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Neoliberalismo
Gary Gerstle: “El neoliberalismo convenció a gente de distintas ideologías de que sería más libre"
La confusión es, hoy día, el mensaje. El empaste de ideas, consignas, imágenes y vídeos llamativos marca la agenda mental en un siglo XXI que estaba llamado a ser el de la liberación del ser humano. Por ello, todo análisis político o social parece un ejercicio de palos de ciego que busca villanos y culpables cuando las causas se alejan de nuestro alcance. Muchos de nosotros hemos empleado el término ‘neoliberalismo’ para identificar al último responsable de la sucesión de crisis que nos rodean, de nuestra infelicidad, frustraciones e íntimos miedos. Pero nos hemos parado menos a pensar sobre por qué y cómo este logró triunfar.
El historiador Gary Gerstle, profesor emérito de la universidad norteamericana de Cambridge, trata en su nuevo libro Auge y caída del orden neoliberal. La historia del mundo en la era del libre mercado (Península, 2023), el proceso de nacimiento, construcción y dominio de lo que denomina el orden político neoliberal. Hegemónico tras los años ochenta y triunfal en los noventa, el neoliberalismo está ya marchito, pero carece de un sucesor. Parafraseando al pensador marxista italiano Antonio Gramsci, “el viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”.
Sobre monstruosidad política hemos tenido suficiente. Personajes como el todavía expresidente Donald Trump, el primer ministro húngaro Viktor Orban, el golpista vocacional Jair Bolsonaro y los populistas vernaculares Isabel Díaz Ayuso y Santiago Abascal podrían ser ejemplos de este difícil y angosto proceso de transición. “No sabemos lo que viene”, afirma Gerstle, que ha dedicado al estudio del neoliberalismo más de 400 páginas de un ensayo tan entretenido como necesario para entender lo que Estados Unidos y su gran esfera de influencia occidental vive desde la crisis de los años setenta.
El neoliberalismo es “una filosofía que busca liberar al capitalismo de todo tipo de restricción, especialmente de las gubernamentales”
Gerstle parte “de una definición sencilla de neoliberalismo a la que va aportando sucesivas capas de complejidad”. El neoliberalismo es “una filosofía que busca liberar al capitalismo de todo tipo de restricción, especialmente de las gubernamentales, con el convencimiento de que el mayor crecimiento y desarrollo económico tendrá lugar cuando dicho sistema se desate del Estado regulador”.
Como principal herramienta para acercar al lector esta compleja realidad, Gerstle se refiere al neoliberalismo como un orden político, es decir, una forma de hegemonía que logra entronizarse cuando sus oponentes aceptan sus principios centrales. En el caso de los Estados Unidos -el país en torno al cual gira el análisis y el recorrido histórico-, el orden neoliberal se habría impuesto definitivamente con los gobiernos desreguladores de Bill Clinton, de manera similar a como el general Eisenhower habría admitido en los años cincuenta los principales postulados del orden previo, el del New Deal.
El comunismo: un fantasma ignorado
Pero para la comprensión del orden neoliberal es preciso prestar atención al comunismo. “Para muchos estudiosos, parece que la guerra fría no hubiera desempeñado papel alguno. El colapso de la URSS y del ideal del comunismo colocó a la izquierda en una crisis de la que todavía no se ha recuperado, al menos en los EEUU. Para la visión convencional, el anticomunismo habría limitado el papel de las políticas progresistas durante aquellas décadas. Pero esta visión, tan extendida, no es correcta: ¿cuándo fue más baja la desigualdad en la sociedad americana? En el punto álgido de la guerra fría; ¿cuándo fue más robusto el Estado del bienestar? Durante la guerra fría; ¿y cuándo lo fue el movimiento sindical? En el mismo periodo. Todo esto debería llevarnos a pensar de manera diferente sobre el efecto del anticomunismo. Un capitalismo tan agresivo como el norteamericano no hubiera realizado las concesiones sociales que hizo de no haber mediado dicha amenaza”.
“Para comprender todo esto mejor hemos de tener en cuenta dos aspectos. Primero, que en los años 40 y 50 no estaba del todo claro cuál era el sistema que podía ofrecer una mejor vida. En el marco de esta cuestión se produjo aquel debate tan maravilloso como estúpido en 1959. El presidente Kruschev y el vicepresidente Nixon mantuvieron una discusión en una cocina americana que se habían traído los rusos desde los Estados Unidos; en aquel ‘debate de cocina’ se discutió sobre qué sistema podía producir y distribuir los mejores bienes a la mayor cantidad de gente posible. En los años ochenta aquel debate hubiera sido inimaginable”.
“Segundo, que la URSS se veía entonces como una profunda amenaza porque representaba una alternativa, pero también por el crédito que se daba a una teoría sobre el totalitarismo según la cual el comunismo era un tipo de dictadura que, una vez establecida, ya no podría jamás erradicarse. Por eso, era preciso enfrentarse a él tanto en EEUU como en el extranjero. Y había que hacer también cosas para que tus ciudadanos no se sintieran atraídos por ese sistema. El comunismo -que he de decir que me parece una forma de tiranía indefendible- representaba entonces una fuerza compensadora que llevó al capitalismo a realizar múltiples concesiones; hoy día no existe nada parecido a aquello”.
Comprender la fórmula secreta del neoliberalismo
En la historia del neoliberalismo, que podría abarcar desde sus comienzos, en una reunión celebrada en París en 1938 -el denominado ‘Coloquio Lippmann’-, hasta su primer gran achaque tras el otoño de 2008, ha habido numerosas etapas, interpretaciones y corrientes. Se trata de un fenómeno heterogéneo que ha podido servir a las élites para restituir su poder de clase, pero que también ha llegado al fondo del alma y de la imaginación popular. Y esto es precisamente lo que no debería nunca olvidarse.
En los EEUU el neoliberalismo también tuvo una fuerte base popular, porque ofreció a los ciudadanos un nuevo proyecto para disfrutar de una vida mejor
“Frecuentemente el neoliberalismo se ha visto como una técnica empleada por las élites para enriquecerse más. Yo no niego eso. Pero en los EEUU el neoliberalismo también tuvo una fuerte base popular, porque ofreció a los ciudadanos un nuevo proyecto para disfrutar de una vida mejor: esa base era la libertad individual. Esta arraigaba en la revolución norteamericana y en la fundación de los EEUU, que se rubrica con la idea de liberar a los ciudadanos de cualquier tipo de tiranía o gobierno que pudiera convertirse en fuente de opresión. Se entendía que dicha opresión podía castrar la individualidad e impedir que los ciudadanos disfrutaran de su máximo potencial”.
Un potencial humano que, para muchos, no solo para la novelista ultraliberal Ayn Rand- autora del guion de la película ‘El manantial’-, se vio castrado por las bienintencionadas políticas de posguerra, auspiciadas gracias a la movilización obrera y sindical que respondía al gran trauma del desempleo, la miseria y la desigualdad. “Durante el New Deal se vive un nivel inédito de igualdad social; pero también una mayor burocratización, con un Estado más presente y centralizado, y con el crecimiento de instituciones que colaboran con este, como las corporaciones privadas y los sindicatos”.
“Cuando los jóvenes norteamericanos están intentando recuperar la sensibilidad izquierdista en los años sesenta, comienzan con una crítica al capitalismo, por supuesto, pero también cuestionan al gobierno como un aliado de la gran empresa. Era frecuente afirmar, desde aquellos puntos de vista, que el gobierno se había hecho muy grande o que había sido capturado por las grandes corporaciones”.
“Uno de los primeros lugares donde este movimiento estalla es en California, en la Universidad de Berkeley, donde, en 1964, se produce un movimiento a favor de la libertad de expresión que tenía el siguiente lema: 'no me doblarán, enrollarán ni cortarán'. Esto hacía referencia a las advertencias que figuraban en todas las tarjetas de los ordenadores IBM, necesarias para que los programas funcionaran en cada uno de sus pasos: 'no doblar, enrollar ni cortar', rezaban. Los estudiantes de Berkeley se sentían así: como paquetes intelectuales compuestos por miles de tarjetas de IBM; por su parte, las Universidades, supuestamente lugares para abrir la mente, reflejaban la estandarización del ciudadano por parte de las grandes instituciones burocratizadas”.
“No digo que la nueva izquierda intentara regenerar el capitalismo de libre mercado, pero sí que contribuyeron a ello”
“Parte de esa nueva izquierda perseguía liberar a los individuos del lastre de esas grandes organizaciones, en lo que coincidieron con el impulso de una nueva derecha que simplemente pretendía acabar con el orden del New Deal. No digo que la nueva izquierda intentara regenerar el capitalismo de libre mercado, pero sí que contribuyeron a ello. Steve Jobs, por ejemplo, era un hippy de los más radicales de su universidad: pasó buena parte de su etapa universitaria abrazando árboles, no yendo a clase, viviendo en comunas, siendo vegetariano… Y parte de su motivación para crear el ordenador personal fue liberar la revolución tecnológica de las grandes empresas como IBM, del control de arriba abajo”.
“Lo más importante es que si queremos, de verdad, entender la popularidad del neoliberalismo, hemos de comprender cómo este ha llevado a mucha gente de distintos puntos del espectro político a creer en la promesa de más libertad para dar forma a sus vidas”.
La oportunidad de los años 70
En aquellos momentos cruciales del siglo XX se produjo una crisis de sobreproducción y suministro de combustibles. Las soluciones keynesianas al uso fenecieron ante el incremento simultáneo de la inflación y el paro. “Los órdenes políticos no nacen de la noche a la mañana. Son grandes proyectos que emergen en momentos de crisis profunda, cuando los preexistentes no pueden reformarse. Esto ocurrió en los años setenta, durante una crisis económica no tan grave como la Gran Depresión, pero que implicaba problemas de desempleo, de pobreza, una pérdida del poder de las corporaciones norteamericanas en el extranjero, etc. Es entonces cuando un conjunto de ideas que estaban en la periferia hasta aquellos momentos se fue haciendo central. Estas ideas, las neoliberales, no eran precisamente nuevas: venían de los años cuarenta”.
“Hay que respetar también a los neoliberales, por mucho que no te gusten: ellos realizaron su larga marcha, un trayecto de casi treinta años por el desierto”
“Esto último es lo que le digo a determinados representantes de la izquierda: no esperéis que vuestro triunfo venga de un día a otro; hay que respetar también a los neoliberales, por mucho que no te gusten: ellos realizaron su larga marcha, un trayecto de casi treinta años por el desierto. Las ideas, repito, no eran nuevas, lo que era nuevo era la oportunidad surgida en aquellos años”.
Rotas las promesas de prosperidad tras las continuas crisis desde 2008, quedan las ruinas del otrora exitoso proyecto humano que tan mágicas soluciones anunciara. Sobre estas se pasean líderes mesiánicos conservados en odio mediático y adictos a señalar chivos expiatorios. El neoliberalismo quizá haya muerto, pero puede verse muy bien por las noches en el cielo. Como afirma el profesor Gerstle, esta noche proyecta tanto luces como sombras: interesantes iniciativas que se alternan con el miedo al posible regreso del etnonacionalista Donald Trump; las reformas acometidas por Joseph Biden han sido ambiciosas y han contado como nunca en décadas con el apoyo de la izquierda, pero carecen de un suficiente apoyo parlamentario... Y quedan residuos radiactivos, como un apego a las redes sociales que es trasversal a la ideología y que conduce al ser humano a convertirse en una criatura perfectamente medible y controlable.
“Llegará un momento en que alguien diga que no quiere ser analizado, concebido o aceptado en términos cuantitativos. Y esa rebelión va a producirse”
“Esto prevalece hoy día tanto en la izquierda como en la derecha: todos estamos contando todo durante el tiempo, y utilizamos el contar como una medida de nosotros mismos. Contamos cuántos pasos hemos dado, cuántas calorías hemos ingerido, cuantos ‘likes’, cuántas copias de mi libro… Ese contar incesante es expresión del impulso neoliberal. Tiene que haber una rebelión. Aquí, el eslogan de aquella nueva izquierda vuelve a ser relevante: los adolescentes, en especial, se sienten ahora cortados o mutilados cuando no tienen suficientes ‘likes’ o seguidores. Por eso, llegará un momento en que alguien diga que no quiere ser analizado, concebido o aceptado en términos cuantitativos. Y esa rebelión va a producirse. Pero me gustaría insistir en que se tuviera en cuenta todo lo que los neoliberales aguantaron entre los años cuarenta y los setenta, aquella larga marcha”.
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el Neoliberalismo no convenció a nadie, el Neoliberalismo se nos impuso a sangre y fuego, comenzó con el Golpe de estado en Chile y el desembarco de los Chicago boys en el país, continuó con la terrible traición al socialismo de Rusia y China , sobre todo China, y por último se introdujo en Europa, previo aSESINATO DEL ÚNICO LÍDER EUROPEO QUE SE OPUSO CON TODAS sus FUERZAS A LO QUE EL iMPERIO tenía preparado para nosotros, el señor Olof Palme, pero los más culpables de los que está pasando EN EL MUNDO, son los chinos de Dem XiaoPing, ahí empezó todo!1
Ni una palabra de la doctrina del shock y la violencia desatada para imponer el neoliberalismo.
Vaya visión más miope de la historia y la economía capitalista.
Vaya visión más podrida de la libertad.