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Clubes de consumo de Cannabis
En noviembre California votó en referéndum sobre la legalización del cannabis. Aunque el “no” fue la opción más votada, resulta llamativo que el 44% de los votantes fuera partidario de levantar la prohibición.
Todas las encuestas señalan que el porcentaje de partidarios de la legalización en EE UU no ha hecho más que aumentar en los últimos 20 años, por lo que la batalla de California se ha perdido pero el resultado de esta guerra es incierto.
A este lado del Atlántico a su vez aparecen iniciativas interesantes que sugieren que algo está empezando a cambiar en relación a las drogas. Los clubes de consumidores de cannabis son la iniciativa más llamativa en este sentido. En España y Bélgica han proliferado durante los dos últimos años sin excesivas resistencias por parte del poder judicial.
Explicado de forma sencilla, las leyes del Estado español castigan por vía penal la venta de drogas fiscalizadas (el delito de tráfico de drogas) y por vía administrativa el consumo o la tenencia destinada al consumo en espacios públicos. Pero el consumo de drogas en espacios privados es impune tanto desde el punto de vista penal como del administrativo. Ponerse una ‘raya’, meterse un ‘tiro’, o tomarse una ‘pasti’, supone los mismos riesgos legales que pintarse las uñas de los pies o hacerse la permanente, siempre que se haga en un espacio privado.
Así, teóricamente, un grupo de personas adultas, que se reconocen consumidores de cannabis y no quieren acudir al mercado negro podrían constituirse legalmente en asociación, registrarse, presentar sus estatutos y cultivar cannabis sólo para su uso personal. A finales de los años ‘90, un grupo de activistas cannábicos del País Vasco pusieron en práctica esta hipótesis, con luz, taquígrafos e informando a las autoridades competentes. Aunque con algunas dificultades iniciales, hasta el momento no han existido sentencias condenatorias y los jueces no han considerado que estas personas vulneren ninguna ley del Estado, ya que la producción está destinada al consumo en espacios privados y no al tráfico.
Desde una perspectiva sanitaria, además, permite a los consumidores acceder a un producto de calidad y evitar los riesgos del mercado negro. Los clubes de consumidores pueden suponer una vía para normalizar con sentido común ciertos aspectos relacionados con las drogas de forma discreta y razonable desde una perspectiva política.
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