Desahucio carabanchel jose manuel y maría - 4

La semana política
Si se puede

El Gobierno anuncia la subida del salario mínimo a mil euros mensuales.
Pablo Elorduy
12 feb 2022 05:29

Sí, se puede vivir con menos de mil euros al mes. La vida no deja de ser vida cuando se cobra poco. Para quienes nunca lo han tenido que experimentar es complicado creerlo, pero millones de personas lo pueden confirmar. En condiciones normales, el sol sigue saliendo, hay amigas y hay amigos, conversaciones interesantes, momentos malos y cosas buenas. Es una vida con más problemas, eso sí. O quizá ni siquiera eso, quizá es solo que los problemas son más graves y más profundos cuando se cobra menos de mil euros al mes y no se tiene una casa en propiedad, ya pagada. 

Cuando se cobra poco es aun más importante mirar alrededor, a eso que llamamos familia o entorno, y medir lo que vale un sueldo y lo que aporta, cómo funciona respecto a nuestras necesidades comunes y cuánto trabajo queda fuera de ese sueldo. La atención a niños, niñas, mayores, todo eso que llamamos reproducción de la vida. Cuando se cobran mil euros al mes, es cuando los dramas pueden convertirse en desgracias. Y los gastos imprevistos —que tres de cada diez personas reconocen que no pueden afrontar— se precipitan hasta desmontar todo el plan que, con un sueldo de menos de mil euros, es posible poner en marcha. Como, por ejemplo, tener criaturas. Si se cobra poco es difícil sostener las condiciones normales.

No hacen falta grandes cataclismos. Los problemas vienen porque a la cría se le ha roto la piñata montando en monopatín, porque el abuelo se ha muerto y a ver de dónde sale el dinero para enterrarlo, o cuando la lavadora finalmente se escacharró y todo lo ahorrado se había ido en los recibos de la luz. Y entonces sí, la vida puede empezar a dejar de ser una buena vida: según el último informe de Foessa, el 59% de las personas en situación de exclusión social ha perdido relaciones sociales por motivos económicos. Cuando se pierden relaciones y redes, en ese momento, la vida comienza a hacerse insoportable.

Los sueldos suben pero el coste de la vida también: hoy hay más personas que no pueden hacer frente a gastos imprevistos que hace 17 años

Hace 17 años, la carta Yo soy mileurista’”, enviada a El País, cambió el chip a la hora de pensar en las condiciones de precariedad que dominaban hasta entonces. El relativo escándalo generado por la interpretación que se hacía de aquella carta partía de una concepción nueva, gestada en los años 80 pero consolidada con el siglo: aquellas personas eran las víctimas individuales —da igual que fueran multitud— de una injusticia histórica. La persona que cobraba mil euros había viajado, podía enumerar algunos éxitos académicos y recogido hebras de reconocimiento entre sus pares: eso era lo escandaloso. El mileurista, quedaba claro, estaba varios escalones por encima del pobre en la escala social, el problema parecía ser entonces más la falta de estatus que la inseguridad ante el futuro. Parecía serlo, pero no lo era.

Como ha escrito Laura Casielles en La Marea, “ser ‘mileurista’ se fue volviendo algo cada vez más común, casi un rasgo generacional. Y por fin, en algún momento de los años siguientes, la cosa se torció por completo, resbalamos en los charcos de las burbujas rotas, y catapún, mil euritos pasaron a significar más bien un horizonte no siempre alcanzable. Un mínimo deseable. Un lugar de tranquilidad”.

Aquel agosto de 2005, cuando la carta enviada a El País prefiguró el estallido de la generación mejor preparada de la historia, el salario mínimo interprofesional se situaba en 513 euros. El 9 de febrero de 2022, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, anunciaba que el SMI va a alcanzar los mil euros por primera vez en la historia. La buena noticia se enmarca, no obstante, en un contexto peligroso: la inflación sigue fuera de control. Los sueldos suben —se contempla que lo hagan también en los convenios firmados a partir de ahora— pero el coste de la vida también. Hoy hay más personas que no pueden hacer frente a lo imprevisto que hace 17 años.

Con Rivera, risas

Pero nadie contaba con que el protagonista de la semana iba a ser Albert Rivera. Ninguno como el exlíder de Ciudadanos ha representado aquel ensueño de la España esforzada que procedía de un limbo histórico en el que no existían las desigualdades de partida, solo los distintos méritos. Por eso, cuando se aireó en prensa su salida del bufete en el que trabajaba, los relatos sobre la cultura del esfuerzo volvieron a recibir un golpe de realidad. Cuando ese despacho de abogados protestó contra los “discursos vacíos” del hombre que pudo ser vicepresidente y cuando este, defensor político de la rebaja de la indemnización por despido, anunció que iba a reclamar una indemnización de 500 días por año trabajado, las dudas hacia aquellos discursos sobre el mérito se habían convertido en pitorreo y risas.

El fracaso de Ciudadanos y su huida hacia la política identitaria es la derrota de aquella idea de la meritocracia. En el “todos somos mileuristas” que se ha plasmado 17 años después del “Yo soy mileurista” hay un reconocimiento del fracaso del modelo de competitividad que ha funcionado en España hasta la crisis del covid-19. 

La subida del salario mínimo a mil euros, el hecho de que haya subido un 26% desde 2018, es una prueba de la crisis en la que ha entrado el proyecto anterior: hoy los gobiernos europeos deben sustituir apresuradamente el lenguaje de la competición por uno aun balbuceante e incoherente que reconoce a duras penas que la necesidad de seguridad prevalece a la exigencia de que se reconozca un estatus. No es demasiado. El mileurismo no es una meta, sino que la demanda de este tiempo es la de lugares de tranquilidad en los que poder olvidar los discursos vacíos y retomar las viejas metas: conversaciones interesantes, encuentros con amigos, cosas buenas. Conseguir, si se puede, que los momentos malos no desemboquen en desgracias. Y, si no se puede, no rendirse hasta que sea posible.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Solo para socias
Solo para socias Nueva carta mensual: “Redactor en crisis”, por Pablo Elorduy
Después de La Semana Política, el coordinador de Política de El Salto regresa a un formato periódico.
La semana política
La semana política Lo que pasó, pasó
Hora de algunas despedidas. Ada Colau tiene difícil volver a ser alcaldesa de Barcelona y la izquierda tiene difícil volver a convocar el espíritu de una época en la que pudieron cambiar muchas cosas.
La semana política
La Semana Política La nave del misterio electoral
La compra de votos en Melilla y otros puntos del Estado agita la última semana de campaña y muestra el auge del conspiracionismo.
Palestina
Bloqueo israelí Activistas toman el embarcadero de El Retiro en favor de la Flotilla a Gaza, bloqueada por Israel
“La Flotilla, rompiendo el bloqueo”, han coreado activistas que han desplegado pancartas y banderas palestinas en el embarcadero del Retiro en un homenaje a la Flotilla de la Libertad.
Palestina
Palestina Misión incumplida: sobre la cobertura de El Salto de la Flotilla rumbo a Gaza
Queremos dar una pequeña explicación a nuestra comunidad y, especialmente, a las personas que con su suscripción permiten que un medio como el nuestro, que es una rara avis en el contexto político y social en el que vivimos, salga adelante.

Últimas

El Salto n.74
Revista 74 Cuando los algoritmos te explotan: no te pierdas el número de primavera de la revista de El Salto
De cómo los algoritmos y la IA gestionan el trabajo de cientos de millones de personas con ritmos y condiciones del siglo XIX, y de mucho más, hablamos en nuestro número de primavera. Ya disponible para socias y en los puntos de venta habituales.
Galicia
Política autonómica Redes clientelares, falta de autogobierno y consensos neoliberales: las claves del Gobierno gallego sin Feijóo
Políticas y analistas desgranan la hoja de ruta de la primera legislatura gallega de la era post-Feijóo: reforzamiento de los hilos de poder locales, falta de vocación autonómica, complejo de inferioridad y una marcada agenda neoliberal.
Eventos
Evento Un Salto al periodismo del futuro: súmate a nuestro primer evento para estudiantes y jóvenes profesionales
El viernes 10 de mayo, El Salto organiza una jornada de periodismo joven para profundizar en temas clave, nuevos lenguajes y formatos, desde un enfoque eminentemente práctico.
Genocidio
Genocidio La Flotilla de la Libertad pospone el viaje a Gaza hasta un próximo intento
Las activistas internacionales que tienen previsto zarpar para llevar ayuda humanitaria hasta Palestina anuncian que volverán a intentar zarpar para romper el bloqueo israelí.
Más noticias
La vida y ya
La vida y ya Paraguas o chubasquero
En algún momento aprendes que no da igual qué opción tomar. Aprendes que hacer las cosas de una u otra manera tiene repercusiones para otras personas, para el planeta.
Galicia
Galicia Muere a los 92 años la poeta, activista y revolucionaria Luz Fandiño
El fallecimiento ha sido anunciado públicamente por su amiga y alcaldesa de Santiago de Compostela, Goretti Sanmartín.
Palestina
Palestina Estudiar y formarse mientras sobrevives a un genocidio
La destrucción generalizada de las infraestructuras ha tenido un impacto brutal en el sistema educativo palestino.

Recomendadas

México
América Latina México a las urnas: los claroscuros de AMLO y la primera presidenta
Todo apunta que el 2 de junio, por primera vez en la historia, una mujer llegará a la presidencia. Claudia Sheinbaum, sucesora de Andrés Manuel López Obrador, se presenta como “hija del 68” en un país todavía asolado por el conflicto interno.
Derecho a la vivienda
Derecho a la vivienda Vivir y resistir en Andalucía, la comunidad con más desahucios del Estado español
En Andalucía, la comunidad con mayor número de desahucios, se producen 11 al día. En todo el territorio surgen experiencias que luchan por la vivienda digna en un lugar donde tener un techo “se ha vuelto una utopía”.
Cine
Estíbaliz Urresola “El cine no debe quedar impasible ante las atrocidades que suceden”
La directora de ‘20.000 especies de abejas’ sigue recibiendo reconocimientos por su película, pero pide que se transformen en aplicación de mejoras concretas para el colectivo trans.