Fronteras
The balkan game

La ruta migratoria de los Balcanes se ha convertido en un muro financiado por la UE para impedir la entrada de miles de migrantes, utilizando a Bosnia como refugio y trampa a la vez.

“Ayer hice el game con mi familia. La policía croata nos pegó, a pesar de que tenemos un hijo de un año. Después nos quitaron los teléfonos y la ropa, lo quemaron todo y nos obligaron a caminar de vuelta hasta la frontera”, relata un refugiado afgano que intentó cruzar la frontera bosnio-croata con su familia.

The game. El nombre suena a videojuego, ya que recuerda a los arcades donde puedes morir pasando de pantalla, luchando por sobrevivir contra quién intenta acabar contigo o impedir que continúes y pases al siguiente nivel. Sin embargo, en este caso vas desarmado y no has elegido jugar. Así es como llaman los migrantes y las organizaciones sociales al intento de cruzar ilegalmente la frontera entre Bosnia y Croacia en el cantón bosnio de Una Sana. Cruzando a pie ríos, montañas y bosques hasta acceder a la UE por Croacia, para más tarde llegar a Eslovenia y después a Italia, donde en teoría hay más probabilidades de no ser expulsados.

En 2018 se consolida la ruta migratoria de los Balcanes como alternativa a otras rutas de entrada en la UE de miles de migrantes y refugiados. Gran parte de las personas que se ven obligadas a realizarla provienen de países como Irak, Siria, Afganistán, Paquistán o naciones del norte de África. El trayecto a las puertas de Europa comienza en Turquía, pasando por Grecia hasta llegar a los Balcanes.

Sanela Klepic: “Yo también fui refugiada, yo sé cómo es tener que dejar tu casa, cruzar la frontera, ir a otro país, no saber el idioma y no saber qué te espera”

La gran mayoría de personas que la atraviesan han cruzado anteriormente fronteras teniendo que pagar cantidades ingentes a tratantes, casi siempre trabajando ilegalmente en condiciones de grave explotación laboral, poniendo en riesgo sus vidas para pagarles o para subsistir en cada país por donde pasan. Según reportan todos los informes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en su trayecto han sufrido violaciones de derechos humanos y, en concreto,  violencia por parte de cuerpos de seguridad de los distintos Estados, y de grupos armados al margen de la ley que se benefician de su situación. El testimonio de una refugiada anónima de Afganistán corrobora que los tratantes han establecido un negocio seguro basado en la demanda de personas que necesitan cruzar: “En cada etapa del camino había tratantes y nos tocaba pagarles porque no sabíamos cómo llegar al siguiente punto, siempre piden dinero por adelantado y luego te hacen esperar una, dos o tres semanas. Entonces ya les da igual y no te llevan a ningún lado, pero no te queda otra opción”.

Todos comparten un mismo objetivo: migran en busca de un futuro mejor. Algunos huyen debido al riesgo que corre su vida en países asolados por guerras en las que las grandes potencias internacionales han intervenido. En este caso la legalidad internacional los considera refugiado. Otros vienen movidos por la propaganda de opulencia y bienestar que hace la UE y por la falta de trabajo y servicios básicos en sus países de origen. En este caso entrarían a formar parte de lo que se denomina inmigrantes por las autoridades.

Push Back, la peor de las pantallas

Cuando intentan cruzar, la policía croata sistemáticamente los detiene, infringiéndoles violencia física y psicológica, despojándoles de todo lo que llevan encima y luego los obliga a volver a Bosnia. Para Amnistía Internacional, que ha denunciado reiteradamente esta situación, es un claro ejemplo de devolución en caliente o push back. Se trata del rechazo ilegal de una persona en tránsito en una frontera europea. Además, siendo Croacia un país de la UE, este procedimiento es ilegal y en la mayoría de casos se realiza mediante el uso de la violencia. El principal perfil afectado son hombres en tránsito, aunque también hay familias y menores. Como refleja el informe Asylum Information Database (AIDA), entre enero y noviembre de 2019 la policía croata hizo retroceder a 1.514 personas por la fuerza con el objetivo de conseguir que no entren en el país.

Desde el 2018 han pasado por Bosnia más de 70.000 migrantes y refugiados, según la Comisión Europea, y, a día de hoy hay 8.000, según datos e la ONU, de los cuales aproximadamente 2.500 están durmiendo al intemperie en condiciones infrahumanas

Existe además otra problemática crucial para los refugiados, que también han denunciado ONG como Human Right Watch: al llegar a territorio europeo deberían poder solicitar asilo, pero Croacia les niega el derecho y cuando lo intentan directamente los expulsan.

Cómo crear un muro y fingir que nada está pasando

Desde el 2018 han pasado por Bosnia más de 70.000 migrantes y refugiados, según la Comisión Europea, y, a día de hoy, hay 8.000, según datos e la ONU, de los cuales aproximadamente 2.500 están durmiendo al intemperie en condiciones infrahumanas. En la web de la Comisión Europea se informa que ha donado directamente 89 millones de euros al país y a diversas instituciones internacionales, entre ellas la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), para gestionar la migración, de los cuales 13,8 millones se han destinado a la ayuda humanitaria. En ningún párrafo se nombran los push back ni la violencia. También acusa directamente a las autoridades bosnias de ser las culpables de la situación y, debido a esto, de no estar en posición de entrar en la Unión Europea.

De esta manera la UE se está realizando un lavado de cara a través de las ayudas humanitarias, fingiendo que nada está pasando respecto a las constantes violaciones de derechos humanos contra las personas en tránsito, de las que tiene constancia y sobre las que no actúa para impedirlas. Culpando a otros países que no forman parte de la misma evita una solución que pase por abrir las fronteras o regularizar la migración. Cumple así su objetivo final: que los migrantes no entren en su territorio.ç

Bosnia tiene unos índices de emigración del 47,34% con una renta per cápita de 5.170 euros. El 62% de los jóvenes de 15 a 24 años no tiene trabajo y más de 450.000 personas sufren enfermedades mentales derivadas de la guerra

Por otro lado, reproduce lo que ya ha realizado en países como Grecia o Turquía: crea un muro de contención, cuya seguridad se financia mediante la cooperación con los países fronterizos a través de los fondos de la Agencia europea para el control de las fronteras (Frontex), militarizando así las fronteras.

Para Sanela Klepic exrefugiada bosnia y trabajadora de Cruz Roja BiH Ključ, la posición de la UE está muy clara: “Yo sé que hará cualquier cosa para tener a estas personas fuera. Si encuentran un donante, una persona o una organización que se comprometa a montar un campo de refugiados dirán: ¡genial!, ¡harán algo para que queden fuera de la UE! Les darán el dinero muy fácil, estoy totalmente segura”.

Bosnia: un país de refugiados

Pero la situación de Bosnia, no es la más propicia para gestionar la ruta migratoria. Según los últimos datos del gobierno, tiene unos índices de emigración del 47,34% con una renta per cápita de 5.170 euros. El 62% de los jóvenes de 15 a 24 años no tiene trabajo y más de 450.000 personas sufren enfermedades mentales derivadas de la guerra. De los más de 800.000 refugiados que huyeron hace más de 20 años de la guerra civil que enfrentó a países emergentes de la antigua Yugoslavia y ha grupos étnicos y políticos del mismo territorio, según datos del ACNUR en 2019, 16.600 refugiados aún no habían retornado.

Naciones Unidas, en sus informes de 2019, advierte que el derecho a la salud se encuentra en una situación de grave amenaza. Silvia Marconi, de la ONG italiana IPSIA, comenta a modo de ejemplo que actualmente en el hospital de Sarajevo, la capital, no hay traumatólogo y que la mayoría de hospitales no cuenta con suficientes recursos para poder atender a los pacientes. Además, según la Organización para la Transparencia Internacional tiene uno de los niveles más altos de percepción de corrupción por parte de los ciudadanos.

A toda esta situación hay que añadir el desmantelamiento progresivo de todas las estructuras estatales y un país dividido en dos entidades, que funcionan a modo de pequeños estados, complicando su propia administración e impidiendo la participación de la población en la política.

Las autoridades bosniacas han intentado frenar la solidaridad con los refugiados mediante prohibiciones de dudosa legalidad como el transporte en medios privados o públicos de migrantes y la donación de ropa y comida por parte de las ONG y colectivos de solidaridad.

Por otra parte, a los requisitos que impone la UE para su entrada en la Unión se le suman ahora los de la gestión de la migración. Este es un tema que crea mucha polémica entre los bosnios. Zlatan Klovacevic,  de SOS Bihac, es consciente de que Europa ha destinado muchos fondos para la gestión de la migración., pero afirma que el país no tiene la infraestructura necesaria y que parte del dinero ha caído en manos de la corrupción que asola el país y en ninguno de los casos se ha destinado a su fin.

Por su parte, las autoridades bosniacas han intentado frenar la solidaridad con los refugiados mediante prohibiciones de dudosa legalidad como el transporte en medios privados o públicos de migrantes y la donación de ropa y comida por parte de las ONG y colectivos de solidaridad.

Combustible para el fascismo

En la actualidad el partido político SEJ, de corte fascista y  encabezado por el profesor Sej Ramic, está basando su propaganda electoral en culpar de toda la situación a los migrantes. La formación ha organizado en los últimos meses dos protestas y ha creado un movimiento anti inmigrantes en Bihac y Velika Kladusa —otra de las localidades donde más refugiados hay cerca de la frontera— provocando, según Roberta Gentili, de la Border Violence Monitoring Network (BVMN), que en “los últimos tres meses haya habido casos de violencia por parte de la policía local contra los refugiados y que personas locales con pasamontañas hayan agredido a los refugiados, creándose un clima de hostilidad en la región”.

Los activistas que apoyan a los migrantes explican que el problema no es que los inmigrantes o la propia crisis migratoria hayan avivado el fascismo, sino que la utilización del discurso de odio no es nada nuevo en el país y que además recuerda a tiempos pasados

Con la cautela de quién conoce bien el hastío de la población bosniaca, harta de las promesas de la UE y de sus propios gobernantes,  Zlatan Kovacevic describe cómo desde la ultraderecha hacen política relacionando los problemas del país con los inmigrantes: “Son incapaces de dar soluciones y esta es una forma de llegar al poder, culpando a otros de tus propios problemas. Nuestro país tiene mucha corrupción, ¿por qué la UE no nos ayuda con este problema? No tenemos ni hospitales”.

Los activistas que apoyan a los migrantes explican que el problema no es que los inmigrantes o la propia crisis migratoria hayan avivado el fascismo, sino que la utilización del discurso de odio no es nada nuevo en el país y que además recuerda a tiempos pasados, cuando los partidos nacionalistas llevaron al país a la guerra y lo usaron para acceder al poder y mantener su privilegios. En vez de proponer soluciones, como antaño se culpaba al otro de los problema —serbio croata o musulmán— ahora el culpable es el inmigrante, y este nuevo chivo expiatorio está sirviendo de combustible para partidos racistas de nueva creación que pretender llegar al poder por la misma forma que anteriormente otros lo lograron.

Solidaridad entre victimas 

En todo el territorio, pero sobre todo en el cantón de Una Sana, se ha organizado una extensa red de solidaridad entre organizaciones sociales y ONG extranjeras y locales que está trabajando principalmente en denunciar la situación de constante violación de derechos humanos de los migrantes, así como en proveerles de ayuda humanitaria, en muchos casos mediante acuerdos informales o formales con las autoridades locales o formas de resistencia y de apoyo mutuo clandestino. En algunos casos la autogestión, o las aportaciones voluntarias de personas solidarias son la base de la financiación. No Name Kitchen, SOS Bihac o IPSIA, que ya trabajaba con la población bosnia desplazada refugiada, son algunas de ellas.

Pero también hay muchos bosnios anónimos, sobre todo mujeres, que están ayudando con los pocos medios que tienen a los migrantes. Es en estos casos donde se encuentran personas que en su día fueron refugiadas y tuvieron que realizar el game. Ahora, en su condición de retornadas, están apoyando a los nuevos refugiados, como Zlatan Kovacevic que tuvo que realizar el trayecto para refugiarse en Alemania, pasando por Croacia, o como Sanela Klepic: ”Nosotros también fuimos refugiadas, estábamos en la misma situación. Por eso creo que la gente lo entiende. Yo también fui refugiada, yo sé cómo es tener que dejar tu casa, cruzar la frontera, ir a otro país, no saber el idioma y no saber qué te espera”.

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