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Bosnia y Herzegovina
Trece años después, las ‘otras’ comunidades de Bosnia siguen constitucionalmente discriminadas
Este pasado domingo, Bosnia y Herzegovina celebraba elecciones presidenciales y parlamentarias. En las urnas se elegía a los miembros de la presidencia tripartita, así como a los miembros para la Cámara de Representantes a nivel estatal, además de las asambleas de cada una de las entidades que conforman el país.
En la madrugada del domingo ya se hacían públicos los resultados. La Federación de Bosnia y Herzegovina le ha dado la presidencia a Denis Bećirović del Partido Socialdemócrata (SDP) como representante bosnio, y a Željko Komsic del Frente Democrático (DF), como miembro croata de la presidencia. Mientras que en la Republica Sprska, se ha votado a la mano derecha de Milorad Dodik, Željka Cvijanović de la Alianza de Socialdemócratas Independientes (SNSD), como la representante serbia de la presidencia tripartita.
Los tres representantes han sido escogidos entre 7.257 candidatos, en un total de 127 entidades políticas, dentro de las que se incluían 72 partidos, 38 coaliciones y 17 candidatos independientes. Todos los candidatos presentados debían pertenecer, de acuerdo con la Constitución bosnia, a los tres mayores grupos étnicos del país; lo que hace que alrededor de 400.000 bosnios queden fuera de de estas posiciones institucionales.
La discriminación de los Acuerdos de Dayton
La guerra de Bosnia fue la más sangrienta de las guerras que ocasionaron la desintegración de Yugoslavia. Un conflicto que dejó más de 100.000 muertos y alrededor de dos millones de desplazados, y que se cerró a través de los Acuerdos de Dayton, firmados en diciembre de 1995, los cuales dispusieron los mecanismos para acabar con las hostilidades, así como la distribución de Bosnia-Herzegovina y sus comunidades. La antigua provincia yugoslava era la más diversa de la región, siendo un 44% de su población bosniacos (bosnios musulmanes), el 32% serbobosnios ortodoxos y el 17% bosniocroatas católicos.
En Dayton se acordó que el país se dividiría en dos entidades autónomas: la Federación de Bosnia Herzegovina, de población bosniaca y croata, y la República serbobosnia de Srpska. En este mismo sentido, el nuevo texto constitucional esclareció que la forma de Estado sería colectiva. Es decir, la Presidencia se compondría de tres miembros: uno bosnio y uno croata elegidos por la Federación y un serbio elegido por la República Srpska. Esta presidencia se rota cada ocho meses entre los tres elegidos durante un mandato de cuatro años.
La presidencia en Bosnia y Herzegovina se compone de tres miembros: uno bosnio y uno croata elegidos por la Federación y un serbio elegido por la República Srpska. La presidencia se rota cada ocho meses entre los tres elegidos durante un mandato de cuatro años
Sin embargo, estos acuerdos que pusieron fin a la guerra en 1995, otorgan una posición privilegiada a los tres mayores grupos étnicos del país: bosniacos, de religión musulmana; serbios ortodoxos y croatas católicos, a los que cataloga como “pueblos constituyentes”. El resto, un total de hasta 17 minorías, están incluidos dentro de la categoría “otros”, y se ven privados de la posibilidad de ocupar diversos cargos políticos.
De esta manera, y como denuncia la organización Human Rights Watch, 400.000 bosnios, es decir, el 12% de la población, no pueden postularse para la presidencia o el parlamento debido a su religión, etnia o lugar de residencia. La constitución también prohíbe que las personas que no deseen declarar una identidad étnica se postulen para el cargo más alto. Aida Daguda es directora del Centro de Promoción de la Sociedad Civil de Bosnia y Herzegovina, y ella misma reconoce que “la constitución actual es discriminatoria, y no sirve de nada remendarla, sino que hay que empezarla de cero”.
En este contexto, las comunidades ‘no constituyentes’, como la judía o la romaní, se encuentran en un status de ‘segunda clase’ dentro de la Constitución bosnia, donde se le cataloga como “Otros”.
Los ‘Otros’ llegan a Estrasburgo
“Todo empezó en 2005, cuando el Consejo de Europa adoptaba el Protocolo 12 de la Convención Europea de Derechos Humanos, el cual fue aceptado por Bosnia y Herzegovina”, empieza a contar Jakob Finci, presidente de la comunidad judía en el país, y antiguo embajador de Bosnia. El protocolo al que se refiere el líder judío es el n.º 12 a la Convención Europea de Derechos Humanos, el cual añade la prohibición de discriminación al “goce de cualquier derecho previsto por la ley”, es decir, de cualquier derecho que la legislación interna del Estado signatario reconozca a las personas, y prohíbe que nadie sea discriminado por una autoridad pública.
Desde Sarajevo, Finci cuenta cómo, durante una conferencia internacional, habló con algunos colegas, abogados del Estado en Reino Unido, y le indicaron que era la oportunidad perfecta para que llevara el caso a Estrasburgo. “Y así lo hice”.
De esta forma, Jakob Finci, elevó la causa al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), más conocido como Tribunal de Estrasburgo, denunciando que la Constitución bosnia discriminaba directamente a las minorías al no permitir su participación igualitaria en elecciones democráticas. “Lo que yo no sabía, entonces, es que un hombre romaní de Sarajevo hizo algo similar con la ayuda de un colega que en ese momento trabajaba en la Oficina del Alto Representante”.
En 2009, una sentencia del TEDH fallaba a favor de los líderes judío y romaní que interpusieron una demanda contra Bosnia y Herzagovina. La sentencia declaraba que ambos tenían el derecho de postularse tanto a la presidencia del país como a la Cámara del Pueblo
Este hombre, quien también había elevado la causa al Tribunal de DDHH era Dervo Sejdic, un destacado líder romaní bosnio y vicepresidente de Centro de Información Romaní Kali Sara. “El Tribunal, al ver ambos casos, los cuales eran lo mismo, decidió unirlos en una misma causa. Y así es como surge ‘el caso de Sejdić y Finci contra Bosnia y Herzegovina’”, termina de narrar Jakob Finci.
El caso, como bien explica el antiguo embajador, fue resuelto en tres años. Y en 2009, la sentencia del TEDH fallaba a favor de los líderes judío y romaní. La sentencia declaraba que ambos tenían el derecho de postularse tanto a la presidencia del país como a la Cámara del Pueblo, y se reconocía que la actual Constitución [de Bosnia] no cumple la Convención Europea de Derechos Humanos. Sin embargo, trece años después, la sentencia sigue sin ser aplicada, y como bien explica Finci, “en el derecho internacional no puedes forzar la implementación porque no hay ninguna institución que pueda ordenar a los Estados miembros del Consejo de Europa que hagan algo”.
En Bosnia solo importan las comunidades “constituyentes”
Trece años y cinco elecciones presidenciales después, las ‘otras’ minorías siguen sin poder ejercer su derecho político. Daguda afirma que “aunque los cambios constitucionales son un proceso extremadamente difícil y exigente, debemos ir en esa dirección. Hasta ahora, los ciudadanos y la sociedad civil en general han estado excluidos de procesos y decisiones importantes, y eso debe cambiar”.
En la noche del domingo electoral, y poco después de que se cerrasen las urnas, el Alto Representante de Bosnia y Herzegovina, Christian Schmidt, anunció un cambio en el sistema electoral que tiene como objetivo mejorar la funcionalidad de la Federación, y garantizar la implementación oportuna de los resultados de las elecciones. Estas medidas, en realidad, buscan contentar los reclamos de una de las comunidades “constituyentes”; los bosnio croatas, los cuales llevan meses exigiendo listas separadas en la Federación para que sea, únicamente, la comunidad croata quienes puedan decidir a su representante en la presidencia tripartita. Ahora bien, Schmidt, ya informó de que estas decisiones no implementan enmiendas a la Constitución del Estado para implementar decisiones judiciales sobre los derechos de los “Otros”.
De esta manera, los derechos políticos de las minorías étnicas en Bosnia y Herzegovina vuelven a ser silenciados y la sentencia del Tribunal ignorada. Sin embargo, Finci asegura que en Bosnia “no existe el antisemitismo”. La comunidad judía en el país está compuesto por unos 1.000 miembros, lo que, como bien explica Finci, “es un grupo tan pequeño que no tiene ninguna importancia para un país con tres millones de habitantes”.
No solo las comunidades romaní y judía, ven imposible participar en la carrera electoral; si un ciudadano bosnio no se registra como bosníaco, serbio o croata, no podrá aspirar a los cargos repartidos bajo cuotas étnicas
No es lo mismo para la comunidad romaní en el país. Las estimaciones del tamaño de la población romaní oscilan entre 40.000, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y 100.000, según el Consejo de Cooperación Regional para la Integración Romaní. En este sentido, y como denuncia la organización Defensores de los Derechos Civiles, el antigitanismo, la discriminación y las percepciones erróneas sobre los gitanos prevalecen en Bosnia y Herzegovina, lo que constituyen las causas de su exclusión social. A su vez, las altas tasas de desempleo, las bajas tasas de matriculación y escolarización, y las deplorables condiciones de vida de la mayoría son los síntomas de esta situación. Un escenario que hace primordial la necesidad de líderes que defiendan los derechos de esta comunidad que supone la mayor de las minorías no constituyentes.
Además, no solo las comunidades no constituyentes, donde también se incluyen húngaros, albaneses, turcos, etc., ven imposible participar en la carrera electoral; según la ley, si un ciudadano bosnio no se registra como bosníaco, serbio o croata, no podrá aspirar a los cargos repartidos bajo cuotas étnicas.
La directora del Centro de Promoción de la Sociedad Civil de Bosnia y Herzegovina, tiene claro que es necesario cambiar esta situación, “los Acuerdos de Dayton fueron la solución para la situación de guerra, pero estamos listos para el siguiente paso. Bosnia está lista para los cambios, ya que esta situación que tenemos desde hace treinta años ya no es soportable”.
Por su parte, Jakob Finci es optimista a pesar de que, como declara, “con la invasión de Ucrania nadie piensa en los Derechos Humanos de un pequeña minoría en una pequeño país como Bosnia”.
Mientras me despido de Finci, Bećirović, Komsic y Cvijanović, anuncian su victoria electoral. Los nuevos tres presidentes de Bosnia y Herzegovina pertenecen, cada uno, a una de las comunidades constituyentes, y ninguno de ellos ha alzado la voz por la situación política de los “Otros”, y el Alto Representante ya trabaja en medidas que van a dar más representación a las mismas tres grandes etnias. A pesar de esto, y todavía esperando que su país aplique la sentencia de Estrasburgo, Jakob Finci tiene claro que “esto se va a solucionar positivamente” porque, como afirma con una sonrisa desde el edificio de la Comunidad Judía de Sarajevo, “la esperanza es lo último que se pierde”.
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Muy interesante reportaje. Es evidente que la Constitución, que se hizo para contentar a las 3 grandes comunidades, no defiende a las minorías étnicas o religiosas. Yo pienso que dentro de este esquema no solo está el impedir que otra etnia ajena quite poder político a las 3 grandes, sino también que haya una figura que asocie y unifique, de manera igualitaria, a todas las etnias del país, como ocurría en la antigua Yugoslavia de Tito.