Radiografía de Mali: tormentas de arena y anhelos de paz

En 2018, según ACNUR, los malienses fueron el segundo grupo de migrantes en llegar al Estado español a través del Mediterráneo, dejando atrás un país sumido en un conflicto armado que amenaza con derivar en limpieza étnica

Radiografía de Mali - 2
Jose Ángel Sánchez Rocamora Reparto de medicinas en el campo de desplazados Faldié Garbal en Bamako

“El oro viene del sur, la sal del norte y el dinero del país del hombre blanco; pero los cuentos maravillosos y la palabra de Dios solo se encuentran en Tombuctú”. Este proverbio maliense recuerda las centenarias rutas comerciales que hoy en día se han convertido en el epicentro de un conflicto que, de no ser por los atentados yihadistas reflejados en los medios de comunicación, sería poco probable que se conociese. Y eso a pesar de haber causado más de 6000 muertes y 260.000 personas refugiadas —120.000 desplazadas internas— según datos estimados por la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de las Naciones Unidas, en un país de fuertes contrastes y con solo 20 millones de habitantes.

Las legendarias ciudades de Tombuctú y Gao, que han sido faros culturales del África Occidental, se han convertido en el epicentro del mayor grupo yihadista contemporáneo, provocando una guerra que está socavando la convivencia histórica entre las diferentes etnias y clanes

Las legendarias ciudades de Tombuctú y Gao han sido faros culturales del África Occidental y referentes para miles de viajeros que recorrían el imponente río Níger en busca de las raíces de la humanidad. Lugares que sirvieron de inspiración al pintor mallorquín Miquel Barceló o que acogieron una de las primeras universidades del mundo –la Madrasa de Sankore-, se han convertido en el epicentro del mayor grupo yihadista contemporáneo, Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) y sus aliados regionales; provocando una guerra que está socavando la convivencia histórica entre las diferentes etnias y clanes.

Las fronteras artificiales creadas por Francia durante el periodo colonial hacen de Mali uno de los países más grandes de África, con dos espacios geográficos muy diferenciados que dividen a naciones y poblaciones históricas, favoreciendo disputas y conflictos interétnicos. La zona norte, desértica y prácticamente deshabitada, ocupa dos tercios del país y es el hogar de los pueblos nómadas tuaregs, las comunidades árabes y los ganaderos y agricultores —agrupados en los márgenes del río Níger— Peul y Songaï. La zona sur, más desarrollada y fértil gracias a uno de los grandes deltas del Níger, acoge al 91% de los malienses, pueblos sedentarios subsaharianos como los Bambara, Malinké, Dogón o Peul de tradición agrícola y ganadera.

Radiografía de Mali - 1
Encuentro intercomunitario en la frontera con Níger entre la población y el ejercito, febrero de 2019 Fatoumata Diallo

Tombuctú, la capital del norte, siempre ha sido un importante punto de encuentro en el comercio de oro, sal y esclavos, uniendo el sur de Europa y el África Subsahariana. Desde la Edad Media ha sido un espacio de intercambio por donde las caravanas de camelleros tuaregs —los hombres azules del desierto— viajaban desde Oriente Medio hasta el Magreb. Las rutas siguen vigentes sólo que ha cambiado el objeto de comercio: drogas, armas y tráfico de migrantes financian hoy en día el actual conflicto.

Los Tuareg, dueños y señores del desierto del Sahara desde Mali hasta Libia, a pesar de su reducido número y de la división en clanes familiares, juegan un papel fundamental en el actual conflicto. Históricamente han rechazado integrarse en Estados que nunca han atendido sus reivindicaciones y han dividido sus territorios. La continuada represión ejercida desde Bamako como repuesta a sus demandas de políticas de descentralización e inversiones han contribuido al sentimiento de abandono y malestar vividos también durante el periodo colonial.

Vientos de guerra llegan al Sahel

El derrocamiento por parte de las Naciones Unidas y de la OTAN del gobierno de Muamar el Gadafi en octubre de 2011 provocó la desintegración de Libia, uno de los países más influyentes y ricos de África, acelerando una nueva rebelión en el norte, más organizada y de carácter independentista. A este hecho se sumó el auge de las rutas de contrabando, el asentamiento de AQMI en Argelia y norte de Mali y las primaveras árabes. Todo ello contribuyó a que las poblaciones independentistas —mayoritariamente Tuaregs— y militares del ejército que habían desertado se aglutinaran en el Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA), declarando la guerra al gobierno central. 

“Cuando la población rebelde supo que el Coronel del ejército libio Mohamed Ag Najem —Tuareg maliense en el exilio— regresaba con todo su batallón de exiliados del Azawad y armamento pesado, Kidal se convirtió en un punto de encuentro que dio origen a la creación del MNLA en octubre de 2011”, recuerda Moussa Ag Assarid representante de la Coordinadora del Movimientos del Azawad (CMA) en Europa.

La rebelión avanzó rápidamente ante las masivas deserciones de las Fuerzas Armadas que carecían de equipamiento y formación. En abril de 2012 se declara el territorio independiente del Azawad. Sin embargo, el sueño rebelde pronto se desvaneció bajo el fuego yihadista. “Cuando el MNLA expulsó al Estado maliense no había preparado un proyecto de gestión del territorio, no tenía los medios necesarios para hacerlo. Mientras, hubo Estados que financiaban a través de servicios secretos a grupos yihadistas oportunistas”, apunta Moussa Ag Assarid.

Aunque el papel de estos grupos en el conflicto varía según las versiones, numerosos informes y testimonios hablan de una convivencia y entendimiento entre los islamistas radicales y el MNLA. “El 7 de enero de 2012 los tres grupos yihadistas y el MNLA eligieron a Iyad Ag Aly como coordinador de todos los movimientos en la ciudad de Abbébara. Cuando atacaban al ejército de Mali lo hacían de manera conjunta y no se atacaban entre ellos. Era un acuerdo de mínimos. Pero cuando el Estado cayó, los yihadistas arremetieron contra el MNLA”, afirma con rotundidad Fahad Ag Almahamoud secretario general de GATIA, principal grupo paramilitar opuesto al MNLA. Sin embargo, Ehemeye Ag Mahamedoun portavoz del Comité para la Justicia en el Azawad (CJA) niega esta versión de los hechos: “Se utiliza a los terroristas como excusa para que Francia mantenga su presencia militar en el país defendiendo sus intereses. Francia no ha venido aquí para gastar su dinero y ver como matan a sus hombres”.

Independientemente de la colaboración entre rebeldes y yihadistas, el MNLA no fue capaz de mantener el control de las zonas liberadas y el movimiento salafista —bien organizado y financiado— se expandió y aplicó una interpretación estricta de la ley islámica Sharia, clausurando colegios, prohibiendo festividades, deportes, música y aplicando castigos ejemplares como mutilaciones de miembros y ejecuciones extrajudiciales. El Gobierno, gracias a la ayuda militar y financiera internacional, consiguió frenar su rápido avance hacia la capital del país en enero de 2013, pero no logró expulsarlos y éstos se replegaron en bosques y montañas.

Human Rights Watch y otras organizaciones documentaron graves violaciones de Derechos Humanos por parte del ejército maliense, principalmente contra miembros de la comunidad Peul, en una campaña para frenar el creciente apoyo al islamismo radical de esta etnia

Tras estas operaciones militares, Human Rights Watch y otras organizaciones documentaron graves violaciones de Derechos Humanos por parte del ejército maliense, principalmente contra miembros de la comunidad Peul, en una campaña para frenar el creciente apoyo al islamismo radical de esta etnia. Más tarde, grupos paramilitares y autodefensas apoyadas desde las instituciones se constituyeron y atacaron igualmente a esta comunidad mayoritariamente ganadera y nómada.

Algunos Peul al verse indefensos tomaron las armas y se acercaron a los islamistas, tal y como asegura Seydou Tall portavoz de Tabital Pulaaku, organización por la defensa de la cultura y la identidad Peul. “Las poblaciones tenían miedo y el miedo te hace unirte al mismo diablo. Pero lo más grave es que se está empezando a aceptar y querer a los yihadistas”. A partir de 2016 el conflicto armado que había comenzado en el norte se instalaba en la poblada región central de Mopti, abriendo la puerta a un conflicto interétnico que alcanzó su punto álgido el pasado año 2018.

Un país en la encrucijada

En 2015 el Gobierno, los grupos leales a Bamako y las organizaciones independentistas integradas en la CMA firmaron el Acuerdo de Paz de Argelia que abrió las puertas al diálogo entorno al federalismo y la autonomía rebajando las exigencias independentistas y favoreciendo un acercamiento de posturas.

Radiografía de Mali - 6
Construcción de un nuevo campamento de desplazados a las afueras de Labbezanga, frontera entre Mali y Níger Fatoumata Diallo

Sin embargo a día de hoy gran parte de la región norte está controlada de facto por los grupos yihadistas que mantienen a las fuerzas armadas acuarteladas en las ciudades bajo la amenaza de constantes ataques y emboscadas que han provocado centenares de bajas militares. Por otro lado, el Acuerdo de Paz de Argelia empieza a cuestionarse, Moussa Ag Assarid explica el sentimiento de preocupación por cómo se está implementando: “El Estado está dispuesto a firmar, pero no está dispuesto a cumplir. Dejar las armas no es irreversible, el tiempo nos ha enseñado a ser prudentes”.

Sin embargo, la zona centro —la más poblada— es la que más titulares acapara debido al conflicto intercomunitario que no para de intensificarse. Los enfrentamientos son constantes y cada vez más se enmarcan en una lógica de limpieza étnica, extendiéndose a los países vecinos de Níger y Burkina Faso. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Mayo de 2019 se alcanzó la cifra de 50.000 personas desplazadas en la región de Mopti. El caso de la masacre contra la comunidad Peul de Ogossagou —coincidiendo con la visita del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para evaluar la situación en el país— es una muestra de la escalada de violencia existente. Esta dinámica responde a dos lógicas: represalias por los ataques yihadistas contra bases militares y a una estrategia de expulsión de las poblaciones Peul de la región de Mopti por parte de etnias sedentarias que los ven como una amenaza, a pesar de haber convivido hasta la fecha. Las masacres de pueblos enteros sin distinción de edad ni sexo, la quema de almacenes de comida y las amenazas que aterrorizan a comunidades enteras son pruebas de dicha estrategia.

Otra muestra de la espiral de violencia, es la organización político militar Dan An Amassagou, “Los cazadores que confían en Dios” en lengua Dogon. Formada en 2016 por cazadores tradicionales Dozo de la zona centro del país y apoyada y financiada por las ausentes autoridades gubernamentales, hace ya tiempo que sobrepasaron su objetivo inicial de luchar contra el yihadismo. En la actualidad están en el foco de la mayoría de ataques y enfrentamientos, operando con total impunidad como grupos paramilitares. Marcelin Guéguerre, su portavoz, explica que los enfrentamientos se originaron “tras diálogos con los líderes Peuls donde nos dimos cuenta de que nos querían expulsar de las llanuras —zonas fértiles— y recluirnos en las colinas como monos. Esa era su estrategia”.

La estrategia gubernamental de instrumentalizar y armar a otras etnias y comunidades se ha mostrado como un fracaso total, que basándose en conflictos históricos por el uso y propiedad de la tierra, ha degenerado en un conflicto intercomunitario con carácter étnico sin precedentes.

El recrudecimiento del conflicto ha llevado recientemente al gobierno maliense a cesar en su actitud de apoyo e impunidad, ordenando la disolución de la organización Dan An Amassagou, a lo cual su jefe militar Youssouf Toloba se ha opuesto. La realidad es que allí donde el Estado no es capaz de llegar las comunidades se sienten abandonadas y los grupos armados islamistas aseguran un cierto orden y control, lo que les lleva a ganar apoyos y simpatías entre la población local. En contrapartida, la estrategia gubernamental de instrumentalizar y armar a otras etnias y comunidades se ha mostrado como un fracaso total, que basándose en conflictos históricos por el uso y propiedad de la tierra, ha degenerado en un conflicto intercomunitario con carácter étnico sin precedentes.

Radiografía de Mali - 3
Entrada al campo de desplazados Faldié Garbal en Bamako, ubicado en uno de los principales mercados de ganado, septiembre de 2019 Jose Ángel Sánchez Rocamora

Los recientes acuerdos de paz del pasado verano y el alto el fuego firmados entre altos cargos Peul y Dogon —principales etnias enfrentadas— son un atisbo de esperanza, aunque los grupos armados y líderes comunitarios no han participado de la negociación, por lo que es muy probable que queden en papel mojado. El gobierno de Bamako igualmente ha manifestado su deseo de iniciar diálogos de paz de manera oficial con los grandes grupos yihadistas, cada vez más organizados y arraigados —algo hasta la fecha impensable—, reconociéndoles por primera vez como interlocutores y actores relevantes en la situación actual.

Mientras tanto la población civil se muestra hostil ante la presencia de las tropas internacionales. Estas son vistas como fuerzas de ocupación incapaces de resolver el conflicto, operando solo para defender los intereses de multinacionales entorno a la extracción de uranio y otros recursos como en la reciente época colonial. Manifestaciones cada vez más habituales como las del pasado 12 de octubre en la región de Mopti —donde se saquearon las dependencias de la ONU— son ejemplos del rechazo de gran parte de la sociedad a una situación que, junto a la desertificación y las dificultades socio económicas existentes, está provocando una “crisis humanitaria sin precedentes” y el desplazamiento forzado de miles de familias. “Cuatro millones de personas sufren inseguridad alimentaria” ha anunciado recientemente la Oficina de las NNUU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

Cargando valoraciones...
Ver comentarios 2
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Cargando relacionadas...

Málaga
Málaga, el punto de inversión para los fondos israelíes a pie de playa
Diversos fondos de origen israelí están presentes en proyectos urbanísticos de Málaga influyendo en la turistificación de la provincia mientras se enriquecen con la ocupación de Palestina
Región de Murcia
Belinda Ntutumu
“La violencia racista no parará mientras Vox pueda presentarse a elecciones”
La cofundadora de Afromurcia señala a los discursos de Vox como causantes de la violencia racista de Torre Pacheco y califica de “laxa” la respuesta institucional: “Deberían haber impedido que los disturbios continuaran durante tres días”.
Palestina
La coordinadora europea contra el antisemitismo dice que los informes sobre la hambruna en Gaza “son rumores”
Katharina von Schnurbein es la encargada de proteger a Israel en las discusiones que esta semana tienen lugar sobre el acuerdo preferencial que la UE tiene con el Estado sionista.
Palestina
Más de mil caras conocidas de la cultura exigen al Gobierno que cese la venta de armas a Israel
Una carta dirigida al presidente del Gobierno por más de mil profesionales de la cultura considera que “mantener los negocios armamentísticos con Israel es complicidad activa con el genocidio”.
El Salto n.79
La celulosa o la vida: periodismo situado y lucha social para frenar un ecocidio
El jueves 17 de julio os esperamos en el CS “A Nubeira” de Vigo para presentar el último número de la revista El Salto.
Castellón
El BDS Castelló pide al FIB que facilite la devolución de entradas por su vinculación con KKR
El BDS y la Plataforma Castelló per Palestina piden al festival que se desvincule del fondo y que adopte un compromiso público para incluir el respeto por los derechos humanos palestinos en sus protocolos éticos.
Opinión
Torre Pacheco: el síntoma de un sistema agroexportador podrido
Se podría hacer un mapa de la llamada conflictividad social migrante y coincidiría, casi matemáticamente, con el de los polos agroexportadores.
Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Después de un año de trabajo, lanzamos en julio la nueva web de El Salto, con un nuevo diseño, pero, sobre todo, con una nueva Zona Socias llena de ventajas para las personas que hacen posible El Salto con su apoyo.
Violencia machista
El 30% de los feminicidios íntimos se producen en verano pero no es el calor, es el patriarcado
El Ministerio de Igualdad convocó la semana pasada un comité de crisis tras los nueve asesinatos de mujeres por sus parejas o exparejas en junio. ¿Qué pistas da este dato sobre cómo orientar las políticas públicas?

Últimas

Opinión
Cuando una huertana llora: saquen sus racistas manos de nuestra región
Me aterra pensar que lo que ha sucedido en Torre Pacheco es el comienzo de algo peor, que es el primer síntoma de una enfermedad que hemos permitido que campe a sus anchas por nuestras regiones.
Análisis
La crisis por el ‘caso Cerdán’ empuja al PP y Vox por encima de los 200 escaños
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) señala una caída del PSOE, que apenas aprovechan los partidos a su izquierda, y un aumento de votos en la mayoría de PP y Vox
Cómic
Gotham como estado mental
Que Batman es el personaje del cómic de superhéroes más icónico del último medio siglo es algo a lo que también contribuye una iconografía del mal como forma urbana a la que responde la ciudad de Gotham, un estado mental en sí mismo.
Opinión
Día Internacional de las Personas No Binarias: no pedimos nuevos derechos, exigimos los que tenemos
Varios tratados internacionales permiten una interpretación favorable a reconocer a las personas no binarias. El Estado español incumple su deber de protección de estas personas.
Estados Unidos
Donald Trump amenaza a la Unión Europea con aranceles del 30% a sus productos a partir de agosto
Ursula von der Leyen ha respondido al anuncio de Trump insistiendo en la vía del diálogo pero anunciando que “tomarán todas las medidas necesarias para salvaguardar" sus intereses
Más noticias
Murcia
Colectivos antirracistas denuncian la impunidad de la ultraderecha en Torre Pacheco, donde sigue la violencia
En la localidad murciana se ha producido una segunda jornada de violencia racista, ultraderechistas de otros territorios se han unido a las “patrullas” para “limpiar España”.
Economía social y solidaria
¿Dónde está la juventud en la Economía Social y Solidaria? Un relevo que se teje entre retos y oportunidades
Cada vez más jóvenes se acercan buscando formas de vida y empleos coherentes con sus valores. Sin embargo, su participación sigue enfrentando barreras: precariedad, estructuras poco flexibles y falta de relevo real.
Río Arriba
Javier Guzmán: “Desde la izquierda falta la visión de que el derecho a la alimentación es un tema básico”
Nueva entrevista de Río Arriba en formato podcast donde hablamos de soberanía alimentaria, políticas públicas relacionadas con la alimentación, tratados de libre comercio y sus efectos sobre la agricultura, ganadería y alimentación.

Recomendadas

Feminismos
Patricia Reguero
“Mis relatos están escritos al lado de otras, arropada por la escucha de otras”
Patricia Reguero Ríos, redactora de El Salto, presenta ‘Todo lo que pasó el día que me mordió mi hija’ (La Imprenta, 2025), un conjunto de relatos que desde lo individual apelan a lo colectivo y que se devoran con una mezcla entre ansiedad y placer.
LGTBIAQ+
Mana Muscarsel
“La amistad da más juego para salir de la lógica de la familia porque tiene menos reglas"
La autora y psicóloga argentina pone en valor la amistad frente a los modelos relacionales centrados en la pareja y la familia. Tampoco le interesa la familia elegida: “Marca una línea muy clara entre lo que pertenece y lo que no”.
Barcelona
El reciclaje invisible: la relación entre la chatarra y la ciudad de Barcelona
La red de reciclaje en Barcelona es de una complejidad casi hermética, más aún si hablamos de los recicladores informales, más conocidos como chatarreros. Salimos a la calle a entender una economía sumergida que está a la vista de todos.
Medios de comunicación
El futuro del periodismo no lo está escribiendo una máquina
El periodista Pablo Mancini, estratega dentro de The Washington Post, defiende una profesión aquejada de múltiples problemas. El primero, y más crucial, la deserción de miles de personas que ya no quieren estar informadas.
Comentarios 2

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...