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Bienes comunes
Omnia Sunt Communia y las redes de apoyo mutuo
A lo largo de la historia, los mercados jamás habían controlado tantos elementos esenciales de nuestra sociedad como ahora. Nunca antes el mundo había sido testigo de la existencia de tantas sociedades articuladas en torno a los principios de competencia comercial, propiedad privada y acumulación de capital.
Sara Escribano (Granada, 1989) escribe y traduce sobre procomún, feminismo interseccional y colaboración radical en Guerrilla Translation/Guerrilla Media Collective y es miembro de DisCO.coop.
Omnia sunt communia es una expresión del latín que significa «todo es común» o «todo es de todos».
Las teorías de los economistas contemporáneos sostienen que los seres humanos son, de manera universal, materialistas insaciables. ¡Y un pepino! Lo verdaderamente triste es que en la historia de la humanidad se haya impuesto el concepto de homo economicus como verdad absoluta de la naturaleza humana.
A lo largo de la historia, los mercados jamás habían controlado tantos elementos esenciales de nuestra sociedad como ahora. Nunca antes el mundo había sido testigo de la existencia de tantas sociedades articuladas en torno a los principios de competencia comercial, propiedad privada y acumulación de capital. Estos principios obviamente conducen a un individualismo egoísta, a desigualdades en la riqueza, abusos sociales de todo tipo y agresiones devastadoras a los ecosistemas.
Ya sea a las malas, a causa de la crisis, o por elección propia (no sé por qué tengo la sensación de que ya no es algo voluntario), es prácticamente inevitable que en un futuro cercano redescubramos y reinventemos las instituciones de modo que éstas se rijan por el principio de cooperación colectiva.
En su libro El apoyo mutuo: un factor en la evolución, el zoólogo ruso Piotr Kropotkin concluyó que “existía una trascendencia evolutiva en la cooperación en detrimento de la competición, desde una perspectiva darwiniana, que explicaba el triunfo de las especies, incluida la humana”. Los animales viven en simbiosis mutua y se ayudan unos a otros con el fin de mejorar el bienestar del grupo.
La inclinación natural del ser humano a cooperar es una fuente de innovación que ha dado origen a una gran variedad de comunes cívicos y sociales. Plataformas y redes de apoyo mutuo como Frena la Curva, de la que hablamos en esta entrevista a Marianna Martínez, son una prueba de que la reciprocidad social y la confianza son principios profundamente arraigados en la humanidad.
El procomún social es tan espontáneo y diverso como la vida misma. Incluye huertas comunitarias y festivales en pueblos, asociaciones civiles, ecoaldeas y coviviendas cooperativas, agricultura respaldada por la comunidad, y un sinfín más de proyectos e iniciativas colectivas en los que las personas se juntan para crear lazos y generar verdadera riqueza.
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Las redes de apoyo mutuo han existido siempre a lo largo de la historia. La iglesia lleva ayudando a las comunidades más vulnerables en todos los países del mundo desde tiempos inmemoriales. Incluido España. Bienvenidas más personas sensibles y solidarias a esta labor porque la necesidad y la tarea sigue siendo muy grande
Sin querer menospreciar la, a veces admirable, entrega individual de algunas personas religiosas, está claro que a la institución eclesiástica le importa un bledo el concepto de justicia terrenal (que para eso ya nos ofrecen ellos la justicia divina que nos compensará en el más allá, ¡menudo invento!). Hay quien "necesita" la desigualdad para poder ejercitar la caridad y así ganarse el cielo. El apoyo mutuo del que hablaba Kropotkin era otra cosa bien diferente: cooperación entre iguales para contribuir al bienestar del grupo. L