista?
Los partidos independentistas han sufrido la crisis del procés y el posprocés, y todavía no la han resuelto, sino, a lo sumo, la han aplazado. El PSC aparece como el ganador de una carrera con corredores agotados.
Madrid
Ciudades Fake Madrid, un paseo por los hitos del simulacro
Un recorrido por los grandes éxitos de la conversión de Madrid en una ciudad irreal.
Opinión
Opinión Sobrevivir pagando en el Álvaro Cunqueiro
Una de las victorias ideológicas del PP de Feijóo en Galicia ha sido hacernos creer que pagar por servicios esenciales en los hospitales durante el cuidado de nuestros enfermos es lo natural, que no hay otra manera de abordarlo, pero es mentira.

Últimas

Palestina
Eyad Yousef “No cuentes lo que queremos ser, cuenta lo que nunca hemos dejado de ser: un pueblo que quiere la paz"
Eyad Yousef es profesor en la Universidad de Birzeit, Cisjordania, y comparte su experiencia en una universidad que “representa el pluralismo y la libertad que tanto anhela la sociedad palestina”
Siria
Oriente Próximo Israel impone hechos consumados sobre Siria para condicionar la transición según sus intereses
“Está escrito que el futuro de Jerusalén es expandirse hasta Damasco”, dijo este octubre el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, uno de los exponentes ultras del Ejecutivo.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Un tercio de los asesinatos de periodistas en 2024 fueron obra del ejército de Israel
Reporteros Sin Fronteras documenta la muerte de 18 periodistas en Palestina y Líbano este año “asesinados deliberadamente por hacer su trabajo” y habla de una “masacre sin precedentes” de profesionales del periodismo.
Crisis energética
Análisis Los aerogeneradores no son molinos, son gigantes
El megaproyecto eólico del Clúster Maestrazgo, punta de lanza del capitalismo verde, destruirá un área natural de alrededor de 1325 campos de fútbol.
Ecofeminismo
COP29 La brecha de género en las Cumbres del Clima
VV.AA.
Las cumbres del clima no están aisladas del resto de espacios políticos y también están atravesados por las dinámicas patriarcales, pero ¿en qué lo notamos? ¿cómo abordan las negociaciones climáticas las políticas de género?
Más noticias
Galicia
Galicia Activistas de Greenpeace instalan ‘una celulosa’ en la sede de la Xunta en protesta contra Altri
Los ecologistas han realizado una acción en la sede del Gobierno gallego de Alfonso Rueda para animar a gallegos y gallegas a asistir a la manifestación de este domingo en la Praza do Obradoiro, en Santiago de Compostela.
Comunidad de Madrid
Educación pública El Gobierno de Ayuso recula y aplaza hasta junio los despidos masivos en Educación
Integradoras sociales, enfermeras, educadoras, auxiliares y otros perfiles de personal laboral se enfrentaban a la incertidumbre de ser cesados en plenas vacaciones de Navidad.

Recomendadas

Fronteras
Túnez Túnez endurece la represión contra las ONG de ayuda a las personas migrantes
Mientras el presidente Kaïs Saied se prodiga en discursos racistas, el estado persigue a las entidades solidarias con quienes llegan al país, bajo el silencio cómplice de la Unión Europea.
Galicia
Economía ¿Quién lidera el negocio del eucalipto en Galicia al que Altri quiere sumarse?
El estallido social que ha producido el intento de la multinacional Altri y la Xunta de instalar una nueva celulosa en Galicia abre la necesidad de poner el foco en el sector forestal, donde se encuentran algunas de las mayores fortunas del Estado.
Siria
Rojava El rompecabezas sirio que estalló en Alepo
El nuevo escenario sirio se ha gestado bajo la intervención implacable de Turquía, patrocinadora del Ejercito Nacional Sirio y otros grupos yihadistas que libran la guerra de Erdogan contra el pueblo kurdo.