Municipalismo
Municipalismo radical: el futuro que merecemos

Sólo una confederación global de ciudades rebeldes nos puede llevar hacia una nueva sociedad racional que cumpla la promesa de una sociedad más humanitaria.

Debbie Bookchin 1
Debbie Bookchin en Bilbao. Ivan Batty
Traducción: Adela Briansó Junquera
22 abr 2018 05:48

Soy hija de dos municipalistas veteranos. Mi madre, Beatrice Bookchin, se presentó a las elecciones del ayuntamiento de Burlington, en el estado de Vermont, hace treinta años, en 1987. Era miembro de una plataforma expresamente municipalista que pretendía construir una ciudad ecológica, una economía ética y, sobre todo, asambleas ciudadanas que cuestionaran el poder del estado nación. Mi padre es el teórico social y municipalista libertario Murray Bookchin.

Durante muchos años, la izquierda ha debatido sobre el modo de llevar a cabo nuestras ideas de igualdad, justicia económica y derechos humanos. En ese sentido, la carrera política de mi padre ilustra el razonamiento que quiero desarrollar: que el municipalismo no es solo una de las muchas maneras de hacer efectivo el cambio social, sino que es la única manera de transformar la sociedad con éxito. Tras una juventud comunista y con una educación esencialmente marxista, mi padre tuvo un dilema con los modos de pensar economicistas y reduccionistas que históricamente habían impregnado la izquierda marxista. Mi padre buscaba una idea de libertad más amplia, no sólo la liberación de una explotación económica, sino una libertad que se despojara de toda forma de opresión: de raza, clase, género, u origen étnico.

El municipalismo no es solo una de las muchas maneras de hacer efectivo el cambio social, sino que es la única manera de transformar la sociedad con éxito

Al mismo tiempo, a principios de los años ‘60, Murray era cada vez más consciente de que el capitalismo avanzaba hacia un choque con el mundo natural. Pensaba que no se pueden abordar los problemas medioambientales a salto de mata: tan pronto protegiendo bosques de secuoyas un día como oponiéndose a una planta nuclear al día siguiente, porque la estabilidad ecológica estaba siendo atacada por el capitalismo. Es decir, la razón del beneficio económico, la filosofía del ‘crece o muere’ del capitalismo, es absolutamente contraria a la estabilidad ecológica del planeta.

Así que empezó a elaborar el concepto que él denominaba “ecología social”, que parte de la premisa de que todos los problemas ecológicos son problemas sociales. Murray opinaba que, para reconducir nuestra devastadora relación con el mundo natural, debemos cambiar las relaciones sociales desde su núcleo. No sólo debemos acabar con la opresión de clase, sino que también debemos poner fin a la dominación y a las jerarquías en todos los niveles, ya sea la dominación de hombres sobre mujeres, de heteros sobre lesbianas, gais y personas transgénero, de personas blancas sobre personas de color, o de los mayores sobre los jóvenes.

Murray opinaba que, para reconducir nuestra devastadora relación con el mundo natural, debemos cambiar las relaciones sociales desde su núcleo

La pregunta para él era: ¿Cómo construimos una nueva sociedad igualitaria? ¿Qué tipo de organización social alternativa puede crear una sociedad en la que seres humanos verdaderamente liberados puedan prosperar y que, al mismo tiempo, cure nuestra ruptura con el mundo natural? Realmente la pregunta es: ¿qué tipo de organización política es la que puede cuestionar el poder del Estado? Y así, a finales de los años ‘60, Murray empezó a escribir sobre una forma de organización a la que denominó municipalismo libertario. Él creía que el municipalismo ofrecía una salida al punto muerto entre las tradiciones marxista y anarquista.

El municipalismo rechaza tomar el poder del Estado, que tras las experiencias del siglo XX todos sabemos que es una causa perdida, ya que el Estado -sea capitalista o socialista- y su burocracia sin rostro nunca son de veras responsables ante el pueblo. Al mismo tiempo, los activistas deben reconocer que no conseguiremos el cambio social simplemente llevando nuestras reclamaciones a las calles. Las acampadas y manifestaciones multitudinarias pueden desafiar la autoridad del Estado, pero no han logrado usurpársela. Aquellos que participan sólo en políticas de protesta o se organizan en los márgenes de la sociedad tienen que ser conscientes de que siempre habrá poder: este no se desvanece sin más. La pregunta es en manos de quién recae el poder: en la autoridad centralizada del Estado, o en el nivel local con el pueblo.

Las acampadas y manifestaciones multitudinarias pueden desafiar la autoridad del Estado, pero no han logrado usurpársela

Es cada vez más evidente que nunca lograremos el cambio social radical y tan desesperadamente necesario yendo simplemente a las urnas. El cambio social no se producirá por votar al candidato que nos promete un sueldo mínimo de 15 dólares la hora, educación gratuita y baja por motivos familiares u ofrece lugares comunes sobre la justicia social. Cuando nos limitamos a votar al menos malo, conformándonos con las migajas que nos deja la socialdemocracia, somos cómplices y apoyamos la misma estructura centralizada que ha sido diseñada para mantenernos subyugados para siempre.

Al mismo tiempo, aunque muchas veces ignorada por la izquierda, hay una rica historia de democracia directa, política radical y autogobierno ciudadano: desde la antigua Atenas a la Comuna de París, desde las colectividades anarquistas de la España de 1936 a Chiapas (México), desde Barcelona y otras ciudades y pueblos españoles en los últimos años hasta Rojava, en el norte de Siria, donde el pueblo kurdo ha implementado un proyecto de autogobierno profundamente democrático, sin precedentes en Medio Oriente.

El municipalismo es un retorno a la política en su definición original, un llamamiento moral basado en la racionalidad, la comunidad, la creatividad, la libre asociación y la libertad

Una política municipalista es mucho más que impulsar una agenda progresista en el ayuntamiento, por importante que esto pueda ser. El municipalismo -o comunalismo, como mi padre lo llamaba- es un retorno a la política en su definición original, como un llamamiento moral basado en la racionalidad, la comunidad, la creatividad, la libre asociación y la libertad. Es una visión profundamente articulada de una democracia descentralizada y asamblearia, en la que las personas actúan unidas para diseñar un futuro racional. En un momento en el que los derechos humanos, la democracia y el bien público son atacados por gobiernos estatales cada vez más nacionalistas, autoritarios y centralizados, el municipalismo nos permite reclamar la esfera pública para el ejercicio de la ciudadanía y la libertad auténticas.

El municipalismo exige que devolvamos el poder a los ciudadanos de a pie, que reinventemos lo que significa hacer política y lo que significa ser ciudadano. La política real es lo contrario a la política parlamentaria. Comienza en la base, en las asambleas locales. Es transparente, con candidatos 100% responsables ante sus organizaciones vecinales, candidatos que son delegados más que representantes entregados al tejemaneje. Celebra el poder de las asambleas locales de transformar, y de ser transformadas, por una ciudadanía cada vez más informada. Y es festivo: en el mismo acto de hacer política nos convertimos en nuevos seres humanos, construimos una alternativa a la modernidad capitalista.

La política real es lo contrario a la política parlamentaria. Comienza en la base, en las asambleas locales

El municipalismo pregunta: ¿Qué significa ser un ser humano? ¿Qué significa vivir en libertad? ¿Cómo organizamos la sociedad de manera que promueva el apoyo mutuo, el cuidado y la cooperación? Estas preguntas y las políticas que se derivan de ellas llevan consigo un imperativo ético: vivir en armonía con el mundo natural para evitar destruir la base ecológica de la vida misma, y al mismo tiempo maximizar la libertad y la igualdad humanas.

La buena noticia es que la política se hace cada vez más visible en movimientos horizontales alrededor del mundo. En las fábricas recuperadas de Argentina, en las guerras del agua de Bolivia, en los ayuntamientos vecinales que han surgido en Italia, donde el gobierno se mostró inútil ante las necesidades de los municipios gravemente afectados por las inundaciones, una y otra vez vemos gente organizándose a nivel local para tomar el poder, para de hecho construir un contrapoder que reta a la autoridad y el poder del estado nación. Estos movimientos están tomando la idea de democracia y expresándola en su máximo potencial, creando una política que es fiel a las necesidades humanas, que promueve el compartir y la cooperación, el apoyo mutuo y la solidaridad, y que reconoce que las mujeres deben tomar posiciones de liderazgo.

El siguiente paso es confederarnos, trabajar más allá de las fronteras estatales y nacionales en el desarrollo de programas que aborden cuestiones regionales e incluso internacionales

Lograr esto significa llevar nuestra política a todos los rincones de nuestros barrios, haciendo lo que los conservadores de todo el mundo han hecho con tanto éxito en las últimas décadas: presentar candidatos a nivel municipal. También significa crear un programa mínimo -como acabar con los desahucios, poner fin al aumento de los alquileres y la desestabilización de nuestros barrios a causa de la gentrificación- pero también desarrollar un programa máximo en el que reconsideremos lo que la sociedad podría ser si pudiéramos construir una economía solidaria, aprovechar las nuevas tecnologías y expandir el potencial de cada ser humano para vivir en libertad y ejercer sus derechos civiles como miembro de comunidades prósperas y verdaderamente democráticas.

El siguiente paso es confederarnos, trabajar más allá de las fronteras estatales y nacionales en el desarrollo de programas que aborden cuestiones regionales e incluso internacionales. Esta es una respuesta importante a aquellos que dicen que no seremos capaces de resolver grandes problemas transnacionales actuando de manera local. De hecho, es precisamente a nivel local donde estos problemas se están resolviendo día tras día. Incluso grandes desafíos como el cambio climático se pueden gestionar a través de confederaciones de comunidades que envíen delegados a tratar asuntos regionales y globales. Necesitamos crear instituciones políticas permanentes a nivel local, no simplemente mediante líderes políticos que articulen una agenda de justicia social, sino mediante instituciones que sean directamente democráticas, igualitarias, transparentes, totalmente responsables, anticapitalistas, con conciencia ecológica y que den voz a las aspiraciones de las personas. Requerirá tiempo y educación la formación de asambleas municipales como un poder que contrarreste el poder del estado nación, pero es nuestra única esperanza de convertirnos en los nuevos seres humanos necesarios para crear una nueva sociedad.

Incluso grandes desafíos como el cambio climático se pueden gestionar a través de confederaciones de comunidades que envíen delegados a tratar asuntos regionales y globales

Este es nuestro momento. Alrededor del mundo las personas no quieren sólo sobrevivir, sino vivir. Si queremos transitar desde la espiral mortal que décadas de neoliberalismo nos han impuesto hasta una nueva sociedad racional que cumpla la promesa de una sociedad más humanitaria, debemos crear una red global de ciudades y pueblos audaces. No merecemos menos.

ROAR MAGAZINE
fuente original: ROAR MAGAZINE 
Traducción: ADELA BRIANSÓ JUNQUERA
Debbie Bookchin escritora, periodista laureada y coeditora de The Next Revolution: Popular Assemblies and the Promise of Direct Democracy (Verso, 2014), una colección de ensayos de Murray Bookchin.

 


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24/4/2018 9:30

TACTICA PERA LA ESTRUCTURACION DEL PODER OBRERO. LA OKUPACION

¿QUÉ ES LA OKUPACIÓN?

Es un medio para conseguir la expropiación o sabotaje de la propiedad privada. Ésta, de facto, es una actividad que supera la legalidad burguesa. De hecho, esta práctica supera los límites del sistema jurídico, por lo que puede acarrear represión.

Teniendo en cuenta que el principal pilar de este sistema político es la relación de explotación basada en la extracción de la plusvalía, su existencia crea y reproduce constantemente propiedad privada y clases sociales, y junto con esto, se da la lucha de clases entre los trabajadores desposeídos y los burgueses/propietarios (que poseen).

Dicho esto, tenemos que entender a quién beneficia la propiedad privada: a la mujer de clase trabajadora que se compra un coche viejo y paga una hipoteca con el salario que gana vendiendo su fuerza de trabajo, o a la familia burguesa que se pasa en herencia generación tras generación la propiedad de los medios de producción, y saca dinero de la explotación de los trabajadores. Como dice el manifiesto comunista:

“Os aterráis de que queremos abolir la propiedad privada, ¡como ya en el seno de vuestra sociedad actual, la propiedad privada no estuviese abolida para nueve décimas partes de la población, como si no existiese precisamente a costa de no para esas nueve décimas partes! Que es pues en rigor lo que nos reprocháis? Querer destruir un régimen de propiedad que tiene por necesaria condición el despojo de la inmensa mayoría de la sociedad. Nos reprocháis, para decirlo una vez querer abolir vuestra propiedad. Pues si, a eso es a lo que aspiramos. (…) El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales, lo único que no admite es el poder de usurpar por medio de esta apropiación el trabajo ajeno.” (Marx eta Engels, 1847)

Está claro a quién le conviene la existencia de la propiedad privada: a la parte de la población que es propietaria de todo, al 10% de la población, es decir, a los burgueses. De la misma manera lo único que nos conviene a los miembros de la clase trabajadora es la abolición de la propiedad privada (el origen del dominio que la burguesía tiene sobre nosotros) y construir una sociedad basada en la propiedad colectiva, para lo cual utilizaremos la ocupación como medio.

Muchas veces, aunque asociemos la ocupación con la vivienda, y a pesar de que en este documento se le haga énfasis a dicha unión, no podemos olvidar que la ocupación es un medio que va más allá de la vivienda: ocupación de tierras, ocupación de medios de producción…

¿POR QUÉ OCUPAR?

Últimamente se ha está hablando de que en EH el movimiento okupa está yendo por este camino, debido a que se están ocupando muchas viviendas últimamente, y esto nos puede llevar a pensar que “el medio se convierta en objetivo”. Como hemos mencionado antes, tenemos que entender la ocupación como medio y no como objetivo.

El capital utiliza la vivienda: para especular, para extraer la plusvalía, para que los trabajadores puedan descansar para ir al día siguiente a trabajar, y para valorizar el valor. Dicho de manera más breve, para sacar beneficio económico. De la misma manera, la vivienda es la mercancía adecuada para que la clase trabajadora pueda estar subordinada al sistema, siendo una mercancía de consumo necesario, que obliga al trabajador a hipotecarse de por vida. A consecuencia de esto, al trabajador no le queda otra que perderse en las normas del sistema. Para la clase trabajadora, en cambio, la única función que cumple la vivienda es ser el espacio tranquilo donde poder reproducirnos.

Antes de ponerse a okupar, el movimiento okupa tiene que tener claro lo siguiente: la necesidad de una estrategia para que el medio no se convierta en objetivo y sea una actividad consciente. Como he mencionado antes, la ocupación es un medio para lograr la expropiación o sabotaje contra la propiedad de los medios de producción, donde dicho medio debe ser utilizado por los desposeídos para abolir la propiedad privada y construir/crear la propiedad colectiva. Por eso, el movimiento okupa tiene que ir dentro del movimiento revolucionario. Tiene que ser, de hecho, un movimiento que luche para cambiar la totalidad. Por eso, es imprescindible que la ocupación como táctica sectorial vaya coordinada y en la misma dirección de las demás luchas y, por lo tanto, la táctica de la ocupación tiene que estar subordinada a la estrategia de clase.

Para que se dé una revolución político-social, esto es, para cambiar la forma económica del metabolismo social de Euskal Herria, hay condiciones esenciales, como: propagar la conciencia de clase en una amplia capa de la clase trabajadora. Hoy día, esta condición aún se encuentra lejos, o mejor dicho, como no tenemos esta condición, la función que nos corresponde a día de hoy a los revolucionarios será la de desarrollar la conciencia de clase que necesitamos, para transformar la clase trabajadora en clase política y poder llevar a cabo la mencionada revolución político-social.

Por eso mismo, cuando se dice que las luchas sectoriales tienen que ir en la misma dirección, se hace referencia a esto, a que al principio uno de los trabajos de los diferentes frentes será el la articulación y el despertar de la conciencia de clase: cada cual desde su lucha sectorial (idioma, luchas de género) o llevado a nuestro caso desde las tácticas sectoriales (abolición de la propiedad privada y articulación de la propiedad colectiva)

Para que todxs entendamos lo mismo cuando hablamos de conciencia de clase, la definimos como: el hecho de que la clase trabajadora se adueñe de su interés histórico, es decir, que se adueñe de la necesidad una sociedad sin clases y se constituya en clase política que luchará contra eso.

Teniendo esto claro, no podremos llegar a la creación de la conciencia solamente a través de unas cuantas charlas teóricas o de la lectura política que saquemos tras ocupar, aunque estas cumplan esta función. Para hacer llegar la conciencia de clase a una capa mayor de la población, el trabajo que nos corresponde a los revolucionarios consistirá en difundir nuevas prácticas que posibiliten la generación de dicha conciencia. De hecho, el comunismo tenemos que construirlo desde hoy, con la principal función de generar conciencia, para que, en última instancia, el trabajador que está subordinado al sistema pueda realmente ver cuales son las relaciones sociales que satisfacen sus necesidades e intereses, o dicho de otro modo, poder comprender/visualizar sus intereses históricos (relaciones comunistas) y adherirse a ellos.

Esto se consigue llevándolo a la práctica en los espacios que okupamos, y poniendo en marcha las formas de propiedad colectiva que nos piden/exigen las nuevas relaciones sociales. Aun así, para que estos proyectos den sus frutos, o para crear conciencia a través de estas prácticas, se pueden identificar 5 puntos a tener en cuenta:

La conciencia se consigue cuando la okupación se convierte en una práctica para la solidaridad de clase y no se practica de manera aislada (sin proyección exterior) e individualista.

Cuando se hace una lectura crítica de clase acerca de la ocupación como práctica real.

Cuando la okupación se utiliza para generar propiedad colectiva, no limitándose a su uso privado.

Se enciende la “chispa revolucionaria” hacia el comunismo: Cuando utilizamos la okupación en sí misma como actividad organizada, las obras (fontanería, electricidad…), la autodefensa jurídica, la autodefensa como capacidad organizativa de mecanismos reales, para el bien del movimiento obrero. La totalidad de habilidades mencionadas, reforzando el carácter colectivo, demuestran a través de la división del trabajo la fuerza del poder obrero incluso en los niveles más sencillos.

Cuando consigamos ponerlo en marcha junto con sectores de perfiles diferentes de la clase trabajadora, en especial cuando lleguemos a los que tienen una necesidad inmediata: inmigrantes, mujeres que han sido maltratadas, jóvenes precarizados, deshauciados, pensionistas, trabajadores en paro, gente sin casa (vagabundos)…

Se nos hace imprescindible, a partir de las okupaciones locales, espontáneas y parciales, llevar a cabo un modelo organizado de okupación sistemática basado en la división del trabajo, que englobe organizaciones de trabajadores tanto a nivel regional como nacional, para alimentar la organización del poder obrero y poder afrontar los ataques represivos del capital.

Como se ha mencionado antes, la proyección exterior y la puesta en marcha con sectores de perfiles diferentes de la clase trabajadora nos parece imprescindible. Por ejemplo, en el bosque de Irati, una vez okupadas las tierras y las fincas, Imaginad que creamos una comuna socialista de 50 compañeras, experimentando relaciones comunistas y creando nuevas relaciones de producción. Si este proyecto revolucionario no tiene ninguna proyección exterior (una propuesta comunicativa para que el resto de la clase trabajadora pueda ver las relaciones que se dan en el proyecto), la comuna no aprovechará el potencial que puede llegar a tener de cara al proceso revolucionario, pues la mayor aportación que puede hacer a este proceso es la experimentación de relaciones comunistas y la posibilidad de exportación/enseñanza que de ellas sacarán los participantes. Esta última función se nos hace imprescindible en el proceso revolucionario, pero no podemos olvidar que, para poder aplicar algún día las enseñanzas sacadas de esta experiencia en una sociedad comunista, antes tenemos que hacer la revolución, y para eso, como se ha comentado antes, junto con la experimentación de las relaciones comunistas, es necesaria la propagación de una conciencia revolucionaria que permita que la clase trabajadora pase a convertirse en una clase política potente. Por eso, es importante que uno de los pilares principales de estas experiencias sea la proyección exterior, para ayudarnos a crear conciencia a través de la práctica. Por otra parte, en esta etapa en la que estamos acostumbrados a dirigirnos a un perfil homogéneo de la clase trabajadora, tenemos que tener el compromiso militante de darle la vuelta a esta tendencia (habiendo estado siempre en la misma comunidad de lucha), siendo evidente la necesidad de salir poco a poco del sujeto de joven “jurru”* y la conexión y articulación con los demás sectores de la clase trabajadora. Después de todo, las condiciones para que eso se de las tenemos presentes hoy en día, y dependiendo de la coyuntura muchas veces las condiciones mejorarán, sobre todo en las épocas de crisis.

*Jurru se denomina en Euskal Herria al que pertenece a la Izquierda Abertzale (por lo general es un mote despectivo de gente de fuera del movimiento)

De esa manera, si bien nuestros espacios okupados nos permiten experimentar con las relaciones sociales comunistas, tenemos que poner mucha atención en no reproducir las categorías de las relaciones sociales de hoy en día (dentro de nuestras capacidades), para lo cual primero tendremos que conocer en qué se fundamenta la relación de capital/capitalista, para no reproducirlo en la medida de lo posible. Por último, tenemos que ser conscientes de que todavía no tenemos las condiciones para satisfacer todas nuestras necesidades fuera de la forma-valor, aunque ese sea el objetivo. La tendencia tiene que ser esta, la propuesta táctica para la estructuración del poder obrero: ir creando pequeñas comunas socialistas coordinadas a nivel nacional, quitarle espacios al capital, aprender de las experiencias y, de esta manera, se estará yendo en la dirección para la creación de la conciencia.

Lo que antes era movimiento okupa, con la aplicación de esta táctica ha pasado a convertirse en dirección de la línea estratégica de la vanguardia de la clase trabajadora organizada.

Aun así, dependiendo de la coyuntura, dentro de la estrategia de clase los espacios okupados también pueden cumplir otras funciones. Dicho brevemente, pueden cumplir también la función del cuidado colectivo y descanso de los revolucionarios, o tras okupar y dejar de perder el tiempo que supone ganar dinero para alquilar una casa (por medio del trabajo asalariado), centrarse en la militancia (teniendo estas formas que fundamentarse siempre en la solidaridad, en la forma de propiedad colectiva, y no cada uno preocupado solo de su casa okupada). Al movimiento obrero organizado, le conviene poco a poco tener la tendencia de ir creando espacios colectivos fuera de la forma-valor.

EJEMPLO DE LA ARTICULACIÓN DE UN FRENTE OKUPA PARA EL MOVIMIENTO TRABAJADOR ORGANIZADO

-Los que se encargan de la lucha ideológica: a pesar de que todos los grupos tengan este trabajo, es interesante que un pequeño grupo de la casa profundice en el funcionamiento de la vivienda (la especulación, su función dentro del sistema capitalista, la gentrificación…), para poder expresar posteriormente de la manera más simple posible y mediante ejemplos la legitimación de la abolición de la propiedad privada y de la okupación, y tener la posibilidad de llegar a más capas de la población.

- Grupo técnico: las personas que saben abrir cerraduras, electricistas, fontaneros, albañiles, informáticos, conocimiento jurídico, etc…

- Oficina de okupación: Sería el espacio para tener contacto con la gente que está interesada en la okupación. Habrá que darle un empujón a la propaganda de la existencia de esta oficina, sobre todo, en los barrios marginales y de trabajadores, en las empresas, en los comedores sociales de las diputaciones y sitios del estilo, poniendo carteles como “problemas con la vivienda? Acércate-llama a la oficina de okupación, tel:666666666” o buscando otros mil métodos para comunicarlo. De hecho, es imprescindible conectar con aquellxs que tengan necesidad inmediata de espacio para dormir, para que se acerquen a nosotros y poder proponerles el proyecto. El proyecto o la propuesta puede ser de muchas maneras, aunque más adelante se explicará una propuesta concreta de la propiedad colectiva. Otro punto importante será la relación que tendremos con la gente que esté interesada, ya que la oficina tampoco puede ser una ONG, y creo que hay que pedir a la gente que quiere solucionar sus problemas el compromiso de pasar a formar parte del movimiento una vez solucionados sus problemas, ayudando en la medida y forma que puedan. Desde el principio hasta el final hay que pedirles su compromiso y su colaboración en las condiciones que presenta el proyecto.

- Grupo de autodefensa: será el grupo que se encargará de tejer las relaciones con el movimiento popular, para protegerse ante un desalojo o cualquier necesidad, y se centrará en pensar en los mecanismos de autodefensa.

PROPUESTA PRÁCTICA DE LA PROPIEDAD COLECTIVA: Colectivo de vivienda-parque ocupado.

Esta propuesta se propone conjuntamente con el planteamiento anterior. Aun así, el modelo de planteamiento anterior no tiene por qué ir solamente acompañando esta propuesta práctica.

La capacidad que tenemos en nuestros barrios/pueblos/regiones (dependiendo de nuestra manera de organizarnos) de usar el “colectivo de vivienda-parque ocupada”, solo la tienen los miembros del movimiento. Cada miembro, si puede, tendrá un uso del espacio de manera que pueda satisfacer sus necesidades, aunque el espacio no sea suyo. Si en un cuarto de la vivienda hay tres personas del movimiento (por que en el colectivo de parque-vivienda ocupada no hay más espacio), el problema no es de esos tres, sino del colectivo, por eso mismo la responsabilidad de okupar una nueva casa será del colectivo, determinando los plazos para el uso de los objetos colectivos (Mireia necesitará el coche el lunes) en las asambleas.
Al mismo tiempo, todos los objetos (butano, cajas de herramientas, placas solares, coches, mesas…) serán del movimiento obrero organizado (en los marcos organizados: barrios/pueblos/regiones).

Aun así, esta propuesta le corresponde al movimiento obrero refinarla y materializarla, ya que de momento se trata de un pequeño esbozo para saber de qué se está hablando cuando se habla de propiedad colectiva.

VIDEOS Y FANZINES INTERESANTES PARA LA OKUPACIÓN:

– Youtube: Delito de ocupación: https://www.youtube.com/watch?v=ToYRrKpJXHE

– Youtube: Como fuerzan las cerraduras los ladrones y como evtarlo: https://www.youtube.com/watch?v=2o6zNquXIaI

– Youtube: Cerradura tesa abierta con extractor: https://www.youtube.com/watch?v=XlA158Li3w0&t=17s

– Texto interesante para entender el funcionamiento de la vivienda: “Auge y crisis de la vivienda en españa” seminario economia critica taifa: http://www.sindicatoferroviario.com/DOCUMENTACION/Taifa/5-Auge_y_crisis_de_la_vivienda_en_Espana_noviembre_2008.pdf

– Para buscar las viviendas vacías de algunos bancos: La sareb es nuestra: http://afectadosporlahipoteca.com/2015/10/21/la-sareb-es-nuestra/

- La organización del espacio en el sistema capitalista, gentrificación: Los textos de David Harvey. Por ejemplo, la conquista del espacio: https://www.traficantes.net/noticias-editorial/david-harvey-la-conquista-del-espacio

– La guía de la oficina de okupación de Madrid: http://www.okupatutambien.net/

Texto completo en: https://www.lahaine.org/tactica-para-la-estructuracion-del

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#14704
23/4/2018 18:33

Igual aquí encuentra algunas de tus respuestas, en esta entrevista que nos dió en Bilbao https://www.elsaltodiario.com/municipalismo/libertario-ecologia-desigualdad-trump-politica-socialdemocracia

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#14657
23/4/2018 11:07

Sin duda la auto organización comunitaria a nivel local ha de ser un eje fundamental para la construcción de nuevas formas de vivir. Pero la autora no deja nada claro qué habría que hacer con los estados. Destruirlos, empequeñecerlos, hacer como si n existieran? Pr ejemplo, si en Catalunya florecieran CDR representativos en todo el territorio, y municipios asamblea ríos, qué impediría al estado español cargase el proceso utilizando su inmenso poder de coacción? Habría que pedirle a la autora una segunda parte.

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