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“El personal de Correos llevamos realizando elecciones de manera histórica. Ha habido gobiernos del PSOE, del PP, ascensos y bajadas de Vox y de Unidas Podemos, desplomes como el de Ciudadanos… Nuestro compromiso con estos procesos democráticos está más que probado”. Hace algo más de dos años publicaba estas palabras que hoy considero del todo necesario rescatar y reiterar en defensa del colectivo postal al que pertenezco.
Sin embargo, el voltaje del trumpismo no ha hecho más que crecer en España desde entonces. Durante los pasados comicios municipales y autonómicos, la plantilla de Correos volvimos a experimentar un asedio –especialmente por redes sociales- a pesar de que los escándalos que salieron a la luz por intento de fraude electoral se hallaban claramente vinculados a representantes de partidos políticos de diferente signo.
Mientras personal de reparto era asaltado por la calle para sustraerles votos (lo que implicó en algunos casos que la Policía Nacional y la Guardia Civil tuvieran que hacer las veces de escolta), lo que se difundía en redes sociales es que somos una tropa corrupta al servicio de Pedro Sánchez.
La consigna de cabecera en los mentideros trumpistas sabemos que es “todo vale”. Y en la guerra de las derechas contra Sánchez y el Gobierno de coalición, el personal de Correos no somos más que otro flanco sobre el cual concentrar el fuego de artillería. Aun viniendo de cosechar unos resultados muy positivos el 28-M, las derechas no han tardado en jalear a sus hooligangs para azuzar la idea del “pucherazo sanchista”, dentro del cual la adulteración del voto por correo sería una de las tácticas necesarias para su ejecución.
Desde mi punto de vista, la extensión social de este desvarío puede implicar graves consecuencias, pues las derechas parecen estar trabajando para desplegar una campaña contra la validez de los resultados el 23-J si estos no les fuesen satisfactorios. De esta manera, el cuestionamiento de la legitimidad del Gobierno de coalición que han practicado desde que en 2019 Sánchez e Iglesias se dieran aquel abrazo, escalaría hasta el punto de no reconocer el dictamen de las urnas por tratarse de un proceso trampeado. Lo que podría venir después no puede asegurarse, pero tal vez lo visto en el Capitolio o en Brasil nos sirva de spoiler.
En Correos, el anuncio de elecciones anticipadas cayó como un jarro de agua fría, recibimos la noticia del adelanto electoral peor que Àngels Barceló
En lo referente a Correos, el anuncio de elecciones anticipadas cayó como un jarro de agua fría. Después del sobreesfuerzo extremo (sobre todo de la plantilla de reparto a pie) para conseguir sacar la campaña adelante y facilitar el voto de la ciudadanía, por culpa del exiguo número de contratos que se formalizaron, recibimos la noticia del adelanto electoral peor que Àngels Barceló.
Lo que tendría que estar sobre la mesa es que somos un colectivo maltratado durante los 365 días del año por una política laboral propia del sector privado, con salarios precarios ligeramente superiores al SMI y con cada vez menos manos para realizar de forma adecuada nuestro trabajo. Estas cuestiones —que son las relevantes— apenas se mencionan. De no ser por los procesos electorales y el voto por correo, difícilmente tendríamos el foco mediático sobre nosotros. Y para colmo, tenemos que soportar sobre nuestras ya machacadas espaldas, acusaciones infundadas y todo tipo de bulos e intoxicación.
Somos un colectivo maltratado durante los 365 días del año por una política laboral propia del sector privado, con salarios ligeramente superiores al SMI y menos manos para realizar el trabajo
En los últimos días, este incendio provocado por la ultraderecha, también ha recibido bidones de gasolina con distinto remitente. Y me estoy refiriendo en concreto al responsable federal del Sector Postal de CC OO, Regino Martín, más conocido por ser “el único amigo comunista” del señor Feijóo.
En una reciente entrevista en la cadena COPE con Carlos Herrera, Regino abordaba todo este asunto del voto por correo, situaba la falta de efectivos para afrontar los comicios, etc. Hasta ahí sin sorpresas. Sin embargo, en un determinado momento el representante de Comisiones Obreras interviene para decir “lo primero que hemos pedido como CC OO es que no haya ninguna tentación de jugar a hacer política con un asunto como éste, que no mancille el nombre del correo público y de sus profesionales y que mantenga la neutralidad institucional correspondiente”.
Si alguien mancilla el nombre de Correos y de su plantilla es precisamente Regino Martín con esa intervención que alimenta el relato trumpista y sirve para hacer el caldo gordo a quienes la democracia solo les vale cuando ganan ellos. Que este señor bebe los vientos por Núñez Feijóo es de sobra conocido. En otros artículos ya he puesto negro sobre blanco los viejos lazos que les unen y los atropellos que desde inicios de siglo cometieron contra la plantilla de Correos de forma mancomunada.
Desde hace un año hemos podido comprobar cómo el argumentario del Partido Popular era letra por letra y punto por punto, un refrito de los comunicados y posicionamientos públicos de las secciones de CC OO y UGT en Correos. Pero llegar al punto de poner en cuestión la profesionalidad y la honestidad del colectivo postal, alcanza un grado de miseria demasiado alto incluso para Regino. No sé con qué cara se atreve luego a hablar de “invertir en democracia” una persona que lleva tanto tiempo al servicio de Feijóo y el PP. Claro que tampoco sé cómo alguien que no toca un carrito desde hace varias décadas aún se pasea por los medios hablando en nombre de quienes trabajamos en Correos.
Para finalizar, un recordatorio. Nuestros servicios públicos serán tan buenos como las condiciones laborales de quienes trabajamos en ellos. Si queremos que el voto por correo funcione de la mejor forma posible, plantilla, sindicatos y ciudadanía exijamos recursos y personal suficiente para que las elecciones generales puedan salir adelante con normalidad. Y sobre todo, no colaboremos en la extensión de bulos y campañas que solo buscan lesionar la democracia, sin importar además, a quienes se lleven por delante para conseguirlo.