Cuidados
En el ring del malestar: terapia versus política

En los últimos años he visto cómo mis espacios politizados se van terapeutizando sin ninguna resistencia e, incluso, dejamos que eso ocurra como si se tratase de un triunfo.

11 may 2020 06:00

En los últimos años he visto cómo mis espacios politizados se van terapeutizando sin ninguna resistencia e, incluso, dejamos que eso ocurra como si se tratase de un triunfo. Contaré algunas situaciones para explicar a qué me refiero con esto de la terapeutización.

Ejemplo 1: un buen amigo, compañero de lucha militante en espacios liberados, me cuenta, orgulloso, que lleva varios años en psicoterapia. Le pregunto por qué, y me dice que empezó para trabajarse algunas historias familiares, y que luego siguió porque le enganchó eso de poder hablar de sus emociones y de “trabajarse” a sí mismo. Es una persona muy cercana, porque no sólo hemos compartido militancia, sino que hemos vivido juntas. Entonces le comento que rara vez habla conmigo de sus emociones o historias familiares, le hablo de los retos de la masculinidad hegemónica, y le pregunto por qué no habla de esto con amigas/os del su entorno.

Me contesta que prefiere la psicóloga, porque es alguien ajena a su mundo cotidiano, y porque ya tiene la costumbre de prepararse durante la semana lo que dirá en la sesión, y luego ir y poder hablar sin parar durante una hora. Todo esto me lo cuenta durante una hora y media, y en ningún momento me pregunta por mí, aunque hace mucho tiempo que no nos vemos. Supongo que es el entrenamiento de ser sólo escuchado, y yo me siento la psicóloga (sin sueldo) de turno.

Me lo cuenta durante una hora y media, y en ningún momento me pregunta por mí, aunque hace mucho tiempo que no nos vemos. Supongo que este es el entrenamiento de ser sólo escuchado, y yo me siento la psicóloga (sin sueldo) de turno

Ejemplo 2: Varias compañeras del colectivo han hecho o están haciendo la formación en psicoterapia Gestalt, como muchas otras personas de mi entorno. Un día tenemos un conflicto en el colectivo y ellas proponen hablar de las necesidades y deseos de cada una, y lo argumentan diciendo que para las feministas “lo personal es político”. Probamos, y durante varias horas cada una habla desde su yo, sin referencia de lo colectivo. A mí me chirría todo esto, y me parece que está bien saber qué queremos cada una, pero que lo importante es saber qué necesita y desea el colectivo.

Discutimos sobre lo que significa cuidados, porque para ellas se basa en saber lo que cada una quiere y poder respetarlo. Para mí, y para otras compañeras, cuidarse pasa por respetarse a una misma, pero también a las necesidades y deseos del colectivo. Es una discusión que no acaba en consenso, y se generan fisuras insalvables en el colectivo.

¿Os suenan estas historias? No son las únicas que podría contaros, y estoy segura de que también vosotras tenéis muchas más, porque en los movimientos sociales no escapamos de lo que ocurre en el resto de la sociedad, y también nuestros espacios de militancia y nuestras relaciones se están psicologizando.Es decir, la terapia está fomentando la individualización y la pérdida de la comunidad en los espacios políticos, o al menos, lo intenta. Explicaré esta idea poco a poco, y las diferencias que veo entre una y otra forma de abordar los malestares. Empezaré con una, muy breve, revisión de nuestra historia.

Discutimos sobre lo que significa cuidados, porque para ellas se basa en saber lo que cada una quiere y poder respetarlo. Para mí, y para otras compañeras, cuidarse pasa por respetarse a una misma, pero también a las necesidades y deseos del colectivo

Desde finales del siglo XX hemos asistido a una transformación de la biopolítica (que se refiere al poder de gobernar sobre las formas de vivir), donde el ámbito de lo emocional ha tomado protagonismo y paulatinamente viene aconteciendo una psicologización de la sociedad (Eduardo Crespo y Mª Amparo Serrano, 2013). Las emociones, como señala la socióloga Arlie R. Hochschild (1979 y 2008), son fenómenos culturales cargados de significados propios dependiendo del grupo social y de su contexto sociohistórico. Y siempre existe un control social de lo emocional porque es algo intrínseco a todo grupo social y, además, la forma de ese control cambia con el paso del tiempo y de los acontecimientos históricos y políticos.

En nuestra cultura occidental moderna se han ido sucediendo multitud de mutaciones, según pasábamos de una economía basada en el sector secundario a una basada en el sector terciario (Hochschild, 2008). Y el impulso del sector servicios trajo consigo un cambio en cuanto a lo emocional: antes era algo reservado al ámbito de lo privado, y ahora también toma valor en la esfera de lo público debido a una serie de beneficios en relación con lo económico y lo laboral que, poco a poco, van permeando al resto de esferas de la vida.

Igual es difícil de comprender, pero podemos intentar pensar en cómo era antes el mundo laboral y cómo es ahora. Un ejemplo es que actualmente se valora mucho una sonrisa o el buen humor en una trabajadora, aunque no esté de cara al público. Y esto es así porque se prioriza que la persona trabajadora pueda “gestionar” o “manejar” sus emociones (todos términos del mundo empresarial), a la vez que todos los ámbitos de nuestra vida se inundan con un vocabulario propio de la psicología: ya no estamos nerviosas sino que tenemos ansiedad, o no estamos pasando un duelo sino que tenemos depresión, o la empatía y la resilencia son nuestras mejores aliadas frente al enojo, que tan pocas veces debe mostrarse en público.

Siempre existe un control social de lo emocional porque es algo intrínseco a todo grupo social y, además, la forma de ese control cambia con el paso del tiempo y de los acontecimientos históricos y políticos

Vivimos en lo que Eva Illouz (2007) ha definido como capitalismo emocional, una nueva fase de este sistema socioeconómico donde, en palabras de Illouz, “las emociones se convierten en realidades a ser evaluadas, examinadas, discutidas, negociadas, cuantificadas y mercantilizadas […] El capitalismo emocional imbuyó las transacciones económicas —en realidad, la mayor parte de las relaciones sociales— de una atención cultural sin precedentes al manejo lingüístico de las emociones, convirtiéndolas en el centro de las estrategias de diálogo, reconocimiento, intimidad y autoemancipación.”

Un nuevo orden psico-biopolítico, que diría Byung-Chul Ha (2012), cuya principal característica es gobernar la vida por medio del discurso terapéutico, creando nuevos significados del self, es decir, re-produciendo nuevas formas de subjetividad. Y esta nueva forma de poder y gobernanza está impulsada por el nacimiento y consolidación de la psicología, que desde principios del siglo viene dando pasos para convertirse en nuevo dispositivo biopolítico de lo emocional, expandiendo el discurso terapéutico a todos los ámbitos de la sociedad (educación, trabajo, familiar…). Y, ahora, su lenguaje está por todas partes creando realidad. Ya no tenemos un jefe que pisotea nuestros derechos laborales, sino que sufrimos mobbing en el trabajo, o en la escuela ya no hay niñas/os que son crueles con otras/os, sino que se padece bulling, o en los hogares ahora hay que abrazar los conflictos y al sistema familiar que sostiene nuestra personalidad, porque los problemas están en las formas que han tomado esas interacciones y no en las estructuras desiguales de dominación.

La terapeutización es una forma de control social por medio del autocontrol, haciendo sujetos cada vez más homogéneos porque se normativiza lo emocional. La politización sería lo contrario: abrazar la diversidad y asumir que en las diferencias encontramos la vida

En otras palabras: no es que el cisheteropatriarcado se encarne en tu madre y te haga la vida imposible por ser una marimacho, sino que su propia trayectoria familiar le hace expresar su malestar de esa forma y tendrías que intentar entender su rol y el tuyo en ese sistema familiar que compartís para encontrar la serenidad (emoción muy bien valorada socialmente).

Esta nueva sociedad terapéutica, como la llama el colectivo Espai en Blanc (2007), tiene dos implicaciones en cuanto a nuestros malestares: la primera es que la persona es la única responsable de las acciones a emprender para acabar con su sufrimiento (la lógica capitalista del “hazte a ti mismo”), y la segunda es que al ser individual es más fácil patologizar situaciones de desigualdad social y económica y comenzar a leer todos esos malestares sociales encarnados como una mala salud emocional de individuos concretos.

Unas consecuencias que ayudan a la implantación del capitalismo neoliberal y que son justo lo contrario por lo que muchas veces luchamos en nuestros espacios políticos. Y es que la terapia y la política son cosas muy distintas y quiero dar ejemplos de esto, porque varias veces he escuchado comentar “qué terapéutico es esto”, después de participar en un evento o jornada antisistema y es algo que me genera muchísima inquietud. Me parece imposible hablar de una terapia política o de una política terapéutica, de hecho, me parecen términos contrarios. Explicaré por qué.

El discurso y la ideología terapéutica tienen como único centro al individuo al individuo. Politizar el malestar es justo lo contrario: es buscar e identificar las causas sociales, mirar cómo lo colectivo se encarna en sujetos individuales que son continuamente relacionales y salir del rol de víctima 

Términos contradictorios

Primero, el discurso y la ideología terapéutica tienen como único centro al individuo. La lógica terapéutica es indagar en la propia historia personal, guiada por los traumas o momentos más dolorosos, para poder entender y transformar el presente. Es decir, se potencia la idea de aprender desde el sufrimiento del sujeto como motor y lugar de aprendizaje. Sin embargo, politizar el malestar es justo lo contrario; es buscar e identificar las causas sociales del malestar, mirar cómo lo colectivo se encarna en sujetos individuales que son continuamente relacionales y salir del rol de víctima de la propia historia. El sufrimiento está, es inevitable, y por supuesto que lo vivimos cada una en sus carnes, pero es algo que responde al contexto en el que vivimos y muchas veces es fruto de injusticias que hay que denunciar y evitar que vuelvan a pasar. Ésto es lo que pretendían nuestras antecesoras feministas al enunciar “lo personal es político”.

Segundo, la narrativa terapéutica está creada sobre una estructura de sentimientos y emociones, pero con la lógica de “manejar” lo sentido, o de intentar no sentirlo, o de sólo sentirlo en lugares determinados y boicoteando o malinterpretando la lucha feminista de dejar de subyugar lo afectivo bajo lo racional.

La terapeutización es una forma de control social por medio del autocontrol sobre una/o misma/a, haciendo sujetos cada vez más homogéneos porque se normativiza lo emocional. Y es que la terapia no es “liberadora”, sino ortopédica (que es su raíz etimológica), es decir, su función es la de corregir lo disfuncional, lo torcido, lo que no sirve al sistema. Frente a esta cuestión la politización sería lo contrario: abrazar la diversidad y asumir que en las diferencias encontramos la vida. Dejar de controlar lo emocional para satisfacer las economías de mercado y hacerlo sólo para poder vivir de forma respetuosa en sociedad a partir de unas normas y valores compartidos y no desde la lógica narcisista de los propios deseos y necesidades.

Con todo esto no quiero decir que la psicoterapia no sea necesaria. Todo lo contrario, me parece una muy buena herramienta para momentos vitales en los que nos vemos desbordadas o sin herramientas propias y colectivas, sobre todo, cuando son psicoterapeutas feministas o ya politizadas las que acompañan y cuando ya hemos intentado otras muchas estrategias. Pero tendría que ser en momentos puntuales, y no algo que releve a nuestras formas autogestivas de sostener el bienestar o paliar el malestar.

Las terapias son algo privado y privativo que siguen lógicas poco comunitarias, como hemos visto, y sin embargo el cuidado es un fenómeno social vinculante que implica siempre una interdependecia radical Y quizás este sea nuestro talón de Aquiles: la incapacidad de asumirnos vulnerables, frágiles, y dependientes de las otras. El capitalismo nos ha grabado a fuego que tenemos que ser autosuficientes, capaces de todo por nosotras mismas, sobre todo si performas la masculinidad hegemónica, que es el sujeto ideal del neoliberalismo cisheteropatriarcal.

Quizás por eso el amigo del ejemplo 1, lejos de buscar en su entorno de amistades un espacio de confianza y seguridad para poder hablar de sus malestares, lo hace con una profesional a la que paga por los servicios de acompañamiento. Quizás, era demasiado doloroso sentirse un gudari [soldado, en euskera] destronado por la templanza perdida e ir a una psicóloga costaba menos de aceptar porque uno mismo se siente menos juzgado (por el control social introyectado). Quizás, si quisiéramos crear una verdadera comunidad con nuestras compañeras de militancia no sólo deberíamos compartir los cócteles molotov, sino el miedo o la tristeza cuando los tiramos, o la culpa que llevamos años arrastrando por no ser como mi padre quiso que yo fuera. Pero también ser capaces de escuchar y de apoyar a las otras cuando están desanimadas, sumidas en su miseria o incapaces de levantarse de la cama, y para eso hace falta paciencia y un entrenamiento y distribución de los cuidados.

¿Estamos todas dispuestas? Por otro lado, propongo reservar, siempre, un lugar a lo emocional en nuestros espacios de militancia, pero sin caer en la tiranía de lo afectivo o en la sobredimensión de este ámbito. Y por supuesto, siempre llevarlo al ámbito de lo sociocultural. Por ejemplo, en Teatro de las Oprimidas siempre partimos de historias propias que ha vivido alguna integrante del grupo y, desde el sufrimiento que esa historia particular de opresión genera, vamos caminando hacia la estructura de poder que encarnan esos personajes concretos. Incluso, aunque estemos investigando sobre la vertiente más introspectivas de ese sufrimiento emocional, la idea es ver cómo nos identificamos las demás con esa misma historia, volver a lo colectivo, hacer cada sufrimiento parte del grupo porque todo el grupo vive bajo las mismas desigualdades y violencias socioculturales. Y no me hace falta haber tenido la misma experiencia, exactamente igual, para poder identificarme.

Hace falta ir a los elementos que sí se comparten como oprimidas o, en algunas ocasiones, como opresoras de nuestras historias. Ésta sería una forma política de abordar el sufrimiento y no terapéutica. Por lo tanto, propongo iniciar una reflexión crítica sobre lo que está pasando en nuestros espacios politizados y una llamada de atención para que los nuevos mecanismos de control social no se cuelen en nuestros colectivos sin ser vistos ni olidos. El debate está servido.

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#92126
10/6/2021 5:14

Me parece interesante el importante la crítica, sin embargo, se han ido creando espacios más politizados y colectivos del cuidado emocional, un ejemplo es la terapia comunitaria integraría, o como tú lo mencionas, el teatro del oprimidx.
Muchas gracias por permitirme reflexionar 😊

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#91825
7/6/2021 9:25

Gracias por el artículo, he vivido cosas parecidas en los colectivos donde milito. Veo que a las terapeutas no les ha molado. ¿Están protegiendo sus chiringuitos?

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#91626
3/6/2021 22:43

Es un tema al que llevo dándole vueltas en distintos ámbitos desde hace tiempo. Me ha tocado mucho, en la identificación, porque en un momento de mi vida me llamaban, lxs compas, el gudari, y en otro momento tuve que ir a terapia, y ahora comparto y escucho malestares y luchas, y no necesito, en este momento, gracias a mis compas, y a mi, que también soy parte de ese nosotrxs, acudir a terapia aunque me halle en dificultades parecidas a cuando sí tuve que acudir. Gracias por abrir caminos, preguntas y acciones, a nosotrxs creo que nos servirá, ya os vamos contando. Salud y acierto

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#61997
29/5/2020 13:26

Qui ha escrit açò no te ni idea de que es la teràpia, no estic d'acord, no són coses incompatibles i unes coses no anul·len les altres. La desició d'anul·lar la militància i deixar de ser critica amb el sistema, no té a veure amb la teràpia, això es la desició pròpia de cada persona.

Entenc coses que dius, i entenc la critica a certes als exemples que has posat, però la terapia es una extensió de la vida, es un espai on treballar les coses en relació amb altra persona. Es deveres que la teràpia dóna un espai de seguretat que altres espai no tenen, es lo que hay, les relacions humanes a voltes són violentes

La funció de la teràpia no es substituir les relacions personals, ni les relacions amb els col·lectius, ni la funció es escoltar, la funció es treballar els processos personals de cada persona, això no exclou a res. Altra cosa es que la persona excloga a la resta menys, a la teràpia, això ja es cosa de la persona, i del que vol fer o no a la seua vida.
Preguntat: Son segurs els espais militants? Se li escolta a la persona? Potser la persona necessite espais on no se li qüestione, per a poder aclarir-se? Potser la persona es prepara en teràpia que a vegades es mes segura, per canviar a la seua vida poc a poc? Potser els espais de militància no tenen empatia davant les persones? potser no hi ha cures? Potser es una decisio de la persona, i qüestiona-la a ella, i no a la teràpia. Clarament no substitueix a cap relació personal, ni altres persones. Eixa desició la pren cada persona.
Jo puc les dos per exemple.

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#61404
23/5/2020 17:14

Lo mejor del artículo son los comentarios. Gracias a todas las comentaristas, hay aportes muy elaborados para poder seguir afinando y matizando en nuestra labor por la transformación feminista, donde cuerpos, genealogías, creencias, sentimientos y discursos se politizan de múltiples maneras no opuestas ni duales.

El artículo es reflejo de un problema que padecen tanto los colectivos políticos de los que somos parte, como nuestras cuerpas sentipensantes: los esquemas rígidos y exigentes, los dogmas y, sobretodo, el pensamiento dicotómico. Plantearlo como un ring, donde dos lados luchan a hostias para ver quien gana, habla mucho de la autora. Qué cansancio debe generar vivirlo así.

Desde el transfeminismo queremos derribar los binarismos (que empiezan en cómo se lee la realidad), pero hay quien se sigue empeñando en defender un pensamiento basado en pares opositivos. La autora del artículo es un ejemplo. Nada nuevo bajo el sol, son esquemas patriarcales muy usados, y bien neoliberales: separar el Yo del colectivo (¿Cómo va haber un interés grupal separado de los intereses de sus integrantes?), entender que el grupo o lo comunitario es mejor per se (atribuirle una carga moral superior). Un pensamiento que, en contra de lo que quiere hacer, cristaliza la exclusión de las personas aisladas, las que sienten fobia social, etc. y las culpa indirectamente por no querer/poder estar en colectivos políticos (donde sucede la emancipación “auténtica”), por no atreverse a dejarse ver íntimamente ante un grupo y por no abrir sus entrañas en lugares donde nadie garantiza que serán recogidas, comprendidas, no juzgadas…

Desde luego, yo no me abriría ante quien piensa lo que defiende la autora. Y me pregunto si ella lo hará, si expondrá su vulnerabilidad y su ternura en colectivos, porque decirlo es fácil. O quizás se trate, más bien, de teorizar y de criticar las vías de liberación que vamos encontrando desde una superioridad moral y racional. Y es que, nuestros colectivos, María, suele haber grandes fallas e inexperiencia a la hora de dar sostén a los estragos de la exclusión social. Aceptemos ese límite con más humildad. Los efectos de la exclusión se incorporan y perduran, son en y a través de nosotres. Y pasa que en entornos politizados se nos da bien analizar y ver lo estructural (clave ineludible), pero nos cuesta demasiado ser conscientes de lo proyectivo, relajar la rivalidad, descentrar el ego, leer la realidad de forma extramoral…en todo ello anida el capitalismo y el CIStema patriarcal, y tener dispositivos para detener esa maquinaria es precisamente lo que puede avivar la diversidad.

EL mejunje que el artículo hace entre Gestalt y discursos PSI convencionales, pasando por encima de los disensos, divergencias, y actualizaciones creativas que estamos llevando a cabo tanta gente en esas disciplinas, deja algo en evidencia: la experiencia no lleva a la sabiduría necesariamente. Queda claro que puede estar en el ámbito de la salud mental sin querer o poder pasarse por el cuerpo que las formas de transformación personal y colectiva son múltiples, dinámicas, mutan y se enriquecen unas de otras en geometrías variadas. Necesitamos abrazar la complejidad si vamos a liberarnos.

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#61151
20/5/2020 12:57

Lo primero, gracias por hablar sobre temas tan estimulantes para muchas de nosotras. El artículo me ha tocado mucho como persona militante, persona que recibe terapia y persona que ejerce y acompaña procesos terapéuticos como psicóloga y psicoterapeuta. Hago triplete. Me gustan muchas de las ideas que se plasman en el artículo porque permiten la auto crítica y que me duela leerlas es síntoma de tener que revisarlas y reconocerlas, por supuesto. A veces con amigxs, a veces en terapia, a veces reflexionando conmigo misma. Creo que un planteamiento no excluye el otro. Cuando leo o escucho este tipo de planteamientos veo que hay una dicotomía constante: la terapia ( como concepto desvalorizado e individualista) o las amigas ( como concepto romantizado e idealizado y símbolo de horizontalidad), la política o la psicología ( cómo concepto que lleva a ejercer el control y marcarnos caminos rígidos, universales y pre establecidos, interpelando solo a un tipo de terapia que en este caso es la gestalt) lo colectivo o lo individual ( como si el auto cuidado, excluyera el cuidado mutuo y no pudiéramos escoger cuando uno y cuando el otro). La idea de escoger una forma de acompañamiento, identificación o reivindicación, excluyendo automáticamente la otra. Sé que dices que no estás en contra de la terapia en momentos puntuales de la vida, aun así, creo que el artículo tiene un toque de resentimiento potente en las bases y bastante rabia hacia las personas que monopolizan los espacios, que inundan con sus emociones las relaciones sin dejar espacio para las demás y que en definitiva facilitan relaciones de abuso, consciente o inconscientemente. Relaciones abusivas, donde a veces distinguir donde termino yo y donde empiezas tú, se convierte en difícil tarea, cuando las necesidades confluyen y se disipan los límites, también las del colectivo. Responsabilizar a la terapia y asumir que éstas son las consecuencias de un proceso terapéutico, me genera dudas y sobre todo, en mi caso y en el de muchxs otrxs decir que no ha sido así y que lo colectivo y lo comunitario coge más fuerza y sentido, desde que puedo identificar mis procesos internos y apropiármelos para no colocárselo al colectivo e inundar el campo político, de campo afectivo excesivo y quizás desfasado. Relacionar control emocional con terapia, me parece curioso también, me pregunto si estás hablando de una terapia en concreto o de un concepto universal. Insisto hay tantos tipos de terapia, como personas que la ejercen. Que cada cual escoja sus formas de liberarse de las cadenas que le oprimen, en colectivo, con amigxs, en terapia individual o grupal, en soledad, leyendo, escribiendo o de la forma que decida.

17
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#60869
17/5/2020 16:16

m´he perdido, mas o menos a la mitad. es profundo. volveré. grácias

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#60819
17/5/2020 3:10

Interesante artículo, pero plantear que lo terapéutico y lo político son elementos contradictorios es un error del porte de un planeta. Es cierto que la psicoterapia se ha convertido de forma predominante en una tecnología del control social fundamentada en el autocontrol, pero de ahí a plantear que es imposible que exista una terapia con sensibilidad política es desconocer de forma gratuita enfoques terapéuticos profundamente políticos y reaccionarios a las lógicas de gobernanza dominantes neoliberales, la terapia narrativa desarrollada por White y Epston, el enfoque dialógico para el trabajo con crisis psicóticas y problemas psicosociales complejos desde el trabajo colectivo con incidencia política en los organismos de gestión pública locales, y el desarrollo mismo de la psicología crítica como enfoque disciplinar que denuncia y busca subvertir las prácticas alienadoras de una psicología comprometida con el neoliberalismo son ejemplos muy concretos y con bastante desarrollo, de que la terapia es un ejercicio político y puede ejercer para subvertir lógicas de dominación y conectarnos con la colectividad y los discursos socioculturales.

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#60658
15/5/2020 12:58

En primer lugar agradecer que, Maria, pongas el debate sobre la mesa.
Me parece muy potente que hayas escrito este artículo, y me ha enfadado mucho por otro lado. Estoy de acuerdo por supuesto en la raíz estructural, política, cultural, etc de muchos malestares, y creo que es conveniente no perder esto de vista y visibilizarlo. Por ejemplo ahora con el coronavirus se contentan con poner terapia a la peña para invisibilizar por ejemplo la importancia de la sanidad pública o el luchar por unas condiciones materiales para todas.

Me enfada porque creo que partes de una idea de los colectivos como una panacea, pura y aislada de estructuras de poder, cuando están empapadas de relaciones de poder entre las más guays las menos guays, las que más hablan, a las que más se les escucha, las que tienen más puntos, las que tienen menos puntos.... donde creo que falta mucha escucha, sensibilidad y empatia en general.

No estoy de acuerdo en las dualidades que marcas en tu artículo: o la individualidad o el colectivo, o lo político o lo emocional... Creo que somos en relación.
Por otro lado, depositar en mis círculos, colectivos, amistades mi bienestar emocional y dejar de ir a terapia, me parece una irresponsabilidad. Uno, porque hay cuestiones que son mi responsabilidad y no puedo estar depositandola en el resto (no creo que esto sea individualismo, hablo de agencia), dos porque por muy buenas intenciones que tengamos en escuchar y acompañar a nuestras compañeras o amigas, lo que yo veo a mi al rededor es que no tenemos mucha idea de hacerlo, no sabemos, no podemos y en otras ocasiones no queremos. Sabemos dar consejos, quitar importancia a lo que siente la de al lado, consolar, etc, pero lo que es escuchar=entender y acompañar me resulta escaso en mi larga trayectoria como activista.
Otra cuestión que quisiera comentar es que creo que nos afecta mucho la idea cultural incorporada de que las emociones son algo peligroso. He visto en algunos colectivos un silencio desolador cuando una compañera se ha puesto a llorar. Repito, no sabemos acompañar y escuchar, en parte creo por la idea equivocada que las emociones son peligrosas y arrasan a las otras o nos arrasan.

Tengo la experiencia de formar parte de un grupo bastante politizado donde pensamos juntas desde la escucha activa, no juicio, aceptación...etc y que es super potente y transformador. Mi conclusión es que no deberíamos separar sino ver de qué formas podemos no dejar de atender lo político ni llegar a esa sobre sentimentalización poniendo atención a no llegar a puertos de tanta frialdad.
Lo mismo que con el amor romántico, que es una bazofia que nos han enseñado que es lo más importante y lo que ha de estar en el centro como la pareja, pero esto no quiere decir que el amor no sea necesario, bello, importante.

Saludos!!!

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#60598
14/5/2020 20:02

La autora se patina muchísimo en algunos momentos,porque se ve que aunque su entorno vaya a terapia, ella tiene poca idea. Pero aún así es muy interesante. Soy terapeuta, y digo esto porque los somos de distintos tipos. Hay terapeutas Machas Fachas Neoliberales que hablan en revistas sobre Mobbing, Bullyng, Nesting y palabros inventados para ocultar el PODER y las INJUSTICIAS, pero somos muchas las terapeutas que intentamos luchar contra ello.

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#60591
14/5/2020 19:19

Hola! Acabo de poner un comentario pero he puesto mercantilista en vez de capitalista! En fin, que podéis borrar ese comentario si queréis. Disculpad y gracias por vuestro trabajo!

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#60585
14/5/2020 18:27

Gracias por el artículo. Bien escrito y genera debate! Creo que hemos dado un paso de gigantes acercando la psicología a la sociedad española, pensando en que las nuevas generaciones cada vez aceptan más y mejor las terapias psicológicas. Creo que es necesaria hacerse una introspección e intentar superar ciertos traumas para trabajar en colectivos. Me identifico mucho con ciertas experiencias en grupo en las que el narcisismo emocional se deja ver, pero creo que siempre ha estado ahí y ahora lo reconocemos mejor y en forma de cuidados sobre actuados. En lo colectivo los cuidados son invisibles y pasan por el respeto, que a la vez debe nacer del respeto a una misma y hacia las demás si queremos avanzar. Mezclar esto con mercantilismo... Pues sí, escrito por una blanca europea con lenguaje académico y clase media, desde un PC o Mac fabricado en China...cómo no va a ser todo lo que nos rodea mercantilista! Salud!

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#60583
14/5/2020 17:27

También me gustaría dar las gracias a la autora de este artículo por abrir este debate y por su valentía a la hora de exponer públicamente dudas, inseguridades, reflexiones y disidencias. Me identifico con algunos de los temores y recelos que compartes, María. Yo, a menudo, me he sentido en un extraño tira y afloja entre el trabajo de crecimiento y responsabilidad individual y la labor de aportar socialmente hacia afuera, con una voluntad más política, pragmática y destinada a la acción. En tres años de trabajo terapéutico profundo desde un enfoque psicocorporal son varias las ocasiones donde me he sentido en dicha encrucijada, como exigiéndome optar por una u otra. Hoy por hoy, sitúo esta disociación entre aparentes opuestos dentro de la razón dicotómica que ha acabado caracterizando algunos males y simplificaciones de nuestra cultura occidental: blanco o negro, bueno o malo, hombre o mujer, cultura o naturaleza, activismo o terapia. También creo que, como en todo lo que el capital acaba absorbiendo para su propio beneficio, es importante poder separar el grano de la paja en esta “burbuja de lo emocional” que vivimos. En mi caso particular, con la elaboración a posteriori de una historia traumática de violencia temprana, considero que la terapia me está sirviendo precisamente para poder acercarme a espacios de activismo a los que previamente no me había atrevido a acudir; a aprender a poner “los vínculos” y los cuidados en el centro, una medida más humana... Al final, sí, reproducimos la estructura, pero en cuerpos concretos con relaciones concretas que han de poder cuestionar el fuera, pero también el dentro. Y se me antoja pensar que es precisamente en el roce entre lo personal y lo político, entendidos en toda su amplitud y diversidad posibles, donde pueden generarse ecosistemas más sostenibles, fértiles y sorprendentes. Quizás no fuera antes ni el huevo ni la gallina, sino que fueron a la vez :). ¡Gracias también a todas las compañeras y compañeros que han enriquecido el debate!

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#60550
14/5/2020 12:26

Artículo interesante, pero desde un posicionamiento muy genérico y sociopolítico como escudo. Habar "en nombre de" obviando las subjetividades, es proyectarse fuera sin mirarse dentro. Creo en los puntos de encuentros entre lo terapéutico y lo político. Los procesos terapéuticos pueden ser y son políticos (independientemente de la corriente, importa el vínculo). Y en lo sociopolítico debe haber espacios para la expresión subjetiva. La autora habla "en nombre de" pero está hablando de ella. Y me parece lícito. Como apropiarse del sentir personal sin ponerlo fuera, también es terapéutico y político. Creo en la necesidad de aunar lo uno con lo otro.

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#60541
14/5/2020 11:41

Me ha suscitado mucho este artículo cosas que tenía pensadas y elaboradas, pero a las que siempre hay que darles una vuelta, para revisarse y cuestionarse a todos los niveles, porque a veces me equivoco aunque tenga claras mi perspectiva y mi lucha.
Una de las claves creo que es encontrar el punto intermedio entre el individuo y el colectivo, el equilibrio entre el yo y el resto. Complicado y paradójico, porque no existe el yo sin el resto, pero a veces la balanza está desequilibrado y uno se come al otro:
a veces el colectivo se come a los individuos que lo conforman y: se anulan realidades personales por la lucha común, se ignoran necesidades personales, se emiten juicios, se saltan límites. Otras, los individuos tienden al ego y no cuidan/se responsabilizan del resto colectivo.
Como crítica constructiva y aporte al artículo: la hegemonía no se da sólo con el control social a través de la terapia. También se puede dar a través de otros mecanismos que se reproducen en los "espacios políticos" La militancia también peca mucho de hegemonías y control de sus sujetos.
Pero, por supuesto, no estoy de acuerdo con la contraposición que se hace de "terapia" y "político", como si fueran excluyentes. Es una concepción reduccionista de lo terapéutico, así como simplista de lo político.
Los falsos dilemas son una falacia y no sé por qué se siguen haciendo.¿Dónde está la exclusión entre ambas? Van unidas: se interrelacionan mutuamente, en cada una. Lo personal y lo político se encuentran en nosotras como individuos en lo colectivo. Nos atraviesa, así que "se va al sindicato y se va a terapia". Sabemos que la terapia que no cuestiona el sistema en que vive la persona es injusta. Si la terapia los poderes se convierte en una herramienta de opresión de los mismos. Pero también, si la militancia que no cuida lo más personal también y reproduce "su" hegemonía, por mucho que sea política.
Pienso cuál es el interés o punto en realizar ese choque entre lo terapéutico y lo militante, cuando nos afectan y atraviesan ambas cosas y una no se entiende sin la otra: trabajar lo individual sin cuidar lo común ni construir lo común sin cuidar lo individual.
Otra cosa: ¿la autora tiene o ha padecido sufrimiento psíquico? Quiero decir ¿desde dónde habla? Porque no es lo mismo compartir desahogo emocional, escucha y apoyo en espacios afines y amistades, como nombra, que tener un trastorno mental que necesite intervención clínica.
Sin lo político qué somos? Pero, y sin la salud mental? no hay nada, ni personal, ni político, ni colectivo, ni cuidados. Nada más que miseria, ruptura y ruina interior. Y sus consecuencias nefastas. Sin colectivo no existo, pero sin mi salud mental tampoco! Y las afinidades no pueden recoger bien ciertos problemas, para eso existe lo profesional en este caso.
Un saludo, gracias por el artículo y las aportaciones

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#60512
14/5/2020 9:22

Pensamiento único, negación de la patología como un desequilibrio de la mente y del cerebro, asunción de un narcisismo omnipotente que puede transformar con ejercicios de ventilación emocional, un narcisismo omnisciente que sabe del otro incluso más que el otro, dogmatismo, politización del dolor para usarlo con fines políticos, etc... Que miedo el perder de vista la individualidad para subyugarla a su discurso con ínfulas libertarias. La libertad empieza en el sujeto y por eso supone madurez y responsabilidad.

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#60378
13/5/2020 16:22

Para mí, el suelo en común entre lo terapéutico y lo político ha sido bien diferente al ring de boxeo y ha tomado diversas formas, entre ellas, la vida en la montaña y la decisión de acompañar individual y colectivamente los procesos de sanación y autoconocimiento de otras mujeres. Tengo una experiencia bien distinta a la que se expone en este artículo, el cual considero una invitación interesante para repensar los lugares expuestos.
Como feminista he transitado, de diversas maneras, en espacios-procesos terapéuticos, propiciándolos o haciendo parte de ellos. Para mí ha sido fundamental entender la importancia de sanar, de mirarse las heridas, de reconocer los propios recursos-dones-talentos, de dar lugar a las emociones, de trabajarlas, de atenderlas, porque considero que esto es fundamental para poder tejer vínculos íntegros con las personas con las que quiero encarnar otros mundos posibles.
Siento que hacer este proceso interior no excluye un proceso de puesta en común, de trabajo exterior, en el cual conectar colectivamente con las voces de otras, de escucharnos y de ver los lazos sutiles y fuertes que tejen nuestras experiencias, aún en sus diferencias.
En mí está la premisa de que si sano yo, sanas tú y que si sanas tú, sano yo. Esto lo he aprendido de muchas mujeres que llevan a su práctica la idea de que la visión de "destruir" al enemigo que está "afuera", tal vez reduzca nuestra experiencia y lugar en las estructuras de poder. Son mujeres comprometidas con "ampliar la espiral de la vida" o de cuidar "la red de la vida", quienes han traído, devuelto, visibilizado, saberes considerados menores o "supersticiosos", por no hacer parte de la matriz de pensamiento colonial-racional.
Así mismo, he encontrado en este camino el valor de lo cotidiano, las múltiples formas de conectarnos y de hacer comunidad. He reevaluado mis concepciones sobre el activismo y he perdido el miedo a explorar nuevas maneras de dar voz, palabras, acciones y sentido a aquello que me hace nombrarme feminista.

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#60341
13/5/2020 13:59

Buen artículo, pero no estoy en nada de acuerdo en pensar en la "hegemonía" del pensamiento en el colectivo. Tampoco creo que tengas muy buena comprehensión de lo que es la psicoterapia, mucho menos la Gestalt. Muchos buscan a un profesional porque si hablan con sus amigos, las respuestas nunca serán tan objetivas. No creo que se trata de mercantilizar nada, es un profesional que ha estudiado etc etc etc. Al final todo es mercantilizado

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#60330
13/5/2020 13:04

Yo pregunto. ¿Un viaje de setas es individualismo? ¿Ir a un curandero? ¿Un chamán? Por favor, el problema es el capitalismo y no las técnicas terapéuticas.

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#60313
13/5/2020 11:14

Me resulta difícil poner objeciones de fondo al escrito. También creo en que la dinámica terapéutica tiene un componente desmovilizador evidente, que alimenta el egocentrismo propagado por el sistema a través de sus medios subjetivasores... Ahora bien, encontrar una interlocutora compasiva, empática y más o menos desprejuiciada que ayude a mitigar el sufrimiento y transmita amor -respeto, confianza, serenidad... aunque sea en forma de enfado, en fin, autenticidad afectuosa- resulta imposible, por cierto, especialmente en el ámbito de la psicoterapia mercantil. La falta, el fallo, el error, la diferencia... no son bien toleradas por más que cada cual se venda como abierto de mente y tolerante y ...

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#60309
13/5/2020 10:06

Primero puntualizar que terapias hay muchas, algunas centradas en lo que expones, y otras que tienen en cuenta lo colectivo. Me sorprende la parcialidad deliberada del artículo, ya que vienes de contexto de saludo mental. Desde ahí creo que propones que existe una lucha entre psicología y activismo, cuando pueden ir de la mano. Como dices el activismo propone revisar los modelos culturales y políticos para cambiar el sistema, pero hace falta también un cambio individual. Llevo años en movimientos sociales y me he encontrado muchísimas personas incongruentes con lo que piden, y que espero algún día vayan a terapia y vean que el cambio empieza en ellos. Mejor unirnos que separarnos.

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#60273
12/5/2020 20:53

Gracias por abrir este debate, como terapeuta considero necesario que este este debate en el centro, en mi comunidad de estudios nos ha ayudado a poner palabras a este debate y proponer un espacio comunitario para explorar este tema con profundidad, desde un espacio colectivo y comunitario

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#60253
12/5/2020 16:56

Esto me ha recordado al libro "Contrapsicología: de las luchas antipsiquiátrica a la psicologízación de la cultura". Dejo el audio por aquí por si a alguien le interesa https://traficantes.net/actividad/contrapsicologia-«de-las-luchas-antipsiquiatricas-la-psicologizacion-de-la-cultura»

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#91384
1/6/2021 15:52

No se encuentra disponible. Que pena, me habría encantado escucharlo

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#60237
12/5/2020 14:36

Exacto: "ya no tenemos un jefe que pisotea nuestros derechos laborales, sino que sufrimos mobbing en el trabajo, o en la escuela ya no hay niñas/os que son crueles con otras/os, sino que se padece bulling". Así se quita la atención sobre el que hace el mal y se convierte en un problema social difuso "del que todos somos responsables por igual". El problema no es tu jefe, claro, si no el "mobbing", un problema que aqueja a esta sociedad y contra el que todos luchamos unidos... podría decirlo hasta Antena 3.

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#60235
12/5/2020 14:32

Muy buen ejemplo el familiar: "no es que el cisheteropatriarcado se encarne en tu madre [o tu padre/tus padres] y te haga la vida imposible por ser una marimacho [o lo que sea], sino que su propia trayectoria familiar le hace expresar su malestar de esa forma y tendrías que intentar entender su rol y el tuyo en ese sistema familiar".

Lo jodido es que incluso siendo así (su propia trayectoria familiar le hace que su madre exprese su malestar de esa forma) es lo estructural (el capitalismo, el patriarcado, la adultocracia, etc) lo que ha hecho que esto ocurra y a la vez esto reproduce lo estructural. Si lo vemos solo como "trayectoria familiar" como si fuera algo personal y no estructural (esto ocurre en todas las familias) es cuando caemos en la trampa de vivirlo de forma individual (que también hace falta) y de no mirar hacia los demás y contra el sistema.

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#60234
12/5/2020 14:26

Esto me ha recordado al libro "Contrapsicología: de las luchas antipsiquiátrica a la psicologízación de la cultura". Dejo el audio por aquí por si a alguien le interesa https://traficantes.net/actividad/contrapsicologia-%C2%ABde-las-luchas-antipsiquiatricas-la-psicologizacion-de-la-cultura%C2%BB

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#60232
12/5/2020 14:00

Yo hice la formación en Gestalt y fui tutora de un grupo. Muchos años... Sé muy bien de lo que hablas. Ahora en mi practica me niego a etiquetar a mis pacientes ni a darle palabrejas para que etiqueten a otros, que por otro lado, se usan tan mal que solo generan confusión. ¿Siempre ando preguntando que entiendes tu por ...? En fin, la idea sería describir lo que acontece asumiendo que las responsabilidades están diluidas. Es una postura muy omnipotente pensar que todo tiene que ver con ese Yo que se va inflando con toda esta mierda y que por inflado no deja de dolerse. Decía Lacan a sus estudiantes del 68: ¿Queréis un amo? Lo tendréis.

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#60228
12/5/2020 13:10

Hola, soy la autora del texto. Quizás ha sido un error no nombrarlo en el texto, pero sí que tengo una larga experiencias teórica y práctica en el mundo de la salud mental, la psicología, lo terapéutico, etc. Lo digo, porque la mayoría de comentarios comienzan cuestionando el lugar de mi conocimiento. Escribí este texto con la intención de general un debate, no para tener que defender mi carrera de militante o la profesional. Un abarazo

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#60290
13/5/2020 2:31

Interesante artículo e interesante debate el que abres, María.
Sólo un par de apuntes. No existe la "psicoterapia" gestalt, es una invención. Existe la "Terapia"Gestalt (enfoque nacido en los años 50 de la mano de Fritz Perls). Es un enfoque humanista que tiene básicamente tres pilares donde se apoya: presente, consciente, responsable. Es decir, aquí y ahora, de qué me doy cuenta y la responsabilidad que asumo. Es un enfoque relacional que pone la importancia en el "yo-tú", es decir, en el vínculo que nos une con el mundo. La persona (yo) y la relación con el entorno (tú), sea éste otra persona, el entorno cercano, las comunidad o la sociedad entera. Son diferentes niveles de relación. El mismo autor la describió como "demasiado valiosa para dedicarla sólo a los enfermos" (es decir, a la psicoterapia).
La Terapia Gestalt (TG) no puede confundirse con la 'psicologizacion, ni con el individualismo, ni con el control emocional de cualquier tipo. Es simplemente un "darse cuenta" y "hacerse responsable" de nuestras acciones en el mundo y sus consecuencias. Somos responsables (querámoslo o no) de nuestros pensamientos, palabras, obras u omisiones. Seamos conscientes o no de ello, somos igualmente responsables de nuestros posicionamientos individuales y sus consecuencias en el entorno. Y ésta es la tarea del acompañamiento gestáltico y de la formación. Cualquier otra interpretación es responsabilidad exclusiva de quien la manifiesta, y no de la TG como enfoque.
Soy formador en TG y me dedico a transmitir esta actitud vital de vivir en el presente, con plena conciencia y responsabilidad de nuestro lugar en el mundo. ¡Cómo me gustaría ver y escuchar a nuestros políticos con esta actitud responsable! ¡Me encantaría que el darse cuenta y la responsabilidad estuvieran más presentes en nuestra vida personal, social, política, económica... !
No está la TG al servicio de nada en particular, pero, por desgracia, y como tantas otras cosas, puede ser usada, como un buen cuchillo, para un mal fin.
Así es.
Salud Os

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#91383
1/6/2021 15:50

Gracias por este matiz. A mi me ha chirriado mucho en el artículo que justo una terapia donde lo colectivo y lo humano priman sea nombrada en los opuestos.

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#60575
14/5/2020 16:28

escribir es exponerse. Tú también has cuestionado la intención de muchas terapeutas con tu texto, o a tu amigo por ir a terapia.

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#60222
12/5/2020 12:15

Hola compañeras! Yo no sé nada de terapias, pero lo que sé es que una de mis mejores amigas, des de que hace Gestalt que ya no nos cuenta sus problemas, y sólo le da valor a los consejos que ha obtenido mediante una transacción económica. No puedo opinar sobre si su terapeuta es bueno o no, o si ella está haciendo bien la terapia o no. Lo único que sé es que ella ha optado por dar más valor a los cuidados que recibe de forma mercantil. Y se ha roto la comunidad de cuidados que teníamos entre nosotras. Ahora hablamos menos, y nos divertimos menos, nos sentimos más alejadas. Cuando le cuento lo que me pasa, me responde lo que le respondería su terapeuta, pero yo cuando hablo con una amiga, no quiero que me haga terapia, quiero que sostenga y acompañe mis emociones, creo que son cosas muy diferentes. Necesarias las dos, y compatibles. La terapia es necesaria, pero que los cuidados de los seres queridos no son intercambiables por ella. Tienen funciones diferentes. Sí que siento que la terapeutización está intentando robar espacio a los cuidados íntimos y, por tanto, se agranda el individualismo.

Me ha gustado mucho leer este artículo, porque describe muchas de las cosas que me están pasando entorno al tema en mi vida cotidiana. Lamento algunos de los comentarios que he leído... creo que restan, más que suman. Os invito a poder intentar apreciar la diversidad que hay en todas nosotras, no para atacar, sino para crecer y avanzar!

Abrazos!

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#60202
12/5/2020 1:27

Hola. Esta opinión está basada en la percepción de una historia de un amigo. Y de ahí saca una conclusión con la que acabar con la terapia... opinar es sencillo pero para criticar algo hay que saber bien lo que se critica. En este texto se confunden terapias, no se sabe a qué se refiere, se contradice en el primer apartado cuando le cabrea que su amigo le cuente sus problemas pero luego en cambio se sorprende porque lo hace con la terapeuta. No quiere que se debatan los problemas personales por poner lo colectivo, pero en cambio precisamente esa actitud así planteada es neoliberal y opresora. Y lo más importante, poca información o poca escucha respecto lo necesario he importante que es la terapia sobre personas que han sufrido traumas u opresiones, temas bastante complicados como para tratarlos con personas que piensan que eso debe estar por debajo de algo “colectivo” luego por eso nos sorprendemos porque hay tanta gente quemada en los movimientos sociales, precisamente por esta visión utilitarista he inhumana de ver que la persona solo está al servicio de un colectivo por encima de si salud animica. Más neoliberal no puede ser. La terapia presidente es para estar mejor para luego poder estar enfocado en el grupo, en cambio ahora,no pienses, no sientas y produce. La terapia no es decir que bien todo mi problema es mío... no, la terapia es analizar y luego cuestionar u trabajar para estar mejor y superar posibles traumas. Porque si, la gente vive traumas y es fácil hablar así cuando no se ha tenido la necesidad de tener que ir a terapia por algún trauma grave... eso es privilegio.

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#60177
11/5/2020 20:40

Como psicóloga estoy en parte de acuerdo en lo que propone esta persona Yo también lo veo, solo que sucede con un tipo determinado de terapias (especialmente las que pretenden un tipo de cientificidad) y la Gestalt no es una de ellas, de hecho que después del ejercicio que menciona, las relaciones se hayan fracturado me lleva a reflexionar sobre lo que sucede en ese grupo de militancia, que es el fondo sobre el cual se hizo el ejercicio.

Hay otro tipo de aproximaciones teoricas que buscan precisamente ver lo que hay de social en el sufrimiento humano. Partimos del innegable hecho de que no somos seres aislados y que lo social atraviesa al individuo y la suma de los individuos hacemos lo social.

Y no se suceden cosas, como la psicologización, somos los indivuduos quienes psicologizamos y quienes lo volvemos tendencia. No hay un ente, la psicologia, la psicologia la hacemos los induviduos.
Creo que estaria bien que asumieramos nuestras responsabilidades sociales, cosa que buscan algunas metodologias psicoterapeuticas.

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#60174
11/5/2020 20:35

Como psicóloga estoy en parte de acuerdo en lo que propone esta persona Yo también lo veo, solo que sucede con un tipo determinado de terapias (especialmente las que pretenden un tipo de cientificidad) y la Gestalt no es una de ellas, de hecho que después del ejercicio que menciona, las relaciones se hayan fracturado me lleva a reflexionar sobre lo que sucede en ese grupo de militancia, que es el fondo sobre el cual se hizo el ejercicio.

Hay otro tipo de aproximaciones teoricas que buscan precisamente ver lo que hay de social en el sufrimiento humano. Partimos del innegable hecho de que no somos seres aislados y que lo social atraviesa al individuo y la suma de los individuos hacemos lo social.

Y no se suceden cosas, como la psicologización, somos los indivuduos quienes psicologizamos y quienes lo volvemos tendencia. No hay un ente, la psicologia, la psicologia la hacemos los induviduos.
Creo que estaria bien que asumieramos nuestras responsabilidades sociales, cosa que buscan algunas metodologias psicoterapeuticas.

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#60157
11/5/2020 18:29

Igual. Me parece que la persona que habla poco o nada sabe de terapia o de psicología. Habría agradecido también más "concreción". A qué terapia se refiere exactamente? Todos sus conocimientos se basan en que conoce a unas personas que han hecho la formación gestalt? Son por tanto "ellas" (y lo que hayan hecho con su proceso) + lo que la autora ha entendido de "ellas" realmente representativo? Suena a que la persona parte de los prejuicios propios de quien habla sin conocer de primera mano, con los topicazos de caer en un narcisismo y un "yo-ísmo", que (a veces, incluso sólo son una etapa del proceso) y esa asociación con el neoliberalismo, el capitalismno y el cisheteropatriarcado. Es curioso, porque precisamente la gestalt, al ser más de la escula humanista y tener algo de "transpersonal",creo que precisamente fomenta el "desconsctuir" el propio ego y la personalidad, cosa, ya de por sí, revolucionaria y poco egoísta y con cierto enfoque "holístico" (bien entendido). Una de las máximas de la gestalt es darle importancia al contacto con el otro, lo que ya de por si es poco ombliguista y presta mucha atención precisamente a la "escucha"... Así que, de qué "terapia" está hablando exactamente y en qué se basan sus conocimientos? Porque cada escuela es un mundo, y repito, precisamente la gestalt no parece una de las que creen que la salud es "adaptar al sujeto al sistema" o que "todo gira entorno ma uno y su ego".......

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#60183
11/5/2020 21:46

Esta claro q te toco la fibra, porq empiezas tu comentario atacando a la autora q quizas si tenga relación o conocimientos de psicoterapias pero no coincide con tu opinión. A mi me parece interesante abrir un debate sobre esto, y no hace falta descalificar a las otras personas para decir q no se esta de acuerdo.

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#60147
11/5/2020 17:09

el problema no es la terapia, si no los terapeutas. El problema no es la terapizacion de la sociedad, sino la despolitizacion de la sociedad. La sociedad en si que hemos construido, yo apuntaria mas a la digitalizacion de la sociedad, a la perdida del espacio social fisico. Y ya veis por donde vamos!

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#60122
11/5/2020 13:33

Tengo la sensación de que quién escribe sabe poco de psicoterapia, o de que las personas que ha encontrado la han realizado de una forma un tanto peculiar. Si el individuo uno después de hacer terapia es incapaz de preguntar a los demás cómo están, es problema del individuo uno, no de la terapia. Obviamente en los últimos tiempos el capitalismo se ha colado en el mundo terapéutico. Como en casi cualquier cosa, por otro lado. Hay un "feminisimo" capitalista, de camiseta de Zara con lema feminista. Pero no por ello culpamos al feminismo, no? Culpamos al capitalismo, que se mete en todos los rincones y lo pervierte todo. Pues sería el mismo caso. Ni ponerse la camiseta "feminista" de Zara te hace feminista, ni hacer una terapia de mirarse el ombligo te convierte en una persona que ha hecho un proceso terapéutico. Una buena terapia debería hacerte más consciente del yo, para entender el mundo y a todas las personas en él. Para dejar de estar metido en tu burbuja y poder ver quién soy yo respecto al mundo y cómo actúo desde aquí. Me parece que no es tan diferente de la politización del problema personal.
Yo te voy a poner un ejemplo también: Orgullo crítico en Barcelona. Discurso en el escenario. Se abre la palabra y sale un grupo de personas de un colectivo a quejarse de que no se sienten escuchadas ni representadas en el colectivo. Una por una, hablan, desorganizadas, agresivas y ocupando muchísimo tiempo a pesar de repetir cada una de ellas un mensaje bastante similar. Se las respeta y se les permite hablar, por supuesto. Pero qué hubiera pasado si en vez de usar su rabia desbordada (perfectamente lícita por otro lado), la hubieran organizado? Hubieran tenido una charla previa, hubieran buscado un discurso que las representase a todas, y de forma ordenada y respetuosa con quienes son sus aliadas, hubieran salido a decir, con todo el enfado y toda la rabia, por supuesto, "la estáis cagando, no nos representáis...etc" Pues que la comunicación, y por ende, la política, hubiera ganado mucho. Y todo esto cómo? Pues "gestionando" (sí, el término de marras) su rabia para darle un uso que las lleve a conseguir lo que quieren y no a tirar por tierra lo de las demás sin más. Es por eso la política mala y la terapia buena? No, ambas son interesantes si se hacen bien.
Y me parece muy peligroso decir que solo sirve la terapia para momentos determinados en que no podemos más, que al final este argumento es un poco el de los médicos convencionales de pastillita para todo y listo.
El que se convierta en individualista por hacer terapia, seguramente es que ya lo era antes, pero supongo que en según que espacios, ese individualismo queda enmascarado de valentía y capacidad de propuesta. En cuanto a masculinidades y cisheteropatriarcado, la terapia también puede ser una buena manera de romper con esto, de liberarse y de aprender.
En cualquier caso, interesante debate! Saludos!

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#60092
11/5/2020 9:24

Muy buena reflexión. Estamos invadidos por la plaga del psicologismo.

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#60091
11/5/2020 9:23

Hola Maria, me ha parecido muy apropiado tu artículo. Ha descrito situaciones en las que me he sentido muy identificada, y que hace tiempo que intento exponer en mis círculos. Creo que es muy importante poder ir destapando el control social que conlleva la terapeutización, tiene muchas similitudes con lo que yo le llamo la dictadura de la felicidad. Muchas gracias por poner palabras a todo esto, nos de mucha luz y lucidez! Un abrazo!!!

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#61145
20/5/2020 11:22

Lo primero, gracias por hablar sobre temas tan estimulantes para muchas de nosotras. El artículo me ha tocado mucho como persona militante, persona que recibe terapia y persona que ejerce y acompaña procesos terapéuticos como psicóloga y psicoterapeuta. Hago triplete. Me gustan muchas de las ideas que se plasman en el artículo porque permiten la auto crítica y que me duela leerlas es síntoma de tener que revisarlas y reconocerlas, por supuesto. A veces con amigxs, a veces en terapia, a veces reflexionando conmigo misma. Creo que un planteamiento no excluye el otro. Cuando leo o escucho este tipo de planteamientos veo que hay una dicotomía constante: la terapia ( como concepto desvalorizado e individualista) o las amigas ( como concepto romantizado e idealizado y símbolo de horizontalidad), la política o la psicología ( cómo concepto que lleva a ejercer el control y marcarnos caminos rígidos, universales y pre establecidos, interpelando solo a un tipo de terapia que en este caso es la gestalt) lo colectivo o lo individual ( como si el auto cuidado, excluyera el cuidado mutuo y no pudiéramos escoger cuando uno y cuando el otro). La idea de escoger una forma de acompañamiento, identificación o reivindicación, excluyendo automáticamente la otra. Sé que dices que no estás en contra de la terapia en momentos puntuales de la vida, aun así, creo que el artículo tiene un toque de resentimiento potente en las bases y bastante rabia hacia las personas que monopolizan los espacios, que inundan con sus emociones las relaciones sin dejar espacio para las demás y que en definitiva facilitan relaciones de abuso, consciente o inconscientemente. Relaciones abusivas, donde a veces distinguir donde termino yo y donde empiezas tú, se convierte en difícil tarea, cuando las necesidades confluyen y se disipan los límites, también las del colectivo. Responsabilizar a la terapia y asumir que éstas son las consecuencias de un proceso terapéutico, me genera dudas y sobre todo, en mi caso y en el de muchxs otrxs decir que no ha sido así y que lo colectivo y lo comunitario coge más fuerza y sentido, desde que puedo identificar mis procesos internos y apropiármelos para no colocárselo al colectivo e inundar el campo político, de campo afectivo excesivo y quizás desfasado. Relacionar control emocional con terapia, me parece curioso también, me pregunto si estás hablando de una terapia en concreto o de un concepto universal. Insisto hay tantos tipos de terapia, como personas que la ejercen. Que cada cual escoja sus formas de liberarse de las cadenas que le oprimen, en colectivo, con amigxs, en terapia individual o grupal, en soledad, leyendo, escribiendo o de la forma que decida.

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