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En el margen
Sani Ladan: “No solo cuando huimos de una guerra tenemos derecho a la movilidad”
Diplomado en Educación Social y Relaciones Internacionales y Diplomacia, Sani Ladan llegó a España hace poco más de una década después de un largo y difícil trayecto migratorio desde su Camerún natal. Autor del libro La luna está en Duala y mi destino en el conocimiento, este activista por los derechos de las personas migrantes no ha dejado de alzar su voz por el reconocimiento y la lucha de estos derechos.
¿Por qué la luna está en Duala?
El título está en el libro, la luna es por mi madre. A ella le gustan mucho las estrellas, la luna y todo lo que tiene que ver con ellas. En mi casa cuando había luna llena ponía un cubo de agua en el patio y nos sentábamos para ver el reflejo. En cada momento de mi proceso migratorio la tuve muy presente a través de la luna, hay una parte donde cuento una anécdota en el desierto con la luna y de ahí lo saqué. “La luna está en Duala”, mi madre está en Duala. Y la segunda parte es “mi destino está en el conocimiento” porque yo me fui porque quería estudiar y formarme, me fui en busca de ese conocimiento.
¿A qué edad saliste de Camerún?
Recién cumplidos los 15 años. Me fui con la idea de irme a Nigeria. A mis padres no se lo dije. Me fui joven, pero me fui con mucho dinero. Todo el dinero que me dio mi padre para pagar la matrícula de ese año me lo llevé con la idea de pagarla en Nigeria.
En Europa, en general, y en España, en particular, existe esa concepción de que la gente huye o bien de situaciones de miseria o bien de situaciones de conflicto. Pero en tu caso y en el de muchas otras personas no fue así.
Hay una idea de una África pobre metida en la tiniebla y en la miseria. La gente progresista, por así decirlo, tiene compasión de los africanos porque vienen huyendo de la miseria o de la guerra y esos son los motivos por los que se acepta que un africano pueda migrar. En mi caso, me gusta poner siempre sobre la mesa que no decidí migrar por miseria, hambre o guerra. Yo vengo de una familia que económicamente está muy bien, no por demostrar nada a nadie sino para deconstruir esa idea de que todos venimos por el mismo motivo y que simplemente se nos permite movernos si venimos huyendo de conflictos. Cuando estaba en la Universidad una compañera me preguntó por qué, si mi padre estaba bien económicamente, había decidido migrar. Estábamos en un grupo con gente Erasmus y le dije que le hiciese esa misma pregunta a Julia, una chica italiana. La única diferencia es que yo tuve que poner mi vida en peligro porque no hay vías legales y seguras para poder migrar. Cuando digo esto es para situar a la gente, no simplemente por huir de una guerra tenemos derecho a la movilidad.
Migrar es algo inherente al ser humano, viene recogido en el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, por tanto, tienen que decirnos si somos seres humanos o no lo somos
¿Qué podrías decirme de ese derecho a migrar?
Según nos han enseñado es algo inherente al ser humano, viene recogido en el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, por tanto, tienen que decirnos si somos seres humanos o no lo somos. Al mismo tiempo, esa Declaración, que justamente llegó tres años después del final de la II Guerra Mundial, dice en su artículo 1 que todos los seres humanos nacemos libres iguales en derecho y dignidad y mi pregunta es si hablamos de todos los seres humanos o hablamos de todas las personas blancas porque vemos que, cuando las personas vienen de África, la respuesta es lo que sucedió el año pasado en Melilla.
¿Cómo recuerdas todo tu proceso migratorio?
Hay que entender que ese proceso migratorio tal y como lo hacemos, sin vías legales y seguras, no es un proceso fácil, ya sea para la gente que sale en patera desde las costas de Mauritania, de Senegal o de El Aaiún o para la gente que migra desde la parte interior del continente atravesando países hasta llegar a Ceuta o Melilla. Es un proceso en el que vives en una continua deshumanización porque la política migratoria europea, con la externalización de las fronteras que lleva aparejada, ya no espera que llegues a Europa para decirte que no eres bienvenido. A través de los acuerdos que firma, financia a los países de tránsito para que pongan obstáculos en el camino.
En mi caso, saliendo con 15 años y sin habérselo dicho a nadie, desde la primera frontera empecé a encontrar dificultades. Pasé por Nigeria, Níger, Argelia, Marruecos, crucé el desierto... En Argelia fue, como digo siempre, donde por primera vez me di cuenta de que era negro. Pasé de una infancia feliz en mi barrio, en Duala, de haberme movido por todo mi país o de haber ido de vacaciones con mis padres a Gabón, siempre en un ambiente de personas mayoritariamente negras, al Norte de África, donde por primera vez te das cuenta de eso. La negrofobia allí es palpable. Cuento en el libro cómo en Argelia casi nos queman vivos en una tubería en la que buscábamos refugio por la noche. De Argelia me fui a Marruecos y allí más de lo mismo, había pueblos por los que pasabas y los niños te tiraban piedras.
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¿Cuándo duró tu proceso migratorio en total?
Dos años.
Finalmente entraste por El Tarajal, ¿no?
Sí, entré por El Tarajal nadando. Llegué por el mismo punto por el que pasaron los hermanos que no pudieron llegar en el 2014 y fue el mismo procedimiento, la Guardia Civil disparando. De hecho, yo llegué inconsciente, fue la ola del mar la que me echó fuera porque recibí varios golpes en la cabeza y perdí el conocimiento.
Ahora que hablamos de El Tarajal y antes lo hemos hecho del caso de Melilla, creo que esos son los dos más grandes asesinatos producidos en nuestra frontera que hayamos sabido. ¿Qué me podrías decir de estos dos grandes asesinatos? ¿Qué supusieron estos dos momentos en la historia de la migración hacia España?
El caso de Melilla puso un poco el foco sobre el exceso de violencia que estamos viendo en la frontera y que no para de crecer. Melilla llegó después de El Tarajal en 2014 y El Tarajal llegó después del suceso poco conocido del 2005 en la valla de Ceuta, en el que el ejército español hizo uso de balas reales, mató a no sé cuántas personas en la valla y después echaron los cuerpos hacia el lado marroquí. Esto fue el 29 de septiembre de 2005, después llegó El Tarajal, pero el caso de Melilla es la mayor violación contra los derechos de las personas migrantes que ha habido en la frontera terrestre de Europa, más concretamente de España. Estamos viendo cómo España se está convirtiendo en el modelo del maltrato de las personas en la frontera y cuando digo maltrato hay que matizar y ahí es donde entra el componente racial.
No podemos analizar lo que sucedió en Melilla sin tener en cuenta el componente racial porque los cuerpos negros han sido considerados como deshechos durante mucho tiempo, como excedentes. Las fronteras son la manifestación clara de ese racismo que sucede en un espacio muchas veces considerado como de no derecho para una parte de la población mundial, las personas negras.
Otro análisis que se puede hacer en el caso de Melilla sin alejarse de la perspectiva racial es que en junio de 2022 todavía estábamos en plena guerra de Ucrania y vimos la acogida que se dio a los refugiados ucranianos en el mismo momento que estaban dando palizas a las personas negras en la frontera. Estamos ahora mismo haciendo un trabajo de investigación con algunas organizaciones sobre el tema de Melilla y hay muchísimas cosas que refuerzan esa idea de que si no les hubiese ocurrido a cuerpos negros ahora mismo estaríamos depurando responsabilidades.
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La fiscalía se precipitó en archivar el caso después de pocos meses sin haber hecho una investigación exhaustiva y tras haberse apoyado en una supuesta investigación que hizo Marruecos. La fiscalía en este caso se posicionó claramente para señalar a las personas que habían muerto. Esto es una manifestación más de ese racismo que en las fronteras se ve mucho más claro. Si estuviésemos en un país serio y si la estructura misma de la administración no fuese racista, tendríamos dimisiones en cadena, ya sea el ministro del Interior, ya sea el presidente del Gobierno, que salió inmediatamente después de la masacre a hacer declaraciones afirmando que la policía marroquí había hecho bien su trabajo.
Por otra parte, vimos también cómo, por primera vez, España obligó a la OTAN a poner la inmigración en el mismo nivel que el terrorismo, como una amenaza. Además, el presidente del Gobierno español mostró su sintonía con la extrema derecha italiana, con Giorgia Meloni. Es un caso del que he hecho una causa personal junto a los hermanos migrantes. Para las organizaciones esto es un trabajo, pero nosotros nos dejamos la vida. El caso de Melilla durará lo que dure, pero haremos todo lo posible para que se depuren responsabilidades. Estuve hace poco allí porque hay cosas que no puedes saber si no vas a terreno. He entrevistado incluso a miembros de la Guardia Civil para entender lo que ocurrió. Este caso requiere una investigación exhaustiva. Repito que, si no hubieran sido cuerpos negros, se estarían depurando responsabilidades. Lo que pasó en El Tarajal fue muy claro, pero a día de hoy han archivado el caso.
¿A qué responde y que implica esta fortificación cada vez mayor de Europa?
Al hecho de reconocer como amenaza la inmigración, los más suaves lo llaman amenaza hibrida. La emigración generalmente se estudia en la academia como un tema de seguridad, ahí es cuando te das cuenta de que hay un tremendo error de partida. El hecho de que la OTAN reconozca la inmigración como amenaza es una forma de legitimar que ciertas actuaciones se puedan hacer frente a las personas inmigrantes. Es una forma de legalizar ciertas cosas, pero no olvidemos que no todo lo legal es justo, y de buscar herramientas legales para cubrirse las espaldas y poder seguir vulnerando los derechos. Es una declaración de guerra hacia las personas migrantes que lleva mucho tiempo cocinándose.
Cuando se empezó a poner la valla en los países del Este de Europa por la mal llamada crisis de los refugiados sirios se copiaron muchas de las cosas que se habían hecho en Ceuta y Melilla
España es un país pionero en esto al que siguen muchos otros países. De hecho, cuando se empezó a poner la valla en los países del Este de Europa por la mal llamada crisis de los refugiados sirios se copiaron muchas de las cosas que se habían hecho en Ceuta y Melilla. Que España haga que la OTAN reconozca esto marca un precedente en la posible vulneración de los derechos de las personas migrantes. Cuando pasó lo de El Tarajal el gobierno de Rajoy puso una serie de disposiciones para legalizar de algún modo las devoluciones de las personas. A través de la ley de protección ciudadana, la ley mordaza, legitimaron las devoluciones en caliente que son contrarias a los tratados internacionales, a la propia Convención de Ginebra y al principio de no devolución.
En tu libro cuentas cómo se extrañaban los trabajadores de los centros de migrantes por los que pasaste cuando decías que querías estudiar.
Eso fue un episodio bastante triste. Las organizaciones que trabajan con las personas migrantes aquí en España son las primeras en excluirlas. No me tiembla la voz al decirlo porque he pasado por varios centros y te puedo asegurar que he visto cantidad de cosas. Primero, las organizaciones que trabajan con personas inmigrantes les buscan los pisos en las afueras, lejos de la ciudad. Es decir, ahí os vais a quedar en guetos…
Para que no se vea mucho a la gente, ¿no?
Sí, sí. Yo he llegado a escuchar incluso a gente decir que es para evitar problemas. Si tú estás dando por supuesto que el hecho que las personas migrantes vivan en el centro de la ciudad puede ser una fuente de problemas, entonces el problema lo tienes tú. Muchas organizaciones funcionan así, los migrantes son una fuente más de ingresos para ellas para llegar a final de mes. Pero lo que es entender el proceso migratorio de una persona, hacer un acompañamiento integral, entender que si se hace un buen acompañamiento vas a poder ser independiente, vas a poder realizar un proceso migratorio muy bueno, incluso te puedes convertir en un sujeto activo y acompañar a otros que llegan, no se realiza. Te lo digo porque he estado en sitios en los que he pedido simplemente estudiar y formarme o que me den un escrito para poder sacar libros en la biblioteca municipal y se han reído en mi cara. Tuve que fugarme de este centro porque tenía que quedarme obligatoriamente tres meses para que ellos pudiesen cobrar por mi estancia. He estado en esa parte y he estado en la otra parte.
Estuvimos con un proyecto de acogida autogestionado en Dos Hermanas, en Sevilla, y te puedo asegurar que como hacíamos las cosas era muy diferente. Yo pensaba que debíamos hacer las cosas de otra manera, poniendo a la persona en el centro e individualizando la atención, porque no es lo mismo una persona que llega y te dice que quiere formarse a otra persona que llega y dice que quiere trabajar, los itinerarios no pueden ser los mismos. O personas que llegan con necesidad de atención psicológica porque emocionalmente viene muy desgastadas a personas que no lo necesitan tanto. Hay muchos factores que las organizaciones que trabajan con los inmigrantes no tienen en cuenta. Del centro que te digo en Dos Hermanas hoy en día mínimo cinco de las personas que pasaron por allí que están estudiando Derecho, Economía, Integración Social o ADE y te puedo asegurar que para mí es el mayor orgullo. Cuando voy a Sevilla siempre me invitan a quedarme en sus casas porque ahora son independientes y acompañan a otros. La manera en la que me tratan cuando voy es alucinante porque cuando yo gestionaba ese centro en Sevilla todavía estaba estudiando y ellos veían cómo compaginaba mis estudios con mis obligaciones en el centro. Yo siempre les decía que si había personas que querían seguir estudiando buscábamos los cauces para hacerlo. Muchos no se creían cuando yo les decía que había llegado también como ellos. Cuando ven que has llegado de la misma manera y puedes seguir con tus estudios la cosa cambia completamente.
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¿Tú qué estudiaste?
Yo hice primero Educación Social y luego Relaciones Internacionales y Diplomacia. También estuve un año de estancia en El Líbano, en Beirut, porque hice la especialidad de Política Exterior y Seguridad, y realicé una estancia como colaborador en el Consulado de España en Estrasburgo.
¿Consideras que te costó más que a una persona española poder continuar con tus estudios y finalmente graduarte?
Eso es obvio. En el libro cuento las anécdotas de los muchos momentos en los que administrativamente todo eran barreras. Cuando llegué aquí me dijeron que tenía que empezar mis estudios de cero, lo que traía de Camerún no les valía. Aparte de esto, sólo para presentarme al examen para sacarme la ESO no me lo permitían, porque en aquel momento sólo tenía el pasaporte, no tenía ni el permiso de residencia. Yo recuerdo haber hecho una lista con los institutos de Córdoba, levantarme por la mañana temprano y patearme cada día cuatro o cinco para decirles que quería estudiar. Lo cuento en el libro y la gente que ha estado conmigo en ese proceso lo sabe perfectamente. Yo yendo a la Consejería de Educación para que me permitieran matricularme para el examen.
Y al llegar a la Universidad lo mismo. Jamás he conseguido una beca del Ministerio porque cada vez que la solicitaba me decían lo mismo: “No tienes una unidad familiar aquí, por lo tanto, no puedes computar”. Entré porque hubo dos familias que me acogieron en Córdoba. Junto con la segunda familia que me acogió pagamos el primer año de una Universidad privada, porque en la pública no podía porque no me becaban. Después de ese primer año el resto fue a través de una beca de la Universidad que era muy exigente en cuanto a tema de notas. ¡Claro que me costó! Me costó tanto entrar como mantenerme. Tenía que tener un alto rendimiento académico y trabajar al mismo tiempo, veía a mis compañeros que se conformaban con un 6 o un 7 y yo no podía permitírmelo. Evidentemente no vives la universidad de la misma manera. Si sales tienes que estar preocupado porque al día siguiente tienes que trabajar o por la tarde tienes que ponerte a estudiar. Y lo mismo cuando fui a Líbano, me costó muchísimo el tema del visado, o cuando fui a Estrasburgo a trabajar con el Consulado de España, me decían que no me podían hacer la tarjeta sanitaria europea porque no estaba trabajando.
En ‘La luna está en Duala’ intento destacar el análisis y la estructura del sistema para entender la relación asimétrica entre África y Europa y para entender las causas de la migración
¿Cómo reacciona la gente cuando cuentas todas esas peripecias para poder estudiar?
Hay de todo. Generalmente te ponen como un caso de éxito, pero eso no me gusta. Si en el 2023 estamos poniendo a una persona, a dos o a tres de todo un grupo minorizado como un caso de excepción es que algo falla. Normalmente se suele hacer para afirmar que tan malo no es el sistema, “si este lo ha conseguido es porque los demás no se esfuerzan”, pero estructuralmente el sistema no está pensado para que lleguemos ahí. No puede ser que para que lleguemos ahí dependamos de la suerte o de tener que hacer el doble o el triple de esfuerzo que cualquier persona.
En el libro no me centro en el morbo, lo que intento destacar es el análisis y la estructura del sistema para entender la relación asimétrica entre África y Europa y para entender las causas de la migración. La pregunta es por qué no hay tanta gente en ese tipo de situación. Cada vez que voy a Ceuta veo gente que llega muy preparada y te puedo asegurar que si hubiese canales para acompañar a toda esa gente que llega con muchísimo talento no estaríamos presentado en 2023 a una persona como una excepción.
Sí, porque otro de los mitos es que los africanos no tienen un nivel de formación alto. Mucha gente se sorprende al comprobar lo preparadas que vienen muchas de las personas que migran.
Tradicionalmente ya nos han dicho que hasta nuestra propia historia no existe. Cuando nos dicen que la literatura africana es una literatura solamente oral no es algo insignificante. Lo que te están queriendo decir es que ahí no ha habido una producción literaria y eso es una gran mentira. Lo que te quieren decir es que esa gente sólo se pone ahí a hablar sin más. Eso es parte también de la percepción que se tiene de las personas migrantes y, en este caso, de las personas africanas. Por eso, con más motivos, cuando voy a Ceuta siempre les digo que volví a hacer la ESO aquí después de haberla hecho en Camerún y aquí es muchísimo más fácil.
O sea, que dirías que el sistema educativo es mejor en Camerún que en España…
Sí, te lo digo sin pensármelo. He conocido los dos sistemas y te digo que el de Camerún es mucho más apto para formar a la gente. Te digo también que la capacidad analítica y discursiva allí es incomparable con la de aquí. He tenido debates aquí que a veces no había por dónde cogerlos y eso habiendo estudiado Relaciones Internacionales. Y lo mismo sucede en Líbano, el sistema está mucho más preparado que aquí, en España. Por ejemplo, aquí están acostumbrados a que todo te lo suben a Moodle, algunos de mis compañeros cuando llegamos a El Líbano y les dijeron que tenían que tomar los apuntes a mano estaban perdidos. Una vez estaba hablando con un chico de Guinea Connakry recién llegado a Ceuta que era ingeniero agrónomo y era talento puro, el chico pensaba que aquí estaban mucho más avanzados y le hice ver que era lo contrario. Hay que ir con la cabeza muy alta porque él ya tenía unos títulos y unos conocimientos. El mito ese también nos ha creado un complejo de inferioridad por el que parece que, por mucho que nos hayamos formado, llegamos aquí y no hemos hecho nada y nos lo creemos.
No hay nadie que trabaje con migrantes que no sepa que el sistema reproduce unas actitudes muy paternalistas hacia ellos con apelaciones del tipo “mis chicos”, “mis niños”, etc. y eso es insoportable
Volviendo al sistema de acogida español, ¿consideras que es muy paternalista?
Además de paternalista es infantilizador. No hay nadie que trabaje con migrantes que no sepa que el sistema reproduce unas actitudes muy paternalistas hacia ellos con apelaciones del tipo “mis chicos”, “mis niños”, etc. y eso es insoportable. Son muy conscientes de ello. Los que se empiezan a deconstruir se convierten en expertos en los recién llegados, con afirmaciones del tipo “ellos son así”.
Hace unos meses ibas a la Comisión Europea a preguntar sobre el tema de Melilla, precisamente, y no te dejaron pasar por llevar únicamente el DNI español y no el pasaporte, algo que no estás obligado a hacer al ser zona Schengen. ¿Cómo viviste ese momento y a qué crees que responde?
Para mí los aeropuertos y las fronteras son zonas muy hostiles y lo noto porque viajo cada vez más. Llegar a un aeropuerto es llegar a una zona que me incomoda, que me inquieta, que me hace sentir muy vulnerable. Por mucho que vayas mentalizado, nunca se está preparado hacia las violencias que pueden ocurrir. La regla es que me paren o que pidan alguna cosa y la excepción es que no ocurra eso. Yo siempre voy sabiendo que algo va a pasar. Ese día iba a viajar desde Madrid, pero me pillaba en una conferencia en Sevilla y pedí viajar desde Sevilla. Ya había estado en alguna comisión en la que había realizado preguntas incómodas al ministro del Interior. Cuando llegué al aeropuerto todo el mundo estaba pasando, di mi documento y me dijeron que esperase un momento. Llamaron al jefe y el jefe me dijo que no podía viajar y me pidió el pasaporte. Le dije que no lo llevaba y no era la primera vez que viajaba sin él dentro del espacio europeo. Cuando le dije que tenía una rueda de prensa justo ese día a las 12h en el Parlamento Europeo, me dijo que ya lo sabían. Me quedé sorprendido, no sabía qué decir. Insistí muchísimo, pero me dijeron que no podía volar. Por supuesto, lo he denunciado.
Hace poco pusiste un post sobre el retraso en la tramitación de la ley antirracista para la que nos pidieron propuestas a los colectivos antirracistas en la legislatura pasada.
A veces parecemos tontos. Cuando nos lanzamos a eso lo hacemos con una esperanza de que hagan algo, de que muevan algo. El ministerio de Igualdad instó a que se tramitase, pero eso no sirve de nada. Si todos nos ponemos a instar, ahí nos quedamos. Lo que pedimos es que actúen con hechos y no con declaraciones. Hay pasos que se tienen que dar. En la anterior legislatura hemos visto muchas leyes que se han aprobado porque ha habido una voluntad detrás, no me imagino lo mismo con la ley del sólo sí es sí.
¿A qué crees que responde esa falta de interés y de impulso político?
En primer lugar, a que los movimientos antirracistas en España ni se entienden entre ellos. El principal problema es que no nos tomamos en serio a nosotros mismos. La administración, que ya de por sí tiene una estructura racista, no te va a hacer caso si no tienes suficiente fuerza como para inquietar y no podemos inquietar ni incomodar si no somos sinceros con nosotros mismos. No hay una unión real. Muchas veces incluso alguien hace algo bueno y la crítica sale de las propias organizaciones porque no es alguien aliado o amigo. A esta administración el racismo le da absolutamente igual. Para que nos tomen en serio cuando queremos hacer presión nos tenemos que tomar en serio primero nosotros mismos.
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Sobre el papel, todo son siempre buenas intenciones, declaraciones. Luego la realidad es diferente, por desgracia y por lo que sea. Me alegra, es un decir, leer que se dió cuenta que era negro en Argelia, debido al rechazo sufrió ahí y en Marruecos. Aprovecho para recordar que los árabes cazaban gente del África negra ya antes de que Europa ampliara la trata de seres humanos para las plantaciones de América. Por otro lado, acabo de estar en Catalunya unos días y me he quedado asombrado de la cantidad de gente inmigrante de fé islámica hay. El mercado de los sábados de Girona, parece Tombuctú, y cito esta ciudad porque la mayoría eran personas de África. Las mujeres sólo dejaban a la vista la cara. Para mí, que soy mayor, y mi generación se pasó la juventud criticando con razón a la Iglesia católica, esto es ir para atrás. El que ellas vayan cubiertas significa lo que significa. Entonces, siento decirlo, pero yo no quiero este tipo de gente, atrasada, fanática, etc. Porque es lo habitual en los grupos humanos, cuándo se tiene ya la proporción debida de población, empezar a exigir supuestos derechos para ellos. A modo de ejemplo, recuerdo que hace unos 10 o 15 años, en Quebec, la comunidad islámica propuso al Gobierno regirse por sus leyes, la Sharia. Aún se lo pensaron, para declinar, gracias a dios, la "oferta". La supuesta cohabitación de credos, mezcla de culturas y tal, no funciona apenas en la práctica, y en Francia, Suecia, Bélgica y demás, nos llevan décadas de adelanto....
Haber sí viene mucha gente como esta y nos va demostrando lo que verdaderamente es ser onsecuentes con lo que decimos y lo que elegimos para bien de la mayoría social que lo aireamos pero no lo practicamos somos lo que tenemos estructuras políticas, policiales, educativas y judiciales enormemente inhumanas raciales clasistas y no se cuantas cosas más y lo dice uno de 71 años
Un ejemplo muy valiente. Yo por mucho menos ya ni piso un aeropuerto, es un lugar incómodo, violento, expuesto a controles "aleatorios", a preguntas extrañas por tu apariencia, por viajar solo, por cuánto tiempo, expuesto a revisión con lupa del pasaporte, a la toma de las diez huellas dactilares, al miedo y la psicosis con policías armados y haciendo ostentación de sus metralletas.