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Los gallos cantan como si tuvieran en mente despertar al mundo entero desde el departamento del Chocó, al noroeste de Colombia. El río Tamaná, que todavía fluye a oscuras, circunda un pequeño pueblo imposible de adivinar detrás de las montañas. Las luces de las linternas alumbran sin objetivo fijo al final de la calle principal. En esta comunidad solo hay dos caminos. Son las cuatro de la mañana y los rancheros, aquellos que se ocupan de las comidas del día, ya están en pie. Encienden la leña para hacer café y comenzar a hacer el desayuno. Cada ranchero lleva un fusil en el hombro, están vestidos de camuflado, en el brazo izquierdo de alguno, su identificación: en letras blancas sobre un fondo rojinegro se lee ELN. Son el Ejército de Liberación Nacional, la última guerrilla de Colombia.
A las 6h ya están todos los guerrilleros dispuestos para la formación regular. A un brazo de distancia de cada compañero con equipaje completo, la mayoría: traje y gorra de camuflado, botas de agua, chaleco, fusil y algún que otro lanzagranadas. Las montañas que presiden el pueblo están cubiertas de nubes ligeras. Detrás de ellas el sol asoma, hoy con ganas de calentar.
“La imagen del año”, han comentado algunos fotoperiodistas que han visitado los campamentos del frente occidental. Desde hace mucho tiempo no hay imágenes de las formaciones del ELN y menos tan numerosas. En este frente son unos 70.
El Ejército de Liberación Nacional nació inspirado en la revolución cubana en 1964, desde entonces luchan por el socialismo en Colombia, aunque ya tienen claro que no se van a tomar el poder, su estrategia es de “resistencia activa para que no se acabe con el acerbo militar en Latinoamérica”, acepta la guerrillera encargada del estudio en el frente, quien prefiere mantenerse en total anonimato. El ELN pactó por primera vez desde el comienzo de su lucha un cese al fuego bilateral y temporal con el Gobierno colombiano, lo que le ha dado la oportunidad de reagruparse.
El silencio temporal de las armas que se da en el marco de las negociaciones en Quito (Ecuador) para llegar a un Acuerdo de Paz, comenzó el pasado 1 de octubre y finaliza el 9 de enero de 2018. Diferentes sectores demandan su prolongación, desde las comunidades hasta políticos, académicos y escritores. Todos esgrimen las mismas razones: el cese le ha dado un respiro a la población civil, siempre en medio del fuego. Precisamente en una de las comunidades que ha sentido el alivio se encuentra ahora el frente guerrillero Che Guevara, que forma parte del Frente de Guerra Occidental Omar Gómez. “Ahora se duerme rico”, comenta doña Alejandra, vecina y encargada de la tienda de los teléfonos, sobre la presencia de los elenos, como se les llama a los integrantes del ELN de manera coloquial.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dejaron los territorios en los que habían operado durante más de 50 años entre el 28 de enero y el 18 de febrero de 2017, partieron hacia las Zonas Veredales Transitorias de Normalización para proceder al desarme y preparar la entrada a la vida civil. En ese momento se inauguró el posconflicto.
Después de la partida de las FARC, el miedo aumentó en esta comunidad, se sucedieron amenazas y llegadas extrañas por las noches: “Aquí el Ejército viene 15 días al año, ¿y el resto qué?”, se pregunta doña Alejandra. Un escenario representativo de la falta de Estado, la enfermedad crónica del país, tanto en servicios públicos como en seguridad: a esta comunidad solo es posible acceder en lancha, no hay agua potable, la atención médica que reciben es de una enfermera privada, el centro médico más cercano está a tres horas navegando por el río, carecen de electricidad continua, tampoco llegan la Policía ni el Ejército. Eso sí, hay educación.
“Lo que hay en los Acuerdos [entre entre el gobierno y las FARC] es básicamente lo que debiera de cumplir un Estado social de derecho como dice Colombia que es. Si tuviera voluntad de llevar eso a la práctica no necesita llegar a un acuerdo con la guerrilla, lo puede hacer sin diálogo con la guerrilla, sin el prerrequisito de la desmovilización guerrillera, simplemente hacerlo”, argumenta Uriel, comandante del Frente de Guerra Occidental Ómar Gómez y añade: “Es posible que ejecutando y llevando a cabalidad todos esos acuerdos le quiten sustrato a nuestras razones de existir”.
Hasta el 1 de octubre los frentes estaban dislocados, divididos en escuadras de entre 7-15 personas. Así, esta reagrupación ha servido para recordar y practicar el régimen campamentario: cocinan con leña, hacen formaciones, estudio y se preparan militarmente: los días se suceden en un entrenamiento constante para la arremetida. Andrés, un eleno de las fuerzas especiales, salió de la cárcel hace pocos meses y acaba de volver al frente Ómar Gómez para entrenar a los recién ingresados, “los muchachos estarán preparados para cuando termine el cese”, sentencia.
Comienzan los matutinos en la cancha de fútbol. A las pocas vueltas al campo Angie se queda atrás. Es el primer entrenamiento al que asiste después de un tiempo. “Algunos no entrenan porque están enfermos”, comentó hace un par de días. Angie, cuenta, abortó “hace como un mes. Me quedó doliendo la cintura porque no me cuidé, me puse a cargar una cosa de esas -señala una viga de madera-, y me lastimé la cintura. Pero antes si entrenaba, lo que pasa es que no me había dado cuenta de que estaba embarazada y por eso lo perdí”. Fue natural, “pero si hay veces en las que las hacen abortar”, sentenció mientras se alejaba.
Si se quieren tener hijos dentro del ELN es necesario centralizar la decisión, es decir, pedir autorización y se han de dar determinadas condiciones: “Parejas con más de tres años cada uno en el ELN y más de dos años de estabilidad como pareja, máximo dos hijos”, comenta el comandante Uriel. Si una chica se queda embarazada y no se dan estas condiciones, explica Uriel, “en algunos casos se practican los legrados [eliminación de tejido del útero mediante raspado o cucharillado. Entre otras, su función es practicar abortos quirúrgicos o como tratamiento tras un aborto espontáneo]; es opción de las mujeres. Ese es el criterio, pero uno no puede obligar a nadie, las mujeres que quieran acceder se practican el legrado. Hay otras que no, que se marginan de la organización, otras lo tienen y por ahí hemos visto muchos niñitos que son elenos”.
Angie, de 16 años, avanza caminando. Andrés grita: “¿Ustedes saben cuánta capacidad tiene el enemigo para correr y para trotar?”. Juan, un joven afro, como la mayoría en este frente y más del 80% de la población chocoana, encabeza la serpiente que marea a la cancha y a sus espectadores, los vecinos. Al pasar por el lado de Angie la agarra de la mano para que coja el ritmo, así avanzan pocos metros, hasta que Angie no puede más y se apoya en la barandilla de casa de Fabio, de donde también cuelgan fusiles y chalecos que los chicos y las chicas dejan mientras entrenan.
Fabio, como casi todos los vecinos que tienen palco en la cancha está apoyado en el alfeizar de su ventana hipnotizado por aquel reptil que va en marcha 4. Hoy son las graduaciones en el pueblo y Fabio es uno de los que recibirá un diploma. “Yo como que no me identifico, siempre he tratado de estudiar y de estudiar, la verdad es que soy hasta miedoso”, dice respecto a la posibilidad de unirse a la guerrilla.
“Un eleno
no se rinde.
Si se rinde
no es eleno”,
gritan los jóvenes guerrilleros.
Doña María también los observa desde su casa y da en un vasito metálico, sudoroso cual cerveza, agua a aquellos que durante el descanso se lo piden. Doña María está acostumbrada a la presencia guerrillera, aunque antes era mayormente de las FARC. “Pues como le dijera yo, pues sí, normal, porque ¿a dónde vamos nosotros que no haiga grupos armados? Entonces para mi, eso es normal”. Y agradece la presencia de este grupo, “teníamos mucho miedo con la presencia de bandas que ya últimamente habían llegado aquí a atacar el pueblo. Imagínense ustedes mataron a un señor a punta de piedra, un comerciante que era nativo de aquí del pueblo, eso nos atemorizó mucho a nosotros que no estábamos acostumbrados a una cosa de esas. Cuando sucedió eso algunos pensábamos de irnos. Y ahora en estos momentos pues la cosa está calmada porque están ellos”, añade. Según la agencia de la ONU para refugiados, Acnur, Colombia sostuvo durante 2017 el primer puesto en la lista de países con mayor número de desplazados internos con un acumulado de 7,4 millones de personas.
A las 12h, la mayoría aún sucios y sudorosos después de un entrenamiento de cinco horas. Con una sola pausa para el desayuno, comen. En paralelo, algunos integrantes del ELN hacen vídeos para potenciar la campaña mediática de la organización. Esta campaña comenzó con la liberación del excongresista Odin Sánchez, a quien tenían secuestrado, en febrero del año pasado. Ahí fue creada, más por los medios de comunicación masivos que por el ELN, la figura del comandante “Uriel”, lo que ha venido aprovechando el grupo guerrillero para tener una voz desde las montañas del Chocó. Así pues ahora “Uriel” tiene cuenta de Instagram, Twitter, canal de YouTube y tuvo fanpage de Facebook, aunque esta última se la han cerrado ya cinco veces. La guerra de guerrillas 2.0. Andrés, el entrenador, recita a cámara: “No queremos ver nuevamente a los paramilitares siendo la mano negra del Estado”, mientras sostiene un plato de arroz con atún y huevo. La balaca del ELN le cubre el rostro y el micrófono que le han puesto. Lo de la comunicación se lo han tomado en serio.
En los cruces principales del pueblo hay carteles que anuncian la graduación, toda la comunidad está invitada. La cita es en el colegio a las 14h, aunque a esa hora el único preparado es el comedor, hoy convertido en salón de actos. Ningún recinto del colegio tienes cristales en las ventanas: rejas para que fluya el aire. De la ventana más grande del comedor cuelga a un lado la bandera del Chocó —verde, amarillo y azul—, al otro la de Colombia —amarillo, azul y rojo—. Una mesa larga para los profesores, a un lado los graduados y al otro sus familias. Globos blancos y rojos decoran el lugar. Las sillas de plástico esperan.
Algo más puntuales, pasadas las 14h los guerrilleros acuden a la sala de estudio. Aunque normalmente se habla de los símbolos del ELN, su himno e ideología hoy el tema es la igualdadAlgo más puntuales, pasadas las 14h los guerrilleros acuden a la sala de estudio. Aunque normalmente se habla de los símbolos del ELN, su himno e ideología hoy el tema es la igualdad. Les explican que machismo es cuando les dan a las chicas del frente la ropa para que se la laven, cuando les dan los platos para que se los limpien e incluso las armas para el mantenimiento... Algunos se ríen. Efectivamente, se dan por aludidos. En el frente la mayoría de chicas son afrocolombianas, hay algunas indígenas y un par de paisas, como llaman a los no-negros en el Chocó. Las indígenas, explica la guerrillera encargada de las formaciones, “están en el último escalón de la sociedad, las afro un poco más arriba. Su entrada al ELN es como una liberación”.
Las particularidades culturales del país se incorporaron al ELN en un principio desde lo religioso con los postulados del cura Camilo Torres sobre la teología de la liberación y el amor eficaz. Sin embargo respecto a indígenas y afros, indica la misma guerrillera, “apoyamos sus luchas, pero nosotros no nos definimos como marxistas-leninistas-indigenistas”, se quedan con los dos primeros adjetivos. La articulación se ve más en el diálogo que en una apropiación e inclusión de las formas de hacer de los pueblos originarios y afrocolombianos. Estos grupos representan un alto porcentaje de un total aproximado de entre 2.000 y 2.500 combatientes. En este frente uno de los pocos paisas es Julio, comandante del Frente Guerrillero Che Guevara.
Hacia las 15h comienzan a llegar graduados y familiares, elegantes. Los protagonistas de la celebración son los que entran a primero de primaria, los que la acaban, aquellos que finalizan noveno de bachillerato, una especie de frontera de la educación obligatoria [es decir, 3º de la ESO] y los que culminan 11 años de etapa escolar.
Las togas de color granate y los birretes a conjunto vienen prestados de otro pueblo. Las madres desde fuera del salón de clase convertido en vestidor comentan, “es que allá son más altos…” y ríen, no paran de reír. A la entrada del salón de actos le ponen a cada asistente una flor de tul blanca y roja con un alfiler. Las madres abundan, los padres son escasos y se ponen todos al final del salón, los cinco, juntos. Mientras esperan a que comience el acto suenan vallenatos, salsa y hasta alguna balada. En el Chocó puede faltar de todo, nunca la música.
Llaman a los graduados de mayores a pequeños. Desfilaron futuros fiscales, abogados, psicólogos, ingenieros, bailarinas y médicas... Como escrito para la ocasión entonaron el himno del Chocó.
Oro tienes y platino,
Tierras fecundas y buenas,
selvas vírgenes que brindan,
flores, frutos y maderas.
Y una juventud ansiosa
de temprana y clara luz
que enarbola entre sus manos
la pala, el libro y la cruz.
Los recursos naturales en conjunto se han convertido en la maldición de este territorio totalmente expoliado. Algunos ríos ya se han dado por muertos por la contaminación del mercurio utilizado en la minería ilegal de mediana y gran escala, ahora sirven sólo como vías de comunicación. El pescado sale envenenado, las aguas son turbias y en algunos es imposible darse un baño. La economía es totalmente sumergida dado el abandono estatal y la corrupción a los que ha estado sometido el departamento: no hay carreteras, por lo tanto si se cultiva, la vía lógica dada la fertilidad de estas tierras, es imposible comercializar.
La minería a mediana y gran escala de la zona paga “vacunas”, extorsiones al ELN. Esta es una de las principales formas de financiación del grupo guerrillero, junto con los secuestros o “retenciones”, como prefieren llamarlos. Las autoridades estatales también piden participación en el pastel minero, si no hay pago les queman las dragas y las máquinas perforadoras. Un total de 40.780 hectáreas del departamento del Chocó han sido declaradas “con total afectación” por la extracción de minerales, según el Sistema de Monitoreo Antinarcóticos de la Policía (Sima). Al no tener obligaciones con el Estado no hay control sobre los materiales que se usan en la actividad: el mercurio y el cianuro fluyen a sus anchas. Ni por la recuperación del medioambiente una vez hecha la explotación: las orillas de los grandes ríos son un cementerio de dragas, abandonadas o quemadas, rodeadas por tierra infértil y susceptible de derrumbe.
La economía familiar se basa en la minería a pequeña escala, los bareques. El barequero o barequera pasa horas en el agua agachado lavando arenas para encontrar metales preciosos. La actividad se realiza en una especie de plato grande de madera con un agujero en medio, todo de manera manual. En ocasiones estas aguas también están contaminadas y como comenta doña Alejandra, quien también regenta la farmacia, uno de los productos más vendidos son los lavados vaginales porque a las mujeres les dan muchas infecciones.
Los profesores no avisaron que la gaseosa y el vino de manzana que se habían repartido eran para alzar las copas. En el momento del brindis casi nadie tenía bebida, rápidamente la repusieron. “Cuidado me lo rompen”, bromea una madre respecto a los vasos de plástico. En esta zona del país se celebra por lo alto todo lo que tiene que ver con reconocimiento académico, quizás por lo difícil que es para muchos acabar el bachillerato.
Fabio tiene 20 años, el día de hoy para él “es algo que estaba esperando desde hace mucho tiempo, a pesar de que con muchas dificultades. No pude acceder a la educación temprano. Empecé como a los 9 años que entré a primero de escuela. Con mucha dificultad me tocaba caminar como hora y media de ida y hora y media de regreso. Duré cuatro años yendo y viniendo cruzando un río en canoa o en lancha, y de ahí, por el camino”. Le gustaría trabajar con niños y jóvenes, los vulnerables, porque “desde la casa hay mucho maltrato y eso se refleja en el colegio”, reconoce. Quiere estudiar psicología. Aunque no está muy seguro de entrar a la universidad, por la parte económica, ya que su hermano de 18 años también se graduó hoy y su madre tiene con su padre cinco hijos y su padre en total más de 20. En el 2005, año en el que se realizó el último censo de Colombia, el 45% de la población del Chocó era menor de 15 años, las oportunidades de estudios superiores son limitadas, la educación pública sufre de desinversión y el mundo laboral se limita al trabajo informal.
Mientras en el cole la alegría, sobre todo maternal, continúa, los elenos están en el régimen cerrado: presenten arrrr (armas), algunos no tienen armas, entre ellos Karina, hace pocos días le quitaron el fusil porque el que tenía era demasiado grande. Karina tiene 16 años y lleva dos meses junto al ELN, es decir, siempre durante el cese al fuego. “Esto por aquí es muy duro, yo cuando me digan que me puedo devolver me voy, aunque dicen que uno no se puede ir hasta pasados tres años”. “Si saben qué es un miliciano?”, pregunta Karina, “pues yo era como de eso en mi pueblo, hasta que un día me dijeron que la Policía me andaba buscando. Le dije a mi mamá que me iba a una finca, hice la maleta y me vine”.
Karina habla como cualquier chica de su edad, cuando pasa por el lado de un grupo de compañeros pregunta: “¿Qué fabrican, pereza?”. Este año estaba cursando octavo de bachillerato [lo equivalente a 2º de la ESO]. Cuenta que estaba en ese curso porque es la más “jodida”, rebelde, de todas sus hermanas. Tiene dos hermanas gemelas que dejaron el colegio al mismo tiempo para casarse y acaban de dejar a sus maridos. Lo dice contenta: “Claro, porque así terminan de estudiar”. A ella también le gustaría acabar el colegio y estudiar veterinaria. Cuando se le pregunta por la revolución por la que dentro de poco comenzará a luchar dice “la revolución… Si, porque ellos [el Estado] no cumplen con los derechos que las personas merecen”. Aunque, confiesa, a ella si le da miedo la guerra, no quiere morir tan joven.
Poco después de la cena, a las 17h, se hace la luz eléctrica. En esta comunidad no hay electricidad en todo el día, dependen de una planta alimentada con ACPM. Cada 15 días o cada mes, según cuando se acabe, todas las casas ponen 10.000 pesos [poco menos de tres euros] para pagar la gasolina y al que sube y prende y apaga la planta cada noche sobre las 22h. Algunas familias, sobre todo negocios como los billares tienen generador propio. Sin embargo, de día sin luz no se pueden utilizar neveras, no se pueden conservar las carnes ni las frutas con el calor que hace, hasta la dieta se ve afectada por la energía intermitente.
A las 6:30h hay estudio. Los temas son variados, en estos días se habla bastante sobre el medioambiente. Hoy lo primero fue un videoclip de la chilena Ana Tijoux “Antipatriarca”, después “La historia de las cosas”, sobre la extracción de recursos para el consumo y su afectación a las comunidades. Una de las características tormentas del Chocó se desató al final del último vídeo, el golpe de la lluvia contra las tejas de zinc era ensordecedor. Se da la sesión por terminada. Poco a poco los chicos y chicas bajan del salón de clases improvisado, dudosos ante tal lluvia. Al final quedan en la sala Mónica y Juan, él de alguna manera consolándola.
Mónica lleva cuatro meses con el ELN. Antes venía ocho, quince días, estaba con ellos y se devolvía a la ciudad. Sin embargo, hace una semana salió a dejar a los dos hijos con los que vino en casa de un familiar. “A mí me ha tocado muy duro, este es un espacio que me sirve para pensar, plantearme las cosas, es como una distracción”, dice. Mónica conoció al padre de sus cuatro hijos a los 11 años, a los pocos días él se mudó a vivir con ella y con su madre. A su primer hijo lo tuvo a los 13 años y del último hace dos.
“Dejé de estudiar el año que pasaba a octavo [el equivalente a 2º de ESO], porque él no me dejó volver, decía que me quedara en la casa con los niños”, narra. El “maltrato intrafamiliar”, como lo describe Mónica, es una de las razones por las que acabó en el ELN. “Yo cuando estaba en la casa lo miraba y pensaba, yo no sé qué hago viviendo con este señor que ayer me pegó. Uno perdona pero no olvida”. Hace dos años él, cuenta Mónica, “casi me mata”, y añade “sin embargo, yo continuaba con él por mis hijos. Me aguanté un año más pero ya después decidí dejarlo”. Un día cogió un bolsito, se lo cruzó, sólo llevaba diez mil pesos [tres euros] que le había quitado a él, le preguntó al segundo de sus hijos si quería irse con ella, dijo que no. Llegó a casa de su padre con los dos más pequeños, los mismos con los que vino y acaba de dejar en la ciudad. “Desde ahí llamé a mi hermana que me dijo que me viniera, porque ella antes estaba en este frente, ella es mando”.Hasta que el Estado no haga presencia permanente en los territorios estos jóvenes encontrarán en los grupos ilegales de distinto signo una opción de vida. Mientras el único objetivo del gobierno colombiano sea desarmar a los grupos guerrilleros sin contemplar de manera sincera una paz con justicia social, estos grupos se reciclarán o lo que es peor, pasarán a ocupar su lugar paramilitares o pequeñas bandas criminales sin proyecto político y sin un interlocutor claro. Hasta que aquellos que detentan el poder no dejen un espacio para la participación, como se contempla en el Acuerdo de Paz del Teatro Colón con las FARC, seguirán sufriendo de la ceguera propia del que mira desde kilómetros de distancia.
La lluvia no cesa. En el otro extremo de la calle principal Fabio pasa su noche de graduación sentado en la barra fuera de un billar. La música está a todo volumen, nadie baila, están viendo el partido de fútbol Tolima-Santafé. Fabio invita a un hombre a una cerveza, pide dos, su segunda y última. Justo cuando se levanta para irse se lee en las pantallas led del estadio Manuel Murillo Toro de Ibagué “9 de enero. Llega a las 9 pm…” El 9 de enero acaba el alto al fuego bilateral entre el gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional, no es eso lo que se anuncia. Paradójicamente ese mismo día comienza el programa de televisión “Colombia ríe”. ¿Ríe Colombia?
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No hubo prolongación del cese al fuego. El 10 de enero Colombia se despertó con un recuento de las acciones militares del ELN, ataques a estructuras petroleras en diferentes lugares del país y el asesinato de dos policías y un soldado.
Pasadas pocas horas el presidente de la República Juan Manuel Santos solicitó al recién estrenado grupo negociador del gobierno que volviera a Colombia desde Quito. La quinta fase de las negociaciones no comenzaría en ese clima.
El sábado 27 de enero el ELN perpetró un ataque a una estación policial en Barranquilla. El saldo fue de cinco policías muertos y 41 personas heridas. El presidente Santos pidió coherencia al grupo guerrillero. Las negociaciones, más cercanas a romperse definitivamente que a retomarse, se suspenden.
Dos días después el frente Che Guevara en el Chocó fue bombardeado por el Ejército colombiano. Cuando las Fuerzas Militares llegaron a la zona confirmaron, además de la captura de cuatro presuntos guerrilleros, la muerte de tres y seis heridos. Los bombardeos sucedieron en zonas muy cercanas a comunidades indígenas por lo que, debido al miedo, hay un alto riesgo de desplazamiento de estas poblaciones a los núcleos urbanos. El 26 de febrero, el ELN anunció un alto el fuego en el mes de marzo, coincidiendo con las elecciones al Congreso colombiano.
Algunos nombres han sido cambiados por la seguridad de las personas que participaron.
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