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Palestina
De Palestina a Cuba: una lucha compartida

Coincidí con Watan Alabed en La Habana, durante el Coloquio Patria, donde tuve la suerte de coordinar uno de sus talleres. Refugiado palestino de tercera generación, Watan se graduó recientemente como pediatra en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM). “Procedo de una familia humilde que fue desplazada y expulsada en 1948, durante la Nakba”, explica. “Podemos decir que somos supervivientes de otras etapas del genocidio, que en aquel momento ejercían las bandas sionistas apoyadas por el imperialismo inglés contra el pueblo palestino”.
Esa experiencia familiar ha sido central en su motivación política y profesional. “Fue por aquello que me uní a la Organización de la Juventud Palestina, para formar y organizar a los jóvenes, tener un impacto en la sociedad, hablar de Palestina, defender su causa, comprender quiénes son nuestros enemigos y nuestros amigos, y colaborar en la liberación de nuestro pueblo”.
Describe la lucha del pueblo palestino como “una de las causas justas del mundo”. “Estamos luchando contra una de las bases militares más grandes”, dice, en referencia al ente sionista de Israel. “Es una lucha desigual contra el imperialismo, que en nuestra región adopta la forma del sionismo”.
Al preguntarle por las razones que lo llevaron a estudiar en Cuba, responde sin dudar: “Cuba siempre ha sido para nosotros un faro de libertad, soberanía y socialismo, que son nuestros mismos objetivos como palestinos”. Subraya que la isla le ha permitido desarrollar una militancia activa en consonancia con su profesión como pediatra, gracias al trabajo voluntario y a una formación que vincula la medicina al compromiso político y social. “Todos aspiramos a alcanzar una Palestina democrática y libre desde el río hasta el mar, y Cuba nos ha formado a muchos palestinos, tanto a nivel profesional como político. Porque en Cuba el concepto de solidaridad es uno de los principios esenciales en los que se basa la Revolución”.
La lucha contra el imperialismo —dice— es el denominador común de todas ellas. “Ese mismo imperialismo que lleva más de 60 años sitiando al pueblo cubano, entre muchos otros crímenes”
Watan llegó a la isla en 2011, becado como parte de un programa destinado exclusivamente a la formación médica de palestinos. La comunidad palestina en Cuba, proveniente tanto de los territorios ocupados como de la diáspora, se concentra mayoritariamente en estudiantes, muchos de ellos acogidos por la ELAM. Desde su llegada, comprendió que esa formación integral implicaba que la medicina debía ir de la mano del activismo. “No solo por la causa palestina, sino también por otras causas justas del mundo”. La lucha contra el imperialismo —dice— es el denominador común de todas ellas. “Ese mismo imperialismo que lleva más de 60 años sitiando al pueblo cubano, entre muchos otros crímenes”.
Para él, la experiencia cubana ha ofrecido un puente íntimo y fraternal entre sus raíces y la realidad del país que lo acogió. “Conocer a los combatientes y héroes cubanos que hicieron y hacen la Revolución, que han luchado contra esas injusticias y mantienen ese espíritu de solidaridad internacionalista, ha sido fundamental para comprender todas las dimensiones de mi formación profesional”.
Al preguntarle cómo ha vivido desde la isla la aceleración del genocidio a partir de octubre de 2023, Watan se conmueve. “Este último año y medio ya largo nos ha hecho madurar mucho: hemos aprendido a trabajar mejor, a organizar actividades sobre Palestina, a aclarar conceptos para que más gente entienda nuestra causa”.
Destaca que Cuba “ha sabido convertir cada espacio, nacional e internacional, en una plataforma de defensa de Palestina, manteniéndose fiel a sus principios”. “La Revolución cubana nunca ha sido indiferente ante el genocidio”. Y recuerda que el presidente Miguel Díaz-Canel no solo ha alzado su voz, sino que también ha marchado con ellos frente a la embajada de Estados Unidos en La Habana. “Es el único presidente que ha caminado con nosotros en una manifestación por nuestra causa. Eso tiene un simbolismo enorme”. Subraya también el papel de Cuba en foros internacionales, donde ha sostenido sin ambigüedad el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación. “Cuba está donde tiene que estar: con los pueblos que luchan”.
Watan valora de forma especial que la isla no solo les ofrezca educación médica, sino que adapte sus programas de estudio para que los títulos sean válidos en Palestina y en la diáspora. Esto les permite ejercer como médicos comprometidos con su pueblo, fortaleciendo su resiliencia. “Cuba nos ha dado todo lo necesario para ser buenos médicos y útiles en nuestras sociedades”, dice. “Y ese compromiso ha venido tanto del gobierno como del pueblo cubano, que lo expresa cotidianamente”.
Ya graduado como pediatra, continúa formándose gracias a nuevas oportunidades ofrecidas en la isla. “Nos insisten en que hay que seguir preparándose, seguir trabajando, para organizarnos mejor y ayudar más a nuestro pueblo”. A veces, cuenta emocionado, muchas madres cubanas se les acercan en la calle con mensajes tan poderosos como conmovedores. “Nos dicen que traigamos aquí a los huérfanos, a los niños palestinos, que ellos los van a cuidar, como hicieron con los niños de Chernóbil. Que los crían, los tratan y luego los devuelven a Palestina para que vivan allá y sean útiles en su tierra”.
Desde su perspectiva, las opciones que brinda Cuba abarcan tanto lo político como lo profesional, y siempre están al servicio de un mismo horizonte emancipador. “Nosotros siempre vamos a estar ahí, combatiendo donde sea necesario, enfrentando al enemigo donde quiera que esté. Ese es nuestro objetivo: mantenernos de pie, defendiendo las causas justas del mundo. En mi caso particular, organizar a más personas para la causa palestina es el motor que me mueve”.
Watan es uno de los protagonistas, junto a Omaima, Murid, Baylasan y Bassel, del documental La raíz del olivo, del joven director cubano-boliviano Sergio Eguino Viera.