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Antifeminismos
La atención mediática sobre el 8M de este 2023 mosquea. Ahora que se ha reposado el polvo de los especiales y las campañas, puede verse en crudo la presentación de los hechos: un relato de meses de luchas intestinas, devenir partido de las reivindicaciones y declinar en la fuerza “real” del movimiento feminista desde el pico de 2018. El hecho es que la realidad de las calles en el 8M desmintió todo ese trabajo de construcción de marco y bajada de línea durante meses. Así que fin del foco mediático, apaguen la luz morada y a otra cosa.
Pero en Pol&Pop no queremos dejarlo pasar, así que hemos invitado a Maria Medina-Vicent, profesora de la Universitat Jaume I, de Castelló, y experta en discursos y éticas feministas, para hablar de esta cuestión. No tanto del feminismo como de sus antagonistas: los enfoques antifeministas.
A nadie se le escapa la proliferación reciente de títulos y discusiones sobre este tema. Estas semanas cumple 4 años el libro de nuestras amigas de Proyecto UNA, “Leia, Rihanna y Trump. De cómo el feminismo ha transformado la cultura pop y de cómo el machismo reacciona con terror” (Descontrol, 2019), y a este se han sumado referencias sobre todo anglosajonas, como “Hombres (blancos) cabreados: La masculinidad al final de una era” (Michael Kimmel, Barlin, 2019); el reciente “Los hombres que odian a las mujeres Incels, artistas de la seducción y otras subculturas misóginas online” de Laura Bates (Capitán Swing, 2023) o el más que recomendable “Odio a las mujeres. Incels, malfollaos y machistas modernos” de Susanne Kaiser (Katakrak, 2022).
Estos títulos describen y critican la formación de una cultura política de hombres blancos agraviados y autoenunciados como víctimas por el avance del feminismo y de otros grupos subordinados. Pero también por la crisis del modelo de bienestar y del neoliberalismo. Es decir: de sus propias expectativas de ser los primeros de la fila, como lo habían sido algunos de sus padres y sus ídolos cinematográficos. Sin embargo, si podemos elegir – y podemos elegir porque para eso el pódcast es nuestro – lo interesante es menos ese sentimiento de agravio que la manera como intenta legitimarse. Y sobre todo hacer de él una elección política.
El antifeminismo no es interesante por ser un sentimiento, sino por haberse convertido en el pegamento principal de todo tipo de grupo reaccionarios, mezclado en dosis variables con aportes fundamentalistas, nacionalistas, raciales o incluso obreristas.
Es esta elección política la que ha impactado sobre nuestra realidad en los últimos años y sobre la que conviene centrarse si queremos comprender los efectos de los feminismos más allá de la pura reacción y abrir las posibilidades de algo más feliz, creativo y libre que el antifeminismo. Una cadena de alianzas de los grupos recientemente desplazados del centro del tablero con los desplazados de forma tradicional en vez con los de arriba para venderse como la primera línea de defensa a cambio de parar un poco el reloj. Comenzamos.

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