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Cine
Cómo ‘Star Wars’ convirtió Hollywood en un imperio de las corporaciones
Hace 42 años se estrenó Star Wars. Ahora, la franquicia trata más de juguetes que de películas.
En 2005, George Lucas estaba a punto de estrenar Star Wars: Episodio III La venganza de los Sith, que técnicamente es la sexta película de la saga, y según 60 Minutes —con quienes Lucas se sentó para hacer una amplia retrospectiva— “la última Star Wars”. Estaba preparado para pasar a otra cosa.
“No hay episodio siete”, dice Lucas con confianza. En vez de eso, anhela el fracaso haciendo pequeñas películas artísticas. “No creo que todo deba ser estos tipos de película supergrandes con los que yo me encontré”, dice Lucas. “Más o menos lo continué hasta el final”.
En 2008, Marvel Studios estrenó Iron Man, poniendo en marcha el universo cinematográfico Marvel. Los estudios se habían dado cuenta de que las películas se podían conectar en una vasta red de spin off, secuelas (y secuelas de secuelas), espectáculos televisivos, merchandising, parques temáticos, novelas, cómics, y en realidad cualquier cosa que pueda tener un parecido o un logo. Una comedia de nivel medio perfectamente correcta —ehem, Ant-Man y la avispa— ahora era también una película de superhéroes; ¡tienes que verla para seguir la historia! El entretenimiento mutó en un hobby obsesivo, y la gente se gasta mucho dinero en hobbies.
De las diez películas más taquilleras desde 2018, sólo una no era una expansión de una marca ya creado, suponiendo que El Grinch no sea un ladrillo de una futura torre de contenidos del Dr. Seuss
La estrategia de Marvel de creación de un universo cristalizó lo que el dinero ya estaba diciendo: una película era valiosa porque establecía una marca. Adaptar historias de cómic a la gran pantalla ofrecía una forma natural de cobrar ese cheque. Uno que Star Wars previó pero que inicialmente no consiguió aprovechar en su totalidad.
Otras franquicias de películas sintieron los efectos monetarios del entusiasmo de los fans. Las películas de Harry Potter hicieron 7.700 millones de dólares en taquilla y se estima que 15.000 de merchandising; Hasbro se convirtió en un gigante de 14.000 millones debido a Transformers; en 1996, Mattell perdió 300 millones de dólares debido a una “carestía” del juguete de Buzz Lightyear justo antes de Navidad —más de lo que Toy Story recaudó en taquilla.
De hecho, apenas era el comienzo del “tipo supergrande de película”. Ni siquiera era el final para la franquicia Star Wars –que ha continuado haciendo millones 42 años después de su debut.Ahora vivimos en un mundo de universos. De las diez películas más taquilleras desde 2018, sólo una no era una expansión de una marca ya creado, suponiendo que El Grinch no sea un ladrillo de una futura torre de contenidos del Dr. Seuss. También hay propiedad intelectual como Angry Birds, un juego que se transformó en película con la esperanza de que fuera un universo —sólo para descubrir que los sistemas solares de algunos referentes culturales no son capaces de sustentar vida de contenidos. Incluso un show televisivo como Big Little Lies tiene que alimentar a la bestia.
Pero primero estaba Star Wars
“Cuanto más profundo vayas, habrá más cosas para recompensarte”, dijo Kevin Feige, de Marvel Studios, el cerebro detrás de esta forma capitalista de contar historias. “Y aprendí eso directamente de Star Wars”. Feige dice que leía novelas de Star Wars de niño.La saga inspiró una voraz comunidad de fans desde el principio. El Washington Post describió un barrio destrozado en 1977 porque era el único con un cine donde ponían Star Wars: “Es… es una invasión”, dijo una vecina, como si Godzilla estuviera pisando por su distrito. Los juguetes creados por Kenner para la película volaron de las tiendas. Para finales de 1978, la empresa vendió más de 40 millones de figuras de acción, generando más de cien millones de dólares en ventas Pero el verdadero momento crucial fue 1980, el año en que se estrenó El imperio contraataca, cuando el merchandising empezó a superar a la venta de entradas.
Para 2012, el Hollywood Reporter estimó que Lucas había construido un imperio de juguetes de 20.000 millones de dólares; sus películas hicieron un poco más de 3.000 millones en venta de entradas
Para 2012, el Hollywood Reporter estimó que Lucas había construido un imperio de juguetes de 20.000 millones de dólares; sus películas hicieron un poco más de 3.000 millones en venta de entradas. Y, décadas después, los chavales todavía están comprando gran cantidad de materiales con la marca Star Wars. “Todo el dinero está en las figuras de acción”, fue una famosa declaración de Lucas.
Lucas a menudo defiende este negocio gigantesco como completamente al servicio de las películas. Le dijo a Rolling Stone en los 70 que iba a usar los beneficios para construir lo que llegó a ser el Rancho Skywalker en el norte de California, para escapar de la suciedad de Hollywood, un lugar idílico para hacer esas películas experimentales artísticas. Nunca hemos visto pruebas de tales proyectos; en su lugar, el Rancho Skywalker es un gran estudio de producción, un campus de los cuatro propiedad de Lucasfilms que emplea a más de 2.000 trabajadores famosos por sus imágenes creadas por ordenador (Michael Bay se inspiró para crear sus películas tras un trabajo de verano allí).
A pesar de la firmeza de las palabras de Lucas en 2005, hubo un episodio siete. Después de que Disney adquiriera Lucasfilm por 4.000 millones de dólares en 2012, las empresas necesitaban generar contenido. Ahora, J.J. Abrams está terminando la última película de la nueva trilogía, que se estrenará a finales de 2019; hay al menos dos shows de Star Wars dispuestos a estrenarse en el nuevo servicio de streaming de Disney; los creadores de Juego de Tronos van a crear otra trilogía más de películas, la primera de las cuales se prevé que se estrene en 2022; y Rian Johnson está creando también una trilogía como spin off. Todas ellas serán acompañadas por cómics y novelas relacionadas, por supuesto, y mucho merchandising.
Realmente, la guinda del pastel es un nuevo parque temático, Galaxy’s Edge, que abre sus puertas el 31 de mayo y vende sables de luz de 200 dólares y droides de 100 a los fans con efectivo. “Y si la gente de Walt Disney Company… tiene algo que decir al respecto”, escribió Adam Rogers en Wired cuando Disney desveló todos los planes posteriores a la fusión, “las pasadas cuatro décadas de Star Wars eran simplemente un prólogo”. Rogers la denominó “la franquicia eterna”. De muchas formas, Star Wars estaba poniéndose al día con sus propias lecciones.
En 2015, George Lucas se sentó para otra extensa entrevista retrospectiva, esta vez con Charlie Rose. Rose le cuenta que Steven Spielberg dijo que el estreno de Star Wars cambió todo en el negocio del cine. Le pregunta si está orgulloso. “Bueno, cambió para bien y para mal”, responde Lucas. “Los estudios se dieron cuenta de que podían hacer mucho dinero: ‘Esto es una licencia para matar’. Y lo hicieron… Ése es el lado negativo de Star Wars”.
Lucas parece sentir esto de forma personal. Mientras que A.O. Scott ha descrito el nacimiento del cine de universos como parecido a una “sitcom en el centro de trabajo” —una historia interminable con nuestros amigos—, Lucas suena atrapado. “Fue un tiempo antes de que me diera cuenta de que nunca voy a salir”, dijo a Rose. “Siempre voy a ser George ‘Star Wars’ Lucas. No importa con qué fuerza intente ser algo más”.
De alguna forma, nosotros como espectadores estamos en la misma posición de Sísifo.
La totalidad de estos espacios va mucho más allá que las películas. Si compras cereales o adquieres un traje o vas a Burger King: hay una versión Star Wars de ello. Se llaman universos y no mundos por un motivo. Como Luke, podemos escapar de un planeta —para Skywalker, para recuperarse y entrenar con Yoda; para nosotros, al evitar Rogue One— pero nunca podemos abandonar la totalidad de Star Wars. Estamos destinados a cumplir sus leyes cósmicas, igual que todos los héroes repiten la misma historia —o ver la misma película— una y otra vez.
“Sí”, confirmó Lucas después de que se le insistiera un poco en esa entrevista en 60 Minutes, eso “termina en el infierno”.