Cine
Rashid Masharawi: “Tuvimos que convencer a los cineastas de Gaza de que era posible rodar en plena guerra”

La Mostra de València - Cinema del Mediterrani acoge el estreno en España de ‘From Ground Zero’, proyecto colectivo compuesto por 22 cortometrajes rodados este mismo año en la Franja de Gaza asediada por los bombardeos, el hambre y el destierro. El coordinador de esta iniciativa es Rashid Masharawi, uno de los cineastas palestinos más reconocidos de la escena internacional.
El director de cine palestino Rashid Masharawi
El director de cine palestino Rashid Masharawi.
30 oct 2024 06:00

El relato de las guerras suele construirse por etapas. Primero toman la voz los periodistas y fotorreporteros destacados en la zona de conflicto. Sus observaciones nos llegan en forma de despachos informativos o a través de reportajes que se alejan de la actualidad bélica y política para presentarnos historias con nombres y apellidos; ese tipo de testimonios personales ayudan a ponderar la envergadura del sufrimiento colectivo. Es en una fase posterior cuando el cine recoge el testigo para reelaborar de forma creativa y reflexiva, con vocación de permanencia, todos esos acontecimientos. Los cineastas, por tanto, suelen tomar la palabra cuando la contienda bélica ya ha finalizado. O quizás no, quizás hablan de una guerra que continúa activa, pero con historias creadas desde una cierta distancia geográfica o temporal.

Lo que es insólito es rodar películas bajo los bombardeos. En plena huida. Con el miedo metido hasta el tuétano. En la cresta del duelo. Con las heridas abiertas en canal. Jugándose la vida en el proceso. De eso va From Ground Zero, de borrar cualquier separación entre la ficción y la realidad. No hay espacio simbólico entre la tragedia del personaje que vemos en la pantalla y la que vive el realizador que dirige sus diálogos y movimientos. Todo es uno.

“El título de este proyecto hace referencia al hecho de rodar desde la zona cero, pero también a que no existe distancia entre el narrador y lo narrado”, aclara el cineasta palestino Rashid Masharawi, coordinador de esta película colectiva de 112 minutos de duración, compuesta por 22 cortometrajes que dan voz a cineastas emergentes de la Franja de Gaza para que cuenten desde una perspectiva artística la realidad diaria de un pueblo que resiste como puede bajo el asedio constante del Estado de Israel.

Cada una de estas píldoras cinematográficas presenta una historia diferente, con géneros que abarcan desde la ficción y el documental hasta la animación en stop motion. Hay relatos íntimos, trágicos y desesperados, contados en primera persona, pero también muchas expresiones de resiliencia, de esperanza, o incluso de humor (negro, eso sí, muy negro). Como la historia del joven que llega al campo de refugiados completamente a pelo. En la tienda no tiene colchón, almohada ni una triste manta, así que pasa las noches aterido de frío. Entonces, encuentra una “solución”: hurtar al descuido una de las bolsas para cadáveres que se almacenan en la morgue del campo. En la última escena de este corto vemos al protagonista con los ojos cerrados y una leve sonrisa dibujada en la cara, embozado en esa tétrica bolsa blanca, pero razonablemente calentito. Le da mejor servicio en vida que como mártir, ¿no?

Hay cortometrajes relativamente amables. Como el del veterano comediante que se ha quedado sin escenarios en los que actuar, pero continúa colocándose el traje para hacer reír a sus vecinos en el campo de refugiados donde todos, él entre ellos, se han visto forzados a vivir. O el de la ingeniosa mujer que sabe aprovechar un mismo cubo de agua para realizar hasta cinco labores domésticas diferentes.

Otras piezas, sin embargo, son absolutamente devastadoras. Sabíamos por los noticiarios que muchos palestinos escriben a sus hijos sus propios nombres en las extremidades porque tienen miedo de que una bomba les desmembre y no quede ningún familiar adulto vivo para buscar sus restos y darles sepultura. Lo que no habíamos escuchado es la perspectiva de esos niños; las consecuencias psicológicas que tiene para ellos llevar esa premonición de muerte grabada en el cuerpo.

Visiones de Gaza

“La idea de From Ground Zero era contar historias personales que humanicen el conflicto y alejarse de las noticias que vemos en la televisión a diario”, explica Masharawi, con quien hablamos con motivo del estreno en España de From Ground Zero durante la 39ª edición de la Mostra de València-Cinema del Mediterrani, que se prolongará hasta el próximo 3 de noviembre. La película es una de las 13 producciones que integran la sección paralela “Visiones de Gaza” que el festival ha programado este año como parte de un explícito compromiso con el pueblo palestino. Laura Nikolov, productora del proyecto, acompañó al cineasta el viernes 25 de octubre en la primera proyección de From Ground Zero en València.

Masharawi es el impulsor y coordinador artístico de este proyecto, que a lo largo de diez meses contó con un equipo fijo en Ramallah y una red de cineastas, asesores y voluntarios sobre el terreno en Gaza. Financiados a través del Masharawi Fund for Cinema and Filmmakers in Gaza, los cortometrajes se filmaron en la primera mitad de este año. “La Fundación nació al inicio de la guerra con el objetivo específico de llevar a cabo el proyecto From Ground Zero. Se encargó de toda la producción y logística, desde la gestión de las donaciones hasta de los contratos. Pero lo más importante de esta fundación, que está previsto que continúe su actividad en el futuro, es el de mantener vivo el cine en Gaza”, afirma el realizador y productor palestino.

“La financiación básicamente ha venido de las relaciones personales y profesionales que he hecho a lo largo de muchos años trabajando en producciones y coproducciones cinematográficas internacionales. Sobre todo hay donantes europeos y del resto de los países árabes. Contar con esos contactos ha sido fundamental, porque sabía que iba a poder trabajar con total libertad. Para mí era esencial garantizar que podría trabajar sin condiciones impuestas por los donantes”.

Hijo de refugiados

Además de ser uno de los cineastas palestinos con mayor proyección internacional, con una larga trayectoria cinematográfica que se extiende desde finales de los años 80 hasta la actualidad, Rashid Masharawi fue uno de los primeros directores interesados en mostrar al resto del mundo la realidad cotidiana en los campos de refugiados. Como hijo de una familia originaria de Jaffa expulsada de su tierra, él mismo nació y creció en el campo de refugiados de Shati, en la Franja de Gaza.

El compromiso de Masharawi con la creación de oportunidades para otros cineastas palestinos viene de atrás. Le obsesiona la idea de crear una memoria histórica cinematográfica

El compromiso de Masharawi con la creación de oportunidades para otros cineastas palestinos viene de atrás. Le obsesiona la idea de crear una memoria histórica cinematográfica. Con ese objetivo, fundó en 1996 el Centro de Producción y de Distribución Cinematográfica, con sede en la ciudad de Ramallah (Cisjordania), que ofrece instalaciones para filmar y estudiar cine. También creó el Cine Móvil, una iniciativa itinerante que exhibe películas en campos de refugiados. “Para mí siempre ha sido muy importante utilizar mi propia experiencia personal y profesional para motivar a los nuevos cineastas palestinos y ayudarles a que sigan adelante”, señala Masharawi, autor de las películas Curfew (1994) —que además de ser el primer largometraje rodado en la Franja de Gaza, ganó el Premio de Cine de la UNESCO en el Festival de Cannes—, Haifa (1996), Ticket to Jerusalem (2002), Waiting (2005), Laila's Birthday (2008) o Writing on Snow (2017).

“Buscábamos, por supuesto, cineastas que tuvieran talento y que fuesen capaces de hacer una pieza corta de cine, una creación artística que se alejase del relato periodístico”, dice Rashid Masharawi

El proceso de elegir proyectos, historias y directores para From Ground Zero no fue fácil, reconoce Masharawi. “En Gaza viven alrededor de 2.300.000 personas, y todas y cada una de ellas podría contar una historia que merece ser escuchada. Buscábamos, por supuesto, cineastas que tuvieran talento y que fuesen capaces de hacer una pieza corta de cine, una creación artística que se alejase del relato periodístico. Otro criterio fueron las posibilidades reales de realización de cada uno de los cortos”.

Jugarse la vida para enviar y recibir el material

Nos preguntamos cómo se solventaban las dificultades técnicas y logísticas derivadas de rodar bajo los bombardeos, teniendo en cuenta los cortes de electricidad y las dificultades para conectarse a internet. “Como te puedes imaginar, nuestro principal problema era el de que los bombardeos no cesan y que no hay ningún lugar seguro en toda Gaza para rodar —responde—. Cualquier ubicación y cualquier persona es un objetivo potencial. Lo único que te mantiene vivo es el azar. En estas condiciones, lo primero que tuvimos que hacer fue tratar de convencer a cada uno de los cineastas de que era posible llevar a cabo un proyecto de estas características en las circunstancias en las que estaban. Sabíamos que la prioridad era sobrevivir, buscar alimentos, trasladarse de una tienda a otra, de un campo de refugiados a otro, para seguir con vida. Pero les transmitimos la idea de que este proyecto era casi tan importante como la propia supervivencia”.

“Fui el único cámara grabando en Gaza durante la Primera Intifada del 87 y sé lo que es grabar con las balas pasando a centímetros de mi cara, pero nunca me he enfrentado a problemas como los que he tenido aquí”, reconoce el director

“Otra gran dificultad era la logística sobre el terreno —prosigue—. He trabajado en más de 30 grandes producciones cinematográficas durante más de tres décadas; fui el único cámara grabando en Gaza durante la Primera Intifada del 87 y sé lo que es grabar con las balas pasando a centímetros de mi cara, pero nunca me he enfrentado a problemas como los que he tenido aquí. No había ningún ejemplo previo que nos sirviera de aprendizaje. Así que hemos tenido que ir aprendiendo sobre la marcha. Había cortes de electricidad en muchos sitios, lo que nos obligaba a movernos de ubicación continuamente, buscando conexión a internet para poder subir el material que se iba grabando”.

Masharawi coordinaba todo el proceso desde Ramallah, donde se editaba y montaba el material en bruto que les iba llegando desde Gaza. “A veces teníamos que ir desde Ramallah a Rafah, en la frontera con Egipto, porque allí las tarjetas SIM egipcias sí que funcionaban. Otras veces nos íbamos a las tiendas de periodistas ubicadas al lado de los hospitales en la zona de Jan Yunis, pero eso comportaba un riesgo extremo, porque los hospitales también han sido objetivo de los bombardeos. En una ocasión, toda la zona de Deir al-Balah fue bombardeada, incluyendo la tienda donde estábamos trabajando y teníamos a nuestros asistentes subiendo el material a la red para nosotros”.

Rashid recuerda con verdadera angustia aquella vez en la que perdieron el contacto con algunos de sus cineastas y asistentes (por cada realizador había siempre un grupo de voluntarios, normalmente amigos y familiares, que también se involucraban en el proyecto). Las interrupciones en las comunicaciones del equipo entre la Franja de Gaza y Cisjordania eran comunes, pero en esta ocasión se prolongaron durante más de una semana. Ocurrió durante el recrudecimiento de la guerra que se dio en los meses de enero, febrero y marzo de este año. “Enviamos a otras personas que conocemos de Gaza a buscarles de un sitio a otro para que nos dijeran si estaban vivos o no”. Afortunadamente, sí lo estaban.

A lo largo de los meses de producción, se dio el caso de que cineastas o asistentes perdieron a familiares, lo que los sumió en un estado de depresión y dolor punzante que se transmite claramente en varios de estos cortometrajes. “Tanto yo como mis asesores y amigos de fuera de Gaza compartíamos el día a día de cada uno de los directores del proyecto; sus desplazamientos forzosos, sus pérdidas humanas o cualquier otro problema que pudieran tener. Por ejemplo, la madre de una de las cineastas tiene diabetes y necesita insulina para sobrevivir. Cuando se le acabó la insulina, todo el equipo dejó la película de lado, activamos todos nuestros contactos en Gaza y nos dedicamos a buscar insulina por todas partes. La conseguimos finalmente y reanudamos el rodaje”.

“Si Cannes no quiere ir a Gaza, entonces Gaza irá a Cannes”

El Festival de Cine de Cannes fue uno de los primeros valedores internacionales de Rashid Masharawi como director, pero From Ground Zero no ha corrido la misma suerte. Inicialmente, la película estaba programada para tener su estreno mundial en la 77 edición del certamen francés, pero se retiró finalmente porque los organizadores quisieron evitar posibles polémicas. Como respuesta, Masharawi organizó una proyección alternativa fuera del evento en señal de protesta. Finalmente, From Ground Zero tuvo su estreno mundial oficial en julio de 2024 en el Festival Internacional de Cine de Ammán y posteriormente se proyectó en otros eventos internacionales, como el Festival Internacional de Cine de Toronto.

“Para mí, Cannes ha sido el único perdedor —sentencia—. Como cineasta palestino, no iba a permitir que los organizadores decidisesen quién debía ver esta película y quién no, por eso me dije que si Cannes no quería ir a Gaza, entonces Gaza iría a Cannes”. “El resultado fue que tuvimos más repercusión mediática que la que hubiésemos conseguido de haber sido incluidos en la sección oficial del festival. Y esto me ha hecho pensar que hemos tenido incluso suerte, porque me podían haber seleccionado simplemente por la promoción, para hacer ver al mundo que están haciendo algo por Palestina, cosa que no están haciendo en absoluto. Pero incluso esa partida la han perdido”.

“A lo largo de mi trayectoria, he presentado películas en Berlín, Venecia, Toronto o San Sebastián. Y esas selecciones me enorgullecen mucho más que las que haya podido tener en Cannes. Para mí, estar en la Mostra de València hablando de From Ground Zero es mucho más importante que hacerlo en Cannes, porque en Valencia me han pedido tenerla, no he tenido que insistir yo en que la dejasen entrar. Los palestinos apreciamos mucho el apoyo que recibimos en España. Sentimos que estamos todos en el mismo barco”.

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