Italia
Nueva ola represiva en Italia

La actuación judicial contra los sindicatos de logística son el último tramo de una escalada represiva contra los movimientos sociales italianos.
Manifestación Askatasuna Turin
Manifestación de militantes del centro social Askatasuna en Turín, en el año 2013. Foto: Ivan Crivellaro

@OtrasItalias

20 jul 2022 17:40

La política institucional italiana ha vuelto a las andadas. Tras un periodo de (muy) relativa estabilidad, el pasado día 15 Mario Draghi presentaba su dimisión al Jefe del Estado, Sergio Matarella, como respuesta a la desconfianza mostrada en la votación parlamentario de su Decreto Ley “Ayudas” (una serie de medidas fiscales para intentar paliar la crisis económica agravada por la guerra en Ucrania). Tras la negativa del Presidente de la República a que el perfil alto de Palazzo Chigi abandonase su cargo, se abrió un fuego cruzado de declaraciones de intenciones, entre quienes apuestan por la continuidad del premier y quienes creen poder pescar algo en el río revuelto.

Mientras el espacio mediático se colma con el culebrón parlamentario, los agentes represivos del Estado han alcanzado varios hitos en sus ataques a distintos sujetos sociales, personas y colectivos que están siendo duramente atacados con la clara intención de desactivar una política desde abajo que poco a poco intenta renacer.

Hace pocos días salía a la luz la condena a 28 años de cárcel a Juan, militante anarquista de origen ibérico, bajo acusación de un delito de “masacre política” (art. 285 del Código Penal), por haber colocado dos explosivos en una pequeña sede de la Liga Norte en el Véneto oriental. La durísima pena aplicada por el juez haría pensar en un atentado con víctimas mortales. Nada más lejos de la realidad: de los dos explosivos de fabricación casera, tan solo estalló uno, durante la noche, cuando la sede se encontraba totalmente vacía. Además, alrededor de la sede habían sido colocados hasta 30 folios con la palabra “bomba”, con el evidente objetivo de evitar daños personales. Como han indicado sus compañeros en un reciente comunicado, «la condena a Juan es, que recordemos, la pena más alta jamás aplicada en Italia por una acción directa sin heridos [...] el delito de “masacre política” no se aplicó ni siquiera en el juicio posterior a la masacre de Capaci [donde la mafia asesinó al juez Giovanni Falcone en 1992, N. del T.], mientras que el fascista Luca Traini fue condenado a “solo” 12 años de cárcel por haber disparado a varias personas migrantes –hiriendo a seis de ellas– y hacia una sede del Partido Democrático. Los agravantes de “terrorismo” (y de “masacre” aún cuando no hay ni muertos ni heridos) son utilizados para los revolucionarios en general y para los anarquistas en particular».

Volamos a Turín, laboratorio histórico de la represión en Italia. Tras el “éxito” de la operación que en 2019 consiguiera desalojar el antiguo Asilo (nodo de las luchas contra los CIEs/CPRs y de resistencia ante la gentrificación del barrio Aurora), el Estado italiano ha fijado un nuevo objetivo en el centro social Askatasuna, “invasor” desde hace más de 25 años de un gigantesco inmueble en pleno centro de la capital piamontesa. El lugar de referencia de la autonomía turinesa actúa, desde hace décadas, como carburante de la conflictividad metropolitana. Basándose en una mole de informes producida por la DIGOS (sección política de la Policía Nacional italiana desde 1978), que incluyen miles de horas de escuchas, hasta 91 militantes y activistas del Askatasuna han sido imputados bajo la acusación de asociación subversiva (art. 270 del Código Penal). Como explica el abogado Claudio Novaro en un reciente artículo sobre la cuestión, «[...] la operación que la Policía tenía en mente para el Askatasuna era seguramente la misma [que la utilizada con el antiguo Asilo]: petición de medidas cautelares por asociación subversiva, desalojo del centro social y, quizás, también de otras estructuras relacionadas con él (como el Espacio Popular Neruda)». Como ya ocurriera con el Asilo, también en este caso se ha derrumbado la acusación de asociación subversiva por falta de pruebas, aunque ahora la policía no haya conseguido ejecutar a tiempo el desalojo. Pero este revés no ha parado la maquinaria represiva: 22 militantes siguen acusados de asociación para delinquir, por haber supuestamente organizado un grupo que, con base en el Askatasuna, se han dedicado a cometer delitos en el Valle del Susa, hogar desde hace décadas de la resistencia contra un proyecto para la construcción de una línea ferroviaria (TAV) entre Turín y Lyon. Éste era probablemente el blanco principal de la Fiscalía. En este caso, la acusación ha sido justificada incluyendo el «método democrático» (estrictamente estatal, se entiende) como uno de los principios que gobiernan el Estado y cuya alteración, por tanto, se considera legalmente como subversión. La consecuencia es que toda acción ejercida mediante cualquier tipo de violencia —como diversas formas de resistencia realizas en el Valle del Susa— que se contraponga a las decisiones de la mayoría parlamentaria o del gobierno —como lo es el proyecto del TAV Turín-Lyon— ha de ser considerada automáticamente subversiva en el plano judicial. En palabras de Claudio Novaro, «[...] Confundir la proyectualidad criminal de la presunta asociación con su aparato ideológico significa moverse en una perspectiva de criminalización de cualquier colectivo que se fije como objetivo cambiar el estado presente de las cosas. [...] Aletea por entre las páginas de la investigación policial una idea mortificadora de la conflictividad y la participación políticas, acompañada de una visión escasamente consciente de la historia italiana.»

El último blanco alcanzado por los ataques del aparato represivo del Estado italiano han sido los sindicatos de base del ámbito de la logística. Hace poco más de un año, los trabajadores de este sector se enfrentaron, como respuesta a una serie de protestas, a una escalada de violencia cuanto menos facilitada o azuzada —sino directamente organizada— por la patronal. En el día de ayer, la represión contra quien se organiza en el ámbito de la logística en Italia tomó otras formas. A primera hora de la mañana iniciaba una operación policial, organizada por la Fiscalía de Piacenza (uno de los principales hubs de la logística italiana, donde Amazon entre otros tienen sus principales almacenes) contra dirigentes de los sindicatos de base USB y SI COBAS, dos de las organizaciones más combativas en el sector en los últimos tiempos. En las más de 350 páginas escritas por la acusación se construye un auténtico teorema judicial, el cual incluye una lista interminable de «hechos criminales»: piquetes, huelgas, ocupaciones de almacenes, asambleas, etc. Varios dirigentes sindicales han sido detenidos y puestos bajo arresto domiciliario y distintas sedes de ambos sindicatos han sido registradas. En un comunicado “en caliente”, el sindicato USB explica el ataque de la siguiente forma: «La logística es uno de los nodos centrales de la economía capitalista de nueva generación; la circulación de mercancías es un ganglio determinante de la cadena de valor y en él las contradicciones se expresan a un nivel mayor: explotación de la mano de obra, principalmente extranjera y sensible al chantaje, utilización sin frenos de contratas y subcontratas a cooperativas a menudo controladas (de forma no demasiado sutil) por el crimen organizado, derechos sindicales inexistentes y sistemáticamente violados, etc.; y es por eso que en este sector las luchas y el conflictos son más duros y determinados, y donde por tanto golpea la represión». En el final del comunicado, el sindicato ha anunciado la convocación de una huelga general del sector de la logística ayer, 19 de julio, en respuesta a los ataques sufridos.

Aunque el clima general siga siendo de baja marea, la política que se pretende realizar desde abajo en Italia ha visto importantes señales de un cierto despertar de la movilización social, pequeños brotes de futuro, aún delicados y muy localizados. Si bien es cierto que la represión por parte del Estado —que, al menos en Italia, es cada vez más penal y menos social— puede representar una simple “manutención” del status quo, la dimensión y aceleración de los mecanismos represivos —legislativos, judiciales, mediáticos— en los últimos meses y años expresan un cierto miedo. Habrá que esperar para ver si las esperanzas —de algunas— de un auténtico otoño caliente, que consiga alterar el orden presente de las cosas, se harán realidad o si, por el contrario, triunfarán los intentos de desactivación de las conciencias.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Opinión
Opinión Aprender de las fantasías de la conspiración
Difícilmente los desmentidos científicos convencen a quienes ya han incorporado una fantasía de la conspiración. Sin embargo, estas fantasías se corresponden con un hecho como que el desasosiego por el futuro es un sentimiento generalizado.
Italia
Italia Milán, cuando la ciudad de las oportunidades se hace inaccesible
Ya quedan pocos talleres, farmacias, peluquerías o papelerías de barrio en Milán, y el precio de la vivienda aniquila su población originaria.
Pensamiento
Sarah Jaffe “En realidad tenemos que hacer menos. E impedir que algunas cosas sucedan”
La escritora y periodista Sarah Jaffe aborda el desengaño cotidiano al que nos aboca el mundo laboral e investiga cómo, a pesar de todo, las personas se organizan colectivamente en sus empleos para que “trabajar apeste menos”.
Ocupación israelí
Palestina Vivir en alerta: la resistencia palestina frente la ocupación israelí
La cruda realidad de las feministas palestinas que, ante la represión y las detenciones arbitrarias, continúan su lucha por la libertad, la justicia y los derechos humanos.
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.
Análisis
Análisis El independentismo se reorganiza, pero ¿sigue siendo independentista?
Los partidos independentistas han sufrido la crisis del procés y el posprocés, y todavía no la han resuelto, sino, a lo sumo, la han aplazado. El PSC aparece como el ganador de una carrera con corredores agotados.
Madrid
Ciudades Fake Madrid, un paseo por los hitos del simulacro
Un recorrido por los grandes éxitos de la conversión de Madrid en una ciudad irreal.
Opinión
Opinión Sobrevivir pagando en el Álvaro Cunqueiro
Una de las victorias ideológicas del PP de Feijóo en Galicia ha sido hacernos creer que pagar por servicios esenciales en los hospitales durante el cuidado de nuestros enfermos es lo natural, que no hay otra manera de abordarlo, pero es mentira.

Últimas

Palestina
Eyad Yousef “No cuentes lo que queremos ser, cuenta lo que nunca hemos dejado de ser: un pueblo que quiere la paz"
Eyad Yousef es profesor en la Universidad de Birzeit, Cisjordania, y comparte su experiencia en una universidad que “representa el pluralismo y la libertad que tanto anhela la sociedad palestina”
Siria
Oriente Próximo Israel impone hechos consumados sobre Siria para condicionar la transición según sus intereses
“Está escrito que el futuro de Jerusalén es expandirse hasta Damasco”, dijo este octubre el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, uno de los exponentes ultras del Ejecutivo.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Un tercio de los asesinatos de periodistas en 2024 fueron obra del ejército de Israel
Reporteros Sin Fronteras documenta la muerte de 18 periodistas en Palestina y Líbano este año “asesinados deliberadamente por hacer su trabajo” y habla de una “masacre sin precedentes” de profesionales del periodismo.
Crisis energética
Análisis Los aerogeneradores no son molinos, son gigantes
El megaproyecto eólico del Clúster Maestrazgo, punta de lanza del capitalismo verde, destruirá un área natural de alrededor de 1325 campos de fútbol.
Ecofeminismo
COP29 La brecha de género en las Cumbres del Clima
VV.AA.
Las cumbres del clima no están aisladas del resto de espacios políticos y también están atravesados por las dinámicas patriarcales, pero ¿en qué lo notamos? ¿cómo abordan las negociaciones climáticas las políticas de género?
Más noticias
Galicia
Galicia Activistas de Greenpeace instalan ‘una celulosa’ en la sede de la Xunta en protesta contra Altri
Los ecologistas han realizado una acción en la sede del Gobierno gallego de Alfonso Rueda para animar a gallegos y gallegas a asistir a la manifestación de este domingo en la Praza do Obradoiro, en Santiago de Compostela.
Comunidad de Madrid
Educación pública El Gobierno de Ayuso recula y aplaza hasta junio los despidos masivos en Educación
Integradoras sociales, enfermeras, educadoras, auxiliares y otros perfiles de personal laboral se enfrentaban a la incertidumbre de ser cesados en plenas vacaciones de Navidad.

Recomendadas

Fronteras
Túnez Túnez endurece la represión contra las ONG de ayuda a las personas migrantes
Mientras el presidente Kaïs Saied se prodiga en discursos racistas, el estado persigue a las entidades solidarias con quienes llegan al país, bajo el silencio cómplice de la Unión Europea.
Galicia
Economía ¿Quién lidera el negocio del eucalipto en Galicia al que Altri quiere sumarse?
El estallido social que ha producido el intento de la multinacional Altri y la Xunta de instalar una nueva celulosa en Galicia abre la necesidad de poner el foco en el sector forestal, donde se encuentran algunas de las mayores fortunas del Estado.
Siria
Rojava El rompecabezas sirio que estalló en Alepo
El nuevo escenario sirio se ha gestado bajo la intervención implacable de Turquía, patrocinadora del Ejercito Nacional Sirio y otros grupos yihadistas que libran la guerra de Erdogan contra el pueblo kurdo.