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Mi impresión es que las últimas semanas estamos viendo una serie de procesos todavía incipientes que van a tener gran importancia. Son todavía tendencias abiertas, que pueden o no consolidarse, dependiendo en buena medida de la lucha de clases y de irrupciones inesperadas. Se expresan en EE UU, pero también en las elecciones madrileñas. Pero creo que son significativas y que debemos prestar atención. Las he sintetizado en siete notas breves.
1) El giro de Biden en EE UU anuncia un intento de la clase dominante de entrar en una fase “pos-neoliberal”. Cuidado con confundir eso con un proyecto anti-neoliberal, como pudo ser Syriza en su momento: no hay rupturas en el terreno del orden político ni del control social de la burguesía sobre la sociedad, pero hablamos de un plan que parece indicar una fuerte inversión publica para adaptar el tejido productivo a la predominancia de la logística, en el sentido de nuevas infraestructuras, utilizando una retorica verde. También busca un aumento de la demanda interna, sin fortalecer los servicios públicos, con inyecciones de dinero a las familias. El trasfondo es una crisis de hegemonía de EE UU a nivel global y una tremenda crisis social y política a nivel interno. Los mercados estadounidenses han reaccionado favorablemente a la iniciativa de Biden y desde luego, al movimiento antagonista se le abren nuevos retos: mantener su independencia y tratar de lograr la mejor posición política en el seno de esta recomposición. EE UU es el gran laboratorio de la crisis histórica del capital y tenemos que seguir el proceso con atención.
España es un país periférico, sujeto a una normativa de la UE que sanciona el rol de cada país, con unas funciones específicas y una forma de relación entre Estado y economía muy encorsetadas
2) Es ingenuo creer que este intento de recomposición capitalista no tendrá efectos en el imaginario político global; la cuestión es si es reproducible en los países del capitalismo periférico o como parece más probable, abrirá un nuevo camino hacia las desigualdades globales. Lejos de atenuar las tensiones inter-estatales, las acentuará. Europa ha reaccionado de una forma mucho más lenta y timorata, producto de inexorable declive, reproduciendo sus desigualdades internas.
3) El Estado español no está al margen de esos procesos. Ya hemos visto al gobierno progresista tratar de acoplarse a la “ola Biden”, aunque es obvio que carece de margen y de voluntad política para iniciar una recomposición del capitalismo hispano en esa dirección. Está por ver si Biden lo logrará, pero España es un país periférico, sujeto a una normativa de la UE que sanciona el rol de cada país, con unas funciones específicas y una forma de relación entre Estado y economía muy encorsetadas. La pregunta por tanto es: ¿Es posible un intento de acoplarse al capitalismo pos-neoliberal que propone Biden (dejando abierta la posibilidad de que Biden no llegue ni siquiera a concretar sus anunciados planes) en España?
4) Sin embargo, lo que sí que estamos viendo en España es un delineamiento político similar al de EE UU. Dos grandes bloques: uno profundamente reaccionario y neoliberal, otro progresista y pos-neoliberal. Ambos se mueven dentro del horizonte del capital, con varias tendencias en su interior. Con apoyos sociales diferentes y una relación distinta con las clases. Se cohesionan frente al otro, pero tienen diferencias internas.
5) Para el anticapitalismo se abre una reflexión. La era de asociar progresismo a anti-neoliberalismo llega a su fin. El ciclo antineoliberal implicó procesos de lucha antagonista (aunque reformistas) contra los sistemas políticos y económicos oligárquicos. En nuevo delineamiento de bloques, el progresismo con ambiciones pos-neoliberales pasa a ser la nueva barrera de defensa de esos sistemas, renunciando a toda ambición democratizadora y constituyente. Busca un nuevo pacto entre las clases dominantes y dominadas para preservar “lo que hay”.
El bloque reaccionario es virulento, utiliza a los aparatos del Estado sin piedad. Pero en el terreno de la economía, las clases dominantes están tranquilas. No hay turbulencias
6) Me temo que esto abre una nueva etapa, también en España. En Madrid hemos visto claramente esa nueva delimitación. Un bloque reaccionario (PP, Vox) contra un bloque progresista (PSOE, MM, UP), con las características que he planteado más arriba. Ambos cuentan con sus extensiones en la sociedad civil: en el caso del bloque progresista, sindicatos, sectores de los movimientos sociales, etc. Hay matices, pero una orientación de fondo compartida. La batalla es durísima en el terreno político: el bloque reaccionario es virulento, agresivo, utiliza a los aparatos del Estado sin piedad. Eso es un peligro para los derechos democráticos. Pero en el terreno de la economía, las clases dominantes están tranquilas. No hay turbulencias. La guerra política no se correlaciona con la guerra social.
7) Lo dejamos aquí. Después del 4 de Mayo seguimos reflexionado. Ojalá pierda el bloque reaccionario. No porque creo haya que tener ninguna ilusión en el bloque progresista. Estoy convencido de que mucha gente que va a votar al bloque progresista ya no se cree ni una palabra de lo que dicen (y de lo que no hacen). Sin embargo, creo que en esta fase una derrota del bloque reaccionario es precondición para poder abordar otros problemas y despejar miedos reales y legítimos que todos tenemos. Con miedo nunca se piensa con claridad. El principio de algo, ya lo saben, siempre es la esperanza.
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En mi historia se repiten dos cosas: inmolarme en el amor y desbencijarme en el odio.
No puedo decir que haya aprendido nada de ellas, pero sé que no quiero volver a hacerlas más.
Si digo esto es porque leí un comentario sobre eso el otro día. Y no me salió muy bien.
No somos mercancía.
Somos personas.
Y tenemos sentido racional.
Te reconozco el comentario.
No olvidar que los medios "amarillos" tienen su propio lenguaje y, a quién no lo conozca, le parecen desastrosos y destructores.
La historia de los medios "amarillos" viene de la época futurista de la independencia italiana, y no empezaron siendo fascistas, sino social-comuneros.
Es decir: de izquierdas.
Qué los medios "amarillos" estén tan deplorados viene de la falta de conocimiento de ese lenguaje.
En realidad, ese lenguaje, viene de la imaginación de grandes soñadores en imaginación al futuro.
Por eso, he de decir, que los medios "amarillos", no tienen porqué ser fascistas, sino que ejercitan su libre derecho al lenguaje.
Estas son las claves de su lenguaje:
j+c=f
h+o‐e=n
n‐f=d
d=l
Esta es una clave lógica que se estudia en filosofía. ¡Letras! ¡Y nos han dejado sin Letras!
En Respeto:
Mäán Kálìk Mänùtáë
Muy bien artículo! Denunciar las diferentes variantes del capitalismo es esencial, sino caemos en la farsa de pensar que el progresismo defiende los intereses de la clase trabajadora.
No mucho menos, todos esos proyectos defienden los intereses corporativos y financieros, solo que ceden algún que otro privilegio de clase a la mayoría social para ganarse su favor. Denunciarlos es esencial para que no nos dominen.
Cómo marxistas y anticapitalistas debemos de seguir empujando hacia políticas sociales y redistribución, si, pero sin olvidarnos de que el objetivo final es la autogestión popular emanada de los consejos democráticos