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En el margen
Marra Junior: “Hay hombres que quieren seguir aprovechándose de sus privilegios, pero otros muchos estamos intentando romper con todo eso”
Marra Junior, integrante del Movimiento Antirracista vasco, introduce en su trabajo como mediador intercultural una perspectiva que pone el racismo institucional en el centro. Apuesta también por ampliar el debate sobre masculinidades incluyendo las experiencias de los varones no blancos.
Nacido en Diourbel (Senegal), llegó a España hace 13 años. Empezó a hacer voluntariado con Médicos del Mundo Euskadi y desde hace cuatro años trabaja como mediador intercultural para esta organización acompañando en el proceso inicial de llegada a otras personas migrantes.
Miembro del Movimiento Panafricano de Bilbao, de la CNAAE (Comunidad Negra Africana y Afrodescendiente de España) y militante activo en el Movimiento Antirracista de Euskal Herria, se declara “masculinista en constante revisión” y aliado en las luchas feministas y LGTBI. No en vano, coordina talleres mixtos y no mixtos, solo para hombres negros, sobre Masculinidades diversas.
Eres mediador intercultural en Médicos del Mundo Euskadi, ¿en qué consiste tu trabajo?
Mi trabajo consiste en derivar recursos para gente migrante recién llegada al país y acompañarles en su proceso de adaptación inicial. También en diseñar y programar actividades y acercar la labor de Médicos del Mundo Euskadi, con su visión y su enfoque, a otros colectivos.
Llevo cuatro años trabajando aquí, empecé como voluntario y mi trabajo de ahora es una continuidad de esa labor que hacía en su momento. Ahora tengo más responsabilidades, eso sí, porque como voluntario llegas a donde puedes, y también propongo, tomo decisiones y critico desde dentro.
Creo modestamente que, con mi presencia, Médicos ha ampliado su visión sobre la lucha antirracista, creo que se ha enriquecido de cierta manera. También tengo que decir que me han facilitado llevar a cabo todas las propuestas que he planteado. Bromeo con mi jefa porque todo lo que le propongo es bien aceptado y me dejan desarrollarlo. En este tiempo, creo que la organización ha crecido en visibilidad, no solo por mí sino por el trabajo que estamos haciendo todo el equipo, formado con perspectivas y enfoques diferentes.
Una de las iniciativas de Médicos del Mundo Euskadi es la Escuela Antirracista Virtual en Instagram, en la que tú entrevistas a personas racializadas relacionadas con la lucha antirracista. Cuéntame un poco más sobre esta propuesta.
Este año hemos avanzado un poco. Antes hablábamos de temas como anti-rumores, mediación y conflictos culturales, pero este año decidimos reflejar cómo vivimos y cómo nos afecta el racismo a las personas racializadas y, para ello, creamos una plataforma donde se podrían generar reflexiones con gente racializada y buscar propuestas concretas, para poder sistematizarlas y llegar a unos objetivos, impactando en las conductas y el comportamiento social.
La Escuela Antirracista era en un principio un proyecto presencial, pensado para diseñar dinámicas y metodologías que pudiesen ser luego presentadas en otras partes, como institutos y otros espacios de debate, pero luego llegó el Covid-19 y decidimos pasarlo a Instagram.
Lo que nos interesa es, primero, hacer un diagnóstico; saber a qué nos referimos cuando hablamos de anti-gitanismo, explotación laboral o racismo y periodismo. Por otro lado, también queríamos sacar estos temas de los espacios académicos, tan cerrados, y aterrizarlos más en la vida de la gente. Para ello, hemos contado con activistas conocidos y personas que viven lo que hablan, no solo que tienen el discurso desarrollado desde la teoría, sino que también hablan desde sus vivencias.
¿En qué se parecen Euskadi y Senegal, qué cosas tienen en común?
En la reivindicación. La sociedad senegalesa es muy reivindicativa y la vasca también.
¿Qué echas de menos de la cultura senegalesa, qué podría aprender España de Senegal?
Lo comunitario, la “teranga” (hospitalidad). Aquí hay una sociedad solidaria pero falta mucho, ese vivir juntos de la sociedad senegalesa, esa amabilidad en las calles. En Senegal la forma de habitar las calles es diferente que aquí, el saludarse, la forma de apoyarse, cuando pasa algo en un sitio, se ve la presencia de los vecinos. Eso facilita también la vida de las personas.
Eres cofundador y miembro activo del Movimiento Panafricano Bilbao, ¿qué acciones lleváis a cabo de manera habitual?
La primera acción que llevamos a cabo fue intentar que el Día de África tuviese otro enfoque. Antes se organizaba por parte de asociaciones blancas y se limitaba al baile y el canto, pero, cuando el Movimiento se creó en 2014, nos dijimos que África no es solo eso, sino también la parte intelectual. La idea era plasmar aquí, en Bilbao, un discurso que no se estaba dando en el espacio público y también propiciar la conexión de la afrodescendencia con los inmigrantes africanos.
Hacemos charlas y talleres, colaboramos con Mamadou Dia en su asociación Hahatay e intentamos apoyarnos en todo el movimiento social y político que se da en Euskadi para introducir la realidad afro-vasca. La política no debe quedarse solo en el independentismo, sino que debe abrazar a los otros cuerpos que están aquí y que también son vascos y vascas.
Ha habido mucho apoyo desde la afrodescendencia. Yo, como inmigrante, si quiero presentar un papel administrativo, puedo cometer muchos fallos, por eso es importante poder contar también con la afrodescendencia que ha nacido aquí
Ahora que me hablas de las relaciones entre la comunidad afrodescendiente y la comunidad africana, ¿crees que es importante esa relación, que hay que seguir trabajándola?
Claro, eso es así y son los pasos que estamos dando. Al final esta comunidad es una sola y tenemos que abrazarnos, ignorando las divisiones geográficas que siempre nos han marcado, porque al final la única diferencia entre ambas realidades es el lugar donde hemos nacido. También es importante articular ese relato común. Ha habido mucho apoyo desde la afrodescendencia. Yo, como inmigrante, si quiero presentar un papel administrativo, puedo cometer muchos fallos, por eso es importante poder contar también con la afrodescendencia que ha nacido en el país y conoce algunos trámites mejor.
Además, está la idea de que África es diversa y de que la diáspora forma también parte de África.
¿Qué ha supuesto la crisis del coronavirus para las personas que se encuentran en situación administrativa irregular?
Machacarles. Esas personas estaban ya en una situación de extrema vulnerabilidad, la crisis ha llegado con toda su carga y para toda esa gente no ha habido respuesta porque no entraban en las medidas. Desde las instituciones no se ha pensado en ellas y sus vidas han ido a peor, no pueden hacer lo que hacían, la economía informal, y se han visto obligadas a vivir en condiciones lamentables.
Algunas personas que militamos en el Movimiento Antirracista de Bilbao activamos en su momento la Caja Antirracista, con la que hemos llegado a más de 200 familias y personas individuales. Fue la segunda caja creada en el Estado español, en marzo. En un principio se activó desde lo personal, desde las amistades, pero luego se sumó más gente y ahora somos un equipo amplio los que estamos trabajando en esto. De momento seguimos en activo y hemos decidido que vamos a seguir un poco más de tiempo atendiendo a las personas que ya lo han solicitado, pero no vamos a coger más solicitudes.
En el barrio de San Francisco en Bilbao, en el que vives, se producen a menudo controles policiales, ¿por qué es esto así?
Esto es lo de siempre, la presión policial siempre ha existido en el barrio, pero con el estado de alarma del Covid se ha incrementado y ha encontrado una justificación. Es una manera más de golpear y violentar a los cuerpos racializados. Es el barrio con mayor diversidad en Bilbao y a mucha gente le da miedo esa diversidad. En sus políticas sociales las instituciones romantizan la diversidad, pero en realidad la temen. Por eso han aprovechado este estado de alarma para atacar esta diversidad, poniendo como excusa el COVID.
En sus políticas sociales las instituciones romantizan la diversidad, pero en realidad la temen. Por eso han aprovechado este estado de alarma para atacar esta diversidad
¿Cuántas veces te han parado en la calle para pedirte los papeles, qué supone este hecho en la vida de una persona?
Aun conociéndome, porque llevo muchísimos años en el barrio y la policía me conoce, en un día durante el confinamiento podían pararme hasta cinco veces porque trabajo por la zona y ando para arriba y para abajo todo el día. Es un desgaste emocional y psicológico tremendo porque, cada vez que estás en la calle, tu cabeza solo está orientada a un pensamiento: “Este me va a parar”.
Todo ese tiempo perdido, es un tiempo que deberíamos aprovechar para construir, para un crecimiento personal y colectivo, pero estamos condenados a pensar cómo nos violenta la policía. ¡Imagínate las personas que no tienen sus papeles en regla! Hay personas que no salen de casa para buscarse la vida y no tienen ningún tipo de ingreso. Son cuerpos que están condenados a no tener recursos y a no buscarlos, porque no pueden. Luego hay otras personas que tienen que hacer 14 manzanas para llegar a donde tienen que ir porque en todas las calles está la policía presente y, para evitarla, tardan 55 minutos en hacer un recorrido que podrían hacer en solo 5 minutos.
¿En qué es diferente la vida antes y después de tener papeles?
Bueno, es una libertad a la hora de habitar la calle, de poder viajar, de ir a visitar a tu familia… Imagina a cuántas personas de las que están aquí se les han muerto familiares y no han podido ir a despedirlos. El tener papeles te cambia la vida y te hace sentir más libre a la hora de moverte, es una liberación a la hora de habitar las calles, de mirar a la policía, de pedir prestaciones sociales o de poder incluso apuntarte a cursos.
Eres militante activo en el Movimiento Antirracista de Euskal Herria y de todo el Estado, ¿a cuántas personas valiosas has encontrado por el camino?
A muchas, a muchísimas. Todo lo que hago ahora, lo hago porque pienso en la responsabilidad de devolver al Movimiento todo lo que me ha ofrecido. El Movimiento me ha dado nombre, me ha dado un reconocimiento social, me ha dado afecto de hermanos y hermanas y espacios para habitar.
Eres africano, musulmán y te declaras aliado feminista, ¿qué les dirías a todas esas personas que ven incompatibles estas dos realidades?
Simplemente que partan de las construcciones sociales y culturales que se dan en cualquier país, musulmán u occidental. Estas construcciones hacen que se desconozcan otras culturas y no puedan abrirse a ver que hay cosas que no tienen lógica. Si partimos desde la religión musulmana, también nos encontramos un constructo cultural. Mucha gente musulmana hoy en día vive más la cultura que la religión, eso hace que en Marruecos o en Senegal sea totalmente diferente cómo se manifiesta la religión. Pero atacar a la religión es muy fácil y decir que la religión prohíbe, que la religión hace esto o lo otro. Yo, como persona musulmana en Senegal, la mayor parte de mi vida hago más cosas culturales que religiosas.
El matriarcado siempre ha existido en África. Las decisiones de las mujeres en el entorno familiar son muy importantes, sobre todo las de las hermanas de los padres, muchas veces las últimas decisiones las toman ellas. Y luego está toda esa visión matrilineal de que la sangre está más considerada si viene de la mujer, de la parte materna. Eso también es un feminismo, aunque no se le haya dado nombre. De esto habla Mariama Ba en su libro Mi carta más larga.
Hay hombres que quieren seguir perpetuando las violencias y aprovechándose de sus privilegios, pero otros muchos hombres estamos intentando romper con todo eso. La revolución feminista que hay ahora mismo en Occidente se da también en África, solo que los medios no la enfocan.
Mucha gente musulmana hoy en día vive más la cultura que la religión, eso hace que en Marruecos o en Senegal sea totalmente diferente cómo se manifiesta la religión. Pero atacar a la religión es muy fácil
De hecho, coordinas y dinamizas talleres mixtos y no mixtos, solo para hombres negros, sobre Masculinidades diversas. ¿En qué consisten esos espacios, qué temas se tratan y qué crees que aportan a la lucha antirracista?
Sí, si vemos un poco la historia de los movimientos de lucha, desde los movimientos por los derechos civiles, pasando por el Black Panther, hasta lo que hoy llamamos el Black Lives Matter, nos damos cuenta de que siempre han estado liderados por hombres y de que esos hombres, a la hora de ocupar los espacios, han invisibilizado las luchas de las mujeres e ignorado que juntos han realizado toda la construcción de esos movimientos.
En el contexto español pasa un poco lo mismo, los hombres no hemos sabido colocarnos en un segundo plano ni hemos sabido ceder el liderazgo. Con la construcción del Movimiento Panafricano ha habido cosas que he ido leyendo y reflexionando. Aquí, en Euskadi, por ejemplo, en las reuniones había hombres y mujeres, pero luego éramos nosotros los que copábamos todas las voces, lo que ha desmotivado a muchas mujeres que han sentido que el Movimiento no era suyo. A partir de ahí, empecé a pensar que algo iba mal, que había que darle una vuelta no solo a la masculinidad en sí, esa idea de que los hombres somos todo y capaces de todo, sino a cómo construimos los espacios para fomentar y respetar la participación de todos y todas.
Después, hace como 10 años, empecé a colaborar en espacios sobre masculinidades organizados por Médicos del Mundo y otras organizaciones y colectivos. Pero llegó un momento en que me faltaba algo, porque en esos espacios se hablaba de un modelo de hombre en el que yo no encajaba y, a partir de ahí, comencé a darle otro enfoque para romper con esa única construcción hegemónica de hombre e incorporar el factor de la raza y la idea de masculinidades diversas. Porque las masculinidades tienen que partir de cada realidad, de cada educación, de cada vivencia y de cada persona.
Eres también defensor de los derechos de la comunidad LGTBIQ, una realidad que en África es todavía rechazada por muchas personas, ¿qué podrías decirle a tus hermanos africanos a este respecto?
Partiría otra vez de la construcción social del amor y cómo nos han instalado el rol de la mujer y del hombre en todas partes. Como el matrimonio y las relaciones siempre han sido desde una visión procreativa, esto hace que culturalmente no se pueda considerar otro tipo de amor porque el fin no es procrear. Les diría que, si estamos luchando para que a otros cuerpos no nos violenten por ser no blancos, no podemos violentar a otras personas porque amen a personas del mismo sexo. Simplemente es la idea del respeto, de que lo que no quiero que me hagan, no tengo que hacerlo a otros.
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La verdad es que el tono de la entrevista Marra y el movimiento panafricanista en Euskadi, suena muy blanco progre, feminista y eurocentrico supongo que es para los blancos de Podemos. Pero como mujer negra me gusta pero insisto, se que no es para mi sino para los progress y peña de internet de Getxo y Abando.
yo no creo que sea muy blanco mas bien es la moda postmoderna. Yo conozco a mucha gente negra que milita en el antirracismo y no se expresa en esos términos y menos de si mismo. El termino cuerpos en vez de sujeto político ya te dice que es un discurso despolitizado.
Todo muy bien, hasta que otro machirulo, esta vez negro, nos ha contado el viejo chiste del cuñado de lo matriarcal que es la cultura senegalesa y que nada tiene que ver la religión musulmana, en este caso en el contexto. Le recomiendo que en vez de hablar tanto, se interese más por lo que tiene que decir una compañera suya senegalesa como Ken Bugul al respecto.
Ken Bugul, es imprescindible, sí. Pero Marra ha mencionado a Mariama Ba, ha hablado de las decisiones que toman las mujeres en Senegal (muchas, pocas o mediopensionistas, pero a tener en cuenta y dentro de su contexto cultural y significado), te ha reconocido la revisión que hace y que hay que seguir haciendo sobre las costumbres y la cultura, el amor... Parece que haga lo que haga un hombre, siempre va a ser un machirulo para tí. Cuando todo es machiruro, machirulo es nada; cuando todo racista, racista no es nada; cuando no se sabe reconocer el trabajo (duro) de deconstrucción que hacen personas como Marra, con sus defectos, con sus idas y venidas, con su carga cultural, su cuerpo, su color, etc... qué poca empatía y qué difícil avanzar en la justicia y el respeto universal. ¿De qué vale tildar de chiste del cuñao una descripción de un granito de arena de la forma de organizarse colectivamente las mujeres en Senegal? ¿no son las más pro, no?
Gracias, Marra, por dar la cara y por seguir revisándote con mente abierta.
Hay que celebrar que personajes tan interesantes tengan cabida en un medio y se puedan visibilizar. Es una entrevista magnífica.