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Sindicatos
Conversaciones que organizan
Secretos de un Organizador Exitoso 12, parte 2. Viene de la parte uno de esta sección. Enlace al primer artículo de la serie aquí.
A continuación recogemos algunos consejos para tener conversaciones productivas con nuestras compañeras de trabajo pero, ¡ojo! No sigas este texto de forma mecánica, ¡habla con la gente con normalidad! Usa este esquema como una herramienta. Los pasos aquí recogidos pueden ayudarnos a acercanos a nuestro objetivo sin que nuestras compañeras de trabajo sientan que pierden el tiempo escuchando un discurso o una sesión de quejas. Las conversaciones que tenemos son clave al organizarnos porque, cuando están bien hechas, conducen a la acción colectiva.
Por encima de todo, nuestra función es hacer preguntas. El objetivo es que la compañera de trabajo con la que estamos hablado se dé cuenta de que:
- A ella le importa este tema.
- Hay alguien que toma las decisiones y tiene el poder para solucionar este problema.
- Los que toman las decisiones no buscarán soluciones hasta que alguien los presione a hacerlo.
- Si realmente quiere que este problema se resuelva, tiene que unirse nosotras, otras compañeras de trabajo, para tomar acción.
Pero decirle eso sin más no es muy efectivo. Por lo que necesitamos hacer las preguntas correctas que logren que lo diga ella misma, ya que tendemos a recordar mejor lo que hemos dicho nosotras, y no lo que dicen otras personas.
1) DESCUBRIR LOS PROBLEMAS
Empieza por hacer preguntas y escuchar las respuestas, para así descubrir lo que le interesa a tu compañera de trabajo. Cuando queremos conocer a alguien, las preguntas abiertas suelen funcionar bien, como por ejemplo “¿qué tal va el día?”, “¿cómo llegaste a este trabajo?” o “¿cómo fue todo cuando empezaste a trabajar aquí?”.
Cuando nos organizamos en torno a un problema específico, nuestras preguntas pueden ser más directas. Aun así, si estamos recogiendo firmas en contra de un nuevo horario de trabajo que nos está perjudicando, en vez de saltar directamente a “¿vas a firmar esto?”, es mejor preguntar algo como “¿y a ti cómo te va con el horario nuevo?”.
El objetivo es que nuestra compañera de trabajo identifique por sí misma cómo le afecta el problema antes de que le pidamos que se una a la acción. Si es un tema del que ya habéis hablado en el pasado, puedes preguntarle cómo le está afectando a día de hoy o puedes contarle la experiencia de otra persona y ver su reacción.
2) AGITAR
Reacciona a lo que te cuente tu compañera y continúa haciendo preguntas. Nuestras reacciones pueden ayudar a la otra persona a sentir que tiene derecho a estar enfadada:
- ¡Qué fuerte! ¿Y desde cuándo está pasando esto?
- ¿Y tú cómo te sientes con todo esto?
- ¿Cómo te están afectando estas cosas? ¿Y a tu familia?
3) IDENTIFICAR QUIÉN TIENE LA RESPONSABILIDAD
Busca que tu compañera reconozca quién es el responsable del problema que tiene, haciéndole preguntas como: “¿por qué piensas que tenemos este problema?”, “¿crees que es algo que se solucionará por si solo?”, “¿quién tiene la autoridad para cambiarlo?”.
Muchas veces sentimos que nuestros problemas ocurren porque así son las cosas. Pero darnos cuenta de que nuestras malas condiciones no han caído del cielo nos da la fortaleza para reconocer que si alguien tomó la decisión que provocó esta situación, esa misma persona también puede remediarlo.
La esperanza nace del poder que tenemos al ser más y tener un plan con el que se puede ganar.
4) OFRECER UN PLAN PARA GANAR
Ahora que tu compañera de trabajo está enfadada, es el momento de ofrecerle un poco de esperanza. La esperanza nace del poder que tenemos al ser más y tener un plan con el que se puede ganar. Es así como lograremos que nuestro problema acabe siendo un problema para los que toman las decisiones.
- La mayoría de la gente quiere volver al horario de antes. El supervisor no nos ha hecho caso, pero ¿qué pasaría si las 25 que somos firmamos esta petición y vamos todas juntas a su oficina para entregársela en mano?
- ¿Qué crees que va a hacer? ¿Seguirá ignorándonos? ¿Qué dirá su jefe cuando le vea en esa situación?
Este paso será más difícil si la petición no se centra en un problema que a esta compañera le importe de verdad. Como veremos en capítulos posteriores, nos será más fácil organizarnos si elegimos temas que afecten a nuestras compañeras amplia y profundamente. Pero lo que puedes decir es que la unión hace la fuerza y que ésta es la única manera de tener influencia sobre cualquier problema. Por ejemplo:
- Si ganamos este problema, ¿crees que la administración aprenderá algo? ¿Crees que será más fácil tomar acción sobre el próximo problema?
- Este es el primer paso, tenemos que empezar a apoyarnos unas a otras. Si no, ¿cómo vamos a construir el poder suficiente para acabar con la falta de personal de la que estás hablando?
Laboral
Sindicalismo de base Solo podemos sobrevivir juntas
5) OBTENER UN COMPROMISO
Pídele a tu compañera que haga una tarea concreta y así sea parte de la solución: “¿podrías firmar esta petición y venir con nosotras el jueves a entregarla?”.
Si tiene miedo, reconoce que sus temores tienen sentido y están respaldados por razones reales. Pero aun así, las cosas no mejorarán a menos que ella se involucre. Nuestro trabajo no es convencerla de que está equivocada por tener miedo sino hacerla ver que, a pesar de tener miedo, ella también necesita pasar a la acción.
- Si no hacemos algo, ¿se va a arreglar alguna vez lo del horario de trabajo? ¿Estás dispuesta a aceptar que este problema continúe sin más?
Aquí es importante recalcar que este proceso será mucho más fácil cuando estemos le estemos pidiendo que tome acción en el tema que ella ha identificado o mencionado, en vez de presionarla para que lo haga en algo que nosotras queramos “venderle”.
Nuestro trabajo no es convencer a nuestras compañeras de que están equivocadas por tener miedo sino hacerlas ver que, a pesar del miedo, necesitan pasar a la acción.
6) INOCULAR Y REAFIRMAR EL COMPROMISO
Ahora nuestra compañera de trabajo está comprometida, pero ¿sabe bien en lo que se está metiendo? Pregúntale cómo piensa que la gerencia va a reaccionar ante esta acción y, si existe un posible riesgo que ella no haya considerado, adviérteselo.
- ¿Qué piensas que dirá el supervisor cuándo vayamos a su oficina?
- ¿Qué pasaría si se enfada y amenaza con ponernos una amonestación a todas? ¿Y si ofrece reunirse con una o dos personas, pero no con todo el grupo?
Hablad sobre los posibles resultados y luego pregúntale si todavía puedes contar con su participación: “¿algo de esto te ha hecho cambiar de opinión?”.
Esta parte puede sonar como que estamos desvirtuando la organización: después de todo el trabajo para animar a nuestra compañera a que se decida a actuar, ¿ahora estamos tratando de convencerla de que no lo haga? Sin embargo, de forma similar a cómo funcionan las vacunas contra un virus, la idea es ayudarla a desarrollar inmunidad a los ataques de la gerencia, dándole una pequeña dosis antes de que se exponga al asunto real. De esta manera, cuando la administración reaccione, el efecto no será tan grande. De hecho, si nuestra predicción es correcta, eso aumentará nuestra credibilidad y la de nuestro plan.
7) ESTABLECER UN PLAN DE SEGUIMIENTO
Como dijo el organizador Fred Ross: “el 90% de organizarse es dar seguimiento”.
Poneos de acuerdo sobre el siguiente paso y cuándo volveréis a hablar ahora que el compromiso con la tarea está claro. Tal vez quedaréis el jueves para entregar la petición, o ella le pedirá a dos de sus compañeras de trabajo que la firmen, o tal vez solo quedáis en hablar el viernes para que le cuentes cómo fue la entrega del día anterior.
Recuerda que el objetivo no es simplemente llevar a cabo esta acción única, sino que también estamos tratando de atraer gradualmente a más gente hacia el centro mientras construimos una red estable y duradera de comunicación. Estamos tratando de hacer que el defendernos, de una manera organizada, sea una parte normal y natural de nuestra vida laboral.
- ¿Puedes pedirle a Juana que firme también? ¡Genial! Me acerco al final del turno para saber cómo fue, ¿te parece?
EJERCICIOS
A) ESCRIBE TU CONVERSACIÓN COMO ORGANIZADORA
Elige un problema real de tu propio lugar de trabajo, así como una posible acción que podrías organizar para hacerle frente. Elige a una compañera de trabajo e imagina que vas a hablar con ella que se una a llevar a cabo la acción. Ve cubriendo todas las bases de una buena conversación organizadora. ¿Qué preguntas harías en cada uno de los pasos?
B) PRACTICA EN VOZ ALTA LA CONVERSACIÓN ORGANIZADORA
Al principio puede ser incómodo animar a tus compañeras de trabajo a que se enfaden y retarlas a que se enfrenten a sus temores. Pero al igual que todo, esto se vuelve más fácil con la práctica.
Si está leyendo esto en un taller o en grupo, practica la conversación con otra persona. Tomad turnos haciendo el papel de organizadora y compañera, y viceversa. Si estás leyendo esto a solas, pídele a una organizadora con experiencia que te ayude a practicar, o encuentra a una amiga o a un miembro de la familia para ensayar.
Pregunta a la otra persona sobre su trabajo, sea lo que este sea. Finje que tu también trabajas ahí, pero no sabes mucho todavía; tal vez eres nueva. Pídele a la persona que te diga cuál sería un lugar realista donde podría ocurrir estar conversación, por ejemplo el comedor. Pídele que haga todo lo posible por responder honestamente a tus preguntas, como si el ejercicio fuera una conversación real.
Empieza a indagar sobre los problemas. Haz todas las preguntas que se te ocurran para averiguar lo que esa persona valora y lo que odia sobre su trabajo, qué ha cambiado con el tiempo, qué cambiaría si tuviera una varita mágica. No tengas prisa.
Cuando creas que has encontrado el tema que más le interesa, agita e identifica quién tiene la responsabilidad. Mira a ver si puedes conseguir que la persona diga en voz alta que está dispuesta a hacer algo para solucionar el problema y a nombrar al culpable.
Luego habla sobre un plan para ganar e inspírala con la idea de que la unión hace la fuerza. Pídele que se comprometa a realizar una acción específica. Inocula contra los riesgos y pídele de nuevo que reafirme su compromiso con la tarea. Establece un plan de seguimiento y acordad cuándo volverás a ponerse en contacto con ella.
Después, habla con la persona que te ha ayudado a hacer el ejercicio sobre cómo fue. Averigua cómo se sintió en la conversación: ¿identificaste cuál es su prioridad? ¿Qué más podrías haber preguntado? ¿Qué partes de la conversación realmente le hicieron pensar o replantearse cosas? ¿Qué partes disfrutó más? Si se comprometió a realizar una acción, ¿por qué decidió hacerlo? Si no se comprometió, ¿qué podría haberla hecho cambiar de opinión?
A.H.U.Y. THERE!
El acrónimo AHUY (por sus siglas en inglés) es una abreviatura útil para recordar lo que se necesita para estimular a alguien para que actúe:
- (Anger) Indignación: esto es una injusticia. Tenemos que arreglarlo.
- (Hope) Esperanza: el cambio es posible. Podemos arreglar esto. Aquí está nuestro plan.
- (Urgency) Urgencia: ahora es el momento. Ya no podemos esperar.
- (You) Tú: puedes marcar la diferencia. Tu participación es importante.
Estas conversaciones cara a cara serán los cimientos que soporten nuestra forma de organizar a las demás. Pero es probable que no podamos tener conversaciones profundas con cada persona de nuestro lugar de trabajo. Al fin y al cabo, el día solo tiene 24 horas. Además, es probable que hayamos encontrado algunas compañeras de trabajo a las que no se puede convencer, que se siente como un muro. A lo mejor otra persona podría tener mejor suerte… si tan solo tuviéramos un equipo que trabaje de forma sincronizada. Entonces, ¿cómo saber con quién empezar? ¿A qué personas queremos traer hacia el grupo central? ¿Cómo podemos formar una red de comunicación que abarque a todas? ¡Más sobre esto en los siguientes artículos!
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