Las empresas de reparto sacan tajada del coronavirus y no aseguran a los 'riders'

“Las medidas anunciadas por la empresa no nos protegen absolutamente en nada. Parece que no han entendido el estado de alarma y que deberían cerrar la aplicación”.

Repartidores de Glovo durante el Coronavirus
Álvaro Minguito Un grupo de repartidores esperando pedidos en la madrileña calle Fuencarral, la noche del sábado 14 de marzo.

“Las medidas anunciadas por la empresa no nos protegen absolutamente en nada. Parece que no han entendido el estado de alarma ni que deberían cerrar la aplicación”, dice Nashir Mehmood, trabajador de Glovo que ha decidido quedarse en casa estos días para cuidar su salud y la de su familia, ya que tiene tres hijos.

Todo parece apuntar a que, durante los 15 días de supuesta reclusión y estado de alarma, en las carreteras de las ciudades será constante el trasiego de motoristas y ciclistas con grandes mochilas a la espalda. Este mismo sábado 14 de marzo Deliveroo y Glovo anunciaron medidas para realizar “entregas sin contacto”. Si el cliente así lo desea, el repartidor deberá aplicar un protocolo de entrega dejando el paquete a unos metros de la puerta. La persona que reparte puede solicitar también esta modalidad informando al cliente. Las empresas también han anunciado soporte económico para repartidores en cuarentena o con el virus, un apoyo cuya forma no se ha visto aún concretada.

Todo parece apuntar a que, durante los 15 días de estado de alarma, en las carreteras de las ciudades será constante el trasiego de motoristas y ciclistas con grandes mochilas a la espalda

“Han enviado unos vídeos bastante patéticos sobre cómo hay que entregar los paquetes a distancia. Te piden que te hagas con tu propia mascarilla o guantes para usarlos durante el trabajo”, narra Felipe Corredor, miembro fundador de la plataforma Riders X Derechos. “La empresa solo hace recomendaciones, ya que de otra forma reconocería que los riders son trabajadores”, añade. “Una cosa importante de ser empleado es que la empresa debe encargarse de tu seguridad durante el ejercicio de trabajo. Esto se hace más evidente con esta crisis del coronavirus —explica Corredor—. La empresa debe proveer del conocimiento y los materiales necesarios para asegurar a sus trabajadores. Para estas empresas no lo somos”, resume.

Corredor fue ‘desconectado’ por la empresa junto a otras 15 personas poco después de fundar el grupo que luchaba por los derechos laborales y por llamar a la huelga. Tras tres años de juicios, en julio de 2019 un juzgado reconoció que las 16 personas eran trabajadoras y obligó a la empresa a contratarlas: “La empresa no quería la foto de repartidores con contrato y repartiendo, así que prefirió seguir pagándonos y no darnos ningún reparto. Cobramos de la empresa por no hacer nada”, cuenta.

Sacar tajada de las crisis

Estas empresas llegaron a España tras la reforma laboral de 2012, vendida por el Gobierno como vacuna contra la crisis del 2008, pero traducida en realidad en una considerable reducción de derechos laborales. Deliveroo, Uber Eats y Glovo han sido algunas de las empresas que han llevado hasta sus límites la “flexibilidad laboral” a través de la figura del falso autónomo. El 23 de enero de 2020, tras varios meses de luchas legales en un macrojuicio contra Deliveroo, el Tribunal Superior de Madrid dio la razón a los 532 repartidores que habían denunciado que sus contratos eran fraudulentos, ya que funcionaban como falsos autónomos. Lo mismo ocurrió con la empresa Glovo meses antes. Uber Eats se encuentra con dos causas pendientes por lo mismo.

El lunes 9 de marzo se decretó el cierre de colegios y universidades en la Comunidad de Madrid, primer mensaje que para gran parte de la población dejaba claro que esto del coronavirus iba en serio. Ese mismo día en distintas redes sociales algunas personas compartieron la publicidad de Uber Eats que les hacían llegar los algoritmos. “Aprovecha esta semana, quédate en casa y pide Uber Eats”. Ofrecían grandes descuentos en los pedidos, con el lema “no te la juegues”, tratando de sacar tajada de la crisis a su manera. Al día siguiente, tras la oleada de críticas producidas en redes sociales, la empresa se disculpó públicamente.

Al mismo tiempo que se desplomaban las bolsas, las plataformas de reparto a domicilio notaban un supuesto repunte en los pedidos

Al mismo tiempo que se desplomaban las bolsas, las plataformas de reparto a domicilio notaban un supuesto repunte en los pedidos. En una declaración al medio Expansión, uno de los directivos de estas empresas aseguraba que aunque aún no tenían cifras exactas estaban experimentando un gran crecimiento. De hecho, a pesar de que bares y restaurantes permanecen cerrados, si pueden ofrecer este servicio de reparto a domicilio. No obstante, trabajadores consultados por El Salto aseguran que el nivel de reparto de restaurantes ha disminuido notablemente.

En el caso de Glovo, ya se hacían repartos de bienes de supermercado a través de Súper Glovo, una línea de supermercados que se creó para abastecer a la compañía de otros productos. Deliveroo no se quedaba a la zaga y, el 10 de marzo, anunciaba una alianza con El Corte Inglés para implantar un programa piloto en Madrid, A Coruña y Sevilla que, en principio, se restringía a la comida preparada con vistas a ampliar a otros productos. La fiebre del papel higiénico ha llegado también a este sector. “El súpermercado de Glovo está colapsado” señala Mehmood.

Revuelta de ‘riders’ en Italia

Abundan en los medios las constantes comparaciones con nuestra vecina mediterránea para cavilar los posibles escenarios en los que nos podríamos encontrar según avance la crisis viral. Italia ha paralizado numerosos servicios pero estas empresas de reparto han mantenido su actividad. Se trata de una verdadera anomalía si se compara con cualquier otro sector que no sea básico.

Colectivos de reparto de Bolonia, Napoles, Milán y Roma han lanzado un comunicado llamando a parar por completo los servicios de reparto. “Vivimos de las entregas a domicilio, son nuestra fuente de ingresos: magros, precarios, a destajo. Pero como lo hemos hecho en otras circunstancias, sentimos la necesidad de decir que nuestra vida y nuestra salud valen más que una pizza, un sushi o un sándwich”.

Colectivos de reparto en Italia lanzaron un comunicado: “Sentimos la necesidad de decir que nuestra vida y nuestra salud valen más que una pizza, un sushi o un sándwich”

El comunicado señala una de las claves que se repite en muchos otros sectores precarizados: la indefensión total de la persona que trabaja, sumada a la imposibilidad de subsistir sin un salario que depende de cada hora trabajada. Si no trabajas, no cobras. En un movimiento de responsabilidad, desde estas organizaciones llaman a parar totalmente el servicio para ayudar a detener la propagación del virus, aunque ello represente quedarse sin el sustento económico que permite la vida. No obstante, exigen al gobierno italiano garantías para su subsistencia, “acceso a redes de seguridad social y el derecho a tener una continuidad de ingresos, porque debemos poder seguir viviendo, quedándonos en casa”.

El colectivo también eleva el llamamiento a las personas que no han parado de consumir los servicios de estas empresas. Y se invita a la reflexión en torno a la consideración del reparto de comida preparada a domicilio como un servicio básico para la ciudadanía, con la que Corredor coincide completamente: “Están cerrando todo, pero este tema de reparto a domicilio no se ha prohibido. ¿Es un servicio básico? No lo creo, y si lo fuese, deberían aplicarse las medidas de seguridad necesarias”. Mehmood apoya el argumento: no entiende, asegura, por qué estas empresas siguen operando si se ha decretado el estado de alarma.

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