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Venezuela
Venezuela y España: entre el presidente ficticio y la vicepresidenta real
El falso presidente Juan Guaidó recibe el apoyo de los países gobernados por la derecha y la ultraderecha, sus modelos de regímenes “democráticos” son Colombia, Chile y Ecuador, los países que hoy reprimen con el ejército en las calles a los sectores populares que luchan contra el neoliberalismo.
El actual Gobierno socialista de Pedro Sánchez, en coalición con Unidas Podemos, parece haber modificado su percepción sobre lo que ocurre realmente en Venezuela con respecto a la política seguida por el mismo Pedro Sánchez durante el año anterior. La llegada a Madrid del autoproclamado presidente de Venezuela Juan Guaidó coincidió con la escala en el aeropuerto madrileño de la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, de viaje con destino a Turquía. Ninguna de estas dos figuras antagónicas en el tablero político venezolano fue recibida por el presidente español, en un ejercicio de reequilibrar su posición anterior.
Guaidó, reconocido como presidente por España y la UE, debió contentarse esta vez con un encuentro en la Casa América con la ministra de Exteriores, Arancha González Laya. El autoproclamado presidente tuvo en cambio una acogida muy ruidosa en la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, gobernados por la derecha (PP y Cs). Madrid le entregó la Llave de Oro de la ciudad, una distinción del Ayuntamiento a jefes de Estado que la visitan. Además fue el primero en recibir la Medalla Internacional de la Comunidad de Madrid, creada en 2017 para honrar a dignatarios extranjeros que visitan la comunidad autónoma.
Juan Guaidó llegó a España procedente de Suiza, después de haber participado en el Foro Económico Mundial de Davos, al que se dirigió para pedir más sanciones económicas y políticas contra su país: “Hoy, y por eso estamos aquí, solos no podemos. Nos enfrentamos a un conglomerado internacional criminal y necesitamos de su ayuda”, fantaseó en su discurso, pretendiendo que las élites del capitalismo mundial contribuyeran para que Venezuela pudiera lograr una “segunda independencia”.
La ministra de Exteriores había declarado a EFE poco antes que vería al presidente de la Asamblea de Venezuela “en nombre de un Gobierno que reconoce a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela”
En la cumbre de Davos no coincidió con Pedro Sánchez por unas pocas horas. Una vez en España, mientras el presidente se quedaba fuera de la foto y desparramaba a su gabinete de ministros para contentar a todas las partes, Guaidó aprovecharía el encuentro con la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, para lucir una estupenda sonrisa de galán mediático ante las cámaras. La ministra había declarado a EFE poco antes que vería al presidente de la Asamblea de Venezuela “en nombre de un Gobierno que reconoce a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela”.
El mismo día, la vicepresidenta real de Venezuela no fue recibida oficialmente por ninguna autoridad española. Esta alta autoridad de un país amigo tiene prohibida la entrada en la UE por indicación de Washington, y por tanto no puede pisar territorio español. A causa de esta situación absurda se desencadenó un sainete político en Madrid y Barajas. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, recurrió al ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, pidiéndole que acudiera al aeropuerto para convencer a la vicepresidenta de Venezuela de que permaneciera en el avión, a pesar de que la tripulación bajase a descansar. La embajada venezolana había comunicado a Exteriores que en ese avión, además del ministro de Turismo de Venezuela, viajaba la vicepresidenta del país, por lo cual el ministro del Interior intervino sugiriendo a su colega: “Ya que vas, procura que no baje del avión”.
La prensa española, que está alineada mayoritariamente con la posición oficial de reconocimiento a Guaidó, ya sea desde la derecha, ya sea desde su réplica seudoizquierdista encabezada por Felipe González
Poco después, la policía informó a la prensa de un breve encuentro del ministro Ábalos con la vicepresidenta de Venezuela en el aeropuerto. Los dirigentes de la derecha española convirtieron ese encuentro “disuasorio” en una violación flagrante de las disposiciones europeas respecto al gobierno de Venezuela. Desde sus filas se intenta crear una imagen de debilidad del gobierno que acaba de asumir, se dice que Pedro Sánchez estaría cediendo ante la presión chavista, empujado por Podemos. La prensa española, que está alineada mayoritariamente con la posición oficial de reconocimiento a Guaidó, ya sea desde la derecha, ya sea desde su réplica seudoizquierdista encabezada por Felipe González, acaba reforzando estas posiciones como si fueran cosas de sentido común. Tal es el caso del diario El País, que en su editorial del 26/01/2020 muestra las contradicciones del gobierno y lo llama a retomar su política anterior: “España obtuvo la confianza de la Unión Europea para liderar una posición común (…) seguida por los socios: reconocer a Guaidó frente a Maduro. Por esta razón, resulta inexplicable que (…) el Gobierno español vaya ahora contra sus propias decisiones y rebaje la interlocución que le correspondería a Guaidó”.
El portavoz de la Casa Blanca calificaba de “decepcionante” y “desalentador” el encuentro del ministro Ábalos con la vicepresidenta de Maduro
Es tan importante para El País dictar política sobre Venezuela que el periódico concluye su editorial con esta sentencia final temeraria, a manera de reconvención admonitoria: “La fractura entre el Gobierno y la oposición (…) se ha visto ahondada tras el rechazo del presidente Pedro Sánchez a recibir a Guaidó. Con el agravante de que, además, ha proyectado la división sobre dos expresidentes socialistas y sobre la cohesión del Ejecutivo español.”
La intromisión del periódico en los asuntos de gobierno es tan obvia y manipuladora que no hace falta explicarla. La conclusión del editorial pinta un escenario de quebrantamiento en la política española a causa de Venezuela, cuando en realidad este país siempre será un ariete de la oposición para apretar al gobierno, haga lo que haga al respecto. Principalmente en el caso de la ultraderecha golpista, con la ayuda invalorable de la prensa liberal “independiente”.
Además de la derecha política y sus especímenes más próximos a la caverna, y de la prensa conservadora y liberal, el gobierno de Estados Unidos no quedaría al margen del episiodio del avión: su portavoz calificaba de "decepcionante" y "desalentador" el encuentro del ministro Ábalos con la vicepresidenta de Maduro.
Pérdida de soberanía en política exterior
El esperpento del cerco al avión fletado por el gobierno de Venezuela recuerda demasiado a una situación similar por la que pasó el presidente de Bolivia, Evo Morales, en julio de 2013, en un viaje a través de la UE. Se impidió entonces que su avión hiciera escala en varios países europeos, a instancias del gobierno de Estados Unidos y sin que existiera ninguna sanción previa contra su persona. En aquella ocasión, cuando el presidente de Bolivia volvía a su país de regreso de Moscú, varios estados europeos (Francia, Italia y Portugal) le impidieron repostar en su terrotorio. Estados Unidos lo acusó sin pruebas de transportar escondido en su avión al ex espía de la CIA, Edward Snowden, que estaba refugiado en Rusia.El episiodio del avión venezolano es un verdadero búmeran para el gobierno español, ya que pone de manifiesto el absurdo político de haber reconocido a Guaidó como presidente de Venezuela a instancias de Washington
Estas situaciones políticas forman parte de un universo grotesco que se manifiesta a través de formas estridentes. Es grotesco que el presidente ficticio de un país, reconocido internacionalmente para legitimar un intento de golpe que también resultó ficticio, sea condecorado en la capital de España con medallas y llaves de oro, y recibido por la ministra de Exteriores como “presidente interino”, brindándole “pleno respaldo del Gobierno español”. Mientras la vicepresidenta del país real permanece recluida en cautiverio dentro de un avión sin tripulantes, como si estuviera en cuarentena, sin poder pisar suelo europeo. Y no menos grotesco es que la vicepresidenta de Venezuela tenga que desplazarse a Europa en un avión alquilado, “porque no podía ser del Estado venezolano”, como admitió el ministro de Turismo tras su visita al avión.
El episiodio del avión venezolano es un verdadero búmeran para el gobierno español, ya que pone de manifiesto el absurdo político de haber reconocido a Guaidó como presidente de Venezuela a instancias de Washington, aunque no ejerza ningún poder real. Así, el gobierno se ve envuelto en las propias redes que tejió Pedro Sánchez para cercar al gobierno de Nicolás Maduro en todo el territorio de la UE. A un año de su reconocimiento como presidente interino, el principal efecto de este nombramiento es la apropiación fraudulenta de empresas públicas y fondos estatales traspasados a su nombre en el exterior. El realismo político aconseja moderar y reencausar aquel entusiasmo inicial con el que Guaidó fue apoyado por la socialdemocracia española y europea.
En 2017 Venezuela fue el primer país latinoamericano sancionado por la UE, cuando a instancias de Estados Unidos se le impuso un embargo internacional de armamento. Al año siguiente, 18 funcionarios del gobierno de Maduro sufrieron sanciones por supuestas violaciones de los derechos humanos, entre ellos el anterior vicepresidente del país y actual legislador de la Asamblea Constituyente, Diosdado Cabello, la vicepresidenta Delcy Rodríguez y el actual ministro de Industria, además de autoridades del Consejo Nacional Electoral y del Tribunal Supremo. Las sanciones implican la congelación de sus activos en suelo europeo y la prohibición de viajar por los países de la UE. En septiembre de 2019 las sanciones se ampliaron a otros funcionarios a instancias de una propuesta realizada en julio por el entonces ministro de Exteriores, Josep Borrell, inspirada en el Informe que realizó Michelle Bachelet como Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. Este informe fue considerado sesgado y favorable a la posición de Estados Unidos por diversas personalidades académicas y organismos independientes.
En octubre pasado Venezuela obtuvo 105 votos en la Asamblea General de la ONU para ocupar una plaza en la renovación de una parte del Consejo de DD HH de la ONU, muchos más que los 50 países que reconocen a Guaidó
Paradójicamente, en octubre pasado Venezuela obtuvo 105 votos en la Asamblea General de la ONU para ocupar una plaza en la renovación de una parte del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Esta votación supuso más del doble del apoyo internacional del que tiene Guaidó, reconocido por algo más de 50 países, principalmente americanos y europeos, que sostienen la ficción del presidente interino.
Por otra parte, siempre que se producen cambios políticos decisivos en países de América Latina, estos implican un realineamiento geopolítico completo y, en el caso de Venezuela, un cambio en el reconocimiento oficial de un presidente a otro, del real al ficticio y viceversa. Un ejemplo es el caso de Argentina, donde Guaidó fue reconocido inmediatamente por Mauricio Macri, en la estela de Donald Trump y Jair Bolsonaro, pero que “perdió” su condición de presidente interino con la llegada al gobierno de Fernández y Kirchner, aliados históricos de la Venezuela chavista. Estas situaciones muestran claramente cuáles son las fuerzas en las que se apoyan los dos sectores políticos confrontados en el interior del país.
El episodio de un ministro acudiendo apresuradamente al avión para impedir que una vicepresidenta descienda pone en ridículo estas formas de hacer política, basadas en la persecución de dirigentes que aparecen en listas de los servicios secretos
El falso presidente Guaidó recibe el apoyo de los países gobernados por la derecha y la ultraderecha, sus modelos de regímenes “democráticos” son Colombia, Chile y Ecuador, los países que hoy reprimen con el ejército en las calles a los sectores populares que luchan contra el neoliberalismo. En su paso por Madrid, fueron a su encuentro los principales dirigentes del PP, Cs y toda la plana mayor de Vox. Dime entonces con quién andas… La derecha española se relame las heridas de haber perdido las elecciones creando un clima sostenido de crispación respecto del conflicto en Catalunya y ahora, también, a cuenta de la política internacional del gobierno de coalición para Venezuela.
En este contexto, el presidente español debería hacer un esfuerzo para desandar lo mal andado en Europa. Muchos ciudadanos, fuera de los partidos, se incomodan y resisten la pérdida de soberanía que supone que gobernantes extranjeros sean señalados por Estados Unidos como personas no gratas para el resto de la humanidad (occidental). El episodio de un ministro acudiendo apresuradamente al avión para impedir que una vicepresidenta descienda pone en ridículo estas formas de hacer política, basadas en la persecución de dirigentes que aparecen en listas de los servicios secretos. El caso más notorio es el del general iraní Qasem Soleimani, comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán, considerado “terrorista” por Estados Unidos y la UE y recientemente asesinado por un dron estadounidense. Este incidente puso al mundo al borde de una guerra de consecuencias incalculables.
Esta nefasta instrumentalización de los listados de países y dirigentes políticos supuestamente “indeseables” debería disparar algún mecanismo correctivo en España y la UE. Pedro Sánchez tiene una gran responsabilidad al respecto. Como presidente del Gobierno español reconoció a Juan Guaidó como presidente en febrero de 2019, contribuyendo decisivamente a legitimar en la UE a este personaje fake, títere de Estados Unidos y un verdadero fiasco; ahora le cabe tomar la iniciativa de reponer las cosas en su lugar, en España y Europa, basándose en la obcecada realidad de los hechos: no hubo golpe de Estado en Venezuela, y no hay otro presidente en el interior del país que Nicolás Maduro.
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Guaido es un golpista asesino apoyado sólo por los fascistas-neoliberales del mundo entre los que se encuentran los paletos españoles (que no son pocos)
Entre esos dos blques de los que se habla hay muchos mundos, o eso espero. Chile no es la solución pero Venezuela tampoco. ¿Esto es izquierda...?
La única clave para explicitar de forma absoluta e inequívoca el caos geoplolítico planetario, es el Partido Republicano de los EE-UU (la organización criminal más peligrosa del planeta). Y más concretamente su ala neocon (miltar-industrial complex), su hoja de ruta está diseñada por la PNAC (Project for the New American Century) y está siendo ejecutada con una estrategia de cruzada (ultra-religiosa, cuasi divina, de buenos/God y malos/Evil)..
Wow!!! Como mola tu pelicula, hazte un buen guión y malos muy malos contra buenos muy buenos y te haces de oro