Todos los países que poseen armas nucleares hacen planes para utilizarlas. Fuente: Castle Romeo/Wikimedia Commons
M. V. Ramana Todos los países que poseen armas nucleares hacen planes para utilizarlas. Fuente: Castle Romeo/Wikimedia Commons
Quincy Institute for Responsible Statecraft
28 jul 2025 00:28

Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.

En 2017, entre períodos en el Senado, Kyl trabajó como lobista con el bufete de abogados Covington and Burling, donde uno de sus clientes era Northrop Grumman, el mayor beneficiario del gasto de armas nucleares del Pentágono. Esa empresa es el contratista principal del futuro bombardero nuclear B-21 y del misil balístico intercontinental Sentinel (ICBM). El programa Sentinel llamó la atención recientemente cuando se reveló que, en solo unos pocos años, su costo estimado había aumentado en un asombroso 81%, empujando el precio para construir esos futuros misiles a más de 140 mil millones de dólares (con decenas de miles de millones más necesarios para operarlos en sus años de “servicio” por venir).


Ese asombroso aumento de los costos del Sentinel desencadenó una revisión en el Pentágono que podría haber llevado a la cancelación o reestructuración importante del programa. En cambio, el Pentágono optó por mantener el curso a pesar del enorme precio, afirmando que el misil es “esencial para la seguridad nacional de EE.UU. y es la mejor opción para satisfacer las necesidades de nuestros combatientes.”


Los expertos independientes no están de acuerdo. El ex secretario de Defensa, William Perry, por ejemplo, ha señalado que los ICBM son “algunas de las armas más peligrosas que tenemos” porque un presidente, advertido de un posible ataque nuclear por una potencia enemiga, tendría solo unos minutos para decidir si lanzarlos, aumentando considerablemente el riesgo de una guerra nuclear accidental desencadenada por una falsa alarma. Perry no está solo. En julio de 2024, 716 científicos, incluyendo 10 premios Nobel y 23 miembros de las Academias Nacionales, pidieron que se cancelara el Sentinel, describiendo al sistema como “caro, peligroso e innecesario”.

En julio de 2024, 716 científicos, incluyendo 10 premios Nobel y 23 miembros de las Academias Nacionales, pidieron que se cancelara el Sentinel, describiendo al sistema como “caro, peligroso e innecesario”.


Mientras tanto, como vicepresidente de una comisión encargada por el congreso sobre el futuro de la política de armas nucleares de EE. UU., Kyl ha estado empujando un peor escenario con respecto al balance nuclear actual que podría sentar las bases para producir aún mayores cantidades de bombarderos nucleares (construidos por Northrop Grumman), colocando múltiples ojivas en misiles Sentinel (construidos por Northrop Grumman), expandiendo el tamaño del complejo de ojivas nucleares y emplazando aún más armas nucleares tácticas en Europa. Su llamamiento es, en otras palabras, volver a los días de la carrera armamentista nuclear de la Guerra Fría en un momento en que la falta de comunicación regular entre Washington y Moscú no puede sino aumentar el riesgo de un enfrentamiento nuclear.


Kyl parece creer verdaderamente que construir más armas nucleares realmente fortalecerá la seguridad de este país, y no está solo cuando se trata del Congreso o, para el caso, del próximo gobierno de Trump. Considerar que es una señal clara de que la contención de la carrera armamentística nuclear no sólo implicará hacer mucho menos lucrativa la construcción de armas nucleares, sino también enfrentar los argumentos claramente anticuados e insoportablemente peligrosos sobre su supuesto valor estratégico.


El abogado del diablo


En octubre de 2023, cuando el Comité de Servicios Armados del Senado celebró una audiencia sobre un informe de la Comisión de Postura Estratégica del Congreso, tuvo la oportunidad de discutir seriamente la estrategia y los gastos nucleares, y cómo prevenir mejor una guerra nuclear. Dado lo que está en juego para todos nosotros, si se desencadenara una guerra nuclear entre los Estados Unidos y Rusia, se estima que 90 millones de personas morirían en los primeros días de un conflicto de este tipo y se perderían hasta cinco mil millones de vidas como consecuencia de la enfermedad por radiación y la reducción de la producción de alimentos del planeta resultante. El “invierno nuclear” se habría puesto en marcha: se podría haber esperado un amplio debate sobre las implicaciones de las propuestas de la comisión.

Dado lo que está en juego para todos nosotros, si se desencadenara una guerra nuclear entre los Estados Unidos y Rusia, se estima que 90 millones de personas morirían en los primeros días de un conflicto de este tipo y se perderían hasta cinco mil millones de vidas como consecuencia de la enfermedad por radiación y la reducción de la producción de alimentos del planeta resultante. 

Desafortunadamente, gran parte de la discusión durante la audiencia involucró a senadores promocionando sistemas de armas o instalaciones que los producen ubicadas en sus estados, con poco o ningún análisis de lo que mejor protegería a los estadounidenses y nuestros aliados. Por ejemplo, el senador Mark Kelly (D-Ariz.) destacó la importancia del misil SM-6 de Raytheon, producido en Arizona, y elogió a la comisión por proponer gastar más en ese programa. El senador Jackie Rosen (R-Nev.) elogió el papel del Sitio de Seguridad Nacional de Nevada, anteriormente conocido como el Sitio de Pruebas de Nevada, para asegurarse de que tales ojivas fueran confiables y explotaran como estaba previsto en un conflicto nuclear.


Sin duda no se sorprenderá al saber que luego pidió más fondos para abordar lo que describió como “retrasos significativos” en la mejora de esa instalación de Nevada. El senador Tommy Tuberville (R-Ala.) señaló con orgullo a los miles de millones en trabajo militar que se está haciendo en su estado: “En Alabama construimos submarinos, barcos, aviones, misiles. Tú lo dices, nosotros lo construimos”. El senador Eric Schmitt (R-Mo.) pidió que los testigos confirmaran lo absolutamente esencial de la planta de Kansas City, que hace partes no nucleares para armas nucleares, sigue siendo para la seguridad estadounidense.


Y así fue hasta que la senadora Elizabeth Warren (D-Mass.) preguntó cuánto costaría la construcción nuclear recomendada por la comisión. Sugirió que, si la historia del pasado sirve de guía, gran parte de los fondos propuestos por la comisión serían desperdiciados: “Estoy dispuesao a gastar lo que sea necesario para mantener a Estados Unidos seguro, pero ciertamente no me siento cómoda con un cheque en blanco para programas que ya tienen un historial de mala gestión”.


La respuesta de Kyl y su copresidenta, Marilyn Creedon, fue que la comisión ni siquiera se había molestado en estimar los costos de lo que estaba sugiriendo y que sus recomendaciones debían considerarse independientemente del precio. Esto, por supuesto, fue una buena noticia para los contratistas de armas nucleares como Northrop Grumman, pero una mala noticia para los contribuyentes.

La respuesta de Kyl y su copresidenta, Marilyn Creedon, fue que la comisión ni siquiera se había molestado en estimar los costos de lo que estaba sugiriendo y que sus recomendaciones debían considerarse independientemente del precio. Esto, por supuesto, fue una buena noticia para los contratistas de armas nucleares como Northrop Grumman, pero una mala noticia para los contribuyentes.


¿Al borde del Armagedón?


Los partidarios de la línea dura en materia nuclear suelen sugerir que cualquiera que propugne la reducción o eliminación de los arsenales nucleares es escandalosamente ingenuo y está totalmente desconectado de las realidades de la política de las grandes potencias. Sin embargo, los verdaderamente ingenuos son los halcones nucleares que insisten en aferrarse a la dudosa noción de que las vastas reservas (y aún en expansión) de armas nucleares pueden mantenerse indefinidamente sin ser utilizadas nunca más, por accidente o por diseño.


Hay otra manera. Al mismo tiempo que Washington, Moscú y Pekín continúan la producción de una nueva generación de armas nucleares, tales armas también están en manos de Francia, India, Israel, Corea del Norte, Pakistán, y el Reino Unido, un número creciente de naciones se han pronunciado contra cualquier nueva carrera armamentista nuclear y a favor de la eliminación total de dichas armas. De hecho, el Tratado para la prohibición de las armas nucleares ya ha sido ratificado por casi cien países.


Como señaló Beatrice Fihn, ex directora de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares, ganadora del premio Nobel, o ICAN, en un reciente ensayo publicado en The New York Times, hay numerosos ejemplos de cómo la acción colectiva ha transformado “situaciones aparentemente imposibles.” Citó el impacto del movimiento antinuclear de los años ochenta en la inversión de una carrera armamentista nuclear de superpotencia y en la creación de un escenario para reducciones drásticas en el número de tales armas, así como un esfuerzo internacional exitoso para poner en práctica el tratado de prohibición nuclear. Señaló que un primer paso crucial para poner bajo control la carrera armamentística nuclear potencialmente catastrófica implicaría cambiar la forma en que hablamos de tales armas, especialmente desmontando el mito de que son de alguna manera “herramientas mágicas” que nos hacen a todos más seguros. También enfatizó la importancia de recordar que los crecientes arsenales nucleares de este planeta son evidencia de que demasiados de aquellos en el poder están aceptando una estrategia imprudente “basada en la amenaza de cometer suicidio colectivo global”.

Señaló que un primer paso crucial para poner bajo control la carrera armamentística nuclear potencialmente catastrófica implicaría cambiar la forma en que hablamos de tales armas, especialmente desmontando el mito de que son de alguna manera “herramientas mágicas” que nos hacen a todos más seguros. También enfatizó la importancia de recordar que los crecientes arsenales nucleares de este planeta son evidencia de que demasiados de aquellos en el poder están aceptando una estrategia imprudente “basada en la amenaza de cometer suicidio colectivo global”.

Los próximos años serán cruciales para determinar si un número cada vez mayor de armas nucleares sigue arraigado en los presupuestos de este país y su estrategia global durante las próximas décadas o si el sentido común puede llevar el día e impulsar la reducción y eventual eliminación de tales instrumentos de devastación masiva. Un vigoroso debate público sobre los riesgos de una carrera de armamentos nucleares acelerada sería un primer paso necesario para sacar al mundo del borde del Armagedón.

Traducción de Raúl Sánchez Saura. 

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