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Conectar un teléfono con la app de Glovo pero en segundo plano, es decir, cuando no aparece en la pantalla del dispositivo y supuestamente no se está ejecutando. Analizar durante 24 horas los datos recogidos por la aplicación y comprobar qué información envía y cuándo se envía a la plataforma y a terceras empresas. Así fue como el equipo de investigación Tracking Exposed descubrió que la conocida empresa de repartidores espía a sus riders incluso cuando no están conectados y trabajando, además de compartir información con terceras empresas sin tener permiso para ello y llevar un sistema de puntuación oculta de los repartidores sin ser informados.
El proceso se realizó con una técnica conocida como black-box testing (prueba de la caja negra) por esta organización que se dedica a arrojar luz sobre esas cajas negras que son los algoritmos y que ha sido recogido por un informe publicado por el European Trade Union Institute (ETUI). Durante dos fechas distintas, julio de 2021 y septiembre de 2022, este grupo de investigadores intervino un teléfono de un rider registrado y que trabaja habitualmente en Foodinho, filial en Italia de la española Glovo. En concreto, el análisis realizó un seguimiento tanto de los momentos en los que la aplicación accede a los datos personales del usuario, como la geolocalización del dispositivo, como de los momentos en los que éstos son enviados externamente, con especial atención a los intercambiados entre la aplicación y los servidores propiedad de GlovoApp 23SL o de cualquier tercero.
La conclusión de los análisis en los dos periodos con tecnologías diferentes ofrecen el mismo resultado: Glovo espía a sus riders incluso cuando no están trabajando
La conclusión de los análisis en los dos periodos con tecnologías diferentes ofrecen el mismo resultado: Glovo espía a sus riders incluso cuando no están trabajando. La app envía información de las coordenadas exactas de geolocalización de los repartidores cuando no están en horario laboral ni tienen la aplicación en marcha en sus teléfonos. Aunque no solo enviaba el lugar exacto donde se encontraba el trabajador fuera de su horario. La investigación ha comprobado que también envía los identificadores únicos del usuario, la dirección de correo electrónico, el número de teléfono y otros datos obtenidos del propio dispositivo del trabajador.
La app de Glovo para trabajadores envía información a terceras empresas sin tener permiso para ello
Pero no solo eso. También han descubierto que la app de Glovo para trabajadores envía información a terceras empresas sin tener permiso para ello. Dos empresas de marketing y de análisis de datos, braze.eu y mparticle.com, también eran receptoras de información personal y privada de los repartidores. Las condiciones de uso de estas aplicaciones no dan permiso a la empresa para compartir este tipo de información con terceras empresas, según explican desde Tracking Exposed. “Nos pareció especialmente problemático que una empresa de marketing recibiera datos sobre los riders, ya que los datos no se refieren a su comportamiento como clientes, sino a su comportamiento laboral”, explican los creadores del informe que señalan que esos datos podrían estar siendo usados con fines comerciales sobre los trabajadores, lo que “contribuye a difuminar aún más la línea que divide a los consumidores y trabajadores, o más ampliamente, entre la vida privada y el trabajo”, lamentan los investigadores.
Por último, la investigación señala que los repartidores de Glovo están sometidos a un ranking interno de la empresa. Al analizar las comunicaciones que enviaba el teléfono del trabajador en la primera prueba de la investigación descubrieron un campo que se llamaba “rating” (puntuación). En la segunda prueba encontraron, además de la primera, otro valor enviado bajo el nombre de “experiment_score” (puntuación experimental). “No tenemos ninguna indicación de la finalidad de este valor”, explican los investigadores”. Pero señalan que es un hallazgo importante, ya que demuestra que “se pueden encontrar rastros de toma de decisiones automatizada”. Algo que, según ellos, “puede ayudar a los trabajadores y a sus representantes a formular más preguntas sobre los detalles del sistema de gestión algorítmica”.
En julio de este mismo año, los dos investigadores de Tracking Exposed, Claudio Agosti y Gaetano Priori, volvieron a realizar una prueba encontrando resultados muy similares y entregaron la documentación y los análisis a la Agencia de Protección de Datos italiana. Ahora mismo, el organismo italiano tiene toda la información en sus manos. Una posible sanción en Italia podría resultar un terremoto para el resto de filiales de la empresa española que utilizan exactamente el mismo software y aplicación para los repartidores.
¿Y en España?
“La aplicación de Glovo es exactamente la misma en todo el mundo, por lo que sospechamos que estén haciendo exactamente lo mismo en otros países como España”, explica a El Salto Agosti, uno de los analistas de algoritmos y fundador de Tracking Exposed que ha realizado la investigación. Algo comprobable si se visita el repositorio de aplicaciones de Google Store, donde existe una única app para repartidores de la empresa, Glovoapp 23SL, con más de medio millón de descargas. Pero, además, está el aliciente de que la matriz de la empresa es española y sus oficinas centrales están en España.
“No me sorprende nada”, afirma con rotundidad Fernando García Pallás, delegado sindical de UGT en Glovo, “si no respetan los derechos laborales, no es de extrañar que no respeten tampoco la de protección de datos”, explica el rider. Lo que no le quita importancia al hallazgo: “Es una violación total de nuestra intimidad”, dice García Pallás, “pueden saber con quién me relaciono, quiénes nos reunimos en el sindicato, si voy al médico o si trabajo para otra empresa”, lamenta el rider.
A Nuria Soto tampoco le sorprende nada estos hallazgos. Ella forma parte de Riders X Derechos y se ha tenido que enfrentar en varias ocasiones a estas plataformas. Pero no siempre es fácil demostrar cómo funciona el algoritmo y por eso “este hallazgo es muy importante porque demuestra hasta qué punto pasan por alto el tema de la protección de datos y de la privacidad de los riders”, y señala que pone en evidencia la necesidad de regular este tipo de empresas y el uso que hacen de los datos.
Si se ceden datos a terceras empresas y hay un ánimo de lucro en ello, el delito es más grave todavía
La pregunta es quién debería actuar y de qué forma. Para Elena Terradillos, delegada de protección de datos de CC. OO., ve claro que si es un tema de datos de los trabajadores y su uso debería ser la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) la que actúe. Además, señala, que si se ceden datos a terceras empresas y hay un ánimo de lucro en ello, el delito es más grave todavía.
En la misma línea va Jesús Acevedo, abogado de derecho digital, al que no le sorprende mucho que Glovo actúe de esta forma y que, igual que explica García Pallás, lo considera una violación de la intimidad de los trabajadores muy grave y que debería tener consecuencias. De hecho, argumenta el abogado, “dado que la empresa matriz de Glovo está en España, la AEPD debería actuar de oficio y liderar la investigación junto al resto de agencias de los países donde esta empresa esté funcionando mediante la misma aplicación”. Además, el abogado añade una preocupación más a este cocktail: “Si lo hacen con los trabajadores, ¿quién nos dice que no lo están haciendo también con los usuarios? ¿Quién nos dice que no están también espiando a todo aquel que tiene la app de pedir comida?”, por lo que defiende que la AEPD debería ampliar la investigación también a usuarios.
Existe un precedente en territorio español que sacan como ejemplo tanto Terradillos como Acevedo: En 2021, el Tribunal Supremo acabó cerrando el sistema que Telepizza tenía para rastrear a sus repartidores incluso cuando no estaban trabajando. Tras la denuncias de los sindicatos y su paso por la Audiencia Nacional, el Supremo dictaminó que ese rastreo era una violación de la intimidad de los trabajadores y un uso indebido de sus datos.
No sólo se trata de un asunto de protección de datos, sino de derechos fundamentales de los trabajadores
En lo que coinciden los dos también es en que ya no sólo se trata de un asunto de protección de datos, sino de derechos fundamentales de los trabajadores. En este caso, debería ser la Inspección de Trabajo la que actúe para comprobar si este espionaje viola el derecho a la intimidad del trabajador y su derecho al descanso al estar siendo monitorizado las 24 horas del día.
Para García Pallás, que ya ha sufrido la continua resistencia de Glovo a cumplir la ley en cuanto a los falsos autónomos y la relación de laboralidad, la cosa debería ir más lejos: “Más allá de la multa, esto debería ser un tema penal, porque estos son pruebas de que hay una invasión de la intimidad más allá de lo laboral y se debería judicializar”. Además, añade el rider, espera que el Ministerio de Trabajo y la Inspección de Trabajo actúen de oficio al conocer esta investigación y sus resultados.
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La importancia de la colaboración entre tecnología, sindicatos y trabajadores
Desde que se aprobó la conocida como la Ley Rider, los sindicatos pueden acceder al algoritmo que organiza tareas o cuestiones que tengan que ver con el trabajo. Pero no es una tarea fácil. La tecnología para desmontar y analizar un algoritmo no está al alcance de cualquiera y el mundo sindicalista y el de los expertos informáticos no está tan unido como debería estarlo ante las nuevas amenazas laborales que la gestión algorítmica de las empresas de plataforma nos plantea.
Las investigaciones de Tracking Exposed, que ahora dan un paso más con el nuevo proyecto Reversing works, pretenden poner estas herramientas al servicio de los sindicatos y los trabajadores para “responsabilizar a las aplicaciones de la gig economy de sus prácticas encubiertas y garantizar que las infracciones laborales salgan a la luz”. Señalan que la lección aprendida de este proceso es que este tipo de cooperación repartidores y expertos técnicos puede beneficiarse de la participación de sindicatos u otros representantes de los trabajadores.
En la misma línea trabaja el Observatorio, Trabajo, Algoritmo y Sociedad (TAS), un proyecto formado por riders y taxistas para “defender los intereses de los trabajadores de la economía de plataformas” y que han sido las artífices de las recientes querellas criminales contra Glovo y Uber Eats por saltarse de manera reiterada las normativas de contratación y seguir teniendo a centenares de repartidores en régimen de falso autónomo. Desde esta organización y las asociaciones de taxistas y riders que la componen, llevan tiempo dándole una vuelta de tuerca a las nuevas estrategias de lucha sindical contra las empresas de plataforma y conocen bien que ante este nuevo enemigo tan tecnológico se necesitan nuevas herramientas y estrategias de lucha obrera. “No podemos seguir haciendo el sindicalismo de siempre”, afirma Nuria Soto, que también forma parte de TAS. “Debe haber una apuesta por parte de los sindicatos por saber interpretar los datos, por averiguar por dónde van la vulneración de derechos y por entender que estas prácticas están optimizando las nuevas formas de precarización basadas en los sistemas tradicionales”, concluye Soto.
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