Nicaragua
Haydée Castillo: “Solo el pueblo salva al pueblo”

Activista y defensora de derechos humanos, Haydée Castillo analiza el escenario que se avecina en Nicaragua después de la cruenta represión de las movilizaciones contra la reforma de la Seguridad Social.

Haydée Castillo
Haydée Castillo.
3 may 2018 10:16

Haydée Castillo es una reconocida activista y defensora de derechos humanos en Nicaragua. Dirige el Instituto de Liderazgo de las Segovias en Ocotal, al norte del país, desde donde acompaña las luchas de las mujeres campesinas. Con más de 30 años de experiencia en temas de democracia, institucionalidad y derechos de las mujeres, Haydée lleva años en diferentes iniciativas nacionales exigiendo cambios en el país. Por su trabajo, ha sido víctima de represión y amenazas por parte del Gobierno de Daniel Ortega.

Las recientes protestas en Nicaragua, que han dejado un saldo de 43 estudiantes fallecidos, han encendido la llama de la indignación en un pueblo que clama justicia para los muertos y exige la salida de Ortega del poder.

En esta entrevista, Castillo analiza el escenario actual de Nicaragua, después que se ha dado un cese de la represión violenta, mientras el Gobierno y distintos grupos de la sociedad civil, incluyendo los estudiantes que lideraron las protestas, se organizan para un diálogo nacional en un clima de incertidumbre.

Empecemos hablando de las amenazas que ha recibido recientemente Haydée…
Las amenazas han sido constantes en los últimos años, sobre todo buscarme en los buses, en los medios de transporte, mandarme mensajes, pero ya durante estos últimos acontecimientos, las amenazas ya trascendieron. Amenazaron con quemar el Instituto de Liderazgo, quemar mi casa, me mandaron mensaje de amenazas a mi integridad física durante mi participación en las movilizaciones y ahora la permanencia de paramilitares en la acera de mi casa, y en algunos momento hasta atreviéndose a tirar morteros adentro de la casa.

¿Qué ha pasado en Nicaragua en estas últimas dos semanas?
Lo que pasó fue que la población nicaragüense, incluidos los jóvenes, veníamos recibiendo una serie de agresiones en lo relativo a los derechos. Solo unos pocos, los afiliados al partido de gobierno, podían acceder al derecho a la educación, al derecho a una beca, al derecho a un bono productivo. Y, por otro lado, hubo un cierre de los espacios radiales y televisivos, nos fueron despojando del derecho de organizarnos, de expresar nuestros pensamientos porque el país estaba asistiendo a una especie de terrorismo de Estado en donde la gente se fue llenando de temor, todo mundo hablaba en silencio en espacios bien cerrados por la amenazas porque cualquiera que disintiera de lo que el Gobierno hacía podía ser procesado.

El pueblo también venía recibiendo fraude tras fraude y unas constantes denuncias que jamás fueron escuchadas, sumado a un modelo económico extractivista que está acabando con los medios de vida, acabando con fuentes de agua, con los suelos, el bosque, y en eso estábamos cuando se dio el incendio en Indio Maíz, que es una reserva que acumula el 70% de la vida, es una selva virgen de la cual los dueños de ese territorio son el pueblo creol y el pueblo rama. La indiferencia del Gobierno del Nicaragua en ese incendio provocado por los colonos indignó a la gente. Todo eso fue despertando en la nación, los jóvenes salieron a las calles y la indignación fue creciendo. Luego el Gobierno de Nicaragua anuncia una reforma a la seguridad social, donde condena al pueblo de Nicaragua a pagar deudas. Ese dinero, los diferentes gobiernos lo han usado como una caja chica, es realmente una reforma totalmente contraproducente a los derechos.

¿Por qué fue la reforma al seguro social sacó a los jóvenes a las calles?
Esa fue la gota que derramó el vaso, los jóvenes dan apoyo a los trabajadores y a las trabajadoras de Nicaragua en contra de las reformas y empiezan una serie de movilizaciones totalmente pacíficas que se han reprimido de una forma totalmente desmedida. La Policía Nacional operó junto con paramilitares y fuerzas de choque de la familia Ortega Murillo, estamos hablando de mas de 40 muertos, una cantidad importante de más de 100 desaparecidos y todavía no se termina de medir los daños, porque cada día aparecen hechos mucho más cruentos. Por dicha en esta época las redes sociales ayudaron mucho, cada ciudadano se convirtió en un periodista y pudieron tomar las evidencias donde se ve a las turbas agrediendo a los jóvenes, torturándoles y poniéndolos a disposición de la Policía Nacional que terminaba de masacrarlos. Una madre denunció que a su hijo lo desmembraron, es una cosa espeluznante, solo podría ser comparado con lo de Ayotzinapa y quizá es peor porque es a la luz del pueblo, en presencia colectiva, de un avasallamiento a la vida de estos jóvenes que no tenían armas.

El pueblo también venía recibiendo fraude tras fraude y unas constantes denuncias que jamás fueron escuchadas, sumado a un modelo económico extractivista que está acabando con los medios de vida, acabando con fuentes de agua, con los suelos, el bosque 

Ortega por fin se abrió a este diálogo nacional, pero sigue sin mencionar a los muertos. ¿Cuál es su opinión sobre este diálogo?
En este momento estamos en una situación de mucha incertidumbre, se ha dado una crisis política institucional, nosotros sentimos que ha habido crímenes de lesa humanidad y que al iniciar esto donde no hay justicia se pone el diálogo en entredicho. Aunque han instaurado una “comisión de la verdad”, estas autoridades no gozan de la confianza del pueblo, y ya esa historia el pueblo de Nicaragua se la conoce. El pueblo está recurriendo a ese diálogo porque no queremos que corra más sangre, el pueblo no quiere más guerra, pero como organizaciones de la sociedad civil, como ciudadana, nosotros sabemos que los diálogos han terminado en componendas. La familia Ortega Murillo no ha sido un gobierno que tenga palabra, están aferrados al poder, y sabemos que ellos quieren quedarse en el poder a toda costa, y no dan ninguna señal de que se vayan a resolver las demandas del pueblo en ese diálogo, de manera que todo está por verse.

Pero ya se ha aceptado ir a diálogo, los jóvenes y otros grupos ya se están organizando para participar en él...
Sí, porque no queda otra alternativa, esto es como dice el lenguaje popular: “Si te quedas te tiro y si te corrés te mato”, entonces no queda otra alternativa que ir a ese diálogo porque, como dijeron los jóvenes, es un diálogo, bajo protesta y donde yo creo que aquí solo el pueblo salva al pueblo. El pueblo está sumamente indignado, creo que la marcha que convocó el Gobierno, donde muchos trabajadores del Estado se negaron a participar por primera vez, se ve que ellos se están resistiendo porque los buses iban bastante vacíos hacia esa movilización que convocó la pareja presidencial. Lo que nos queda es realmente seguir en la calle, demandando justicia, organizándonos y articulando para poder recuperar la democracia.
Se ha dado una crisis política institucional, nosotros sentimos que ha habido crímenes de lesa humanidad y que al iniciar esto donde no hay justicia se pone el diálogo en entredicho

¿Cuáles son los puntos que tienen que ser incluidos en este diálogo?
El diálogo no puede estar centrado en las reformas del INSS porque eso fue apenas una parte. Para nosotros el objetivo del diálogo debe ser un proceso en el que pueda salir el actual Gobierno de Nicaragua y dar paso a otro Gobierno que sea legítimamente constituido y que goce del respaldo del pueblo. Eso debe ser el objetivo, pero también que se haga justicia, que se condene a quienes cometieron estos asesinatos y crímenes de lesa humanidad. Que se instale en el país una comisión de la verdad totalmente imparcial. No podemos seguir tampoco con un modelo económico que nos está chupando la sangre y se está comiendo los medios de vida. Y sobre todo tener la posibilidad de tener un país donde uno pueda hablar, donde puedan relucir de nuevo nuestros derechos civiles y políticos.

Las organizaciones de sociedad civil ya estaban en las calles desde hace años, y de alguna manera este despertar de los jóvenes los cambia de escenario en el sentido de que ya no son la cabeza de las movilizaciones. ¿Qué papel están jugando ahorita?
Para nosotros es importante reconocer que las diferentes organizaciones de la sociedad civil en el país, el movimiento feminista, el movimiento ambientalista, entre otros, tenemos más de diez años de estar denunciando injusticias donde prácticamente nadie nos escuchó, ni la comunidad internacional, incluida la OEA, y a pesar de que les advertimos que estas cosas iban a pasar, después de los dos últimos fraudes electorales nunca nos pusieron suficiente atención.

Ahora que ha habido esta insurrección pacífica liderada por los jóvenes creo que nos llena de aliento y de esperanza. Y tenemos que acompañar a los jóvenes en el liderazgo que han tomado, pero nos pone el reto que a lo interno de las organizaciones de la sociedad civil trabajemos para tener mayores niveles de organización, de articulación, unas comunicaciones transparentes y directas con las comunidades, con los barrios, estar cerca de la gente y poder construir una propuesta esperanzadora. La gran pregunta que la gente se hace es “¿se va Ortega y qué viene?”. Hay que organizar al poder que subyace en la gente y hay gente que perfectamente puede sustituir el papel que actualmente juega esta dictadura.

¿Cómo se ha transformado a lo interno el partido de gobierno en los últimos días?
Ha habido una convulsión positiva, una vez más se ve la diferencia entre el sandinismo y el orteguismo, en donde las personas que se sintieron más vinculadas al programa original del sandinismo empiezan a tomar distancia de este sistema que lo que hizo fue secuestrar los símbolos, secuestrar la sangre de los muertos, secuestrar la bandera, el ideal de Sandino. Vimos que algunos de los jóvenes que participaron en las protestas son hijos de exguerrilleros del Frente Sandinista. Ciudades como Masaya y Estelí, que tienen un historial importantísimo en el derrocamiento de la dictadura de Somoza, se volcaron a las calles de manera que ha habido un desmantelamiento de su base social y el pueblo se está negando a ser utilizado por la familia presidencial.

¿Cuál es el sentimiento actual del país? ¿Qué viene en el futuro cercano para Nicaragua?
Hay emociones encontradas. Por una parte hay un gran duelo nacional porque jamás nos imaginamos una repetición de lo que hacía la dictadura de Somoza, y por otro lado estos jóvenes han traído esperanza y creemos que Nicaragua jamás va a volver a ser la misma, así como no fue la misma después del 19 de julio del 79. ¿Qué queda? Que el pueblo continúe en los barrios demandando el cambio de sistema y que este Gobierno salga del país para dar paso a un Gobierno que goce de legitimidad, pero eso no se logra simplemente con decirlo, no sabemos qué costos va a tener, y si este sistema se continúa quedando, se prevé que va a venir una operación de limpieza y una represión desmedida hacia quienes defendemos derechos.

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