El cierre de una asociación cultural profundiza la crisis de la libertad de expresión en Marruecos

El reino de Marruecos ha disuelto la organización Racines por su vinculación con el programa “Un diner, 2 cons”, que era un soplo de aire fresco y una excepción en el panorama mediático marroquí, cada vez más cerrado a la libertad de expresión. La sentencia de disolución ha dado lugar a una campaña de solidaridad internacional con reacciones de Anmistia Internacional o Human rights watch entre otros.

Aadel Essaadani y Dounia Benslimane,
Eva Máñez Aadel Essaadani, coordinador de Racines, y Dounia Benslimane, cofundadora y jefa de Redes y Desarrollo de la organización.

La asociación cultural marroquí Racines fue disuelta tras la emisión de un programa en Youtube (“Un diner, 2 cons”) que abordaba los principales tabúes de la sociedad marroquí: política, religión y sexo. La decisión de disolución fue pronunciada por el tribunal civil de primera instancia de Casablanca el pasado 26 de diciembre.

En un comunicado de prensa Racines denuncia una decisión judicial que dicen es “preocupante en varios aspectos” ya que según ellos “los elementos del expediente muestran la intención del Ministerio del Interior de poner fin a nuestras actividades, utilizando varios pretextos, en particular razones muy alejadas de las que figuran en nuestros estatutos”. Acaban el comunicado expresando que “esta disolución actúa como una espada de Damocles sobre la libertad de asociación en Marruecos, poniendo de relieve las contradicciones entre el aparente discurso democratizador y la realidad sobre el terreno”.

Los comentarios del periodista Omar Radi son los que enfurecieron a las autoridades: “Detrás de la llamada Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano, el Ministerio del Interior orquestó, en mi opinión, la mayor operación de corrupción a nivel estatal”

Racines es una asociación marroquí creada en 2010 que participa activamente en la cooperación cultural a nivel internacional. Su misión es promover la libertad de expresión, la emancipación ciudadana y la evaluación de las políticas públicas. El trabajo de la organización ha sido reconocido por numerosas instituciones (Unesco, la Unión Africana, la Unión Europea) y presta su apoyo a diversas ONG en la preparación de políticas culturales útiles para el desarrollo en países africanos y árabes (Ruanda, Líbano, Egipto, Túnez, Mauritania, Gabón y Mali). El lema de actuación de Racines es “la cultura es la solución” y así desarrolla numerosos proyectos orientados a integrar cultura, desarrollo y democracia.

El programa

El programa “Un diner, 2 cons”, es un webcast creado por Amine Belghazi y Youssef El Mouedden. El programa era seguido por cerca de 28.000 suscriptores en YouTube. En él diversos oradores son invitados a cenar y debatir sobre la actualidad. En el capítulo en cuestión, “L'épopée des nihilistes” (que ya cuenta con más de 475.000 visitas en redes) varios oradores, entre ellos el periodista Omar Radi, el músico Bambi, Ahmed Benchemsi, portavoz de Human Rights Watch, y el coordinador de Racines, Aadel Essaadani, analizaron las penas de 20 años de prisión de varias figuras de Hirak (insurreción en el Riff) y el discurso del Rey. Los comentarios del periodista Omar Radi son los que enfurecieron particularmente a las autoridades. “Detrás de la llamada Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano, el Ministerio del Interior orquestó, en mi opinión, la mayor operación de corrupción a nivel estatal”, dijo Radi durante este el episodio.
Racines -dentro
Captura del equipo que hace posible Racines.

En la sentencia, el Tribunal de Primera Instancia de Casablanca justificó la disolución por la presencia en la emisión de “diálogos que socavan gravemente las instituciones del Estado y la religión islámica e insultan a órganos y funcionarios administrativos”. En particular, el sistema de justicia señala el hecho de que los funcionarios administrativos fueron supuestamente, durante el episodio, “acusados de actos de corrupción en el contexto de sus misiones para la iniciativa nacional de desarrollo humano”. Otro factor, según los tribunales, es el hecho de que “se han expresado varias opiniones políticas, que son engañosas en relación con los objetivos para los que se creó la asociación”. El tribunal también justifica esta disolución por la presencia, durante el rodaje de “bebidas alcohólicas” y por el hecho de que episodios anteriores del programa incluían, según la sentencia, “palabras indecentes”.

Escarmiento público sin base legal justificada

Amine Belghazi, una de las dos creadoras del programa, declaraba al periódico Le Monde: “Un diner, 2 cons” es una iniciativa sin personalidad jurídica y por tanto difícil de atacar. El Majzen [el llamado “gobierno en la sombra marroquí] ha optado por atacar algo más palpable: Racines, una asociación que tiene una existencia legal”.

Dounia Benslimane, cofundadora y Jefa de Redes y Desarrollo de Racines, confirma esto en el medio digital En Toutes Lettres: “Racines no es el organizador de este programa. Esta debería ser una razón suficiente para no seguir adelante o pronunciar esta sentencia. Es aún menos responsable del concepto o de los comentarios de los participantes. Puso sus instalaciones a disposición para la filmación como parte de su compromiso de apoyar todas las iniciativas ciudadanas que promuevan la libertad de expresión. La participación de uno de sus directores en el programa tampoco confiere el estatus de organizador”.

“El Ministerio del Interior desea poner fin a nuestras actividades, alegando que no se ajustan a los estatutos de la asociación. Esto es un sinsentido, ya que Racines siempre ha actuado a favor de acoger y apoyar las iniciativas que forman parte de la defensa de los principios de los derechos humanos y de todas las libertades fundamentales, garantizadas tanto por la Constitución como por los tratados internacionales ratificados por Marruecos”.

Una involución democrática

La sociedad civil vive en Marruecos vive en la actualidad un momento crucial para su desarrollo. Según declaraciones de Dounia Benslimane para El Salto: “La Constitución marroquí de julio de 2011 reconoce el papel de la sociedad civil en sus diferentes artículos y garantiza que las ONG puedan ejercer libremente sus actividades (artículo 12). En el mismo artículo se dice que las asociaciones “contribuyen a la elaboración, aplicación y evaluación de las decisiones y proyectos de las instituciones electas y de las autoridades públicas”.
“Mientras que el final de los 90 y una parte de los 2000 fueron considerados como un período de apertura, la situación en Marruecos desde 2011 ha sido muy desafiante para las organizaciones de la sociedad civil y los activistas individuales”, dice Benslimane

Además, insiste Benslimane, “los discursos oficiales hacen hincapié en la necesidad crucial de una sociedad civil fuerte para promover la democracia participativa y el desarrollo, tanto a nivel central como local (artículo 139). Por un lado, la mayoría de las asociaciones son pequeñas y se enfrentan a muchos retos y debilidades, en términos de gobernanza, profesionalidad, financiación, etc., como demuestran numerosos informes recientes. Por otra parte, su acción podría verse limitada por la intervención del Estado si cruzan las llamadas líneas rojas (religión, monarquía e integridad territorial) y/o se vuelven demasiado críticos con el sistema y la política”.

En este sentido, se han producido diversos casos similares a los de Racines desde 2011. Según confirma Dounia Benslimane: “Mientras que el final de los años 90 y una parte de los años 2000 fueron considerados como un período de apertura, de una prensa relativamente libre y de una época creativa y dinámica para las artes, la situación en Marruecos desde 2011 ha sido muy desafiante para las organizaciones de la sociedad civil y los activistas individuales.

Casos de censura, procesos judiciales y encarcelamiento, reseña Benslimane, entre los que se ha destacado el de Mouad Belghouat, que fue condenado repetidas veces a prisión por su activismo con el Movimiento 20 de febrero. El informe de Human Rights Watch 2019 señalaba cómo a asociaciones como la AMDH (Asociación Marroquí de Derechos Humanos) se les ha prohibido frecuentemente organizar conferencias por parte de las autoridades sin que mediara ninguna justificación escrita.

La cofundadora y Jefa de Redes y Desarrollo de Racines recuerda asimismo el caso de Hicham Mansouri, periodista y activista de derechos humanos, miembro de la Asociación Marroquí de Periodismo de Investigación, quien fue condenado a 10 meses de prisión por “adulterio” después de que la asociación organizara cursos de formación para jóvenes. Él y otros activistas se enfrentaron a un juicio a largo plazo por “amenazar la seguridad interna del Estado” y “recibir financiación de partidos extranjeros”.

Pese a que el posible cierre de Racines puede significar el fin de muchas actividades culturales y la pérdida de puestos de trabajo, Benslimane considera necesario asumir ese riesgo: “En Racines, siempre hemos sido conscientes de un riesgo que está vinculado a la naturaleza de nuestras actividades y de nuestro enfoque: cómo utilizar la acción cultural para contribuir a un cambio social positivo en Marruecos y para acelerar el proceso de democratización. Lo que hacemos es presionar a los responsables de la toma de decisiones para que implementen políticas públicas en esta dirección, a la vez que rinden cuentas a los ciudadanos” dice.

“Nuestro lema La cultura es la solución significa que creemos que la cultura es una de las mejores alternativas para lograr el desarrollo humano, social y económico. Si la sentencia se confirma después de la apelación, será el final de muchos proyectos de gran impacto relacionados con la ciudadanía, la libertad de expresión, la rendición de cuentas, la educación cívica y artística, la política cultural, etc. También significará que siete personas perderán sus empleos, muchos becarios y voluntarios no tendrán una organización profesional en la que formarse y muchos otros socios externos y proveedores de servicios verán reducida su actividad”, se lamenta Bensalimane.

Racines sigue adelante con una campaña de apoyo global

La sentencia ha dado lugar a una campaña de solidaridad internacional con reacciones de Anmistia Internacional o Human rights watch entre otros. Dounia Benslimane confirmaba a este medio que se encuentran “muy conmovidos por esta campaña internacional. Es muy importante demostrar que Racines no está solo. Somos una ONG muy conectada y participamos en redes en todo el mundo: en África, Europa y la región de Oriente Medio. Somos miembros observadores de la Unesco desde hace muchos años y socios de la Federación Internacional de la Coalición para la Diversidad Cultural, con sede en Montreal, Canadá. También participamos en proyectos transnacionales como ‘Trans-making’, liderado por Relais Culture Europe y que incluye a organizaciones de todo el mundo”.

Con respecto a las reacciones en el interior del país nos cuenta que “En Marruecos la decisión de disolución ha sorprendido a mucha gente, tanto en el sector cultural como más allá. Se percibe como injusto y como una amenaza para toda la sociedad civil marroquí. Se está creando un comité de apoyo y una petición. También se está llevando a cabo una campaña a través de las redes sociales”.

El estado actual del proceso de apelación se encuentra retrasado debido a que, según confirma Benslimane: “En este momento, mientras que la sentencia ha sido pronunciada el 26 de diciembre de 2018, aún no hemos sido notificados ‘oficialmente’. Una vez hecho esto, tendremos un mes para presentar la apelación. También tenemos derecho a presentar la apelación sin ser notificados, lo que probablemente haremos dentro de una semana. No queremos tener este juicio ‘suspendido’ por encima de nuestras cabezas, evitando que desarrollemos nuestros proyectos. Es un procedimiento civil y no hay ninguna indicación precisa de cuánto tiempo pasará antes de que se tome la decisión final. Paralelamente, mantenemos nuestras actividades ya planificadas. Si esto ocurre y el juicio de apelación confirma la disolución, pasaremos por todos los procedimientos legales posibles para revocar esta sentencia, con el fin de continuar abogando por la libertad de expresión, la ciudadanía, la emancipación y la diversidad cultural en Marruecos y África. Crucemos los dedos...”, finaliza esta activista.

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