Elecciones
Mertxe Aizpurua: “Cada vez es menos imposible ganar las elecciones vascas y el PNV es consciente de ello”

La diputada Mertxe Aizpurua, de EH Bildu, es una de las tres firmas que sellaron la pronta derogación laboral y saltarse el techo social del gasto municipal legislado por el ex ministro de Hacienda del PP, Cristóbal Montoro.

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Mertxe Aizpurua, portavoz de EH Bildu, en los alrededores del Congreso tras la entrevista. Álvaro Minguito

Mertxe Aizpurua empezó su carrera periodística como redactora y terminó dirigiendo el diario Gara. En política, arrancó como alcaldesa de su pueblo, Usurbil, y desde las pasadas elecciones ocupa un escaño por EH Bildu en el Congreso de Diputados. Dos vidas laborales paralelas que, como ella dice, tienen mucho en común: el servicio público. “Es mejor el buen periodismo que la mala política y es mejor la buena política que el mal periodismo”, resume si la haces elegir. Aunque lo que realmente piensa es que “estamos viendo lo peor de la mala política y lo peor del mal periodismo”. Ante lo que se avecina, aún más precariedad, el Estado necesita un frente de izquierdas unido, advierte. La suya es una de las tres firmas que sellaron la pronta derogación laboral y saltarse el techo social del gasto municipal legislado por el ex ministro de Hacienda del PP, Cristóbal Montoro.

La pasada semana EH Bildu se marcó un tanto histórico al pactar, a espaldas del PNV, la derogación de la reforma laboral con el Gobierno de coalición. En plena campaña pre electoral, situándoos como un partido político que opera de igual a igual. ¿Qué tal esa sensación?
No lo hicimos a espaldas de nadie, sino con discreción. Para nosotros, el análisis es que es un acuerdo que beneficia a la ciudadanía. Y cualquier pacto que beneficie a las clases populares, bien conseguido está. Ha habido algunas declaraciones que parecían un ataque de celos, yo lo dejaría así, porque tampoco se entiende muy bien que medidas que benefician al PNV, como es el segundo punto del acuerdo, no las acepten como lo que son: algo positivo. 

Muchos medios de comunicación calificaron vuestra abstención de la más cara del estado de alarma y, encima, innecesaria. ¿Era así?
Supongo que eso habría que preguntárselo al PSOE, pero hay una realidad que está ahí y seguirá estándolo: según por qué camino quieran avanzar PSOE y Unidas Podemos tendrán que adoptar unas medidas u otras. Políticas de izquierda o políticas que no son de izquierdas. Y creo que el pacto responde a esa disyuntiva, ya que tampoco estaban los votos tan atados como para ir a una votación tan importante, como es el estado de alarma, sin tenerla asegurada. Supongo que el PSOE prefirió tenerlo todo atado. 

“No dudo de que la derogación de la reforma laboral vaya a llevarse a cabo en la mayor brevedad posible”

Hablas del PSOE, pero José Bono afirmó que Pedro Sánchez desconocía el pacto. ¿Es posible que Pedro Sánchez lo desconociera?
Creo que no. Y esa afirmación se contradice con lo que vivimos el día del pleno: cuando intervine di a entender que si había acuerdo, y cité la reforma laboral, contarían con nuestra abstención para no obstaculizar el estado de alarma, y en la respuesta de Pedro Sánchez así vino a recogerlo. Desde la mañana, el pacto estuvo encima de la mesa y si hubiera habido periodistas atentos, lo hubieran pillado. Por tanto no, Pedro Sánchez lo sabía porque así se evidenció.

En nuestra redacción comentamos que ERC lloraría al enterarse del pacto. Hasta que vinieron las rectificaciones suponía un pacto muy potente y no participaron en él todas las izquierdas. Tampoco la CUP. 
Cada uno tiene su marco de actuación y hace sus políticas en el Congreso. Con ERC tenemos un pacto estratégico y mantenemos la misma posición en muchos temas, pero cada formación toma su camino en función de la realidad que tiene. En ese sentido, las realidades de ahora de Catalunya quizá no sean equiparables a las de Euskal Herria. 

Los cambios posteriores del PSOE, vía WhatsApp, las declaraciones de Unidas Podemos defendiendo el pacto y recordando que la derogación ya se firmó entre ellos y la reacción del PNV esperando la misma dulzura fue como ver una telenovela.
No pasa nada con esas declaraciones de celos. Pero no calificaría de rectificación las declaraciones posteriores, sino de aclaración. Se vieron obligados a hacerlo. Somos muy conscientes de que la reforma laboral no se puede hacer de la noche a la mañana. No es una única ley y tienes que tener una de repuesto porque miles de trabajadores no pueden quedar en indefensión. Pero el concepto de derogación de la reforma laboral es político más que técnico. Y en las declaraciones que han ido haciendo a lo largo de esta semana diferentes miembros del Gobierno, nadie ha dicho que el acuerdo no sea válido, sigue vigente: está establecido el qué y el cuándo. Tiene que formularse cómo se hará dentro de unos parámetros ajustados a la realidad. Lo que no podemos hacer es pararnos, si no empujar para que el acuerdo se lleve a cabo. Y no dudo de que se vaya a llevar a cabo en la mayor brevedad posible.

Diferentes miembros del Gobierno menos Nadia Calviño. ¿Es lógico tener a una persona de carácter neoliberal en un Gobierno teóricamente socialista?
Personalmente no le veo mucha lógica, pero bueno, habrá que ver en cada situación qué criterios adoptan y qué medidas escogen. Calviño tiene el prestigio de haber estado en Europa. Sabemos que no es la más izquierdista en el PSOE, ni del Gobierno, pero hay contrapesos a determinadas posiciones y al final lo importante es la dirección de las medidas acordadas. 

“Hacen falta acuerdos entre todas las fuerzas de izquierda para prepararnos ante la que viene encima”

Sin embargo, poco se ha hablado de ese segundo punto que supone que los ayuntamientos podrán saltarse la ley aprobada por Cristóbal Montoro.
Somos la primera fuerza municipalista del País Vasco y tenemos una esencia municipal impresionista. Con este acuerdo hemos conseguido que todos los gastos sociales derivados del covid no computarán dentro de esa regla que impone un techo al gasto social y hubiera supuesto asfixiar a todos los ayuntamientos del Estado. Desde los gastos sanitarios que han causado las desinfecciones hasta la atención de las familias en situaciones de precariedad.

¿Os han dado las gracias?
En Euskal Herria, sí. Es un gran alivio y es algo muy difícil de trasladar a la opinión pública, porque no llega como lo de la reforma laboral, pero las instituciones claro que lo calibran y saben qué supone un gran avance. En cualquier caso, no estamos aquí para buscar felicitaciones sino para hacer un trabajo bien hecho.

¿Fue más duro negociar ese acuerdo fiscal que la derogación de la reforma laboral?
No se concretó tal y como lo planteamos, nosotros íbamos más allá, pero fue todo en un tono cordial y en buenos términos, sin tensión ni órdagos, y entendiendo por qué no podía recoger todo lo que planteamos nosotros. 

Vamos con las elecciones vascas del próximo 12 de julio. Según el primer sondeo público, publicado este miércoles, PNV y PSE aumentan tres escaños, Podemos Euskadi se desploma y EH Bildu subiría uno. ¿Coincide con vuestro sondeo interno?
Por lo que nosotros sabemos vamos a tener mejores resultados que lo que marca ese sondeo, que también son resultados buenos. En cualquier caso, las encuestas sirven para crear opinión pública y ahí se podría pensar que esa encuesta intenta favorecer el estado de opinión del PNV, ya que a todo el mundo le gusta apuntarse al caballo ganador, pero sí apunta tendencias. El asunto que es que serán unas elecciones extrañas porque no sabemos qué tipo de campaña podremos llevar a cabo, y quien tiene más presencia e influencia en los medios de comunicación, tiene más posibilidades de llegar más a la gente. Mientras que nosotros no sabemos si podremos hacer actos de calle, y nuestras campañas son muy de calle. Será una campaña extraña, nos tendremos que acomodar.

“A España aún le hace falta mucha cultura democrática y mucha cultura antifascista”

¿Consideras que la propuesta de Miren Gorrotxategi, de plantear un pacto entre el PSE, Podemos Euskadi y EH Bildu es viable?
Creo que sí y de cara a futuro podría serlo. Ahora mismo, sinceramente, no lo veo. Creo que PNV y PSE van a seguir pactando. Sin embargo, sí creo, y esto trasciende al País Vasco, que hacen falta acuerdos entre las fuerzas de izquierda para prepararnos ante la que viene encima. La derecha viene rampante. Lo que se ve en el Congreso estos días, con esas posiciones de llevarlo todo al borde del precipicio, de la tensión y de la crispación, indican el camino que va a seguir la derecha y creo que todas las fuerzas de izquierda nos lo deberíamos tomar muy en serio. Es importante ver lo que se hace ahora para ir tomando terreno. Y ya lo dije en una de mis primeras intervenciones: a España aún le hace falta mucha cultura democrática y mucha cultura antifascista. Hay que hacer algo y encaminarnos hacia ello, y recordarlo otra vez me parece más oportuno que nunca. 

Ni el vertedero de Zaldibar ni un coronavirus que pone en evidencia que las residencias son un negocio privado y que Osakidetza, el sistema vasco de salud, no es tan robusta como creíamos, parece que merman la intención de voto del electorado. A diferencia del PSOE, PP y CIU, que han vivido sus propios cismas internos y debacles electorales, al PNV no le despeina nada. ¿Frustra presentarse a unas elecciones sabiendo que es imposible ganarlas?
Cada vez es menos imposible ganarlas, por lo que cada vez es más posible ganar. El PNV es consciente de ello y es cuestión de tiempo y de hacer las cosas bien. En gestión municipal, creo que lo estamos haciendo bien. Tenemos una máxima y la aplicamos: decir lo que hacemos y hacer lo que decimos. Y ello nos está dando réditos y una percepción diferente en el Estado español. En Euskal Herria se nos conoce bien y ahí están los ayuntamientos que gestionamos desde hace tiempo y de cuya gestión no hay dudas. Es verdad que el PNV tiene esa aureola de años y años de gestión y con esa mochila todavía consigue mantener una percepción social. Pero las cosas van cambiando. La sociedad cada vez se parece más a la Euskal Herria que plantea EH Bildu y los jóvenes, y eso también es cuestión de demoscopia y sociología, que van entrando en las bolsas de electores se identifican con nosotros, por lo que llegará un momento en que seremos nosotros quienes gobernemos.

Has dicho que se os reconoce la gestión municipal. Vosotros planteasteis en Gipuzkoa un sistema de recogida de basuras puerta a puerta, vilipendiado por el PNV cuando quedó fuera de la Diputación. El accidente del vertedero de Zaldibar, que ya parece olvidado, puso de manifiesto la gestión de residuos del Gobierno vasco y sus consecuencias. ¿Zaldibar ha sido un punto de inflexión?
Espero que sí, que ayude a visualizar el problema que tenemos y las consecuencias de una forma de hacer política. El puerta a puerta da muy buenos resultados y en algunos municipios, como el mío, se mantiene. Realmente es un  buen modelo de gestión porque consigue un reciclaje de verdad y, de alguna forma, educa a la gente, y eso también es importante. El modelo del PNV es otro, la incineradora de Zubieta se ha puesto en marcha cuando Europa vuelve a decir que las incineradoras no son la solución. ¿Quizá será última incineradora de Europa? Bueno, pues ahí la tenemos. Ese es un modelo de gestión y de supeditamiento a unas políticas económicas donde lo que prima son la economía y los intereses de unos, de los grandes, y no la ecología ni el bienestar ni la salud de la ciudadanía.

“Todo lo que no sea servicio público es mala política”

El Parlamento vasco se disolvió antes de la pandemia por la convocatoria de elecciones (fallidas) del pasado 4 de abril. ¿Eran necesarias las elecciones el 12 de julio?
El Gobierno vasco tenía mucho margen hasta octubre para convocar elecciones y el adelanto electoral a abril responde obviamente a un cálculo electoral del PNV. Ahora, creo que también ha habido un cálculo electoral. Claro que hay que hacer elecciones, no se puede estar en esta situación de colapso total. El Gobierno vasco está actuando como si tuviera la mayoría absoluta cuando es un Gobierno en funciones y debería haber actuado de otra forma, con muchísima más comunicación y diálogo con la oposición, con lo cual, claro que las elecciones son necesarias. Otra cosa es en qué situación se dan. Cuando se convocaron no estaban la evolución de la pandemia no era tan clara y nos parecía un riesgo impresionante que rallaba en la irresponsabilidad. Ojalá las elecciones se puedan hacer bien y en plenitud de facultades para todo el mundo. La campaña será un poco extraña y subirá muchísimo la abstención, que es un factor que también entra en juego a la hora de repartir los escaños.

¿Y a quién favorece la abstención?
A nosotros no. 

¿Qué es mejor? ¿El periodismo o la política?
Es mejor el buen periodismo que la mala política y es mejor la buena política que el mal periodismo. Se puede hacer una política nefasta, sobre todo cuando se olvida lo que nos debería mover: el servicio a la ciudadanía. En el Congreso veo muchas intervenciones que parecen mítines políticos, un hemiciclo donde no importan las propuestas ni las alternativas que plantean las formaciones. No prima la capacidad de servicio público, y todo lo que no sea eso es mala política.  Y en periodismo pasa igual: muchas veces el deber de informar se supedita a los resortes del poder, sean económicos, sean políticos. En el fono, periodismo y política se parecen bastante. Y en estos momentos estamos viendo lo peor de cada uno. 

Dicen que para contentar al PNV, el PSOE ha accedido a que el ingreso mínimo vital se gestione desde Navarra y la CAV, pero eso ya venía de antes, desde que se planteó el ingreso.
Eso está bien, y es lógico que se gestione desde Euskadi y Navarra, como en el resto de territorios, porque sino sería un caos administrativo. Pero no es para echar cohetes. Además, hay otro dato muy importante y es que allí tenemos la RGI que es mejor para la ciudadanía. La cuestión es que se intentará retraer del gasto de las arcas públicas vascas la partida del ingreso mínimo vital. Ahí está la cuestión.

Supondrá un ahorro muy grande.
En breve sabremos la cifra, habrá que ver el cómputo. En cualquier caso, para la gente que necesitaba ese ingreso, el Gobierno vasco estaba obligado a cumplirlo a través de la RGI. 

¿Es una apertura a gestionar luego la Seguridad Social?
Debería serlo, es una de las transferencias pendientes que hay. Llevamos 40 años esperando a que se concrete. Si en la CAV tuviésemos la administración y gestión de las pensiones, el Gobierno vasco podría determinar y posibilitar que las pensiones subieran. Queremos la capacidad de gestionarlo porque hay capacidad para hacerlo.

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