Grupos de WhatsApp de madres y padres: cuando cada tarea es una competición

Cuando en el cole —en lugar de las habituales galletas, zumos o batidos— se decidió llevar fruta en los cumpleaños, me volví loca de contenta: pelar unas manzanas, unas peras, unas mandarinas, meterlas en cuatro tuppers y a correr. Qué maravilla. Pero la burbuja se pinchó a las pocas semanas.

Colegio de primaria en Madrid 6
Álvaro Minguito Colegio de primaria en Madrid
15 feb 2020 06:00

En el cole de mi peque han hecho un decálogo de buenas prácticas para ser una ecoescuela. Además, apuestan por la alimentación sostenible y fomentan los desayunos saludables. En este camino hacia la sostenibilidad, un día se dieron cuenta de que la celebración de los cumpleaños era todo menos respetuosa con el medio ambiente. Las y los peques llevaban galletas y zumos o batidos con sus correspondientes pajitas. Decidieron que era el momento de alcanzar la meta de residuos cero. Y nos ofrecieron una alternativa sencilla, asumible e inclusiva: llevar fruta.

Cuando escuché la opción me volví loca de contenta: pelar unas manzanas, unas peras, unas mandarinas, meterlas en cuatro tuppers y a correr. Tuppers que reutilizamos, por supuesto. Residuos que podemos utilizar para hacer compost. Qué maravilla. Todo cuadra y además encaja en nuestro complicado horario. Salí de aquella reunión esperanzada. Pero la burbuja se pinchó a las pocas semanas.

El grupo de WhatsApp del cole se convirtió en un festival de coloridas propuestas que ni Ferrán Adriá

Estos días ha habido unos cuantos cumpleaños en clase que debían estrenar esta nueva propuesta. Nada arriesgada, natural, sin artificios. Fácil, amigable, sin conservantes ni colorantes. De repente, el grupo de WhatsApp del cole se convirtió en un festival de coloridas propuestas que ni Ferrán Adriá. Una competición entre padres y madres (más estas últimas porque somos las que nos solemos comer estas cosas) para ver quién insertaba mejor la fruta en delicadas brochetas o quién colocaba mejor el gajo de mandarina en un mimoso paquetito de papel 100% reciclable. Quise correr. Pero no pude. No puedo.

El otro día pregunté a mi hijo qué quería que lleváramos para su cumpleaños. Mal, no debería ni haber preguntado. “Quiero un palito con una composición de frutas que sean verdes y con manzana de queso”. Remal. He perdido a mi hijo. Ya me le han convertido en un seguidor de Máster Chef. ¿Y dónde me meto yo ahora con mis cero artes culinarias y nuestro asfixiante calendario? ¿Mi hijo será el niño más triste de clase cuando llegue con cuatro tuppers de mandarinas? ¿Le harán bullying por no tener un padre o una madre con tiempo para innovar?

Llegados a este punto, es el momento de ponernos serias. Señoras y señores de los grupos de WhatsApp de madres y padres: pensemos en todas las criaturas que componen la clase y fomentemos la inclusividad de todas las familias. Hay madres que trabajan, dentro, fuera, solas, mal acompañadas, en situación precaria, con cientos de cargas. Migrantes, trabajadoras del hogar, internas… que no pueden permitirse perder una tarde en hacer brochetas. No generemos necesidades en las peques que ni tenían ni debieran tener. Igual que colectivizamos los gastos de materiales para que ninguna peque lleve una carpeta o un estuche más chulo que el de al lado, simplifiquemos cuando las profes manden algo.

No generemos necesidades en las peques que ni tenían ni debieran tener

Y dejemos a las niñas y niños que participen, que sean ellas las que se responsabilicen, las que aprendan. Las tareas del cole no son tareas de las mamás o los papás. No pasa nada si llevamos un tupper de fruta deconstruida. Puede ir incluso en la línea de la cocina fusión que está de moda, si lo que se pretende es sorprender.

Ayer me llegaba un cuestionario diseñado por la asociación Yo no renuncio del Club de Malas Madres. Intentaba medir nuestro grado de invisibilidad en esta sociedad donde la conciliación es una manoseada falacia. Donde las cargas, las sobrecargas, las cuestas, y las sobrecuestas impiden la crianza. Donde no hay tribu, no hay ayudas, los cuidados no están en el centro de la sociedad y caminamos hacia el lado contrario de la vida. No nos pongamos el camino aún más difícil. Intentemos facilitarnos las tareas. No coloquemos aún más vallas, que la carrera de la maternidad ya es, de por sí, muy complicada y está repleta de baches. Una macedonia de dificultades que debemos triturar para que sean más digeribles.

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