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Guerra en Ucrania
Rumanía mantiene las puertas abiertas para su vecino del norte
Eugenio ha conducido desde Noruega durante más de cuarenta horas hasta la ciudad rumana de Siret, en la frontera con Ucrania. Nervioso por el reencuentro con su mujer y sus dos hijas preadolescentes, que huyen de la guerra y la situación de desabastecimiento generalizada en todo el país, el pasado lunes poco después de encontrarse con ellas Eugenio buscaba bajo una intensa nevada algunas medicinas entre las organizaciones que están ofreciendo ayuda en la frontera. Su padre, que acompañó a su nuera y sus nietas hasta Rumanía para regresar a Ucrania poco después, está enfermo de los huesos y no encuentra los calmantes que necesita en las farmacias del país en guerra.
“Si no fuera por mi hija, lo primero que pensé es en ir para allá a defender mi tierra, como hicieron unos amigos que dejaron a sus familias en Polonia y volvieron a Ucrania”, expresa Eugenio. No obstante, indica que decidió esperar porque su ciudad, Chernivtsi —a unos 36 kilómetros de la frontera rumana—, aún no ha sido atacada y permanece tranquila hasta el momento. “[En Chernivtsi] no hay objetivos militares ni nada del interés de los rusos, aunque la situación está cambiando cada día y no se sabe qué va a pasar mañana”, explica Eugenio.
Aunque es posible salir de Ucrania pagando una mordida de entre 3.000 y 5.000 euros a la policía ucraniana de frontera, asegura Eugenio, algunos de sus amigos llevaron a sus familias a Polonia y regresaron para integrarse en la resistencia y enfrentar la invasión
Aunque es posible salir de Ucrania pagando una mordida de entre 3.000 y 5.000 euros a la policía ucraniana de frontera, asegura Eugenio, algunos de sus amigos llevaron a sus familias a Polonia y regresaron para integrarse en la resistencia y enfrentar la invasión. “Lo que ocurre en todo el país es extraordinario. A partir de las seis de la tarde hay toque de queda y hay que apagar las luces de las casas, las tiendas están desabastecidas, no hay suficientes alimentos ni medicamentos. Son circunstancias muy complicadas”.
Al igual que la mujer y las dos hijas de Eugenio, a principios de esta semana más de 85.500 personas desplazadas desde diversos puntos de Ucrania ya habían cruzado a Rumanía en coche o a pie por el paso de Siret. Según los datos que aporta Poroch S. Ilie, portavoz de la policía rumana de fronteras, el tráfico de vehículos en este puesto fronterizo ha aumentado más de un 400% en los últimos días, lo que convierte a éste en el principal puerto de entrada a Rumanía desde Ucrania.
A principios de esta semana más de 85.500 personas desplazadas desde diversos puntos de Ucrania ya habían cruzado a Rumanía en coche o a pie por el paso de Siret. El tráfico de vehículos en este puesto fronterizo ha aumentado más de un 400% en los últimos días
“Las personas desplazadas están entrando al país con normalidad, la policía está permitiendo el paso a todos los ucranianos sin necesidad de visado”, afirma Ilie, quien especifica que de los 85.500 desplazados aproximadamente 24.000 son personas de otras nacionalidades que escapan de la situación en el país vecino. “Ciudadanos de Turquía, India, Pakistán o Israel han podido abandonar Ucrania a través de Rumania. Las autoridades rumanas se han volcado en la recepción y atención a los refugiados y está facilitando la entrada al país”, remarca.
En medio del bullicio por la afluencia de gente y la tensión que estos días vive esta garita fronteriza, este martes la parlamentaria ucraniana Yevheniya Kravchuk cruzó prácticamente inadvertida como una refugiada más. Jefa de comunicación del gabinete de Servant of the People, el partido del presidente Volodimir Zelenski, Kravchuk prefirió viajar a Bruselas a través de Rumanía en lugar de por la frontera polaca, la más saturada desde el inicio del conflicto.
Según adelantó Kravchuk, en los próximos días viajará con una comitiva de mujeres al parlamento europeo, donde solicitarán la aplicación de nuevas sanciones a Rusia y tratarán de avanzar en el diálogo para la incorporación de Ucrania a la Unión Europea. Sin embargo, la diputada afirmó que la principal necesidad de su país en este momento es detener los ataques de la aviación rusa por lo que, tal como expresó Zelenski hace unos días, insistirán en la petición de cierre del espacio aéreo ucraniano.
Según adelantó Kravchuk, en los próximos días viajará con una comitiva de mujeres al parlamento europeo, donde solicitarán la aplicación de nuevas sanciones a Rusia y tratarán de avanzar en el diálogo para la incorporación de Ucrania a la Unión Europea
“38 niños han muerto en esta guerra porque están bombardeando las ciudades. No es una lucha contra el ejército; están matando a civiles. Nuestro ejército está pateándoles el trasero, pero necesitamos que se cierre el espacio aéreo y también necesitamos aviones de combate y defensa aérea”, explicó.
En cuanto al apoyo que Ucrania está recibiendo por parte de la comunidad internacional, Kravchuk destacó su agradecimiento con el pueblo rumano “por toda la ayuda que están prestando en la frontera y por todo lo que están haciendo por la gente de Ucrania que está abandonado el país”. También agradeció el papel que está desempeñando el gobierno español: “sabemos que el gobierno de España ha enviado armamento y ayuda humanitaria, así que pedimos que por favor continúen haciéndolo y apoyando las sanciones a Rusia”.
Rumanía abraza a la comunidad ucraniana desplazada
A diferencia de lo ocurrido en otros conflictos, como durante las recientes guerras en Siria, Irak y Afganistán, donde las personas en busca de asilo humanitario fueron estigmatizadas o directamente rechazadas violentamente por los países de paso o destino, la ciudadanía ucraniana desplazada está viviendo una ola de solidaridad y empatía generalizada en toda Europa.
En el paso de Siret se cuentan por decenas los puestos de ayuda humanitaria que colectivos civiles y organizaciones internacionales han establecido para ofrecer atención médica, alimento, ropa limpia, transporte, e incluso juguetes a las familias que llegan desde Ucrania. Tanto el gobierno de Rumanía como la Iglesia ortodoxa rumana, pasando por Cruz Roja y Media Luna Roja; Save the Children o World Central Kitchen, entre otras instituciones, se han volcado en la recepción de las personas que huyen de la guerra. A todas ellas se suman, a título individual o colectivo, numerosos miembros de la ciudadanía rumana.
En el paso de Siret se cuentan por decenas los puestos de ayuda humanitaria que colectivos civiles y organizaciones internacionales han establecido para ofrecer atención médica, alimento, ropa limpia, transporte, e incluso juguetes a las familias que llegan desde Ucrania
“He venido con calcetines, guantes y gorros. Queremos ayudar a las personas que vienen congeladas por el frío”, cuenta Ovidiu, un voluntario rumano que por iniciativa propia ha acudido a la frontera a prestar ayuda. “Mis amigos y mis familiares recaudaron mucho dinero y compraron también productos de higiene femenina. Todo es gratis, queremos ayudar a los que cruzan la frontera”.
En Suceava, capital de esta región fronteriza, el empresario Stefan Mandachi ha cedido un salón de eventos de 800 metros cuadrados anexo al lujoso hotel que lleva su nombre para la recepción de miles de personas desplazadas. Este millonario filántropo, propietario de una cadena de restaurantes de comida griega y de varios hoteles y spas en Rumanía, se está encargando de toda la logística; desde alimentos hasta atención sanitaria, transporte y medicinas. Un trabajo colosal coordinado a través de la fundación Jeni Mandachi, presidida por su hermano gemelo.
Adrián, un joven voluntario rumano de esta organización, cuenta que está impresionado por la respuesta de sus compatriotas. “No sabía que había tanta bondad en el mundo y eso me emociona”, expresa con voz entrecortada y sin poder evitar derramar alguna lágrima. “Estamos organizando todo el voluntariado así como las donaciones que estamos recibiendo: desde colchones a comida para perros, juguetes, ropa... La gente está trayendo todo lo que cree que puede ser de ayuda”, indica Adrian.
El voluntario explica que el refugio instalado en el hotel Mandachi es “un centro de paso, pero si alguien prefiere quedarse en Rumanía le facilitamos acomodarse en algún lugar. Primero registramos a las personas que lo solicitan, y luego los vamos acomodando. Quienes vienen de paso se quedan por una o dos noches como máximo y después tratamos de ayudarles con el transporte”. Los datos ofrecidos por el portavoz de la policía fronteriza señalan que, hasta el pasado lunes, unas 2.400 personas procedentes de Ucrania han solicitado asilo en su vecino del sur.
Los datos ofrecidos por el portavoz de la policía fronteriza señalan que, hasta el pasado lunes, unas 2.400 personas procedentes de Ucrania han solicitado asilo en su vecino del sur
En este improvisado albergue establecido en el hotel Mandachi, Marina y su hija Kate también están de paso. “Ha sido muy difícil dejar Ucrania, sobre todo en el momento en que cruzamos la frontera y entendimos que estábamos en otro país. Esperamos que todo esto acabe pronto para regresar a casa”, expresa.
Madre e hija viajaron desde la capital ucraniana hasta Chernivtsy y durante el camino pudieron escuchar el estruendo del bombardeo sobre el aeropuerto de Vinnytsa, en el interior del país. “No podíamos creer lo que estaba pasando. Mis padres y mis amigos se quedaron en Kyiv. Planeamos quedarnos en Alemania hasta que acabe el conflicto”.
Ambas coinciden con la opinión de la diputada Yevheniya Kravchuk y con la de Eugenio, quienes pese a reconocer a Rusia y Bielorrusia como “países hermanos” de Ucrania, aseguran que lo más urgente es que la Unión Europea acceda a restringir el espacio aéreo para evitar que los aviones rusos sigan bombardeando el territorio ucraniano. “Vamos a resistir hasta que podamos”, sentencia Eugenio.