En el margen
Basha Changuerra: “Africanizarse en la diáspora es un camino”

Concejala de la CUP, Basha Changuerra participa activamente del movimiento antirracista. Antigua directora de la revista Afroféminas, forma parte de AfroFem Coop y CNAAE 

Basha Changuerra
Basha Changuerra. Foto de @aimergein
7 nov 2020 06:00

Nacida en Barcelona hace 36 años, de padre bubi de Guinea Ecuatorial y madre cordobesa, Basha es una mujer enérgica, de convicciones sólidas y discurso fluido.

Estudió diseño de interiores hace años y ahora lo está completando con integración social, lo que considera como su “camino natural”. Directora durante un tiempo de la revista Afroféminas, es integrante de los colectivos AfroFem Koop y CNAAE (Comunidad Negra Africana y Afrodescendiente de España) y concejal de la CUP en Moiá (Barcelona).

Hablamos con ella sobre paternalismo político en la izquierda blanca, similitudes y diferencias entre las comunidades africana y afrodescendiente y crianza en entornos blanco-normativos.

Eres concejala de la CUP en Moiá, ¿por qué la CUP?
Como afrocatalana, es algo natural porque siempre he sido muy crítica con la estructuración social y administrativa que tenemos. Además, la cuestión de la autodeterminación de los pueblos para mí siempre ha sido importante. Mi padre es bubi, de Guinea Ecuatorial, conozco el trabajo del MAIB (Movimiento para la Autodeterminación de la Isla de Bioko) y desde ahí tengo una conciencia de que muchas veces la situación administrativa de las comunidades y de los pueblos y la lógica que asimila nación-Estado no se corresponde con lo que debería ser.

¿Qué crees que aporta la CUP al panorama político del Estado español?
Creo que pone en jaque muchas cosas. Para mí lo que aporta es ser esa piedra en el zapato constante, la idea de no acomodarse, de luchar por la justicia social y de que siempre va a haber voces discordantes que no se van a ver representadas por una mayoría hegemónica. La CUP representa esa visión de: “Esto no vale para todos; vale para unos cuantos, pero no para todos”.

¿Crees que algunos partidos son más sensibles que otros a las reivindicaciones de los colectivos antirracistas?
Bueno, yo creo que en ese tema pecan todos, no creo que haya ninguno que comprenda bien la dimensión del antirracismo político y eso es algo a revisar porque la praxis política del panorama actual es muy eurocéntrica.

Por ejemplo, la derecha trata la no-blanquitud como algo extranjero que necesita disciplina, necesita ser apartado e instrumentalizado para poder encajar y ser aceptado como válido y la izquierda peca de paternalismo, de querer salvar, del “pobrecitos”. Pero ambos siempre desde esa visión jerárquica, desde esa subyugación de las personas no blancas. Por un lado o por otro, el tratamiento es deficiente, pero sí que es verdad que quizás desde la izquierda es donde los objetivos comunes pueden ser más fáciles de encontrar, pero hace falta muchísima autocrítica y muchísima revisión de la lucha antirracista por parte de la izquierda.

La derecha trata la no-blanquitud como algo extranjero que necesita disciplina para poder encajar y la izquierda peca de paternalismo, de querer salvar, del “pobrecitos”

¿Te has encontrado mucho paternalismo en la izquierda política blanca?
En general, sí. Además, aquí en Cataluña hay una tradición antifascista muy arraigada dentro de los movimientos sociales, pero el error básico en el que caen muchos antifascistas es equiparar el racismo al fascismo y pensar que como son antifascistas son también automáticamente antirracistas. Les cuesta mucho a veces hacer ese click y en la praxis diaria a veces te topas con ese paternalismo de querer salvar a las personas migrantes, porque siguen extranjerizando por defecto a las personas no blancas.

Yo me lo he encontrado sobre todo en espacios feministas alternativos, de izquierda combativa. Es ese paternalismo de “todas somos iguales, las mujeres estamos subyugadas”. En esos espacios la cuestión racial queda absolutamente relegada y cuando empiezas a profundizar y a poner encima de la mesa que no se puede dividir tal cual el género porque las mujeres no somos homogéneas y, por lo tanto, ni todo el mundo es siempre opresor ni todo el mundo es siempre oprimido, la cabeza les explota.

Hace falta mucha pedagogía y voluntad de revisarse porque realmente es algo que está muy visible y, aunque de unos años a esta parte hay colectivos, movimientos y personas que están haciendo verdaderos esfuerzos por hacer autocrítica, en general es algo muy vivo todavía.

¿Cómo crees que se podría superar el hecho de que para la mayoría de los partidos políticos las personas negras o afrodescendientes sean un elemento decorativo para que los espacios y las fotos queden más inclusivos?
Yo creo que es como una gota malaya, hay que hacer mucho disco rayado, no dejar pasar nunca la oportunidad de señalar comportamientos y prácticas de este tipo. Lo que a mí me funciona en el sentido práctico es equiparar el racismo a la cuestión de género. Por ejemplo, hay que preparar un debate o una mesa redonda sobre el tema de la vivienda, de repente se dan cuenta de que la mesa es toda de hombres y en el último momento es como: “Ay, vamos a llamar a una mujer”, pero no se cuenta desde el principio con esa voz para preparar el contenido del acto.

Con las personas negroafricanas y afrodescendientes esto también pasa, es como: “Vamos a buscar un negro o una negra para la foto”, pero es el trabajo previo y la profundidad del discurso lo que hay que incorporar. La foto es lo último, es lo de menos, tiene una importancia de cara a la galería, pero ahí no está el trabajo profundo de incidencia política. El trabajo profundo está de puertas para adentro, en el contenido, el argumentario y el trabajo del día a día.

Así, por ejemplo, se deberían iniciar procesos de memoria histórica real, que incluyan también esas partes deliberadamente blanquedas de la historia y que tanto tienen que ver con esa percepción de que España es blanca y que la inmigración empezó en los 90.

Ahora formas parte del colectivo AfroFem Koop, ¿qué es este colectivo y en qué temáticas trabaja?
AfroFem Koop es una cooperativa en la que además de colectivizar nuestras experiencias, vivencias y saberes y sostenernos las unas a las otras, intentamos ser una herramienta para que otras mujeres puedan desarrollar sus proyectos profesionales. Alguien controla de diseño o de contabilidad o de marketing y pone en común esos conocimientos para que las demás también puedan beneficiarse. Con el beneficio económico que generan estas actividades, sumados a las donaciones de campañas, como la colaboración que tenemos en marcha con Grimey Wear, se desarrollan proyectos sociales principalmente en el campo de la salud, de la educación y del ámbito laboral y académico para procurar que las siguientes generaciones, porque lo que nos preocupa muchísimo son los niños, niñas y jóvenes que se están criando en espacios blanco-normativos (igual que lo hicimos la mayoría de nosotras) puedan desarrollarse dignamente en el entorno social.

Formas también parte de la CNAAE (Comunidad Negra Africana y Afrodescendiente de España), ¿qué crees que ha venido a aportar la CNAAE como asociación dentro del panorama del antirracismo y de las comunidades negras y afrodescendientes de España?
Para mí la CNAAE es un revulsivo que hacía mucha falta y esto no lo puedo decir sin que se me ponga la piel de gallina. Aunque es cierto que no hemos inventado nada y que las reivindicaciones son las mismas desde hace muchísimos años, en los que llevamos haciendo incidencia política desde diferentes espacios, organizaciones y colectividades, veo la CNAAE como un golpe encima de la mesa, como un “basta” con el objetivo de llevar adelante las demandas que nuestra comunidad reclama. Empezando por el censo racial, la reparación histórica, el reconocimiento de la aportación de nuestra comunidad a la historia de España y de Europa, el dejar de estar invisibilizados…

Veo la Comunidad Negra Africana y Afrodescendiente de España (CNAAE) como un golpe encima de la mesa, como un “basta” con el objetivo de llevar adelante las demandas que nuestra comunidad reclama

A la vez que incidimos en la política de cara afuera, estamos haciendo esa reparación comunitaria dentro de nuestra propia comunidad, poniendo temas encima de la mesa que necesitan ser abordados, como el colorismo o las diferencias entre africanos y afrodescendientes. Veo la CNAAE como algo súper potente tanto de cara afuera, como de cara adentro de nuestra propia comunidad.

Ahora que lo mencionas, ¿crees que en la lucha y los movimientos antirracistas a veces la comunidad africana y la afrodescendiente no están todo lo cercanas que podrían estar, como si fuesen por caminos paralelos?
Creo que hace falta un trabajo, como decía antes, de sanación comunitaria. Tenemos que entender que todas estas cosas que pasan en nuestra comunidad son producto del colonialismo y de todo el daño que se nos ha hecho para la expoliación de nuestras comunidades de origen y de nuestros pueblos.

Existe esa impresión de que hay una diferenciación, pero tanto por parte de unos como por parte de otros. Hay muchas personas africanas que no reconocen lo que supone tener una identidad afrodescendiente en un entorno blanco-normativo, con toda esa carga emocional y ese daño psicológico que conlleva. Hay por una parte esta negación, ese “todos somos africanos y ya está”, pero no, hay diferencias cuando en la construcción de tu persona partes de una base distinta.

Y, por otro lado, también tenemos la cuestión de la asimilación a lo occidental de muchas personas afrodescendientes nacidas en España. Si nos ponemos a analizar, vemos claramente que hay un estándar en esta sociedad que es el hombre blanco cishetero y, todo lo que no sea eso, es leído como la otredad y todas las otredades, si no hay un trabajo muy profundo, tienden a querer asimilarse a ese estándar para ser aceptadas, para sentirse parte de, para ganar esa respetabilidad que se nos niega.

Para mí la lucha está en las dos partes a la vez, hay que luchar desde la africanidad y desde África y hay que luchar desde la afrodescendencia y la diáspora para ganar la dignidad y que esa dignidad sea reconocida y respetada por el resto de comunidades mundiales, empezando por la blanca por supuesto.

Hay que luchar desde la africanidad y desde África y hay que luchar desde la afrodescendencia y la diáspora para ganar la dignidad y que esa dignidad sea reconocida y respetada

¿Crees que los hombres negros, africanos y afrodescendientes están muy deconstruidos en cuestiones de raza, pero no tanto en cuestiones de género?
Sí, absolutamente. De hecho, yo creo que nosotras en espacios de feminismos negros sí que tenemos debates sobre esa cuestión del género, el patriarcado, el machismo o la mysoginoir y ellos no tienen esas conversaciones. Yo percibo, por las sorpresas que se dan cuando se analizan ciertas cosas, que no se lo plantean en absoluto y es muy necesario.

A veces pasa en los espacios antirracistas que las mujeres negras entramos bajando la guardia porque creemos que estamos en un espacio seguro y, entonces, te la comes doblada. Esto te sorprende y te duele a la vez. Y creo que es un melón súper necesario de abrir y muy interesante de tratar, además de que puede ayudar muchísimo al movimiento antirracista en general. Dentro de la comunidad supongo que va a generar muchas tensiones, pero creo que es también muy necesario.

Tienes un artículo en Afroféminas titulado “Negra no se nace, te hacen”, explícame esta idea
Es esa idea de que cuando naces, eres pequeña y estás en tu casa, eres simplemente tú con tu familia, madre, padre, hermanos, lo que sea. Hasta que no sales a la calle y socializas con personas blancas, normalmente esto pasa en el colegio, donde eres la única negra o de las pocas, y de repente alguien te hace saber que eres negra. Es algo con lo que no habías contado, hay algún tipo de lapsus ahí por el que no se repara en esa cuestión hasta que te la encuentras de malas maneras, y esto lo veo ahora también como madre.

Al final, en cuanto a la discriminación, el sujeto político negro es una construcción social, te hacen sentir diferente, te tratan diferente por el hecho de tu aspecto, de tu culturalidad. Y eso forma parte de cómo construyes tu identidad afrodiaspórica.Con mis hijes me planteo si tengo que prepararles para este golpe, porque en algún momento alguien les va a decir algo. Tienes que tener esa reflexión cuando estás criando porque has de decidir si tienes una conversación antes preparatoria o después reparadora. A eso me refería básicamente en el artículo, que las diferencias están cuando hay una comparativa, cuando alguien te las hace notar, si no, tú no te percibes como algo distinto.

Ahora que hablas de tu papel como madre, me da la sensación de que la maternidad ha sido un momento clave en tu vida, ¿cómo intentas educar a tus hijes sabiendo que también son afrodescendientes y que viven en una sociedad mayoritariamente blanca?
No te puedo engañar, es súper difícil y doloroso porque sabes que se van a encontrar con situaciones que tú también has vivido y que no puedes hacer nada por evitarlo. Cuando eres madre o padre, lo que quieres es proteger a tus hijes y que nada malo les pase. Lo quieres todo, que crezcan como personas con autocrítica, fuertes y emancipadas, pero que a la vez no les pase nada malo. Pero, claro, eso es imposible porque lo que te hace ser una persona con cierta resiliencia precisamente son las adversidades con las que te encuentras.

Por otra parte, algo que sí que me preocupa mucho es cómo transmitir esa africanidad, ese sentimiento de pertenencia. Los de mi generación, teníamos en mayor o menor medida una referencialidad cultural porque nuestros padres se organizaban mucho aquí en asociaciones, había un ambiente en el que ciertos códigos culturales podían ser compartidos. Yo ahora mismo me encuentro con esa carencia de cara a mi crianza. Le puedo explicar a mis hijes lo que yo quiera, pero no lo viven. Echo muy en falta que existan espacios de crianza afrodescendiente, en los que les niñes compartan esa parte de su vida, esa realidad que es como muy suya pero que en entornos blanco-normativos no tienen la oportunidad de practicar.

Creo que eso es una cosa que tenemos que trabajar mucho porque es realmente muy necesaria a la hora de construirse como persona y como afrodescendiente porque africanizarse en la diáspora es un camino. Como dice Justo Bolekia, hay que aprender a ser afrodescendiente.

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Jeanne Rolande Dacougna llegó a Cádiz hace más de dos décadas para doctorarse. Feminista y activista antirracista, reflexiona sobre movimientos sociales, racismo o comunidad con la mirada puesta en Senegal y en Euskadi, donde reside.
#74593
17/11/2020 18:20

Estoy de acuerdo con Basha, hay que normalizar la integración desde la igualdad y la normalidad.buena entrevista

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