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Brasil
“Mujeres negras resisten”: la grave crisis de derechos de las mujeres afrodescendientes en Brasil
“Ser mujer negra es resistir y sobrevivir todo el tiempo”, con esta frase de Marielle Franco comienza el informe Obstáculos a la participación política de las mujeres afrobrasileñas, impulsado y realizado por Isabelle Mamadou, del Equipo del Decenio Afrodescendiente en España con el apoyo de la productora colombiana Rualfim y la colaboración técnica y logística de la organización brasileña Casa Das Pretas.
El de Marielle, concejala de Río de Janeiro por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), asesinada a tiros en 2018 mientras viajaba en un coche con su conductor y una asesora, es uno de los casos nombrados en un documento que recoge los resultados de una Misión Internacional de Derechos Humanos realizada en Brasil en septiembre de 2022, con el objetivo de documentar los obstáculos a la participación política de las mujeres afrobrasileñas. Información recogida in situ sobre los abusos y la violencia que sufre este grupo de mujeres en el acceso a espacios de toma de decisiones.
Infrarrepresentación y violencia política
Cuando el nuevo presidente, el vicepresidente y los miembros del Congreso Nacional tomen posesión de sus nuevos cargos electos en 2023, la Cámara de los Diputados, compuesta por 513 representantes de todos los Estados y del Distrito Federal, sólo tendrá 29 mujeres negras. Esta cifra, que es la mayor representación de la historia, supone que las mujeres afrobrasileñas serán solo el 6% de las congresistas, cuando representan el 28% de la población.
Las afrodescendientes que luchan para enfrentar las estructuras de poder, son a menudo víctimas de acoso y amenazas de muerte, que las obliga a llevar escoltas y circular en vehículos blindados
A pesar de que Brasil estableció en 2021 nuevas normas destinadas a prevenir y combatir la violencia política contra las mujeres, el informe señala que las afrodescendientes que luchan para enfrentar las estructuras de poder, “en una sociedad gobernada por la blanquitud, la masculinidad y la heterosexualidad”, son a menudo víctimas de acoso y amenazas de muerte, que las obliga a llevar escoltas y circular en vehículos blindados.
Asimismo, el documento señala que las muestras de incitación al odio, al sexismo, al racismo y la LGTBfobia son para las mujeres negras barreras diarias, en un país en el que una mujer es víctima de feminicidio cada siete horas, correspondiendo a mujeres negras el mayor número de víctimas. Según el Foro brasileño de Seguridad Pública (FBSP) en 2021, hubo un total de 1.319 mujeres víctimas de feminicidio.
Racismo religioso, genocidio de la juventud negra y LGBTfobia
Las voces recogidas en el informe ponen sobre la mesa la violencia multiforme que enfrentan en su cotidianidad las mujeres afrobrasileñas. Es el caso de Wanda Araújo, sacerdotisa de Candomblé, quien denuncia el odio religioso y los constantes saqueos e incendios provocados a las casas donde se rinde culto a las religiones de matriz africana, profesadas por menos del 2% de la población brasileña.
Mônica Francisco, diputada en la Asamblea Legislativa Estatal de Río de Janeiro (ALERJ), señala que el 70% de las mujeres que sufren violencia obstétrica, son negras. También son ellas las mayores víctimas de procedimientos clandestinos de aborto. Según se recoge en el informe, el Sistema Único de Salud (SUS) “reproduce la discriminación, violencia y violaciones sobre el cuerpo de las mujeres, especialmente afrobrasileñas, cuyos valores culturales están lejos del modelo dominante”.
En lo que respecta a la LGTBfobia, se denuncia que cuatro de cada diez asesinatos tránsfobos en el mundo suceden en Brasil. Como en las anteriores situaciones, el perfil de quienes más mueren por esta violencia son personas afrodescendientes, “empobrecidas, periféricas y que trabajan en la prostitución, un dato que muestra que el transfemicidio se cruza con las categorías de clase y raza”. Sin embargo, esto no ha impedido un aumento de representatividad en las elecciones y que Erika Hilton, primera legisladora trans negra de la democracia brasileña, vaya a llegar en 2023 a la Cámara de Diputados.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su último informe sobre Brasil, declaró que el genocidio de jóvenes afrodescendientes forma parte de un proceso llevado a cabo por el Estado brasileño para exterminar a las personas afrodescendientes
Por su parte, Lúcia Xavier, Coordinadora General de la ONG Criola, pone el foco en la violencia policial y judicial y señala el Estado brasileño, el cual “implementa políticas de seguridad que fomentan el asesinato de jóvenes negros en las Favelas”. De igual forma, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en su último informe sobre Brasil, declaró que el genocidio de jóvenes afrodescendientes forma parte de un proceso llevado a cabo por el Estado brasileño para exterminar a las personas afrodescendientes.
Como consecuencia, según cifras recopiladas por la ONG FBSP, de las 6.416 personas asesinadas por la policía en 2020, el 78% eran jóvenes afrodescendientes. Durante la investigación coordinada por Isabelle Mamadou en Brasil, destacan en este sentido que “el Equipo recibió información con respecto a los asesinatos cometidos por la policía militar en las favelas de Río de Janeiro, donde las redadas convierten las periferias urbanas en escenarios de guerra, y los policías abusan sexualmente de las mujeres y llevan a cabo ejecuciones arbitrarias, incluyendo a niños y niñas.”
Encarcelamiento masivo de mujeres negras
Con casi un millón de reclusos, Brasil tiene actualmente la tercera mayor población carcelaria del mundo, solo por detrás de Estados Unidos y China. Según datos del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, la mayoría de las mujeres encarceladas en Brasil son afrodescendientes. Y aunque el número de mujeres presas sea significativamente más bajo que el masculino, el encarcelamiento masivo afecta en mayor medida a las mujeres negras, que constituyen actualmente el grupo de mayor crecimiento en las prisiones de Brasil.
Así, el informe denuncia que “las disparidades raciales en las cárceles y la sobrerrepresentación de mujeres y hombres afrodescendientes en el sistema de justicia penal, son una prueba de que las prisiones legitiman la racialización del castigo como medio de control de los cuerpos negros, basándose en la consideración de peligrosidad de los mismos”.
Un problema de discriminación racial histórica
Para Isabelle Mamadou, el período posterior a 1888, año en el que se establece la abolición de una esclavitud que arrancó a más de tres millones de africanos trasladados forzosamente a Brasil, “marcó la continuidad de sistemas jerárquicos y prácticas de deshumanización que aún mantienen a las mujeres afrobrasileñas en la base de la pirámide social”. Durante siglos, éstas han sido las más oprimidas y explotadas, es por ello que, según la autora, enfrentan hoy día una grave crisis en materia de acceso a derechos, en términos de bienestar material, social y de calidad de vida.
Lula da Silva, que a partir del próximo año será nuevamente presidente en Brasil tras imponerse a Bolsonaro en la segunda ronda el pasado mes de octubre, se encontrará con un país polarizado y sacudido por años de políticas ultraliberales. Por ello, deberá atender a las raíces de las desigualdades y discriminaciones estructurales del país si quiere recomponer la sociedad. En este informe, son ellas mismas, las mujeres afrobrasileñas afectadas por una práctica política desigual, las que denuncian, combaten y proponen posibilidades de cambio.