El cannabis necesita de la luz del sol y del paso de las estaciones. Así sabe cuándo debe dejar de crecer y comenzar a florar, a medida que los días se hacen más largos y las horas de luz aumentan. Sin embargo, para muchísimas plantas en todo el mundo, el sol bien podría no existir. Es para ellas tan desconocido como el mar podría serlo para un monje en lo alto del Himalaya (asumimos que este monje nuca se fue de vacaciones). Se trata de los millones de cultivos de interior que suplantan el sol por lámparas de distintos tipos que dan a las plantas la energía que necesitan, y determinan sus ciclos. Existen varios tipos de sistemas de iluminación, cada cual con sus características y apropiado para diversos tipos de cultivo.
Para poder elegir bien, primero se necesita saber cuál es el espectro lumínico adecuado para el cannabis. Para reflejar lo que ocurre en la naturaleza, las plantas de marihuana necesitan básicamente luz azul durante el crecimiento y luz roja durante la floración. El espectro verde no las afecta, por lo que si se requiere utilizar una luz en el cultivo sin alterar el ciclo, una lámpara de este color es lo adecuado.
Otro factor muy importante es el calor. Los distintos tipos de lámparas emiten más o menos temperatura, lo que se debe tener en cuenta. Si bien a más vatios, más producción, esto tiene un límite. No siempre más es mejor, especialmente en espacios reducidos o climas naturalmente cálidos. Las potencias más utilizadas son las de 400W y 600W con sus balastros.
Sistemas de iluminación para cultivo interior
Cada sistema de iluminación tiene sus pros y sus contras, e incluso sus funciones. Pueden combinarse distintos tipos, o bien elegir algún sistema integrado. Veamos las distintas opciones:
Tubos fluorescentes y CFL
En las primeras etapas de la planta, necesita menos potencia lumínica. Por este motivo los tubos fluorescentes o las lámparas de bajo consumo CFL (Compact fluorescent light) son ideales para germinar semillas o para enraizar esquejes gracias a su espectro de luz azul y su bajo consumo. No ocasionan un gran gasto, y son fáciles de utilizar. Las CFL, además, vienen con balastro incorporado. En cuanto a potencia, las fluorescentes van de 18 a 55W por tubo, y las CFL se encuentran de 100, 125, 200 y 250W. Debido a esta baja potencia, se requiere una buena cantidad de bombillas para obtener una iluminación eficiente. Existen bombillas CFL en espectro rojo, que pueden utilizarse para la floración, pero posiblemente no sean la mejor opción.
Bombillas HID: lámparas de sodio (HPS) y de halogenuros metálicos (HM).
Tanto las lámparas de sodio (HPS) como las de halogenuros metálicos (HM) son tipos de bombilla HID (High Intensity Discharge). En general se trata de dos tipos de iluminación complementaria, ya que las HM son más apropiadas para el crecimiento (por su espectro azul), y las HPS para la floración (por ser ricas en rojo). Ambas suelen usar el mismo balastro, pero para ello se debe tener en cuenta que ambas sean de los mismos vatios. Lo más común es que se consigan de 250W, 400W y 600W.
Las HPS son conocidas por su gran rendimiento, pero generan mucho calor, por lo que puede que sea necesario instalar un sistema de ventilación. Además, pueden resultar en un gasto energético elevado (con su consecuente factura de luz). Todas las HID se degradan con el tiempo. Las HM lo hacen más rápido que las HPS, pero ambas requieren ser reemplazadas luego de algunos cultivos. También existen versiones mixtas, que son lámparas de HPS con espectro dual, es decir, para crecimiento y floración, como la Dual Spectrum de Lumatek o la Son-T Pia Green Power de Phillips.
Lámparas LED
Las bombillas LED vienen ganando terreno rápidamente, en parte gracias a su reducido consumo eléctrico y el hecho de que producen poco calor. Si bien la inversión inicial es mucho más alta, permiten un gran ahorro energético a lo largo de tiempo, además de que tienen una mayor duración. Se pueden conseguir paneles de distinta potencia y de distinto espectro, para configurarlas de acuerdo a las fases de la planta. Incluso hay LEDs que incluyen los espectros infrarrojo y UVB, lo que ayuda a la generación de tricomas. Sin embargo, se recomienda usar esos espectros con cautela debido a posibles riesgos para la salud. Otra cosa que debe tenerse en cuenta es que el hecho de que no generen tanto calor puede ser bueno para las cosechas de verano, pero puede ser un problema durante el invierno, por lo que podría ser necesario utilizar mantas térmicas en el cuarto de cultivo para compensar la temperatura.