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Centrales nucleares
La inexactitud de que “nadie murió en Three Mile Island”
La afirmación de que nadie murió o fue herido en Three Mile Island el 28 de marzo de 1979 se ha cimentado sobre mentiras y manipulaciones so pena de repercusiones difíciles. Investigaciones independientes reflejan otra realidad.
Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear.
A la industria nuclear le gusta aseverar que nadie murió como consecuencia del accidente de Three Mile Island. Se ha mantenido la misma afirmación para Fukushima, y los medios siempre lo repiten cuando malinforman sobre estos desastres. La industria se aprovecha de la imagen de muerte por exposición a la radiación para ocultar muchos impactos de esta misma, cuando en realidad las consecuencias suelen tardan en hacerse notar y no siempre derivan en muerte.
Mucho después de la catastrófica emisión de radiación, puede empezar a manifestarse una enfermedad tanto por la exposición original como por el progresivo envenenamiento del medio ambiente, al ingerirse e inhalarse los radionucleidos liberados por el desastre a lo largo de generaciones. Al pasar el tiempo, y olvidarse estos accidentes, el lobby nuclear instrumentaliza los sistemas legales y la investigación para su propio beneficio, y así relativizar el impacto de las centrales nucleares. En el caso de Three Mile Island fue necesaria una orden judicial para “tapar” los efectos sobre la salud.
Se estableció el Fondo de Salud Pública Three Mile Island para financiar investigaciones de salud pública sobre dicho accidente. Si un investigador quería realizar un estudio utilizando dinero de este fondo, tenían que seguir los parámetros establecidos por la juez federal Sylvia Rambo, responsable de este:
1. Queda prohibido a todo investigador que estudie los impactos sobre la salud de la radiación emitida por Three Mile Island asociando “peores escenarios” a dicha radiación salvo que esta estimación conduzca a la conclusión de una cantidad insignificante de peligro, es decir, “menos de un efecto sobre la salud del 0,01%”. Todo esto pese a la ausencia de medidores que pudieran reflejar cuánta radiación fue liberada.
2. Si un investigador quiere afirmar que existen mayores peligros, o investigar los peores escenarios, un experto seleccionado por las aseguradoras de la industria nuclear tiene que “estar de acuerdo con la naturaleza y ámbito de los proyectos [de dosimetría]”.
Se han conducido estudios a cargo de tres universidades (Columbia, Pittsburgh, North Carolina Chapel Hill) sobre los impactos de Three Mile Island sobre los aumentos de cáncer, sea por proximidad con la planta o de las nubes de radiación. Sin embargo, dada la prescriptiva orden judicial que rige el Fondo de Salud Pública Three Mile Island, los dos estudios financiados por este (Hatch et al., de Columbia, y Talbott et al., de Pittsburgh) fueron incapaces de atribuir los aumentos de casos a la exposición a la radiación. Ambas investigaciones se vieron obligadas a concluir que “las emisiones de radiación, tal como se han modelado matemáticamente, no explican los aumentos observados”. Énfasis nuestro. Estos estudios comprometidos ayudaron a establecer el mito de que “nadie murió o fue herido en Three Mile Island”.
Solo el artículo de Wing et al., de la Universidad de North Carolina Chapel Hill, fue capaz de atribuir el aumento de casos de cáncer a la radiación procedente de Three Mile Island al haber recibido financiación independiente, lo cual les permitió abordar la evidencia sin afectarles restricciones legales o la desinformación del lobby. Además, Wing et al. recurrieron a otra investigación independiente (Shevshenko et al.), que examinaba los marcadores específicos de la radiación en la sangre de los residentes, los llamados marcadores biológicos. En base a esto, y no a las emisiones como las midiera la industria nuclear, establecieron su investigación. De esta manera, cuando la comparamos con una investigación robusta e independiente, la afirmación de que “nadie murió o fue herido en Three Mile Island” oculta mucha información en aras de dar una inmerecida credibilidad a la industria.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.
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Un estudio mucho más reciente, que viene a avalar el de Wing et al., es este:
https://www.nature.com/articles/s41598-020-67826-5
Cada vez hay más pruebas científicas de que el "mito nadie murió por TMI" es un billete de 12€.