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Lo que dijo / lo que hizo: Germaine Dulac, montaje contra el fascismo
             
          
          Este otoño de 2025, una película de apenas seis minutos se ha abierto paso desde el archivo hasta una sala del Museu Tàpies de Barcelona. Se titula Ce qu’il a dit, ce qu’il a fait (“Lo que dijo, lo que hizo”) y fue realizada por Germaine Dulac en 1939. El dispositivo es sencillo y demoledor: contraponer fragmentos de discursos públicos de Adolf Hitler con imágenes que muestran la realidad que desmiente sus palabras. No hay narración, ni análisis verbal, ni explicación contextual. Solo montaje. Solo imagen que corta. En un mundo que se desmorona, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, una mujer se encierra a montar. No lanza una proclama, no firma un panfleto. Toma la palabra desde el montaje y lo que articula no es un relato, sino un gesto. Una grieta. Una operación crítica sobre la imagen y la mentira.
Germaine Dulac (1882–1942) fue una cineasta pionera en todos los sentidos. Feminista, crítica de cine, pensadora, directora de vanguardia y lesbiana en un entorno profundamente hostil, trabajó incansablemente para imaginar qué podía ser el cine más allá del relato hegemónico. Su película La Coquille et le clergyman (1928) está considerada por muchas autoras como la primera película surrealista, pero su papel en el movimiento fue marginado. Fue una figura incómoda: demasiado libre, demasiado política, demasiado fuera de guión. Dulac entendía el cine como un arte total, sí, pero también como una herramienta de intervención. Durante los años 30 se dedicó a realizar noticieros para Pathé y Gaumont, explorando las posibilidades del montaje y de la imagen informativa.
La lógica que articula ‘Ce qu’il a dit, ce qu’il a fait’ es radical por su claridad: Hitler dice, las imágenes desmienten. El poder habla, la cámara expone
El cortometraje ahora recuperado, fechado hacia 1939, se inscribe en ese contexto, no es una simple pieza documental. Es una respuesta. Una forma de decir basta. La lógica que articula Ce qu’il a dit, ce qu’il a fait es radical por su claridad: Hitler dice, las imágenes desmienten. El poder habla, la cámara expone. El fascismo construye una retórica, Dulac la desmonta con el montaje.
En ese contraste no hay pedagogía ni neutralidad. Hay una ética. Una voluntad de desarticular los mecanismos de la mentira institucional desde la imagen misma. Frente al uso propagandístico del cine, Dulac propone un contra-uso: revelar, evidenciar, interrumpir. Que lo haga una mujer, una cineasta olvidada por el canon, borrada por la historia oficial del cine, lesbiana en un entorno que solo reconocía a los grandes nombres masculinos, importa. Importa porque este cortometraje no solo desmonta el fascismo que hablaba desde los micrófonos, sino también el que ha definido durante décadas quién podía hablar desde el cine.
 
Dulac no solo fue silenciada: fue convertida en anécdota, en rareza, en nota al pie. Sus textos críticos, su militancia feminista, su trabajo sostenido como montadora, editora, pensadora, fueron relegados. Fue recuperada parcialmente como “autora de vanguardia”, desactivando así la potencia política de su obra. Y sin embargo, aquí está. En pocos minutos, Germaine Dulac pone en escena una forma de lucha que sigue vigente: la lucha por el sentido de las imágenes. La lucha por el derecho a montar contra el poder. La lucha por la posibilidad de un cine que no explique, sino que corte.
Hoy, cuando las guerras se televisan en directo pero se censuran en redes, cuando las palabras se vacían hasta significar lo contrario, cuando los cuerpos que mueren no tienen espacio en la imagen, Ce qu’il a dit, ce qu’il a fait reaparece como un eco y una advertencia. No como un documento del pasado, sino como una llamada al presente. El montaje sigue siendo una operación política, porque la mentira necesita repetirse para hacerse real, y el cine —cuando no se entrega al espectáculo— puede interrumpir ese ciclo. Como ya sabía Dulac, no se trata solo de mostrar, sino de poner en relación. De provocar fricción. De hacer visible la distancia entre lo que se dice y lo que se hace.
El cortometraje ha sido incluido en la exposición Germaine Dulac. Je n’ai plus rien, abierta hasta febrero de 2026 en el Museu Tàpies. El título de la exposición es una cita de la propia cineasta, pronunciada cuando el cine sonoro, el mercado y los discursos oficiales la habían dejado sin espacio. “Ya no tengo nada”. Pero su nada era un archivo por venir. Una posibilidad de ruptura. Una habitación propia donde montar imágenes que digan lo que no se quiere decir. Ver hoy Ce qu’il a dit, ce qu’il a fait —aunque solo podamos leerlo o imaginarlo por ahora— es volver a mirar. No para aprender historia, sino para entender el presente, para recordar que una mujer, en 1939, supo lo que muchos aún no quieren ver: que la imagen puede mentir, pero también puede desenmascarar. Y que el montaje, cuando lo hace una mano que piensa, puede ser una forma de justicia.
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