Francia
Okupación en Francia: en defensa de la magia de vivir sin propietarios

“Somos los muros que nos sostienen” es el lema que lidera la campaña que los integrantes de este espacio autogestionado han lanzado en todas direcciones con la intención de permanecer en el lugar al que hace ya más de 15 años llaman hogar. Desde que el consistorio anunciara a principios de verano que sacaba a subasta el inmueble, el colectivo de Les Roches ha salido a la calle a manifestarse, lleva casi 3.000 firmasen apoyo de la permanencia, ha producido una película documental y ha logrado en tiempo récord cerca de 100.000 euros para garantizar la recompra.
Sin embargo, aunque la recaudación económica está siendo un éxito, ganar la subasta no es tan sencillo porque el consejo departamental se posiciona como comprador y pretende utilizar un presupuesto de 500.000 euros de dinero público para construir un mirador para el turismo. Paralelamente, la entidad protectora del litoral todavía no ha sido puesta al corriente y en conversaciones con la asociación de Les Roches Blanches afirman no tener ningún problema en que se siga habitando el lugar como hasta ahora.
Hoy día la cincuentena de seres que moran Les Roches Blanches participan con naturalidad en este experimento de convivencia. Un lugar con personalidad propia que al mismo tiempo es ejercicio de vanguardia política
En definitiva, normalizada como en tantos otros casos, la gestión administrativa cocinada desde los despachos públicos intenta imponerse a la realidad vital enraizada en este cuerpo habitado. Un cuerpo vivo gracias a la energía de centenares de personas que allí dejaron en algún momento una parte de sí mismas y también se llevaron consigo una experiencia real de horizontalidad, autogestión y solidaridad. Hoy día la cincuentena de seres que moran Les Roches Blanches participan con naturalidad en este sorprendente experimento de convivencia. Un lugar con personalidad propia que al mismo tiempo es ejercicio de vanguardia política, comedia del absurdo y, en definitiva, un verso a la humanidad.

Esta batalla por la perdurabilidad de la okupación de Les Roches, se cobró un pequeño respiro el pasado 3 de septiembre cuando el Tribunal Judicial de la capital departamental aplazó la venta del lugar por tres meses. Allí se concentró un centenar de personas: habitantes, moradores y simpatizantes para apoyar ‘los muros’ del proyecto. El aplazamiento se celebró como una victoria por las calles de la ciudad a ritmo de Murga. “Habría que contactar con Amnistía Internacional o alguna institución que pueda proteger este espacio de las garras del capitalismo porque es un lugar tremendamente sanador”, argumenta Joanna, una de las muchas personas que pasan por aquí de forma pasajera.
Y es que a parte de ser la vivienda de una cincuentena de seres, Les Roches Blanches también actúa ocasionalmente como refugio de personas en necesidad de un techo así como lugar de paso de viajeras y trotamundos. Si contamos además el rebaño de cabras, las gallinas, los cerdos, las colmenas de abejas, los perros y los gatos, el número de habitantes de este particular ecosistema se sale de las cuentas. Es por ello que la asociación El sentido del tornillo, administradora de la okupa, reclama en su petición de firmas que “se priorice la protección de todas las habitantes sobre la venta; que se reconozca la legitimidad social, humana, cultural y local del proyecto; y que se proporcione un marco legal que proteja y favorezca los usos solidarios, agrícolas, culturales y artesanos en el lugar”.
Estos usos son bien variados puesto que, al menos, la mitad de los espacios de Les Roches son de carácter comunitario dedicados al artesanato, la transmisión y la creación. Allí encontramos un taller de costura, de forja, de metalurgia, de mecánica, de bicicletas, de carpintería, un estudio de música, un skatepark, un taller de fabricación de velas náuticas, artes plásticas, un huerto, etc. Todos ellos abiertos a todo el mundo y en participación directa y constante con la vida cultural y socioeconómica de Douarnenez, el municipio donde se ubica el proyecto.
En la otra cara de la moneda está lo menos bonito. “Es un lugar mágico y también duro. Quien vive aquí lo sabe“, expresa una de las integrantes del proyecto. “Si eres una persona intolerante aquí vas a encontrar múltiples motivos para enfadarte, si quieres despertar vas a ver un paraíso y si eres realista vas a entender que es un lugar difícil“. Preguntada por qué, responde que “lo mas difícil es organizarse”. Simon, otro de los residentes apunta, de una manera mas filosófica, que “en verdad a este mundo ya venimos completos” y se ríe.
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