Viñeta del cómic ‘Cómo salvar la industria del cómic’ de Javier Marquina y Rosa Codina, publicado en 2023
Viñeta del cómic ‘Cómo salvar la industria del cómic’ de Javier Marquina y Rosa Codina, publicado por ECC en 2023.

“El sesgo del superviviente”: la polémica sobre las ayudas al cómic que explica la precariedad en la cultura

Problemas con las bases ­—calcadas de otras disciplinas—, asociaciones creadas para mediar con la Administración, ataques machistas a las autoras beneficiadas y mucha ansiedad en un sector donde casi nadie puede vivir de su arte protagonizan la primera edición de las ayudas a la creación de cómics en España.
Imagen: viñeta del cómic ‘Cómo salvar la industria del cómic’ de Javier Marquina y Rosa Codina, publicado por ECC en 2023.
12 dic 2025 06:00

El 8 de octubre se conocieron los nombres de los beneficiarios de las primeras ayudas a la creación de cómic del Ministerio de Cultura. Una convocatoria similar a la que existe en otras disciplinas, como novela, teatro o guión cinematográfico, pero inédita para un sector mucho más precarizado que el resto de industrias culturales.

El proceso de creación y ejecución de estas subvenciones, así como las polémicas inevitables —tan habituales en el mundo del cine, por ejemplo—, sirven para dibujar los problemas de las profesiones culturales.

Quejas sobres las bases, acusaciones de ‘dedazos’, sectoriales que asumen la dependencia del Estado como única vía… Y, sobre todo, el “sesgo del superviviente”: en un sector cultural donde es difícil profesionalizarse, la creencia de que la siguiente ayuda lo permitirá mantiene a la parte más precaria, la creativa, haciendo la máquina funcionar.

“Una herramienta de intermediación”

El pasado mes de mayo, el Ministerio de Cultura publicó la convocatoria de las primeras subvenciones para la creación de cómics de autoría nacional. 40 ayudas de 25.000 euros (a repartir en caso de autoría compartida) y con el compromiso de concluir la obra. Una medida recibida por el mundo del tebeo como un triunfo no solo económico, sino también simbólico.

“Llevábamos cuatro años pidiendo una ayuda como esta”, explica Alejandro Casasola, presidente de la Sectorial del Cómic de España y director del Salón Granada desde 1994. “Todo el sector es un poco precario: librerías especializadas que van justitas, editoriales que se mantienen porque tienen mucho cariño por el medio. Pero la parte más fastidiada es la autoral”.

Desde esta organización calculan que “si en 2024 se publicaron unas 400 novedades de autores españoles, sabemos que de la siguiente tanda al menos el 10% tendrán apoyo para trabajar dignamente”. Para Casasola es un intento de “retener talento, porque una editorial española es poco habitual que alcance los entre 30.000 y 50.000 euros que pagan en Francia”.

La Sectorial del Cómic agrupa a profesionales del medio y organizaciones patronales o autorales. Nació en diciembre de 2020 como, en palabras de su presidente, “una herramienta de intermediación con la administración”. No es un organismo libre de polémicas, ya que en abril de este año algunas asociaciones pidieron la dimisión de Casasola por una condena por la copia de la marca de un evento rival en Granada. Un mes después fue reelegido en el puesto.

En 2024 la Sectorial presentó junto al Ministerio el Libro Blanco del Cómic en España, que puso cifras al sector: 130 millones de facturación anual, más de 1.500 autores en activo (solo el 21% no tiene otra actividad laboral y el 65% cobra por debajo del SMI) o 335 sellos editoriales (solo 80 publican más de cinco novedades al año). “Una industria pequeña, pero industria, que merecía sus propias ayudas”, asegura Casasola.

Para el crítico Pablo Vicente, colaborador del pódcast de El Salto Qué grande es el cómic, estas ayudas son “un tercer enfoque” tras la creación del Premio Nacional [30.000 euros de dotación] en 2007 o medidas como el Bono Cultural Joven, “que en parte podía animar a los lectores a comprar tebeos”. “Dentro de la oferta política que tenemos, el PSOE decidió echarse al hombro el impulso a este sector”, añade, considerando que Sumar ha seguido las pautas socialistas.

Problemas con las bases y polémicas en redes

Como ocurre en cine o literatura, al trámite no le han faltado interpretaciones calenturientas y polémicas varias. Al aparecer el primer borrador de las bases, en abril de 2025, un digital de extrema derecha acusaba al Ministerio de “discriminar” a los autores varones por valorar con 15 puntos la brecha de género. En octubre, en redes sociales se acusó de favoritismo sobre la periodista y escritora Cristina Fallarás, ignorando que recibía la ayuda por un proyecto conjunto con Carla Berrocal, conocida ilustradora y dibujante con 15 años de trayectoria a sus espaldas. La polémica estalló porque las bases de la convocatoria dejaban claro que, en el caso de proyectos de autoría conjunta, todos los autores deben cumplir todos los requisitos, siendo uno de ellos que los creadores han de acreditar la publicación por una editorial de al menos una obra previa.

En mayo, una publicación en Bluesky ponía el foco sobre presuntas malas prácticas de las editoriales. Tener un contrato comprometido para publicar la obra otorga 10 puntos. Pedro Cifuentes, conocido por sus tebeos de divulgación histórica y su reivindicación de los valores educativos del medio, advertía, sin dar nombres, que una editorial le había ofrecido un “contrato” para publicar a cambio de un porcentaje si recibía la subvención. Otros autores han confirmado a El Salto intentos similares en que los que las empresas “argumentaban que no ganan nada”. La Sectorial niega este tipo de prácticas.

En septiembre llegó un comunicado de la Asociación Profesional de Guionistas de Cómic (ARGH!) por la exclusión de 40 obras debido a que violaban el criterio de prepublicación. Kiko DaSilva, uno de los autores afectados, asegura a El Salto que “es injusto y crea un precedente preocupante. Lo que penaliza es enseñar el proceso creativo en nuestras redes, en mi caso bocetos o las técnicas que empleo. Un making of no es una película. Ningún editor te cancela el contrato por enseñar un boceto. Probablemente han copiado o rehecho estas bases a partir de alguna ayuda de guion o de literatura, creando un problema donde no existía”. La Sectorial argumenta que “es la primera vez y habrá que ir afinando las bases”.

A lo largo de la elaboración de este reportaje algunas personas pidieron no aparecer con su nombre, otras declinaron participar e incluso retirar declaraciones ya realizadas meses o semanas antes. Dos asociaciones que habían accedido a contestar, después de recibir por correo las preguntas de El Salto, no respondieron a las mismas ni a nuevos intentos de comunicación por parte de este medio para aclarar los motivos.

“La sensación”, comenta una de estas fuentes anónimas, “es que este mundillo es muy pequeño y lo mejor es no señalarse. También corría la voz de que desde el Ministerio se dejó caer extraoficialmente que estaban hartos de comunicados. La actitud de mucha gente ha sido que es mejor no criticar a quien te tiene que dar la ayuda. Sobre todo para que la sigan convocando”.

El Ministerio de Cultura tampoco ha respondido a las peticiones de información de El Salto, en ningún punto de la tramitación de la ayuda y sobre ninguna de las cuestiones que plantea este reportaje.

Los peligros de las ayudas

“En líneas generales, quiero pensar que están ayudas van a ser positivas”, afirma Fernando Llor, uno de los pocos autores que ha accedido a responder con nombre y apellidos a El Salto y que desde su blog Escribiendo cómics ha seguido las diferentes polémicas. “¿Por el hecho de que haya aspectos que mejorar o debatir debemos considerar malo todo el proceso? No lo creo”.

“El problema no es que existan las ayudas, es que se quiera fiar el futuro de la autoría española única y exclusivamente a que venga el Estado a sacarnos las castañas del fuego”, opina Fernando Llor

Llor atendió a este medio antes de conocerse la resolución definitiva, en la que es uno de los receptores de la ayuda, pero explicando que estaba dentro del proceso: “La parte creativa ahora mismo necesita dinero venga de donde venga. El problema no es que existan las ayudas, es que se quiera fiar el futuro de la autoría española única y exclusivamente a que venga el Estado a sacarnos las castañas del fuego”.

Para él, “heredamos un sistema editorial que podía tener cierto sentido hace décadas, pero ahora está obsoleto y perpetúa situaciones de extrema pobreza en la clase autoral. Si seguimos inundando el mercado de novedades, seguirá aumentando la rotación en las librerías, y eso ahoga a los libreros. Las editoriales, sobre todo las pequeñas, sacan más títulos de los que pueden gestionar. Para poder hacerlo deben reducir costes, hacen tiradas más pequeñas y pagan adelantos más cortos. Eso empobrece todavía más a las autoras porque en un elevadísimo porcentaje es el único dinero que reciben”.

Según Pablo Vicente, por su parte, “el gran peligro que tienen tanto los premios como las ayudas que dan los gobiernos es que pueden funcionar como formas de pastorear la creatividad. Pueden empujar a los autores a que creen únicamente cómics pensados al gusto del comité del Premio Nacional o del que decide las ayudas”. Son, además “prescriptivos, le recomiendan a los lectores lo que deberían leer frente a lo que no tiene ni premios ni ayudas”, añade el crítico. “Dentro de la gran variedad de obras y estilos que se publican, existe el riesgo de que acaben marcando una dirección que reduzca esa variedad”.

Vicente también pide prudencia: “Vamos a tener que esperar mucho tiempo para saber qué efecto van a tener. Lo que estas ayudas, o las siguientes, tienen que conseguir es que la industria consiga estabilidad suficiente para mantenerse por sí sola”.

El “sesgo del superviviente”

Iñaki Vázquez Álvarez, profesor de la Universidad de Barcelona e investigador de la industria del libro que ha estudiado la precariedad en las industrias cultural, considera que las ayudas directas a la creación son necesarias, aunque poco efectivas. Este experto distingue dos perfiles en lo que llama “el trabajo creativo primario”. Por un lado, “aquellas personas procedentes de la clase media, con padres vinculados a profesiones liberales, que se han creído del discurso del emprendedor cultural o artístico y piensan, por el sesgo del superviviente, que tienen posibilidades de ganarse la vida con su trabajo”. Por otro, las procedentes “de elites culturales y/o económicas, con capital cultural y relacional, y con acceso a rentas del capital”. En el primer caso, “las ayudas directas a la creación pueden paliar momentáneamente la precariedad, pero posteriormente pueden ser contraproducentes para el que las recibe, ya que pueden posicionarlo en la falsa creencia de que podrá ganarse la vida con su trabajo artístico, lo cual es estadísticamente falso”. Y en el segundo, “esas ayudas pueden paliar una precariedad impostada, y posteriormente legitimar su trabajo artístico en diferentes ámbitos”.

Vázquez recuerda que “si observamos detenidamente la composición de clase de los creadores, podremos ver un fenómeno de nepotismo, que parecía haberse diluido entre los años 70 y 90 en los países de altas rentas, en el que son los vástagos de las elites quienes ocupan los trabajos de relevancia o visibilidad en las industrias culturales”.

Para este investigador, “el sesgo del superviviente impide a los trabajadores culturales tomar consciencia de cuáles son sus verdades condiciones materiales de existencia, y actuar y organizarse para cambiarlas”.

Cómic
Un tebeo (y este reportaje) para salvar la industria del cómic (si hay que salvarla)
Cobrar mil euros por el trabajo de un año en un cómic es habitual, según denuncian guionistas y dibujantes. Abandonar la idea de dedicarse profesionalmente al tebeo o llamar a la puerta de otros mercados son las salidas que ofrece la industria en España.
Laboral
Seis de cada diez autores de cómic en España ganan menos del SMI y solo dos de cada diez viven de ello
El Libro Blanco del Cómic en España retrata unas condiciones laborales críticas para quienes crean tebeos en este país.
Cómic
¿Dónde están los originales de la vieja Bruguera?
Los herederos de los dibujantes de la mítica editorial Bruguera pelean por recuperar las páginas aún en poder de Prensa Ibérica, o al menos conocer su estado de conservación.
Cargando valoraciones...
Comentar
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.
Cargando...
Cargando...
Comentarios

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...