Perucha y la libertad de su taller de bicicletas

En un bajo del barrio madrileño de Ventilla trabaja Higinio Domingo Perucha, un artesano de las bicicletas que ve cómo su taller está amenazado de desahucio. En este vídeo, Perucha cuenta algunas de las historias que le llevaron a conocer mundo.

Perucha trabaja con manos delicadas sobre el cuadro de una bicicleta. Antes que ciclista profesional es maestro matricero, es decir, un experto en el diseño y construcción de matrices, las piezas utilizadas para dar forma a los componentes de las bicicletas. Su taller, en el barrio de Ventilla (Madrid), es testimonio de toda una vida dedicada a dos oficios, la fabricación de todos y cada uno de los elementos que dan sentido a una bici y la memoria de las carreras ciclistas en las que compitió y que ayudó a ganar como mecánico.

En el centro del local, sin embargo, destaca un barco. Está construido en torno a una viga. Eso indica que es poco probable que surque los mares. Pero el velero no es un simple adorno. Perucha, un manitas de los de la vieja escuela, de aquellos que no dan por perdida una bici, un carro o un triciclo, lo construyó como medida disuasoria. Si le desalojan, las autoridades tendrán que hacerse cargo de ese barco, una pequeña obra de artesanía, un símbolo de resistencia.


Nacido hace 91 años en Chamartín de la Rosa, pueblo anexionado a Madrid el 5 de junio de 1948, la vida de Perucha gira en torno a lo que hoy es el distrito norte de la capital. En concreto en torno a la calle Cristina, donde estaba su antiguo taller, ese que aparece en algunas de las fotos que hoy adornan el local de la avenida de Asturias al que se trasladó y donde resiste a su desahucio.

Perucha enseña sin mucha exhaustividad las cartas que le apremian a dejar su taller, donde desde hace años repara y ayuda a reparar sin cobrar a nadie

Porque la última década de la vida de Perucha está marcada por el último puerto que le queda por subir. El Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA), rebautizado a Agencia de la Vivienda Social, quiere desalojar que Perucha del local que ocupó cuando el propio IVIMA expropió su casa de la calle Cristina en 2003. Como cuenta Amaia, una vecina del barrio involucrada en la defensa de este espacio, los últimos requerimientos de desalojo son apremiantes. Tras dos décadas resistiendo, apoyado por los movimientos sociales de La Ventilla y por la Bicicrítica de Madrid, el momento actual es crítico.

Perucha enseña sin mucha exhaustividad las cartas que le apremian a dejar su taller, donde desde hace años repara y ayuda a reparar sin cobrar a nadie, porque lo tiene prohibido y porque hay algo en la práctica del háztelo tú mismo que parece incrustada en las paredes de este espacio lleno de cuadros, bujes, bielas, horquillas, válvulas y tuercas.

Tampoco echa mucha cuenta de los reconocimientos y premios que ha recibido por parte de las mismas instituciones que podrían parar su desahucio. Perucha refiere hablar de bicicletas y de su epopeya vital. Los tándem que construyó para el equipo paralímpico español, que ganaron medallas, el cuadro de bicicleta que le hizo a Francesco Moser, un renombrado rodador italiano excampeón del mundo; las primeras victorias profesionales, los momentos de la posguerra en los que cambió su destino pedaleando entre ciudades europeas, escapando de la miseria de un continente aun en ruinas. 


La vida de Perucha y de Consuelo, su esposa, fue narrada en el documental Ciclos Perucha, producido en 2016 por el colectivo Produce Dentera. Pero Perucha no tiene reparo en volver a contar los que considera sus hitos principales. Comenzando por el día hace muchos, muchos años en el que, volviendo del trabajo, vio a un ciclista profesional en la Castellana y decidió seguirle en su entrenamiento. Cómo llegó hasta Guadarrama y, de regreso, aquel ciclista le miró extrañado: “¿De dónde ha salido este chico que ha aguantado mi ritmo vestido con ropa de paisano”.

También prefiere trabajar y enseñar a sus pupilos el arte de la mecánica. Su taller es un bodegón de hierros, aceros, aluminios y carbonos. Un recordatorio de que las bicicletas son herramientas de todo tipo, de carreras, de ocio, de aprendizaje y de trabajo, de que son, posiblemente, el medio de transporte que más acerca a quienes la montan a la sensación de libertad y felicidad plena. Como la que, pese a todas las dificultades, irradia Perucha cuando cuenta su vida.

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