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París se manifiesta el día anterior a la aprobación de la la reforma laboral de Macron que flexibiliza la contratación y despido de los trabajadores, una de las muchas movilizaciones que se están produciendo en el país vecino y que vaticinan un otoño caliente en toda Francia. Quedamos a mediodía en un centro social del extra radio parisino para ir a la manifestación con cincuenta jóvenes pertenecientes al Black Bloc o movimiento autónomo. Nos colamos todos en el metro saltando los torniquetes. Coincidimos en vagones atestados de sindicalistas y personas que acuden a la manifestación. En el metro conocemos a José, un inmigrante gallego de Vigo que lleva décadas en París y milita en la CGT, un verdadero alivio para mi compañero y yo que no hablamos ni papa de francés. José nos insiste en que esta manifestación es la de los sindicatos y el sábado será la de los partidos políticos y los de la Francia Insumisa, el partido de Mélenchon.
Salimos a la calle en un ambiente festivo, atestado de gente, entre globos, pasquines, pancartas y hasta barbacoas. Avanzamos rápido en grupo hasta la cabecera de la manifestación en el bulevar de Montparnasse, donde encontramos a mas jóvenes anarquistas. Parece que la iniciativa es tomar la cabecera de la manifestación en la que se calcula que hay entre 20.000 y 55.000 personas. El grupo comienza a avanzar. En un momento dado los chavales empiezan a prepararse, ocultos a la vista por sus pancartas, mientras se cubren, se visten de negro y se organizan. Me subo a un banco en el Boulevard Raspail para tomar fotos y un tipo de blanco muy aseado me dice de malos modos que me quite que él quiere mirar. Me niego y me empuja, y yo le protesto en español. El tipo le pregunta a José si soy rumana, mientras yo siento su odio. El neonazi, policía o lo que fuera se cuela dentro del Black Bloc.
Algunos chicos del Black Bloc llevan un brazalete con una cruz roja y reparten colirio y un liquido blanco que quita el picor de garganta
José nos advierte de que a pesar de la aparente ausencia policial, dentro de la manifestación se infiltran reventadores y policías de paisano. A este tipo me lo vuelvo a cruzar varias veces durante los disturbios, siempre solo, con el rostro sin cubrir y sin miedo alguno. El grupo se abre y comienzan las pintadas, destrozando después a martillazos una valla publicitaria. Los fotoperiodistas se acercan a tomar fotos y los jóvenes anarquistas les dicen que tomen las fotos después, en su ausencia, mientras les tapan las cámaras y se protegen con paraguas. Están muy nerviosos, son muy jóvenes, y la tensión es creciente. Rompen escaparates de entidades bancarias y marquesinas de autobuses con los bolardos que arrancan del suelo. En las vitrinas de la fundación Cartier escriben “Nous sommes la nature qui se défend“. En un momento dado los anarquistas deciden no seguir el itinerario oficial, desviándose hacia otra calle un grupo de unas cien personas. Allí están esperando en formación los antidisturbios, que al verlos se colocan las máscaras antigás. Parece que van a cargar pero finalmente no pasa a mayores. Los anarquistas retroceden y vuelven a buscar la cabecera de la manifestación, marchan rápido mientras tocan el hombro del compañero de delante para no dispersarse. Se reagrupan cerca de la estación de metro de Corvisart. La policía está en una de las calles perpendiculares. Se rompen más marquesinas, escaparates de entidades bancarias, una inmobiliaria... La policía está visible pero no llega a intervenir.
Con todo, la jornada no ha resultado tan virulenta como los disturbios del pasado día 15 de septiembre ni las de primavera, con numerosos heridos y detenidos. En esta ocasión, 2.000 policías SCR se encuentran de baja médica, más del 50% de la plantilla, para denunciar sus condiciones laborales.
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Esta crónica, que más que al género periodístico parece pertenecer al género literario, no aporta datos ni información relevante sobre la jornada de protesta, sino que entra en el campo del fetichismo y la idealización de las piedras, las capuchas y la gasolina. Otro tipo de materiales y análisis más profundos sobre, por ejemplo, el pulso actual del movimiento autónomo o su papel en la oposición a la reforma laboral sería de agradecer.
Un proyecto tan ambicioso como éste debería cuidar más el tipo de textos que publica. (Espero que se entienda mi comentario como la crítica constructiva que es.)