Literatura
Rocío Quillahuaman: “Mi inspiración tiene personalidad propia, me odia”

La ilustradora y escritora Rocío Quillahuaman presenta su primer libro, ‘Marrón’, publicado por la editorial Blackie Books. Hablamos con ella de representación, cuidados y humor.
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Rocío Quillahuaman en un momento de la entrevista. Clara Malpica
@laespigaora
4 nov 2022 06:00

Rocío Quillahuaman (Lima, 1994) no se considera ilustradora ni animadora. Sin embargo, desde hace varios años sus animaciones llenas de rabia y humor ácido acompañan a miles de personas en su estrés y sus enfados cotidianos. Tampoco se considera escritora pero con su primer libro, Marrón (Blackie Books, 2022) acaba de darle a la niña que fue el libro que necesitaba y no encontraba en las bibliotecas públicas de Barcelona. Cargado de humor, ternura, dureza, se convierte en una referencia esencial de las historias que aún quedan por contar: las de las vidas diversas y cotidianas que han estado silenciadas.

Aprovechamos su paso por la Feria del Libro de Sevilla para hablar de qué es lo mejor que ha comido en esta ciudad y, de paso, de representación, racismo, series, cuidados y lo problemático que es el trabajo. Charlamos en un hotel de alto standing, cerca de señores, blancos por supuesto, con corbata y chocando nuestras copas llenas de agua. Un sitio que a ambas nos es bastante ajeno, pero así son las cosas, los tiempos están cambiando.

¿Cómo estás viviendo el proceso con el libro?
Nunca había escrito un libro, tampoco soy escritora. Fue un proceso bastante duro de ponerme de golpe no solo a escribir, que ya me parecía como un ejercicio bastante difícil, sino a hacerlo sobre mi vida y enfrentarme a mi pasado y a cosas que, como cualquier persona, intentas pasar página y seguir adelante. Escribir sobre ello es enfrentarte cara a cara, verte en un espejo. Y fue un proceso bastante duro, tuvo varias fases de primero todo un desastre y luego cada vez mejor. Me alegro mucho de sacar el libro ahora y no hace tres años.

Y luego está la otra parte, después de que salga un libro que es la promoción y todo esto que estoy viviendo, que es muy bonito, es todo como muy bonito, pero es agotador. O sea, es un estrés pero un estrés positivo.

Estrés positivo, ¡qué maravilla!
Es la primera vez en mi vida que tengo estrés positivo. Con las animaciones a veces las compaginaba con otro tipo de trabajo, para buscar una estabilidad económica y como que siempre vivía estresada. A veces estaba en trabajos que no me importaban nada y era una experiencia para mí bastante tormentosa.

El humor te ayuda a afrontar experiencias traumáticas para poder explicarlas; a mí el humor me hace grande, me hago fuerte

¿Cómo has sobrevivido a un proceso de escritura tan largo y que te ha expuesto tanto?
Esto fue bastante fuerte. Por ejemplo, hay una experiencia que cuento en el libro, que es lo que me pasó cuando llegué aquí a España. En el aeropuerto de Barajas iba con un peluche y la policía lo rompió buscando droga. Es un recuerdo que había acomodado dentro de mi cabeza, en el baúl de los recuerdos y había dicho ya está. Pero cuando me propusieron hacer un monólogo por primera vez a partir de las animaciones, me senté a escribir y dije: voy a escribir sobre mí y voy a escribir sobre esta historia. Entonces fue cuando a partir de ahí, me propusieron hacer el libro. Así que hice ese proceso de mirar hacia atrás, ver qué pasó, cómo me sentía, preguntarme por qué nadie, ningún adulto, dijo nada, porque todo el mundo lo había normalizado.Al final, todo lo que está escrito en el libro es porque ya yo he vencido sobre ese recuerdo.

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La ilustradora firma un ejemplar de su libro en la Feria del Libro de Sevilla. Clara Malpica

¿Has utilizado siempre el humor o es una herramienta que has tenido que aprender?
El humor te ayuda a afrontar experiencias traumáticas para poder explicarlas, enfrentarte a ellas. Y una cosa que tiene el humor que a mí me encanta, por eso es lo que hago con mis animaciones, es que a mí me hace grande, me hago fuerte. Escribiendo el libro me di cuenta de que mi madre y mis hermanas son muy divertidas, entonces claro, yo he salido de ahí. La rabia y el humor son fuentes muy guays para crear cosas.

¿Cuándo y cómo te diste cuenta de que vivías en un país racista?
En el cole se te empiezan a despertar cosas, se te van metiendo comentarios, pequeños comentarios cuando estás rodeado de gente blanca. Parecen tonterías, pero en realidad no, porque se van metiendo como debajo y se van y se van haciendo cada vez más grandes y acaban en cosas, como lo que ocurre con el libro, que yo acabo haciendome daño porque porque no me acepto. Porque incluso llegué a pensar que yo igual era racista y eso me avergonzaba conmigo misma. Pero luego en realidad te das cuenta de que es como una cosa que te viene de fuera.

¿Te diste cuenta de que te afectaba en tu día a día?
Como trabajo en el sector cultural, cada vez que he trabajado en un sitio, siempre he sido la única persona migrante: en programas de televisión, en redacciones, a mí me parece sorprendente. Debería haber más gente, porque luego sales a la calle y estamos por todas partes. ¿Entonces por qué no hay migrantes en el sector cultural?

¿Qué referente has tenido en tu infancia? ¿Cómo afecta o como te ha afectado vivir sin esa representación?
Me parece muy injusta la creencia de que buscar tanto ser representada es narcisista. Es importante que las historias se cuenten, que se vea como el tipo de vida que tiene la gente, esas realidades que conviven en un mismo o en una misma comunidad, pero que no se ven. Hay gente que tiene muchos privilegios y que no tienen por qué ver estas realidades, pero están ahí. Cuando yo era niña no encontraba ninguna actriz o cantante que fuera como yo. Es muy difícil, encontrar a alguien con una historia parecida a la mía y a la que mirar y pensar: mira, puedo aspirar a algo mejor.

Por ejemplo, cuando le dije a mi madre que no iba a estudiar medicina sino Comunicación Audiovisual me habría venido muy bien que hubiera una directora de cine, una guionista latinoamericana que hubiera crecido aquí y que le fuera bien. Y decir a mi madre: “Mira”.Es muy muy importante verse en otro sitio.

Parece que no puedes quejarte si trabajas en lo que te gusta, pero es que el trabajo es el problema

¿Cuáles son tus referentes a la hora de escribir e ilustrar?
Fíjate que me cuidé mucho de no leer nada porque me dio miedo copiar algún estilo o algo así. Entonces me he cuidado entre no leer, ya no leo nunca más. Sí que leí un libro de Vivian Gornick que escribió sobre escribir sobre ti misma, sobre tu vida, eso me ayudó mucho. Y luego para las ilustraciones tampoco tengo ningún referente, porque como lo hago todo mal queriendo.

¿Pero y cómo es tu proceso creativo para escribir y cómo es el de ilustrar, confluyen en algún punto?
Algo en que confluyen en lo negativo, en todas las inseguridades que hay que ir peleando. Ese es el mismo proceso de dolor. Pero luego, claro, acceder a eso es una cosa completamente distinta.Por ejemplo, en las animaciones accedo mejor desde la rabia. Cuando estoy más enfadada con un tema es como que me sale mejor.

Para escribir, tenía que entrar en un estado mental muy concreto, eso me desesperaba, porque me acostaba acceder a ese lugar. No es solo tener tiempo libre para ponerte a escribir. 

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“Cuando estoy más enfadada con un tema es cuando mejor me sale”. Clara Malpica

En una sociedad que te obliga siempre a ser creativa, ¿cómo se hacen las cosas desde el deseo?
Al principio hacía las animaciones porque me apetecían. Luego, lo empecé como a monetizar. Eso es lo peor de lo peor, porque se convierten ya no en algo bonito que te gustaba hacer, sino que en esto tiene que estar bien porque me tiene que dar de comer. Yo no sé cómo lo lleva la gente, la inspiración, pero mi inspiración tiene personalidad propia: me odia. No aparece cuando yo la hago, yo la necesito y con los años he notado que ahí la relación ha ido a peor. Es como parece que no puedes quejarte si trabajas en lo que te gusta, pero es que el trabajo es el problema.

¿Cómo te afectan la precariedad y la incertidumbre a la hora de vivir de crear?
Yo, sobre todo, convivo con no solo la incertidumbre de la precariedad del sistema en el que trabajo, que es el sector cultural, sino que además vivo obsesionada con el dinero, cosa que no me gusta. Yo tengo que cuidar de mi madre que es cuidadora y limpia casas. Cuida a una señora por las noches y limpia casas durante el día y viene a nuestra casa los findes, tiene esa habitación que yo le busqué como la mejor habitación para que ella estuviera cómoda.

Pero no deja de ser una situación muy rara para ella. Yo vivo con una incertidumbre que pesa más porque tengo que cuidar de mi madre. Económicamente, no me puede ir mal. Por eso, la vida a veces acaba en situación de decir que sí a todo para tener trabajo. Ese es el futuro que nos espera a mi madre y a mí, cuidarnos las dos con el dinero que nos quede y sobrevivir como podamos.Yo tengo suerte de que con mi madre me llevo bien y la quiero.

Podría ser una realidad completamente distinta, podría estar enferma. Podría ser que yo necesitara unos cuidados extremos o que tuviera otro tipo de responsabilidades con ella, y entonces no podría haber escrito el libro ni haber hecho las animaciones.A veces pienso en las historias que no se están contando. Hay gente que podría estar escribiendo libros, o haciendo cortos, o haciendo películas y no le da la vida para hacer eso. Es muy triste. Eso me pone muy triste.

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