Elecciones Madrid 4M
Ayuso arrasa y la extrema derecha se consolida tras el descalabro de Gabilondo
Ya no valen las cuentas, ya no vale el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas y ya no vale Ángel Gabilondo como candidato tranquilo. La noche electoral se ha encargado de plasmar el sueño de las cabeceras de derechas de Madrid, de su tejido empresarial y de una base rocosa de ideología conservadora. Isabel Díaz Ayuso se ha aupado por encima del 44% del voto, absorbe completamente a Ciudadanos y lo hace sin restar cartelera a Vox. Un resultado rotundo de la política de la confrontación, una señal que va a hacer un agujero en La Moncloa y, al menos, dos años más de Gobierno del PP en Madrid. En 2023 serán 28 años. La Comunidad de Madrid es de derechas y si había alguna duda estas se han disipado esta noche.
Hay que empezar por el gran perdedor de la noche. Ángel Gabilondo ha perdido un 9% de su electorado en dos años. No ha amarrado un solo voto de Ciudadanos, ha desfallecido en la recta final de campaña dando pie a la entrada de Más Madrid como alternativa de oposición y ahora ve cómo su base en Madrid se desvanece. Si en febrero Salvador Illa daba una victoria, simbólica pero victoria, al proyecto del sanchismo, el resultado de Gabilondo arroja muchas dudas sobre ese mismo proyecto.
El objetivo de que Gabilondo fuese el turista accidental aupado a la presidencia por una nueva alianza del antifascismo democrático falló desde el minuto uno: el candidato no estaba centrado en la Comunidad de Madrid sino en pasar a un destino más tranquilo como Defensor del Pueblo. Ha perdido ante Ayuso, ha perdido ante Mónica García y no parece que el PSOE conozca aún su suelo en la Comunidad de Madrid.
La izquierda hizo su parte
No había más que rascar. Más Madrid y Unidas Podemos sí han alcanzado los resultados que podían aportar a la suma. Pablo Iglesias dimitió como vicepresidente para salvar los muebles allí donde nació Podemos. Iglesias ha demostrado que su punto de partida —la crítica al “trumpismo” como nueva forma del fascismo— era correcto. Ya se encargarán los medios afines a Ayuso de demostrarlo esta noche y en el largo año 2021 que queda.
Pero tener razón demasiado pronto es otra forma de estar equivocado. O, en el caso de Iglesias, quizá demasiado tarde. El líder de Unidas Podemos entrará en la Asamblea de Madrid y en una fase desconocida para él: actor secundario en un partido que tiene también una base resistente pero que no conecta con un electorado que tuvo en 2015 y ahora parece buscar emociones menos fuertes.
Mónica García representa en gran medida lo opuesto a Iglesias. Una izquierda de rostro más amable, capaz de poner en dos años un partido con un diagnóstico claro de lo que viene: conciliación laboral —cuidados—, medidas de mitigación de la crisis climática, reparto del trabajo, atención a la salud mental. Izquierda no identitaria, posiblemente con capacidad de conectar mejor emocionalmente con una nueva generación que ve en el estilo de Iglesias algo de otra época. El peligro para Más Madrid es convertirse en un complemento del PSOE, tal y como Ciudadanos lo fue del Partido Popular. Los resultados de esta noche le permiten plantear un sorpasso regional pero queda muy lejos la implantación del proyecto de Íñigo Errejón en todo el territorio. No desafiar al régimen puede tener premio pero implica que los límites los marque el sistema, con la capacidad mediática que ha demostrado para quitar y retirar su favor.
Ciudadanos ya no existe, Vox se mantiene
Ciudadanos es el ejemplo de esto último. Edmundo Bal ha tenido cuota de pantalla en campaña pero el subtexto estaba ahí desde el principio: Ciudadanos no va a ser un factor determinante nunca más. No procede siquiera calificarle como el perdedor de la noche. Su partido ya no existe. Durante las próximas semanas la líder nacional, Inés Arrimadas, tendrá que inventar algo para mantener la atención.
Lo de Vox es noticia. La extrema derecha no desfallece, lo que significa que en Madrid hay espacio para todos los tonos de azul. Rocío Monasterio no dudará en dar su apoyo a Isabel Díaz Ayuso, que puede arrancar un acuerdo programático que permita al PP gobernar en solitario. Pero las señales son preocupantes: Vox se la ha jugado a la xenofobia y le ha salido cara. Suma un diputado y puede permitir reírse de todos los intentos de cordón sanitario que se le planteen. Ya estaban ahí tras las elecciones andaluzas de 2018 y ahí seguirán por mucho tiempo, como complemento feroz del voluble Partido Popular.
Isabel Díaz Ayuso, por su parte, es la estrella de la noche. Ganadores en la sombra: su jefe de Gabinete Miguel Ángel Rodríguez, y el consejero de Hacienda, Javier Fernández Lasquetty, viejo enemigo de la Marea Blanca. El proyecto del PP no nace con Ayuso pero la presidenta regional ha vencido todas las resistencias con desparpajo. Su estilo no gusta a la izquierda y eso la ha propulsado entre la derecha y los que en otros tiempos se llamaron centristas.
El patio del PP
Dos años más de Ayuso y la sensación es que la situación puede prolongarse para rato. Sin una alternativa al duopolio de los grandes medios de comunicación, con una agenda de régimen aliviada por los resultados de hoy y con un proyecto de neoliberalismo “hasta que el cuerpo aguante”, el PP ve en Madrid el sitio de su recreo. Nadie les tose.
Señales inequívocas desde Madrid para el resto del Estado. Con la izquierda de Madrid no se puede contar, al menos demoscópicamente, para un proyecto de transformación, de reparto de soberanías o de alternativas durante la gran crisis climática y económica. La izquierda y los movimientos sociales de Madrid tienen poco tiempo para el lamento.
Las cosas están un poco peor pero la situación se prolonga y la falta de alternativas es endémica. La resignación, sin embargo, nunca ha provocado ningún cambio, lo que indica los próximos pasos a seguir. Ya no será en las urnas sino calle a calle. Porque la extrema derecha ya está aquí, tenía las instituciones en su mano y la noticia de hoy es que no las ha perdido.
Relacionadas
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!