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Economía social y solidaria
La Pantera Rossa, 15 años pintando el mundo de su color en Zaragoza

Corría el año 2008 y comenzaba un tiempo gris para España, marcado por una gran crisis económica que condicionó el rumbo de una sociedad sumida en la incertidumbre. En medio de este contexto, un grupo de cooperativistas decidió enfrentarse no solo a las adversidades del momento, sino a una crisis existencial que empapó a la gran mayoría de la población. Así nació, en 2010, el Centro Social Librería La Pantera Rossa, un proyecto que quiso dar color a un mundo tan descolorido a través del pensamiento crítico. “La gente no decía ni mu, nadie se planteaba nada, había que hacer un poco de organización social”, pensaron los socios y, tras esta reflexión, pudieron levantar sus persianas con un claro mensaje en sus cristaleras: “Próxima apertura por crisis”.
Ubicado en pleno centro de la capital aragonesa, un rosa potente ilumina las paredes del local, que contrasta con los lomos de los cientos de libros que hay en las estanterías. Un centro social en el que conviven el activismo, la literatura y la acción política. “En La Pantera Rossa tienen lugar y cabida muchas actividades que no necesariamente giran en torno a los libros”, señalan María Arobes y Ana Moure, cooperativistas del proyecto cultural. Se presentan ejemplares, se imparten talleres, se celebran asambleas, se venden publicaciones independientes y se genera pensamiento colectivo. Todo ello con un enfoque comprometido, feminista, anticapitalista y ecologista. Pero mantener un espacio alejado del modelo comercial convencional no ha sido sencillo.
La Pantera Rossa ha conseguido sobrevivir gracias al apoyo de su comunidad y a una sólida red de alianzas con otras librerías independientes y críticas afines
A lo largo de los años, La Pantera Rossa ha conseguido sobrevivir gracias al apoyo de su comunidad y a una sólida red de alianzas con otras librerías independientes y críticas afines. Asimismo, ha sido clave la participación en redes territoriales de la economía social y solidaria como REAS Aragón y el Mercado Social de Aragón, Coop57 Aragón y SOM Energía. El centro “ha crecido como la hierba”. En su progresión, no todo ha sido color de rosa: “Algunas de las personas que estaban cuando se inició el proyecto siguen en él, otras tantas ya no”. Sin embargo, “lo que ha prosperado siempre ha sido el pensamiento colectivo y no jerárquico”, sostienen María Arobes y Ana Moure.

Pero ni siquiera estos años de resistencia han sido capaces de sostener sus recursos de manera permanente. La librería consiguió abrir sus puertas gracias al respaldo de numerosas aportaciones personales a través de capital social y préstamos sin intereses. Sin embargo, la cooperativa no contaba con los medios necesarios para adquirir los libros con los que iniciar su actividad. En ese momento, varias distribuidoras ofrecieron su apoyo proporcionándoles libros en depósito que pagarían con las ventas. “Si no hubiera sido por ese apoyo, simplemente no habríamos podido abrir”, admite Chabier Nogueras, cooperativista de La Pantera Rossa.
Con los años, esas cargas financieras han persistido. Por ello, han lanzado un crowdfunding, una campaña de financiación colectiva para paliar todos los gastos que han acumulado. “El objetivo principal de la campaña es poder saldar deudas importantes que arrastramos desde hace mucho tiempo, sobre todo con distribuidoras”, explica Nogueras. Con esta idea pueden buscar una forma de financiación sin ir en contra de sus principios, algo que como Nogueras subraya tienen presente de forma permanente: “Nos parecía importante que se entendiera que los espacios de cultura crítica que son independientes, no deban nada a nadie y que funcionen al margen de lo comercial y, desde hace tiempo, también, sin apoyo de ninguna institución pública, por ello necesitan el apoyo de la gente”. Ejemplo de ello fue el cese de su actividad en sus cuentas de Instagram y Twitter el pasado mes de enero por la vinculación de los dueños de estas redes sociales con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. En la actualidad, solo están activos en Mastodon y Telegram.
Cultura en riesgo
Chabier Nogueras confiesa que “la librería por sí sola no genera suficientes ingresos como para asumir esos pagos”. Desde retrasos en las retribuciones hasta dejar de cobrar sueldos para poder pagar deudas pendientes, los dueños hacen todo lo posible para no cerrar el proyecto que tanto les ha costado mantener y, sin lugar a dudas, para no perder sus apoyos fundacionales: “No queremos que nuestra falta de liquidez se convierta en un efecto dominó que perjudique a quienes nos han apoyado desde el principio. Estas distribuidoras también trabajan con editoriales independientes, y todo forma parte de una red que queremos cuidar”.
Además del saldo pendiente, La Pantera Rossa ha tenido que afrontar inversiones importantes para mejorar el espacio. Para ello, tuvieron que recurrir a una subvención estatal. Dicha ayuda no fue suficiente y, como consecuencia, ahora parte del dinero recaudado se destinará para cubrir dichos gastos que se han ido atrasando en el tiempo. Este tipo de prestaciones por parte de las instituciones han sido tema de debate en los plenos del ayuntamiento desde 2015, donde se acusaba a la Pantera Rossa de un trato de favor por parte de la alcaldía. Sin embargo, siempre han optado por la subvención del ministerio para librerías.
La reforma de su entrada principal buscaba hacer el local más accesible y visible para quienes aún no lo conocen. “El espacio es amable, pero hay quienes han oído que es un sitio ‘político’ y no saben bien qué se van a encontrar —comenta Nogueras—. Queríamos abrir más la puerta, que hubiese más transparencia, y eso también tuvo su coste económico”. En Zaragoza cada vez son más las librerías comprometidas con los barrios y con la cultura. La más novedosa es La Montonera, ubicada en el barrio de San Pablo, que abrió sus puertas en 2021 con el fin de convertirse en un espacio de encuentro y reflexión.
“Si no somos capaces de crear y mantener en el tiempo espacios populares, vamos a depender siempre de cualquier interés que no necesariamente tiene que perseguir nuestros propios objetivos o fines”, señala Chabier Nogueras, cooperativista de La Pantera Rossa
Nogueras incide en que es esencial conservar este tipo de lugares de encuentros culturales colectivos para conservar nuestras creencias: “Si no somos capaces de crear y mantener en el tiempo espacios populares, vamos a depender siempre de cualquier interés que no necesariamente tiene que perseguir nuestros propios objetivos o fines”. Y así lo ven también los clientes y los no tan habituales del establecimiento. Pilar, una mujer interesada en la causa, sostiene que “La Pantera es un sitio de referencia, no solamente como librería, sino como un sitio de mucha actividad cultural y social, y hay que mantenerlo”.
El gusto de comprobar el cariño
A una semana de finalizar la primera ronda, La Pantera Rossa ya ha completado el mínimo de 16.428 euros que se habían propuesto. Ante el apoyo masivo que han experimentado se sienten muy agradecidos y agradecidas porque su proyecto está concebido por y para la gente, y las personas son las que le aportan sentido. En un mundo tan digitalizado en el que aparentemente las comunicaciones son más fáciles, nos hemos distanciado al perder la interacción física y esta iniciativa ha logrado retomar un poco esa cercanía. “Poder comprobar el cariño, que hagas una llamada y que la gente responda… da mucho gusto”, ha desvelado Nogueras.
Por otra parte, esta digitalización les ha permitido recibir apoyo económico y afectivo. Al hacer una aportación, también se pueden donar palabras de agradecimiento y cariño. A través de goteo.org, Antoni Martínez Soriano defiende: “Es necesario no girar la cabeza y apoyar proyectos alternativos como la Pantera Rossa. Si quieres la Paz, construye la paz”. Muchas personas, como Maria Carmen Gago Gallego, reconocen la trayectoria del centro: “Por todos estos años de labor cultural, y por todos los que nos quedan por disfrutar de este espacio tan especial y único. Ojalá sigamos contando con entidades de autogestión como vosotros. Mucho ánimo y fuerza para seguir adelante”.
La recaudación surgió con la idea de seguir la huella de las iniciativas que han puesto en marcha líneas de trabajo similares: “Habíamos visto cómo otros proyectos afines al nuestro habían hecho su propio crowdfunding y les había ido bien, así que... nos tiramos a la piscina”, admiten Ana Moure y María Arobes, orgullosas del transcurso de la campaña. Desde un principio han creído en la idea de que en el desarrollo de emprendimientos se deben aprovechar los conocimientos y las experiencias de otros. Al igual que ellos, lo han hecho fijándose en la forma de conseguir ingresos extra de Traficantes de Sueños que, en varias ocasiones, han ayudado a otras iniciativas de personas interesadas en la originalidad de su centro.
La Pantera Rossa es un espacio que “no imita nada, no reproduce nada, pinta el mundo de su color para hacerse ella misma imperceptible”. Con esta premisa, los responsables invitan a sumarse a su campaña para que este centro donde se comparte cultura y se promueve el pensamiento crítico permanezca en la capital aragonesa, saldando así no solo su deuda económica, sino también ética y moral.