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Sociólogo y músico. Autor de Hey! Julio Iglesias y la conquista de América.
Hacer creer al público que es posible conocer a la persona real que se esconde tras el ídolo es un truco publicitario que se emplea desde hace más de un siglo. En los inicios de Hollywood, los grandes estudios entendieron que fabricar y difundir historias sobre la vida privada de las estrellas de cine engrandecía su relevancia social y, en última instancia, engrosaba la taquilla de sus películas. Por mucho que haya llovido desde entonces, y por mucho que hayamos asumido que la identidad de una celebrity se construye mediáticamente, seguimos sintiendo el deseo de acercarnos al supuesto ‘yo’ verdadero que subyace a su personaje público. De ahí que escenificar la intimidad de los famosos continúe siendo una herramienta promocional muy efectiva en el negocio del espectáculo.
Recordemos cómo hace unos meses Rosalía y Shakira emplearon el exhibicionismo para viralizar sus contenidos y aumentar el engagement de sus audiencias. Y cómo, de acuerdo con nuestros tiempos posmodernos, teatralizaron su desnudez de forma metadiscursiva: Rosalía, después de anunciar su noviazgo con Rauw Alejandro en Instagram, lanzó un videoclip con momentos íntimos de la pareja grabados con el Iphone; Shakira, tras separarse de Piqué, protagonizó otro videoclip cantando junto a su hijo en una habitación decorada con cajas de mudanza.
Antón Álvarez Alfaro, más conocido como C. Tangana, tampoco ha querido desaprovechar la oportunidad de rentabilizar su privacidad. Aunque hasta ahora se haya mostrado muy poco dado al oversharing, el cantante finalmente ha decidido entregar un producto confesional a la altura de su megalomanía. Me refiero a Esta ambición desmedida, un documental de dos horas que estos días triunfa en las salas de cine antes de recalar como miniserie en Movistar Plus. Demasiado macho para enseñar sus vergüenzas en materia romántico-afectiva como hacen las divas del pop, o en materia de salud mental como hizo J Balvin en El niño de Medellín, Tangana ha preferido centrarse en un tema más acorde con sus dos grandes pasiones: él mismo y la gestión empresarial. Así, el eje central del documental son las tensiones que afloraron durante la gira de presentación de su álbum El madrileño, en la que nuestro protagonista tuvo que lidiar con diversos marrones a nivel humano, logístico y financiero.
Producido por Little Spain, la empresa de la que Tangana es socio y que se encarga de sus asuntos visuales, el filme es un calculado ejercicio de branding. Pese a que el cantante haya declarado que muestra sus “partes más hijas de puta”, y pese a que la mayoría de la prensa haya elogiado su “honestidad”, el espíritu de Esta ambición es más el de un publirreportaje que el de un retrato realista. A diferencia de otras inside stories (pensemos en Jeen-yuhs y Kanye West o el clásico Don’t look back y Bob Dylan), apenas hay aquí una mirada externa que permita al espectador descubrir las grietas de la estrella.
Si bien se muestran algunos defectos de Tangana (la inseguridad, la tozudez o la veleidad), estos aparecen como efectos colaterales de sus virtudes (la creatividad, el carisma o el inconformismo), propias de una gran personalidad a la que debemos admirar
Si bien se muestran algunos defectos del madrileño (la inseguridad, la tozudez o la veleidad), estos aparecen como efectos colaterales de sus virtudes (la creatividad, el carisma o el inconformismo), propias de una gran personalidad a la que debemos admirar. El mecanismo es idéntico al que Julio Iglesias utilizó durante tantos años en sus exclusivas para la revista ¡Hola!: enseñar su lado humano para divinizarse aún más. La diferencia está en que hoy se estila un mayor grado de cinismo. Nuestro hombre declara en la película su intención de abandonar “el Tangana marketiniano”, pues resulta “cargante” y le resta “credibilidad”. El mejor marketing es el que se presenta en contra del marketing.
C. Tangana no es un buen cantante, ni falta que le hace. En un acertado gesto autoparódico, llamó “Sin cantar ni afinar Tour” a la gira de la que se ocupa el documental. De hecho, en varios momentos lo vemos quejarse de que la música no es lo suyo y amaga con tirar la toalla. Pero también lo vemos proclamándose “un puto artista como la copa de un pino” que tiene la misión de “trascender” e “influir en la cultura”. Más que un músico, es un creador con mayúsculas. Aunque les guste jugar a la ambigüedad, Tangana y su equipo comunican con claridad los atributos centrales de la marca: haga lo que haga, Tangana es un visionario. Y un currante. En una escena muy reveladora, Santos Bacana, uno de los directores del documental, le pregunta al cantante “cómo se siente ser un genio”, a lo que este responde: “Soy un currela, tío”. Ya lo tenemos: Tangana es un híbrido entre el gran artista del Romanticismo y el emprendedor de Silicon Valley.
El mensaje se envía desde el inicio del metraje, que se ocupa de la gestación de El madrileño. Aunque el disco fue un bombazo y permitió al rapero conquistar el mainstream, se nos hace saber que, en realidad, se concibió como un proyecto “experimental” y “de nicho”. Su posterior éxito comercial, pues, se lo debemos a un autor que “se olvidó de los números” y tuvo el coraje de reinventarse y romper esquemas. El hecho de que fuera un álbum estratégicamente intergeneracional, repleto de singles con un sinfín de estrellas invitadas y melodías pegadizas, y que además contase con el apoyo decidido de la mayor discográfica del mundo, eso ya tal.
El discurso personalista y meritocrático se intensifica cuando se entra en materia y se narran las vicisitudes del “Sin cantar ni afinar Tour”. Con una puesta en escena original, más de cien empleados y un importante despliegue técnico, dicha gira se nos presenta como una odisea capitaneada por un artista-empresario que se mantuvo fiel a sí mismo y asumió con entereza todas las adversidades, en especial las económicas. Ciertamente, Tangana se metió en un berenjenal que le hizo soportar una gran presión. Pero no es menos cierto que los problemas a los que se enfrentó, aunque implicaran más dinero del habitual, son los propios de cualquier gira de cierto nivel: desajustes presupuestarios que obligan a hacer recortes, discrepancias con el equipo, cancelaciones por mal tiempo, material retenido en el aeropuerto... A este respecto, resulta útil la comparación con la serie documental sobre Robbie Williams recién estrenada en Netflix, la cual, aunque también esté sesgada y adulterada, ilustra de forma más penetrante los inconvenientes de encabezar una gira cuando se goza de un nivel monstruoso de fama.
La parte más interesante del filme es la que saca a relucir la trastienda administrativa de la música en directo, ese mundo poco glamuroso donde artistas, mánagers, promotores y demás profesionales con intereses contrapuestos están condenados a entenderse
La parte más interesante de Esta ambición es la que saca a relucir la trastienda administrativa de la música en directo, ese mundo poco glamuroso donde artistas, mánagers, promotores y demás profesionales con intereses contrapuestos están condenados a entenderse. Sin embargo, esta pedagogía del trabajo colectivo tiene como resultado —oh, sorpresa— el encumbramiento de nuestro héroe. Tangana puede ser un jefe egoísta y caprichoso (la responsable de producción, en un momento de desesperación, le llama “puto niño pequeño”), pero por encima de todo es un líder que sabe rodearse de los mejores y, exprimiéndoles hasta el límite, sacar lo mejor de ellos. Spoiler Alert: tras la gira, que acaba siendo un éxito en todos los sentidos, el cantante rompe a llorar y pide perdón a sus colaboradores. Y hasta les regala un anillo a cada uno. Aunque se promocione como “una tragedia”, la peli es un cuento con final feliz.
Vayamos al grano. Vean Esta ambición si desean disfrutar de una historia visualmente atractiva, con un montaje ágil y que combina con acierto la épica y los momentos de costumbrismo y humor. Pero, sobre todo, véanla si les interesa empaparse del ethos tanganiano: ambición + innovación + esfuerzo + resiliencia + triunfo. La película es un must si desean saber cómo elaborar un artefacto audiovisual para mayor gloria de un artista y, al mismo tiempo, del individualismo neoliberal, la ideología que domina el star system y que, en el ámbito hispano, tiene en Tangana a su vocero más astuto y leal.
El documental es, a fin de cuentas, una película de ficción. No lo vean si aspiran a conocer al Antón Álvarez que descansa bajo la máscara de C. Tangana
A estas alturas, debe haber quedado claro por qué es una mala idea consumir este producto con la esperanza de acceder a la verdad personal del icono. El propio Tangana lo insinuó en el Festival de Cine de San Sebastián: “No hay distinción entre personaje y persona, todo es lo mismo al final”. Y cabría añadir: no hay tal distinción porque solo hay personaje. El documental es, a fin de cuentas, una película de ficción. No lo vean si aspiran a conocer al Antón Álvarez que descansa bajo la máscara de C. Tangana. Tal cosa sería tan absurda como pretender conocer la manzana real que se oculta tras el logo de Apple.
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Leído tras ver el documental en Movistar+. Interesante punto de vista, seguramente con parte de razón, pero con notables sesgos e incluso errores. Por ejemplo, la escena de las palabras de agradecimiento y el anillo no es al final de la gira, sino un mes después de salir el disco de El Madrileño, mucho antes de la gira. Esto desmonta el argumento de querer mostrar "un cuento con final feliz" y lo cierto es que es un detalle que resta credibilidad a todo el artículo, ya que lo hace parecer dominado por un sesgo de confirmación que parte de una hipótesis previa y luego selecciona (o altera) los hechos para que se ajusten a esa hipótesis. Por lo demás, interesante perspectiva y útil de conocer, para complementar al resto de críticas del documental.
Hans Laguna debe ser el típico músico fracasado que tiene que enlodar los proyectos de otros músicos para intentar si quiera acercarse a algo de notoriedad en un periódico que a nivel internacional no es nada, es más, buscando justamente el documental de tangana di con el artículo (curioso que Tangana te ponga en la palestra, no?) Que lo único que busca es desacreditar a un artista que -aunque no lo niegue a rabiar- si ha influido en la cultura hispana, acá en Latm por ejemplo Tangana acercó la música flamenca actual a un público juvenil, no cualquiera logra eso. Hans ¿Que has logrado tu en la música? Saludos!