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Ready Player One se acaba de estrenar y su director cumple 71 años. Viendo el resultado de este nuevo estreno se puede llegar a entender y justificar (para los más fans) aquel irrisorio e insustancial film que sacó no hace ni 5 meses llamado The Post (Los Papeles del Pentágono). Esa historia propagandística sobre los mass media norteamericanos con tantos ácaros que podría haber servido de justificante para la afirmación “Spielberg está acabado”.
Pero medio año después, degustando Ready Player One, se ve claramente que en cada proyecto usó músculos diferentes. A esta nueva película le puso el corazón y a The Post el culo. Y solo necesitan un visionado cada una para darse cuenta.
Así, los que sufrieron The Post se acercarán a Ready Player One esperando dos horas y media de un entretenimiento comedido. Esa típica crítica que solamente salvará eso de que “visualmente está impresionante”, como si fuera algún mérito en una persona que ha producido Jurassic Park o Hermanos de Sangre y en una producción como Ready Player One, de unos 170 millones de dólares.
Decir que este largometraje tiene buen CGI y buena fotografía tiene la misma relevancia que decir que una tarta es dulce. Lo sorprendente es que estuviera salada. Pero esta adaptación de la novela de 2011 está muy por encima de las obviedades.
Incluso, señalan algunas críticas comparativas entre el libro y la película, los cambios han sido en positivo. Sabes que estás delante de un producto de calidad cuando la voz en 'off' se mueve al ritmo de Ray Liotta en Uno de los nuestros. Cuando la introducción dura 10 minutos y ha sido frenética. Cuando el primer movimiento relevante para que avance la historia llega a la escasa media hora. Por supuesto, al final, tras varias pequeñas bromas bien guionizadas, no tan descaradas como en Guardianes de la Galaxia, estás tan dentro de la historia como cuando viste Hook por primera vez.
Steven Spielberg tiene un gran método. Con su cine se puede definir sin necesidad de teóricos la esencia de EE.UU. No es necesario Torqueville ni Chomsky. Durante gran parte de su carrera se dedicó a ensalzar lo que para ellos han sido las mayores virtudes de su modo de vida frente a lo que se encontraba al otro lado del muro de Berlín.
Si durante los años 50 y 60 el mensaje proEEUU fue más rígido, los setenta, con Spielberg entre otros, se dedicaron a destacar los autocines y la Coca-Cola. Ese espíritu yanqui lo encontramos en el liberalismo personificado del protagonista de Encuentros en la Tercera Fase y el descrédito de las autoridades y del sistema reflejado en E.T. Todo culminado en el 'biopic' sobre el padre de la nación, Lincoln.
El historiador Marc Ferro define a Spielberg como el hombre que sabe entender la ideología norteamericana del “yo contra el mundo” y lo escenifica en algo tan sencillo como en un grupo de militares yendo a recoger a Ryan entrando en la boca del lobo y pasando penurias sin apoyo institucional o en Schindler liberando a judíos secuestrados en campos de concentración sin la más mínima ayuda de los “aliados”.
Ahora, a 41 años del estreno de Encuentros en la tercera fase, Spielberg aúna en este proyecto una visión 360º del mundo en el que vive. Ya no es el motor del capitalismo, ni el edulcorante del liberalismo económico con la falsa promesa de la recompensa tras el esfuerzo. Tal vez sea la visión de un hombre de tercera edad condenando el mundo que ya no le pertenece y añorando tiempos pasados, pero Ready Player One tiene una imporante crítica a los conformistas políticos, a la adicción a las tecnologías y al exceso del ocio como simple evasión. La realidad, a diferencia de un videojuego, es real, por citar a Anorak, un personaje de la historia y que en ocasiones parece una simbiosis entre Jobs y Wozniak.
Decir que 'Ready Player One' tiene buen CGI y buena fotografía es igual de relevante que decir que una tarta es dulce. Lo sorprendente es que estuviera salada
Pese a una buena historia (mérito de Zak Penn y Ernest Cline, escritor de la novela y coguionista del film) destaca que las escenas de acción estén dirigidas con un aplomo impropio de un señor de 70 años. Cuando el peso de la ciencia ficción actual debería recaer (y recae) sobre Zack Snyder, Denis Villeneuve, Christopher Nolan, Micheal Bay o Kathryn Bigelow, el director de Tiburón vuelve a dar una lección a todos.
El ritmo de cambio de plano ha ido variando con el paso del tiempo. John Ford cambiaba de plano cada 9.7 segundos y Micheal Bay ya lo hace cada 3. Si bien Bay usa el recurso para intentar hace potable genocidios del cine como puede ser la saga de Transformers, Spielberg es un hombre que sigue evolucionando y adaptándose a los tiempos mezclando lo mejor de cada casa, de ahí que su media sea la de 6.5 segundos por plano. Es como el periodista veterano que se abre un videoblog en lugar de despotricar sobre las 'fake news' desde su tribuna semanal en papel. Sabe adaptarse a los peros y a todas las conjunciones adversativas que el paso del tiempo va imponiendo en forma de retos y traumas generacionales.
Los homenajes en Ready Player One a la cultura pop, algo que es una constante en la novela, tiene variaciones en el film y tocan el cielo cuando se otea El Resplandor de Kubrick y Stephen King. Tras esto, ninguna referencia a nada será tan auténtica, atrevida ni evidente, porque una producción de Spielberg ha vuelto dejar su sello en una época que ya ni le corresponde por edad, pero en la que se entromete en calidad de leyenda.
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